jueves, 28 de junio de 2007

EL ESTRÉS DE LOS CARACOLES


John y Barth viven con el resto de sus compañeros en el terrario, pero a diferencia de ellos, que son hermafroditas, de una sexualidad autosuficiente, tal vez debido a una sustancia química deslizada por azar en su alimento, una mutación hormonal está en trance de convertirlos en seres de sexualidad dependiente, es decir, que deben buscar a su pareja para satisfacerla, y eso les produce mucho estrés.

En una encuesta realizada por mi, mientras tomaba café en el Maravillas, sobre una
población de tres jóvenes en edades comprendidas entre los veinte y los treinta años,
he obtenido la evidencia de que, ahora mismo, los asuntos que mas les interesan son,
el fútbol, el sexo y el hábitat, por ese orden.

No es una encuesta representativa, por lo exiguo de la población consultada, pero tampoco yo me siento representado en otras, porque en mas de sesenta años de vida, nadie me ha consultado nada sobre tal o cual cosa. ¿Han notado que en esas encuestas que publican sus contundentes resultados en los grandes periódicos, acompañados con profusión de gráficos y flujogramas, nunca le preguntan a uno? ¿Existe una población, siempre la misma, que vive exclusivamente de contestar encuestas, bien a través de Internet, mediante cuestionarios escritos o llamadas telefónicas? ¿Hay vida mas allá del fútbol y la política?. En fin.

Los caracoles nacen con sus necesidades de hábitat y sexo ya resueltas, a diferencia de los humanos. En cuanto al fútbol, no figura entre sus aficiones. Un estudio detenido de la conducta de los caracoles revela que la competición deportiva no está ausente de sus costumbres, solo que a diferencia de los humanos, que compiten para llegar los primeros, ellos lo hacen para premiar al mas lento. ¿ Es la lentitud de los caracoles una consecuencia de que la persecución de la pareja sexual no está entre sus prioridades?

¿La autosuficiencia de su sexualidad es una necesidad biológica determinada por su lentitud? ¿Porqué esa especie ha hecho de la defensa pasiva frente a los depredadores su característica mas singular, junto a otras especies de concha, caracola o caparazón?

¿Se trata de una especie relicta, apenas evolucionada desde que salió del mar, que no ha sabido o no ha querido adaptarse mas que lo justo a la vida terrestre?

¿O por el contrario, las células de su tejido viscoso contienen alguna forma de inteligencia superior que ha encontrado en la preservación de la lentitud la mejor defensa contra el estrés que sufren las demás especies.?

Esa estrategia de defensa pasiva se ha revelado eficaz con la mayoría de los depredadores, pero no puede evitar que los humanos los pongan a cocer, con cáscara y todo.

Pero eso no demuestra las limitaciones de esa especie, sino la condición destructiva de los humanos, que parece que han nacido con la vocación de convertirse, si tienen tiempo para ello, en la única población sobre la tierra, antes de desaparecer ellos mismos.

Vaya, demasiado apocalíptico me ha salido, no?

Pero volvamos a John y Barth. La pérdida de su autosuficiencia sexual, por un azaroso
agente químico, les aleja de un patrón de conducta que los de su especie han mantenido
durante millones de años. Esa pérdida, los humaniza. Es probable que evolucionen, debido a la necesidad de la persecución sexual, hacia la caza, que son dos actividades conexas, lo que, inevitablemente, les conducirá a una velocidad vital mayor. En ese proceso, aparecerá, sin duda, la necesidad de dotarse de extremidades para ser mas veloces y finalmente, abandonaran el hábitat de su cáscara.

En ese estadio de su evolución, ya estarán listos para jugar al fútbol, perseguir a su pareja, buscar una casa en alquiler, sufrir de estrés y contestar las preguntas que yo, desde mi concha de viejo caracol, les formularé mientras tomo café en el Maravillas, en espera de que comience el próximo partido de fútbol.

Lohengrin. (versión revisada) 28-06-07

MARAVILLAS

En Cuatre Carreres, un barrio extremo de Heliópolis, al otro lado de la fuente ornamental que sirve de frontera entre las viviendas de renta libre y los bloques de pisos protegidos, edificados en los años setenta para alojar a una población de aluvión procedente de los movimientos migratorios interiores, está el Bar Maravillas, frecuentado por un lumpen de guardias civiles retirados, ex camellos, adictos, convictos arrepentidos, parados, trabajadores temporales de la construcción, pajareros, inmigrantes de Cuenca y de Madrid, mercheros, vendedores de Ono, expertos informáticos, tramoyistas de teatro, pintores de brocha gorda, escritores y oligofrénicos.

En ese retablo de las maravillas, Valle Inclán habría podido duplicar la extensión de su producción, porque la fuente de inspiración literaria y la galería de personajes que allí se encuentran, no tiene nada que envidiar al Gijón, en sus mejores tiempos. Llevo seis meses en el Blog y hasta hoy no lo he mencionado. El aforo es limitado y no debe uno tirar piedras al propio tejado.(Ver página Debussy, en esta misma sección.)

Una breve muestra de los diálogos que se pueden escuchar aquí, es el que he escuchado hoy entre el pajarero y Toni, junto a la barra mas limpia que se puede encontrar entre los trescientos bares del barrio, porque Toni, el jefe de todo esto, además de preparar un ron quemado con su rajita de limón y sus granos de café por un precio de mierda, cambia los ceniceros en cuanto hay un par de colillas.
“Pajarero: -Tengo una pareja de gafarrones nuevos. Toni. --Y, ¿que tal te han salido? Pajarero. --Uno canta y el otro no. Toni.-- Será porque no le has enseñado. Pajarero.-- No es eso. Toni. ¿.......?. Pajarero.-- Es que, mientras estás distraído oyendo el canto del macho, la hembra te quita la cartera.”
El tramoyista, ya jubilado, me dio permiso para usarlo como personaje de mi libro, El viaje a Praga, --ver sección Libros--y me dio tanto juego que estoy escribiendo otro, --ahora empantanado, por lo del Blog-- Después de Praga, que es el relato del viaje a Nottingham en un tren de alta velocidad con unos extraños viajeros, escritores muertos y personajes de sus libros.

Para encontrar el Bar Maravillas, tienes que buscar primero una calle sin nombre, que usa el de la que está a sus espaldas, y en un bajo sin número, próximo al número veinte de esa calle innombrable, está ese lugar tan literario, en el que tomo café y compro tabaco a una hora temprana de la mañana.
Hoy la máquina de tabaco funcionaba en apariencia, pero el sensible componente electrónico que activa la máquina desde el mando a distancia que tiene la función de proteger a los menores de su consumo, se estropeó ayer, con el apagón, dejándola inservible y he estado una hora sin poder fumar, descontando el par de cigarrillos que han tenido a bien regalarme dos parroquianos.

La tormenta que se registró ayer, además de provocar una variación en las temperaturas que no se registraba desde hace setenta años, inundó el transformador eléctrico de la zona, dejando sin suministro a todo el barrio y a mi me ha facilitado la inusual experiencia de vivir sin tabaco durante una hora. Una experiencia algo ansiosa, lo confieso.

Algunos de los mercheros que frecuentan el Maravillas son, además, pastores evangelistas, y es sorprendente la elocuencia que despliegan, --como si fueran predicadores televisivos americanos-- cuando, imprudentemente, algún agnóstico como yo, deja caer en voz alta un comentario que pone en duda algún dogma relacionado con sus creencias. Igual de sorprendente es la presencia de la religión en otros ámbitos de este siglo descreído. La víspera de la noche de San Juan --ver la página del mismo título-- hubo en una espaciosa plaza del barrio un escenario instalado que yo creí destinado a una verbena. Cuando venía de ver, y escuchar, La Flauta Mágica en el cine, vi encaramado al tablado a un predicador mexicano que era seguido por las gentes que llenaban la plaza.

Por si fuera poco, he leído en algún sitio que el President electo de Heliópolis ha jurado el cargo sobre un montón de tochos, entre ellos la Biblia. Está claro que los agnósticos y los laicos, estamos en franco retroceso, y que las culturas religiosas, con su carga de superstición y negación del progreso científico, avanzan.

Ni la falta de tabaco, ni la presencia de predicadores, son obstáculos que impidan disfrutar el excelente café que se sirve en ese interesante escenario literario, el Bar Maravillas, regentado por el jefe de todo eso, Toni. Al estar situado en una calle sin nombre, en un barrio extremo de ese lugar al que me gusta llamar Heliópolis, es posible que tengan dificultades para encontrarlo. De eso se trata. El aforo es limitado y uno no debe tirar piedras al propio tejado. Maravillas.
Lohengrin. 28-06-07.

martes, 26 de junio de 2007

LA FONT DE SANT LLUÍS

Hace diez años que llevo mi coche de siempre al mismo taller, y hasta hoy no he aprendido que el mejor bar de la Font de Sant Lluís es Casa Mari. Ir por la vida bajo el peso de la rutina, sin realizar un esfuerzo de búsqueda que te gratifique con el hallazgo, suele ocasionar esos retrasos.

En esa pedanía que linda con el barrio en el que vivo, en la calle de Grabador Jordán, 42, frente a una hermosa plaza rectangular arbolada, está ese recomendable lugar, del que luego daré detalles. Al fondo de la plaza está el templo dedicado a Sant Lluís Bertrán. En su fachada hay unas ratjoles, dedicadas a los donantes del reloj de la torre, y a un hombre, al parecer santo y bueno, un tal Mocholí, cuya mejor virtud fue edificar una gran fábrica de tableros que dio trabajo al pueblo durante décadas.

Los donantes son una subespecie humana omnipresente. Visitas una catedral y pisas sobre las losas de los sepulcros de quienes condicionaron sus donaciones al privilegio de ser enterrados allí. Vas a una exposición de pintura y, sobre todo si es religiosa, entre las alegorías angélicas siempre aparece el rostro de los donantes. Subes por la impresionante escalera de la mansión de los March en Mallorca, donde tiene su sede la fundación que lleva su nombre, --ver la página Jardines de Mallorca, de esta misma sección-- y las figuras esculpidas que te miran desde cerca de la cúpula incluyen la efigie de Juan March, quien no resistió el impulso de estar presente entre las alegorías escultóricas de su autodonación. En la Font de Sant Lluís, los donantes se han especializado, por lo visto, en relojes.

Cuento esto, porque Mocholí y los relojes tienen mucho que ver con Casa Mari.

No es frecuente entrar en un bar restaurante y ver en el frontis que preside la entrada al comedor, cuatro relojes que marcan la hora de Londres, N. York , Tokío y, claro está, la de la Font de Sant Lluís. Tal vez, el primer Mocholí, donó esos relojes a Casa Mari, porque desde el teléfono allí instalado realizaba sus transacciones de importación de maderas con medio mundo y necesitaba conocer la hora en vigor en el país de cada interlocutor de negocios.

En Heliópolis, la sangre fenicia de sus moradores hace que el comercio exterior sea una práctica habitual en cualquier aldea o pedanía. O puede tratarse de un detalle decorativo reciente. No lo he preguntado.

El numeroso personal del bar parece muy activo, siempre dispuesto a atender las demandas de los clientes con rapidez, elegancia y eficacia.

Reina en la barra, con una retranca que para si la quisiera Buenafuente, una señora ya talludita, con el pelo tintado, quien, mientras le coloca a una clienta que le había pedido un cortado, un café con leche preparado por error, cuenta con una gracia espontánea, que ayer cogió una cogorza a medias con su compañera, porque se bebieron una cazalla sobrada, producto de esos errores de barra que propician las demandas, a veces atropelladas, de los clientes y que pasaron una tarde la mar de bien, con la alegría dionisiaca que facilitan, a veces, los vapores de las bebidas blancas, que en otras ocasiones producen daños cerebrales irreversibles.

Por ocho euros puedes escoger en este lugar, limpio, bien atendido por su personal, con una sólida decoración de espejos luminosos y maderas nobles, entre un plato de arroz al horno, sopa de pescado o gazpacho andaluz, y acompañarlo con una pechuga asada, un filete o una merluza del día, vino y postre, o café, incluidos, mientras sus cuatro hermosos relojes dan la hora de los centros de negocios de tres continentes.

Todo por el simple esfuerzo de la búsqueda, en lugar de andar por la vida con el peso de la rutina. De nada.

Lohengrin. 26-06-07

lunes, 25 de junio de 2007

ARISTÓCRATAS

Soy un escritor rico, que vive de su pensión mileurista, y escribe por escribir, sin presiones de grupos mediáticos, editoriales, ni de cualquier otro origen, político o religioso, como aquellos ingleses victorianos, de cuello duro, para quienes escribir solo era otro modo de expresar su exquisita educación de preceptor y sus buenos modales de miembros de un grupo minoritario, conscientes de sus singularidades. Un aristócrata.

Mi abuelo materno fue anarquista y compañero del Noi del Sucre. Su oficio de tipógrafo le situó en la élite de los trabajadores de su tiempo, los que sabían leer y escribir. Un aristócrata.

Su hijo, hermano de mi madre, fue uno de los firmantes del manifiesto de los treinta, un documento muy controvertido que vio la luz en la época mas turbulenta del movimiento anarco-sindicalista. Formó parte del gobierno en el que Federica Montseny fue ministra. Dirigió el departamento de Abastecimientos y Transportes y fue gobernador civil de Cuenca, a las ordenes de la república. Lo detuvieron en 1.943 y pasó once años en prisión, en San Miguel de los Reyes, donde era conocido por sus correligionarios con el nombre de Lohengrin. Un aristócrata.

Gracias a estas credenciales aristocráticas, mis amigos, auténticos libertarios, me permiten asistir a sus reuniones, casi siempre gastronómicas, a condición de que no me exceda con mis boutades y otras manifestaciones de mis tendencias decadentistas. El próximo día tres de julio hay una sardinada en un lugar que no pienso revelar, a la que no voy a faltar.

Hay otros aristócratas. Por ejemplo, los Borbones, pero han venido a menos. Los Borbones son una familia que ha tenido que adquirir un oficio para poder sobrevivir. Quienes en otro tiempo ostentaron, junto a sus primos hermanos, el mayor poder político de Europa, ahora ejercen un trabajo de representación de imagen corporativa, como si fueran los jefes de relaciones públicas de una empresa transnacional. Eso debe joder mucho, por eso Juan Carlos traía una cara de perro, que vimos el otro día en los noticieros de televisión, cuando interrumpieron su tiempo libre para que asistiera a algo parecido a un bautizo. Son las servidumbres del empleo por cuenta ajena.

En el museo de San Pío V, en Heliópolis, ya está abierta al público la exposición El retrato español en el Prado, --Del Greco a Goya-- que visité el domingo. Allí pude contemplar, --en los ratos libres que me dejó la minuciosa observación del escote de una mujer que no me quitaba ojo y resultó ser una antigua vecina-- los magníficos retratos de Felipe IV, el príncipe Baltasar Carlos, María Luísa de Parma, , las infantas Carlota Joaquina y Margarita Francisca; Isabel de Borbón, Felipe III, el príncipe Felipe, --no el de ahora, el que luego fue cuarto en la nómina de los Felipes-- Carlos III, y eché a faltar ese retrato de Goya que refleja con total fidelidad la cara innoble de Fernando VII, el peor monarca que tuvo este país en esos tiempos.

Los mas famosos pintores de la época estaban representados, El Greco, Velázquez, Goya, Bartolomé Murillo, Mengs, Maella, Sánchez Coello, Pantoja de la Cruz; pero lo que mas me gustó fue el Retrato de un carmelita, de un pintor desconocido para mi, Luís Tristán, pintado en 1.620, por el tremendo realismo y humanidad que desprende ese rostro, tan antiguo, y tan moderno a la vez.

Aristócratas. En mi casa rehabilitada, con aljibe, en la sierra de Utiel, tengo un retrato al carbón de mi aristocrático ancestro que colaboró con el gobierno de la república y se hacía llamar Lohengrin mientras estuvo en prisión. En el reverso de ese retrato está el original de una carta con el membrete de un marqués, dirigida a un famoso fotógrafo taurino de la época, en la que le comunica el buen fin de las gestiones realizadas para conmutar la pena de muerte por la de cadena perpetua, al representante de la segunda generación de libertarios de mi familia.

Pertenezco a la tercera generación de ese grupo aristocrático de trabajadores leídos, pero mi tendencia a la superficialidad y a la decadencia, me relaciona mas con aquellos ingleses victorianos de cuello duro, para quienes la literatura solo era otro modo de expresar sus buenos modales.

Los Borbones han necesitado muchas generaciones para transitar desde la excelencia a la decadencia. Nosotros lo hemos hecho en solo tres generaciones. Es un signo de la aceleración de los tiempos. Mientras ellos evolucionan rápidamente hacia el proletariado, me temo que mis tendencias a la perversión y a los cultismos, me acercan cada vez mas al Marqués de Sade y su época

Lohengrin. 25-06-07.

TOMATES

Cuando voy al mercado observo con gula las formas y colores barrocos de los tomates del terreno, pero me abstengo de comprarlos porque su precio alcanza los niveles de los objetos únicos que encontramos a veces en los escaparates de los anticuarios. Las leyes del mercado son inexorables y cuando la escasez de un bien se refleja en la limitación de su oferta, el precio sube.

La oferta inmobiliaria en la costa de Heliópolis, empujada por la especulación y la corrupción, ha crecido enormemente en los últimos años, a costa de destruir el territorio, pero los precios han subido a una velocidad exponencial pese al aumento de la oferta. Parece una contradicción con las leyes del mercado, pero no lo es, ya que una demanda creciente y continuada ha tirado de esos precios, desde el deseo universal de vivir en el paraíso.

Todo el mundo quiere alcanzar el paraíso, aunque con distintos procedimientos. Los jóvenes guerreros de la resistencia contra el infiel, manipulados por los predicadores, se inmolan por dinero para acortar ese viaje. Los mas mayores de los europeos, habitantes de países grises y fríos, quieren calentar su esqueleto al sol mediterráneo, aunque unos diez mil de ellos se han visto despojados de sus casas por la presión especuladora de los nuevos planes urbanizadores.

El paraíso y el infierno están en el mismo lugar y al abrir una puerta al azar, el viento de la especulación desatada te puede empujar de uno a otro, en un instante.

Una vez por semana llevamos a mi nieto en autobús a la playa de Pinedo y desde la ventanilla contemplo los huertos marginales que todavía quedan en esa zona, donde las tierras de cultivo se mezclaban con arena de la playa, como se hacía en Alboraya, consiguiendo con esa alquimia agraria unos resultados de aroma y sabor que nada tienen que ver con los productos que se ofrecen ahora de modo mayoritario. Son de la arena....decían las antiguas vendedoras de esos frutos de los dioses, que como mejor se disfrutaban era dándoles un bocado, como si fueran manzanas.

La tasa de beneficio del urbanismo de las costas supera con creces la que se puede obtener cultivando tomates, y esa elemental realidad económica ha conducido a que apenas queden unos pocos rectángulos de huertos dedicados a esa actividad. Ganan los promotores inmobiliarios, ganan quienes aún producen tomates de calidad, pues al reducirse su oferta, el precio sube. Pierden el territorio y los consumidores de tomates del terreno, que ya no pueden pagar lo que cuesta disfrutar su aroma, su sabor, sus formas y colores barrocos.

El paseo marítimo de Pinedo se construyó hace unos años, y desde entonces ha habido que reconstruirlo varias veces, porque el mar sabe mas de urbanismo que todos los técnicos municipales y, cuando se le hinchan las narices, arrasa con todo lo que le molesta.

Ese paseo se ha ampliado con un camino marítimo que lo prolonga, hecho con mas inteligencia, ya que es una estrecha cinta de hormigón pigmentado que serpentea entre dunas regeneradas, solo para uso peatonal y de bicis, y que parece compatible con los diferentes estados de la mar en esta costa.

Donde está este camino, antes hubo tomates, pero no se puede detener el progreso, aunque tenga aspectos perversos.

Sugiero que la envejecida población agraria que aun se dedica al cultivo de hortalizas en este enclave privilegiado, se reconvierta, se asocie, y hable con el ministerio de cultura, para obtener la declaración de bienes de interés cultural en favor de sus tomates, cuyas formas y colores entroncan directamente con la tradición barroca del arte español.

Ya es hora de que en las subastas de Sotheby´s, y en la documenta de Kassel, estén presentes estos productos artesanales únicos. Ya que sus precios han alcanzado niveles que los alejan de nuestras posibilidades de consumo cotidiano, al menos, que los artistas que los crean reciban una recompensa proporcional a su esfuerzo de supervivencia.

En fin. Tomates.

Lohengrin. 25-06-07

domingo, 24 de junio de 2007

SAN JUAN

Ayer, 23 de junio de 2007, disfruté de un día redondo, gracias a la información errónea que recibí de una amable señorita del 010, el teléfono de información del Ayuntamiento de Heliópolis. Me dijo que la calle Serrería se cerraba a las dieciocho horas, en lugar de a las veintiuna, como ocurrió. Como estaba invitado a cenar en la terraza de la casa de un amigo pintor, que expone todos los años varias veces, prescinde de los marcos para sus marinas, porque su precio se ha puesto por las nubes, y vive en el Cabañal, me puse a planificar como llegar hasta allí, con los accesos cerrados al tráfico a hora tan temprana.

Se me ocurrió, y así lo hice, ir por la mañana al marítimo, estacionar el coche cerca de la casa que iba a visitar por la noche, volver en autobús, recurrir a los autobuses de nuevo para llegar a la cita a la hora prevista, y así disponer del coche para el regreso de madrugada.

Gracias a ese plan disparatado, motivado por la información que había recibido, pude disfrutar en el marítimo, por la mañana, de una exhibición aérea de la que no tenía noticia. Fue espectacular contemplar las pasadas y evoluciones de los cazas acrobáticos sobre nuestras cabezas. Una demostración colorista y ruidosa que todos quienes estaban allí disfrutaron visiblemente. No pude evitar un escalofrío en la espina dorsal al percibir que esas máquinas precisas llegaban precedidas de un absoluto silencio, y antes de que pudieras darte cuenta las tenías encima y comprobar que están diseñadas para acertarte con un misil entre los ojos, antes de que puedas advertir su presencia.

Por la tarde, tomamos un autobús hasta el centro, para enlazar con otro que nos llevara al Cabañal. Dimos un paseo por el centro viejo y nos encontramos con un grupo teatral que, como sucedió en Hammelin, arrastraba detrás suyo, haciendo cabriolas sobre unos zancos y encantando con su verbo teatral, al numeroso grupo de gentes que los seguían, como en la edad de oro de Heliópolis, allá por el siglo quince.

Los seguimos durante un rato, hacia las Torres de Quart, recién restauradas, que ya hemos visitado, para disfrutar, desde sus alturas almenadas, de un panorama nuevo de Ciutat Vella, que recomiendo a todos.

Cuento esto para confirmar un hecho que observo desde hace tiempo. A es mayor que P. Es decir, el azar tiene mayor influencia que la planificación en la vida de los hombres. De no haber sido por el azar de la respuesta imprecisa que recibí a mi consulta, no habría disfrutado de esos eventos, a los que no pensaba asistir.

Pensé en escribir una tesina, para hacer el doctorado, después de licenciarme en Económicas, precisamente a partir de esa formulación, A es mayor que P, pero no recuerdo por que azar, no lo hice. En aquel tiempo, por otra parte, los catedráticos universitarios veneraban la planificación y creían que al azar solo era una variable mas que se dejaba incluir en las premisas de sus elucubraciones. No creo que se hubieran interesado por dirigir un trabajo sobre otro punto de vista.

La cena en la terraza de mis amigos fue muy agradable. Después de conversar sobre un viaje que pensamos hacer los cuatro juntos, para visitar el Guggenheim, entre otras maravillas norteñas y marítimas, mi amigo me propuso que, el año que viene, nos embarquemos los dos en un barco viejo de esos que tienen cubierta ,--nada de catamaranes con cabina para los viajeros-- para disfrutar de la enorme sensación de recibir el viento salino en la cara durante una travesía de seis horas, para luego permanecer una semana en Ibiza. Mientras el pinta, yo escribiré.

La cena consistió en media lubina a la espalda, con verduras a la plancha, regada con un espléndido Ribeiro, y de postre un polo de chocolate con almendras. Al terminar, el hijo de mis amigos le pidió a su madre, --Déjame el libro de cocina de Enrique, voy a cocinar este fin de semana. Es la primera vez que oigo a alguien interesarse por mi literatura. Mi autoestima quedó muy gratificada.

Después de cenar nos dirigimos, a pie, hacia el mar. Ciento cincuenta mil personas, en su mayoría jóvenes, llenaban la playa de la Malvarrosa, atestada de hogueras, barbacoas improvisadas, alcohol y ganas de fiesta. Dimos un paseo por la orilla con los pies descalzos y prácticamente no observamos ningún altercado ni conducta impropia, exceptuando que había filas de hombres de espaldas, orinando contra las palmeras, a pesar del despliegue de retretes móviles que se apreciaba. Solo eran las dos de la madrugada. También me desapareció un objeto de valor histórico. El último paquete de Dunhill que mi amigo conservaba, una vez dejó de fumar, y que me ofreció al quedarme sin tabaco. No puedo precisar si lo extravié en la semioscuridad del mar, o alguien se lo apropió, porque lo llevaba en el accesible bolsillo de uno de esos pantalones blandos que se atan con una cuerda.

Esta fiesta, la de San Juan, una exaltación pagana del solsticio de verano, anterior a la invención de los santos y los calendarios, debió celebrarse, al principio, en plenilunio. Tal vez debido a las desviaciones del calendario, anoche no había luna entera, sino mediada, y estoy convencido de que ese azar evitó que se desatara la locura colectiva entre las ciento cincuenta mil personas que participaban de ella, porque mi mujer ha oído en la radio esta mañana, que no se produjeron incidentes excesivos, a pesar de la magnitud del acontecimiento.

Olvidaba agradecer a la joven del 010 que se dirigiera a mi en vernáculo, aunque mi contestación estuvo plagada de incorrecciones. Mi familia paterna emigró a Heliópolis desde la Sierra de Espadan, donde sus ancestros llegaron mucho antes, procedentes de Aragón, y claro, hablaban castellano. Por ese azar, yo escribo en castellano. También, por lo burro y perezoso que soy para los idiomas. Eso no impide que aprecia la belleza y sonoridad de palabras como Terratrémol y Remembrar, por poner un ejemplo.

En esa sierra se ganaban la vida mis abuelos paternos, haciendo carbón de encina, hasta que la enfermedad pulmonar de una de sus hijas, propia de los años cincuenta, les hizo cambiar de aires y establecerse en el barrio chino, donde pusieron una carbonería, para estar mas cerca de la atención hospitalaria de la época. Cualquier foto antigua de esos tiempos, muestra a los grupos familiares con un aspecto escuálido, con las mejillas chupadas, muy semejantes a los biafreños de la peor época, salvo por su ausencia de color.

Casi todas las personas de esa generación, conservan, en forma de nódulos calcificados y otras cicatrices pulmonares, la huella del hambre. Hay otros signos exteriores que, en mi opinión, también manifiestan ese origen. Tengo algún amigo rico, de familia rica durante generaciones, que camina con un ligero balanceo de brazos, siempre con las palmas abiertas, extendidas. Camino de manera semejante, pero mis puños permanecen cerrados, desde que la aguada leche materna de la posguerra contribuyó a ello en mi edad mas temprana.

Tal vez las multitudes que ocupaban las calles del país reclamando la democracia en los años setenta, con el brazo levantado y el puño cerrado, creían expresar una actitud de rebeldía. No lo niego, pero intuyo que esa expresión corporal, era también la huella del hambre que sus, nuestras madres, habían pasado.

Nada de eso se percibe ahora. Multitudes felices se bañan algo iluminadas por la luz de la luna mediada, los proyectores de láser, y los focos de los conciertos, expresando un estado lúdico ajeno a las miserias de la historia, aunque aún hay en este país mas de ocho millones de pobres, de los que algunos espero que estuvieran en la Malvarrosa, disfrutando de la fiesta nocturnal, ayer, 23 de Junio de 2.007.

Disfruté de las fiestas de ese día, tanto diurnas como nocturnas, gracias al azar.

El azar, pesa mas que la planificación en la vida de los hombres. Aunque no por ello hay que dejar de planificar. A veces, por azar, la planificación sale bien.

Lohengrin. 24-06-07

viernes, 22 de junio de 2007

EL ESTILO

Hace mucho tiempo, buscando un modo de expresión personal, escribí cosas como esta:

En el espacio sin tiempo de nuestra infancia, vivíamos ajenos a todo aquello que no formaba parte del escenario lúdico de nuestros juegos, hasta que una fría tarde de febrero, un caballero con polvo en la levita nos leyó en el barro de las calles, los avatares de nuestras vidas adultas y la fecha exacta de su término.

Ese párrafo se quedó colgado en algún recoveco de mi memoria, pero a esa introducción nunca le siguió un libro, porque el estilo, sin la energía de la disciplina, no es nada.

El estilo es lo que fuimos, lo que somos, no es lo que queremos ser, --porque ya dice la sabiduría popular que, quien quiere llegar a ser algo, es que no es--.adobado con las adherencias e influencias de las que, aunque lo intentes, no te puedes despojar, ni falta que hace. Me parece idiota intentar no parecerse a nadie, cuando lo que deberíamos hacer es ser todos aquellos que nos han bendecido con la magia de su escritura. Sea lo que sea el estilo, sin disciplina no es nada.

Hace falta una disciplina férrea para mantener el pulso narrativo, lírico o periodístico, dentro de los cauces del lenguaje propio, sin renunciar a todas las influencias recibidas ni caer en el manierismo.

Consecuente con ese punto de vista, me he despojado de muchas cosas, pero conservo con devoción, --sin importarme que alguien me califique de epígono-- la memoria de todo lo que he leído a mis escritores mas amados. En los últimos decenios, en especial, Vicent y Millás.

Con Vicent coincidí, --el no lo supo-- en el rodaje de Tranvía a la Malvarrosa. El paseaba por una calle del barrio chino al lado del pintor Ripollés, mientras desde un balcón lleno de macetas asomaba el perfil de Ariadna Gil, que hacía de puta. En los bajos del ya desaparecido Cine Palacio, cuya fachada había sido revocada para la ocasión y decorada con carteles de cine de los años cincuenta, una tropa de figurantes, de la que yo formaba parte, ensayaba la salida del público de ese cine, cuyos interiores eran un paisaje de tundra siberiana, con las butacas destrozadas y el cielo raso cayéndose a pedazos.

A Millás lo he visto en alguna entrevista, en televisión, y no he reconocido el aspecto que presenta su fotografía sobre la columna que firma con habitualidad en Levante. Creo que Millás compartirá el punto de vista sobre la literatura que ahora voy a citar.

José María Saér escribió que la literatura es, entre otras cosas, una manifestación psicótica. Si un tipo va por la calle hablando a voces con él mismo, enseguida mueve al rechazo a quienes se cruzan con el. Si haces lo mismo, en silencio, en la soledad de tu gabinete, usando el teclado o la pluma, ese proceso mental que tiene semejanzas con el del vocero parlanchín, concita, a veces, el reconocimiento y el respeto de los demás.

El modo en que Vicent escribe, como el de Millás, son dos de esas influencias positivas de las que uno se resiste a despojarse. He buscado por todas partes un texto escrito hace tiempo, un homenaje a mi mujer, La corona de jazmín, creo, sin encontrarlo. Ese texto, que tampoco conservo en el fichero magnético, era una evocación vicentiana del mundo rural de acequias y limoneros que persistía en los arrabales de Heliópolis en los años cincuenta, salpicado de referencias a las culturas clásicas mediterráneas. Nunca me avergoncé de ese texto, ni sentí que estuviera copiando a nadie. Simplemente percibo ahora, al evocarlo, que quienes tenemos el mismo origen mediterráneo y sentimos la pasión por la escritura, compartimos un patrimonio común, que es de todos, y no es de nadie.

Supongo que lo mismo les pasa a los mesetarios. Umbral, a quien leí mucho en su época mas barroca y lisérgica, sentía fascinación por González Ruano y dejaba huella de ella en su escritura con frecuencia.

Pero ahora estamos en el Blog, y en mi corta experiencia en este medio, he comenzado a darme cuenta de que el soporte influye, y mucho, en el estilo. Poco a poco he ido abandonado las frases largas y redondas, tan características de la escritura vicentiana. Sin apenas percibirlo, cada vez me expreso mas en flashes, de un modo espontáneo, sin preparación previa, casi con el automatismo de los surrealistas, y eso plantea, a veces, algunos problemas.

Tomé conciencia del problema, al releer la primera versión de Moraira, la página que figura en esta misma remesa de entradas, cuyos párrafos hube de reordenar varias veces, antes de darla por legible, porque aunque no aspiro a la maestría periodística con que algunos ligan perfectamente un párrafo con otro, soy consciente de que al final, ha de haber un cierto equilibrio entre lo espontáneo y lo legible.

Decía Anthony Burgess, que Graham Green le tenía cierta ojeriza, porque él, Burgess, podía escribir mil palabras de un tirón, mientras que Green no conseguía rebasar las quinientas.

El problema de quienes escribimos con la misma rapidez que pensamos, --Ferlosio es de esos, y sus ensayos, a veces, no había quien los entendiera-- es que, en ocasiones, no pensamos con la suficiente calma lo que escribimos. Es la trampa de la facilidad. Lo que distingue a un escritor profesional, de otro que no lo es --como yo-- es que el primero se tira muchas mas horas pensando lo que va a escribir --todos lo hacemos, en mayor o menor medida-- y, sobre todo, puliendo lo que ha escrito, que escribiendo.

Disciplina. De eso se trata. El estilo es lo que somos, lo que fuimos, pero sin disciplina, no es nada.

Lohengrin. 22-06-07

miércoles, 20 de junio de 2007

ATRACCION FATAL

Mi mujer no duerme, por el calor, y todas sus horas vivas las dedica a escuchar la radio. Yo duermo como un ceporro, y mis horas nocturnas están radicalmente muertas. Al amanecer, mi mujer, a quien le jode mucho que yo duerma y ella no, me despierta para contarme las historias que circulan por Hablar por hablar. Esta noche ha escuchado un relato romántico de una joven a quien su familia le prohíbe irse a vivir con otra joven.

Una cosa de otro tiempo, como lo de los de Verona, lo del de Andaquilla, en Teruel y lo de mi vecina del séptimo, ya talludita, a quien sus hijos no la dejan echarse novio, y mira que he insistido.

No se trata de que esa familia tenga una actitud hostil hacia las preferencias sexuales de la joven. La cosa va por otro lado. Al parecer, la joven comunicante contó haber estado ingresada en un psiquiátrico, después de cuatro intentos de suicidio y su deseada pareja le ganaba por 6-4. La familia prohibicionista ignora que cuando se ponen trabas y obstáculos a la quimera del enamoramiento y el deseo, el resultado perverso de esas buenas intenciones suele ser estimularlo todavía mas.

Nuestra Julieta contó que fue mujer maltratada, lo que le llevó a la depresión, después a intentar suicidarse y luego al internamiento, del que, felizmente, salió con la normalidad relativa que acompaña el estigma del internamiento. Se quejó de que la gente que no ha pasado por esas experiencias, la gente normal, tiende a calificar a todos aquellos que se han recuperado de algún trastorno temporal, como si ese episodio doliente y desgraciado los habitara para siempre.

De su novia no puedo contar nada, porque me quedé dormido en pleno relato. Recuerdo haber oído en la duermevela, que ese romance comenzó a tener problemas ya en el hospital, cuando los celadores descubrían bajo la almohada de Julieta un paquete de tabaco que no le pertenecía.

Desde aquí pido a la familia de la joven un poco mas de valentía y tolerancia para enfrentarse a la solución de un conflicto en el que, estoy seguro, prima su angustia por la salud de la joven. ¿Hace falta recordar que la población psiquiátrica se nutre, sobre todo, de personas aquejadas de desamor y que la literatura clásica rebosa de personajes que han perdido el juicio por la misma causa?. En cambio, a ningún enamorado satisfecho se le ocurre dejarse internar en un psiquiátrico.

Este relato escuchado de segunda mano, me da pie para contar los resultados de una observación objetiva que justifica el título, Atracción Fatal. Es un hecho, que he podido comprobar, que entre las personas que han sufrido en algún momento de su vida algún conflicto que ha disparado su propensión a las disfunciones del ánimo, existe la tendencia al acercamiento. Entre una masa de desconocidos, en un transporte público o en la terraza de un café, a veces dos personas que no se han visto nunca, que no se conocen, deciden, inconscientemente, conocerse, porque hay algo en ellos diferente a los demás, que solo ellos perciben.

Tuve episodios de bipolaridad, ya muy enmascarados y mitigados por el uso del carbonato de litio, --una sustancia con riesgo de efectos tóxicos colaterales, que debe ser administrada bajo estrictos controles médicos y analíticos, acompañada de otra prescripción que refuerza su eficacia-- que me causaron algunos problemas, sobre todo en el trabajo. Hubo un tiempo en el que entraba a la sala de operaciones de control aéreo vestido con un poncho raído, una luenga barba y un báculo de peregrino, y cantaba las verdades del barquero a mis compañeros controladores, con esa mezcla alquímica de disparate y lucidez que caracteriza los ciclos hipomaníacos de la bipolaridad. Fue tanta mi elocuencia y conseguí captar de una manera tan hipnótica la atención de mis compañeros, con su consiguiente desatención a las pantallas de radar, que un par de aviones estuvieron a punto de caer al mar. El jefe de operaciones se enfadó tanto, que me mandó dos meses a casa. Esa fue mi única experiencia de internamiento, que no le deseo a nadie, porque tirarse dos meses en casa, sabiendo que los estímulos de la vida están fuera, pero no a tu alcance, es una putada.

Recuperado de aquel episodio, volví a la vida normal, porque el litio tiene la virtud de borrar de la conducta los efectos de las variaciones extremas del ánimo propias de la bipolaridad, que siguen ahí de por vida, pero uno aprende a enmascararlas y canalizarlas de tal modo, que se vuelven invisibles. Eso creía yo.

Dos experiencias concretas posteriores, distantes en el tiempo, confirman mi tesis del acercamiento entre personas, digamos, especiales.. En un viaje a Segovia, al bajar de un autobús atestado de viajeros se dirigió a mí, precisamente a mí, un amable caballero que nos acompañó a tomar unos vinos. Hospitalidad de provincias, pensé yo. Me dio una tarjeta que rezaba así, fulano...constructor de barcos. ¿Constructor de barcos, en Segovia, que raro, no? Cuando el gentil segoviano se echó una copa de vino al coleto, se cayó redondo, no porque fuera borracho, sino porque iba atiborrado de neurolépticos y el efecto de la mezcla fue fulminante. Era una persona especial, y al parecer percibió que yo también lo era, o lo había sido.

En otra ocasión, mientras mi mujer entraba a comprar algo en el chino del barrio, vi una mesa en una terraza próxima, ocupada por un desconocido. Me senté junto a el, obedeciendo a un impulso involuntario. A los tres minutos, me estaba contando con pelos y señales las incidencias de sus experiencias con la bipolaridad, y yo le hablaba de las virtudes del litio. Que raro, no? En la terraza había cantidad de mesas, y yo fui a elegir, precisamente, la de una persona mas o menos especial, como yo. Atracción fatal.

La bipolaridad ya no es un problema para mi, como tampoco lo era la esquizofrenia para el Nóbel de Una mente maravillosa, que seguía viendo fantasmas, pero había aprendido a no hablar con ellos. No obstante, todavía percibo variaciones en el ánimo. Los médicos dicen que se trata de episodios enmascarados por el carbonato de litio, pero yo veo a través de esa máscara, cuando me asomo al índice del blog y compruebo, por ejemplo, que el mes de junio--aun estamos a veinte-- contiene quince entradas, el de mayo solo tenía diez, y el de Abril cinco.

Es evidente que mi actividad creativa todavía está sujeta a ciclos, pero como duermo como un tronco, sin tomar somníferos, la verdad, no me preocupa.

Al parecer los psiquiatras, ahora, están preocupados por la concurrencia, cada vez mas frecuente, entre toxicomanías y predisposición orgánica a los trastornos emocionales. Si esa bomba de relojería estalla, puede convertirse en el problema número uno de la salud pública.

Lohengrin. 20-06-07

martes, 19 de junio de 2007

EL CINE

Hay un error de percepción generacional, muy extendido, que consiste en pensar que el mundo se acaba, cuando lo que está en vías de extinción son las generaciones declinantes que lo habitan. Grupos sociales muy determinados han vivido intensamente esa experiencia. Los aristócratas creían que su mundo era el mundo. Es lógico que cuando se extendieron las democracias parlamentarias pensaran que llegaba el final de todo.

Los expertos llaman a ese punto de vista antropocentrismo cultural, o algo así. Quienes vivimos en Europa tendemos a ver el mundo con los anteojos de nuestro modo de vida, nuestros niveles de bienestar, o malestar, nuestro hábitat, nuestras rutinas vitales y mentales, olvidando, a menudo, que el mundo es mucho mas ancho y diverso, que solo somos una parte mínima de esa complejidad.

Con el cine pasa lo mismo. El cine que predomina actualmente en las pantallas y soportes mediáticos de cualquier tipo, no está hecho para los espectadores de una generación declinante, que se formó en los cines de barrio de sesión cuádruple, a quienes sus padres arropaban con la bufanda al salir al crudo invierno, después de cinco horas o mas de refugio en cines atestados, por cuyos pasillos se deslizaban restos de orín y otros residuos urbanos, sino para los nuevos demandantes que han crecido con la Play Station.

Anoche pusieron en el cable, --Cinemateka-- una peli en blanco y negro, que solo pueden disfrutar plenamente los integrantes de mi generación declinante de espectadores cinematográficos. Steve Martin, ese cómico americano de pelo cano no es santo de mi devoción, pero esta película, “Cliente muerto no paga”, o así, es una obra que merece ser de culto, un homenaje al cine negro --sobre todo a sus actores-- de los años cuarenta y cincuenta, con un montaje de imágenes y dialogo que rebosa precisión de relojero. Otros --como Woody Allen-- han utilizado ese recurso de mezclar imágenes rodadas actuales con celuloide rancio, pero este film es una enciclopedia, una tesis doctoral que deja un testimonio duradero del uso maestro de ese recurso.

Si comienzas a verlo desde la ingenuidad, sin información previa, te mosqueas al ver aparecer a Fred mc Murray con Steve, porque sabes que son actores de generaciones distintas y distantes. Acabas por pillarlo cuando las apariciones fugaces se multiplican, Burt Lancaster, Cary Grant, Charles Laughton, Bogart, el protagonista de Al rojo vivo, cuyo nombre no recuerdo ahora, porque mi memoria también es declinante, Richard Widmark, Kirk Douglas, Vincent Price, Alan Ladd, a quien ponían sobre un cajón para dar la réplica a las actrices, y un par de actores de carácter, de los que nunca sabemos el nombre, pero que son el sólido soporte del cine de su tiempo. La maravilla de las maravillas es la aparición, jovencísimas, de actrices que hemos visto en su madurez, Ingrid Bergman, Lana Turner, Joan Crawford, (Lo he recordado, era James Cagney, ¿como he podido olvidarlo?) Ava Gardner, Verónica Lake, No está, supongo que por ser actriz de comedia, Katheryn Hepburn. También noté la ausencia de Lauren Bacall, supongo que porque anda muy viva por ahí, y no es nada declinante.

El procedimiento para el montaje no ha sido la selección de actores, sino la elección de fragmentos de películas de cine negro convertidos en mito. Lo bueno de todo esto es que el montaje es tan perfecto, el guión tan artesanalmente diseñado para que los actores actuales den la réplica a los parlamentos de los actores rancios , --sin ánimo de ofensa, es para entendernos--los planos de esos diálogos-están tan bien resueltos, casi sin fallos, que el tremendo artificio apenas se nota. La brillante paradoja es que el espectador tiene la sensación, en todo momento, de estar viendo una película mas de ese cine negro de los cuarenta o cincuenta, en lugar de un ejercicio de virtuosismo fílmico.

En los créditos finales se expresa el carácter de homenaje de esta cinta, y se citan los nombres de las películas cuyos fragmentos han sido espigados, así como el de las actrices y actores que intervienen en ellos. El soporte material de esta película se convierte, con esa información, en material imprescindible para las filmotecas.

Un testimonio de un tiempo en que los niños de nueve años pasábamos las largas tardes de invierno recluidos en la cálida y viciada atmósfera de los cines de barrio, hasta que, pasadas las diez de la noche, nuestros padres nos arropaban con la bufanda para protegernos del crudo viento de febrero.

El mundo del cine continúa vivo. Somos nosotros, los espectadores de una generación declinante los que estamos en crisis. En el buen sentido. Algunos, todavía estamos creciendo.

Lohengrin. 19-06-07.

miércoles, 13 de junio de 2007

DEBUSSY

Es asombroso lo vivo que se siente uno escuchando la música en directo de Debussy, un señor que está muy muerto desde 1.918. Algunos exquisitos desprecian esta música por demasiado explícita, descriptiva y pastoril. Prefieren la música de Gustav Mahler porque es mas intelectual, mas atormentada, y tal vez por el morbo del asunto de los cuernos de Alma Mahler. Los del montón no nos planteamos estas disquisiciones y disfrutamos lo mismo con Mahler que con Debussy

Esta tarde he disfrutado con el archiconocido Arabesque nº 1, y tengo memoria de haberlo hecho en otra ocasión con Reflejos en el agua. La potencia imaginativa de esta música nos traslada a paisajes irlandeses o escoceses, con las ovejas triscando entre la turba, a pesar del origen del compositor, pero el talento para la creación de imágenes no excluye la evocación de sentimientos, y si además estás en la Capella de la Sapienza, en la Universitat Vella, la conjunción de imágenes, sentimientos y un entorno perfecto, te produce una sensación de flotación muy placentera.

La perfección, sin embargo, no es cosa de este mundo. No se por que azar ha coincidido la segunda parte del concierto con un desaforado toque de campanas a rebato en la vecina Iglesia del Patriarca. y se percibía que los músicos lo han debido de pasar bastante mal intentando hacerse oír entre tanto estropicio.

Debussy, en condiciones normales de audición, te traslada a un mundo romántico, idílico, con notas que parecen delicadas pinceladas en una acuarela. Todo es suavidad, matiz y atmósfera sutil, y si además tienes sentada delante a una atractiva pelirroja con una mata enorme de pelo frito, que tiene la delicadeza, sin que se lo pidas, de arrimarse a la pared para dejarte ver, entonces, es la leche.

Todos los miércoles, a las diecinueve treinta, se puede disfrutar de esta experiencia en la Universidad de la Nau, en la calle Comedias, de Heliópolis, por el morro. Yo lo he hecho esta temporada, sin faltar nunca. Solo queda un concierto, el próximo día veinte. Tal vez he debido comentarlo antes, pero el aforo es limitado y no hay que tirar piedras al propio tejado.

En mi opinión, Debussy es imprescindible para la gente como yo, que gusta de trasladarse a otros lugares sin moverse de la silla, imaginar paraísos inexistentes, dar fiestas virtuales en Madagascar, y soñar, soñar,soñar....

También es bueno para el espíritu, disfrutar de la hermosa realidad arquitectónica y urbana que es la plaza del Patriarca, ese lugar de síntesis de la cultura latina, con la gran fontana sobre el muro de la universidad, los dieciocho olivos presentes en el pavimento geométrico de baldosas, exento de vehículos, el campanario de la Iglesia del Patriarca cuyas campanas nos han jodido esta tarde la segunda parte del concierto, y el clima de sereno equilibrio que emana de esta solución urbanística que se ha dado a un lugar que hasta no hace mucho era un vulgar estacionamiento de coches amontonados.

Después de la flotación y sacudida vitalista del concierto, de la serena contemplación de una de las plazas con un urbanismo mas equilibrado de Heliópolis, te puedes ir a Boatella, frente al mercado central, y por seis euros, que se pueden ganar fácilmente mendigando en cualquier lugar de los alrededores, puedes papearte un bocadillo de calamares, de tamaño super, y beberte una cerveza cuya calidad tal vez haya sido testada en algún convento de clausura..

En resumen, mi propuesta para una tarde interesante, sin gastarte un duro, se resume así. Debussy, gratis, fontana del Patricarca, gratis, mendicidad moderada y bocata con cerveza. De nada.

Lohengrin. 13-06-07

martes, 12 de junio de 2007

MADAGASCAR

Releo la entrada número cincuenta del blog y veo que se ha quedado corta, porque solo se ha centrado en los aspectos lúdicos de la vida y esa palabra tan hermosa y sonora, Madagascar, da para mucho mas.

A tantos imbéciles, sumisos a la autoridad y el orden mal entendidos, deberíamos escupirles en el rostro esa palabra, Madagascar!. También a tantos insustanciales que se tragan la propaganda política de cualquier signo, sin un atisbo de pensamiento crítico.

En los debates teóricos, cuando nuestro oponente se decante por la realidad excluyente, sin aceptar el derecho a la utopía, deberíamos inclinarnos y deletrear suavemente en su oído esas cuatro sílabas, Ma-da-gas-car. Se quedaría perplejo.

En el G-8, cuando se reúna la tribu de desaprensivos que desgobierna el mundo para hablar del cambio climático, y terminen decidiendo una alianza estratégico militar entre dos impresentables como Bush y Putin, todos los manifestantes anti globalización deberían gritar, con una sola voz, Madagascar!.

Madagascar, esa palabra con reminiscencias de cocoteros y brisas marinas, podría ser el banderín de enganche de tantos millones de personas que aprecian la libertad efectiva, mas allá de los formalismos de las democracias parlamentarias, sobre todo, la libertad de pensamiento, que es la que parece estar en grave peligro, debido al espectacular crecimiento tecnológico de los instrumentos para manipularla.

Contra el pragmatismo cínico, que es la corriente dominante que prevalece en el mundo, bajo diversas formas, hay que oponer la utopía, el amor a la propia libertad y la de los otros, una cierta forma de renuncia a los señuelos, espejismos y sofismas con que nos torean, como si fuéramos vaquillas inocentes, entrando al trapo sin malicia. A todo eso habría que oponer una síntesis sonora reconocible. Es decir, Madagascar.

Deberíamos abandonar los resabios históricos, por muy encariñados que estemos con ellos, de las experiencias orgánicas de las organizaciones utopistas, libertarias, anarco sindicalistas, de los grupos antisistema y ponernos a empujar, desde la realidad, en la dirección de la utopía, tanto en el frente de los paisajes callejeros, como en los canales de comunicación ciberespaciales, como un solo hombre, detrás de esa hermosa, sonora, utopista y libertaria palabra: Madagascar.

Hay antecedentes de un movimiento así. Leonard Cohen cantaba, conquistaremos Manhattan, conquistaremos Berlín. El ultraliberalismo lo ha conquistado todo y hace falta un revulsivo, un impulso de libertad que se oponga al liberalismo. Hay que dejar bien claro que liberalismo significa, en la práctica, libertad de unos para hacer negocios a costa de la libertad de otros.

Es posible que nunca alcanzamos la costa de Madagascar, pero es seguro que si todos los que se sientan concernidos empujan en la misma dirección, el esfuerzo de la travesía se traducirá en un mejor futuro, mas libre, mas equilibrado, mas crítico, mas solidario.

Mas que alcanzar la playa, la sombra de sus cocoteros, sus brisas marinas, lo que importa es la travesía. El camino a Madagascar.

Lohengrin. 12-06-07

CINCUENTA

Esta es la entrada número cincuenta del Blog de Lohengrin, y he decidido dar una fiesta virtual por todo lo alto en la mejor playa de Madagascar. Están todos invitados. Mi viejo Espasa contiene tres páginas de información sobre la geografía Malgache, pero no voy a cansar a nadie con descripciones inútiles, cuando cualquiera puede teclear una palabra en Google y situarse en el escenario festivo.

Imaginen una luna enorme que desciende sobre el canal de Mozambique, con la clara intención de participar de la fiesta. una temperatura de veintiún grados y las sombras de los cocoteros descolgándose desde las alturas habitadas por guacamayos rojos y azules, aves del paraíso y, porqué no, esa ave carroñera que come desperdicios y es el símbolo del partido popular, --que curioso, no?-- la gaviota.

Apenas se escucha el suave rumor de las aguas sobre la arena --tu eres para mi la arena, y yo para ti la mar. Ahora, lo primero que debemos hacer es poner un cartel en la playa prohibiendo el acceso a tipos como Julio Iglesias, los de Eurovisión y sus homólogos de ese festival latino que no se como se llama.

A continuación, sentados bajo los cocoteros, debatimos a que artistas vamos a invitar. En mi opinión, Kruchenko es imprescindible, --conozco a Raúl, el batería-- pero esto es solo una sugerencia, la decisión la agradecería en forma de comentarios. También propongo a Sabir. Los he visto actuar y me han gustado. De Demachena y Amores no tengo referencias directas, solo se que han sido invitados a actuar en Etno Music, en la Bene, de Heliópolis, lo mismo que Chécara, Mara Aranda y Babolé. Urbania Ruralia y La Romántica del Saladar, me temo que no están disponibles pues están contratados para actuar en el mismo lugar en la noche de San Juan.

Supongamos que, después del oportuno debate democrático, ya hemos decidido a quien invitamos y han aceptado. Lo siguiente es, claro está, la logística.

El acceso hasta la isla, no es problema, yo me encargo de fletar un crucero para los amigos blogeros, los músicos y los polizones.. Por supuesto, a bordo se servirán mojitos, caipirinhas, caviar de hígado de rape y otras fruslerías. Las bodegas irán bien provistas de barriles de ron, ginebra, aguardiente con pimienta de los Alpes italianos, marc de champagne, orujos varios, y cualquier otra sugerencia que sea depositada en el buzón de los comentarios. Quedan excluidas las litronas, pero se admitirán cervezas de abadía, siempre que su calidad haya sido fehacientemente probada en algún convento de clausura.

El responsable de todo el aparataje, iluminación, sonido, proyecciones, escenarios y otros efectos especiales, será Jordi Arnal, a quien desde aquí emplazo para que nos envíe un proyecto detallado y competente, con el fin de que sea aceptado colectivamente por los participantes en la fiesta.

Me parece imprescindible que Rita Barberá, alcaldesa de Heliópolis, utilice sus contactos en el gremio pirotécnico y nos facilite unos fuegos artificiales a la altura de la grandeza de la fiesta. Si alguien tiene trato con ella, que se encargue de persuadirla para que así sea.

Mas o menos, creo que lo tenemos todo. La playa está a rebosar, el barco permanece amarrado a cierta distancia. Los escenarios están montados. Los proyectores de láser envían haces de luz por encima de nuestras cabezas. El tamaño de la imagen lunar ha crecido y sus nalgas se bañan en el mar. Voluntarios de la cruz roja aparecen en formación, detrás de los barriles de licor. En lugar de los distintivos habituales llevan una chaquetilla blanca, y su número asegura un servicio cómodo y suficiente a los asistentes.

Salta al escenario el cantante de Kruchenko, que abre la actuación con su magnífico acento francés arrastrado, que es congruente con la influencia de la cultura francesa en la isla. Entran las guitarras, la batería y el acordeón y enseguida todo el mundo se lanza a danzar, mas o menos frenéticamente, según su personal estilo.

Hay que prever una duración del evento desde las cero horas hasta el amanecer, por lo que la provisión de bebidas será proporcional a las necesidades con una asistencia, digamos, de quinientas personas.

Los fuegos se dispararán antes del amanecer y predominarán los colores verde y rojo, que son los de la bandera de Madagascar.

El servicio de orden procederá de entre los propios invitados, que se turnarán para ejercerlo, solo en caso de verdadera necesidad. La posta de socorro estará a cargo de los voluntarios de cruz roja que no ejerzan de camatas, y entre los cocoteros, discretamente situados, pero visibles, se instalarán expendedores de preservativos con sabores variados.

La fiesta culminará con el saludo al sol y antes del regreso, se dejará un tiempo razonable, digamos entre seis y diez horas, para el descanso, la holganza, o las relaciones interpersonales.

Un grupo especial se encargará de verificar que todo el mundo embarca, sea cual sea su estado, para no interferir en sus obligaciones cotidianas, salvo aquellos que deseen solicitar asilo político a las autoridades Malgaches.

Esto es todo. Serán bienvenidas las opiniones sobre los grupos musicales que cada uno invitaría, las bebidas que prefiere y las delicatessen que le gustaría encontrar en las bandejas de servicio.

Muchas gracias. Espero celebrar las cien entradas con todos vosotros.

Lohengrin. 11-06-07

lunes, 11 de junio de 2007

EL BLOG

Hay blogeros y blogeros. Cada persona es un mundo en si mismo, habitado por manías, deseos, apetitos, experiencias, limitaciones y capacidades insospechadas. Toda esa rica diversidad permanecía hasta hace poco enclaustrada en el ámbito personal de cada uno, pero el ciberespacio es un medio tecnológico de alcance universal que permite el milagro de la comunicación interpersonal entre sujetos que residen en lugares tan lejanos entre sí como Heliópolis --me gusta llamarla así-- y Oceanía, y proceden de culturas tan distintas como la mahorí y la mediterránea.

Entre los artesanos del blog, creo pertenecer a la subespecie de los narcisistas y ególatras, ya que, como soy nuevo en esto, me he centrado en la producción propia, sin practicar la pesca selectiva en las aguas, quizás procelosas, de Mozilla Firefox, por lo que mi afirmación inicial --hay blogeros y blogeros-- es una mera intuición no confirmada por la experiencia.

Alguien me ha dicho que de esto se pueden sacar duros, pero yo soy un especialista en actividades no lucrativas, como ir a comer paella de feche de bou, cordero asado a la arcilla o arroz con setas, con mis amigos libertarios, escribir fantasías sobre mujeres vestidas de amarillo pálido o llamamientos mal encubiertos al amor transgresor con mujeres maduras, contemplar los lirios amarillos en primavera y cosas por el estilo. Incluso alguna vez he ejercido como asesor de organizaciones utópicas, a pesar de que un conocido con quien visito, los lunes, el mercado de Ruzafa, insiste en que las actitudes utópicas no tienen nada que ver con la realidad. Claro que la utopía no existe en el tiempo presente, pero todos los que empujan desde la realidad en esa dirección lo hacen porque desean un futuro mejor. Parece mentira que todavía haya que aclarar estos conceptos. En fin.

Lo cierto es que estoy en esto porque mi hijo, a quien quiero mucho, --todo lo que un narcisista puede querer a alguien que no sea el mismo-- especialista en estos menesteres, cuya página web, www.dinamizarte.com., recomiendo visitar a quienes estén interesados en las susodichas, en fiestas rave, proyecciones de vídeo para saraos, docencia on line, y un largo etcétera derivado de su estilo renacentista de estar en el siglo XXI, ha puesto la parte técnica para mi desembarco, de bruces, en el ciberespacio.

Al principio, no sucedió nada. Desde Enero estuve alimentando con la lentitud que me caracteriza los contenidos del blog. Hace apenas un mes, Jordi tuvo la feliz idea de activar los informes de Analytics. Me ha jodido. Ha tocado lo mas sensible de mi narcisismo militante y ahora lo primero que hago por la mañana es ver cuantas visitas he tenido, de donde, que contenidos han sido visitados y mi pretendida actitud altruista ha sufrido una metamorfosis, hasta el punto de que ahora me acerco al blog con la misma inquietud metafísica de los músicos de rock cuando están a punto de salir a escena.

Esta mañana he sufrido un ataque de pánico, al ver que el número de visitas disminuía, hasta que me han aclarado que eso era por el corte de fechas. Que no se lo que es. Alertado mi hijo de las dificultades que tienen algunos amigos, compañeras de universidad de mayores y otros ligues para entrar en el blog, me ha dicho que eso se arregla con un com. Yo no distingo un com, de un caracol marino. El uso de esta imagen metafórica no es casual, porque los grandes tímidos, como yo, vivimos en el interior de una concha física construida laboriosamente durante toda la vida, y sentimos un pánico irracional a asomarnos al exterior. Así que, además de un tipo narcisista y ególatra, soy un blogero paradójico, que solo comunica en una dirección, rechazando los contactos bilaterales. Hasta hoy.

Alertado por Jordi he leído un comentario anónimo elogioso que señalaba como mi mejor página, Amarillo Pálido, criterio que comparto con el amable comunicante. Ha sido mi primera experiencia interactiva con el blog, hasta entonces un monólogo solitario sin contraste con otras opiniones

Hay blogers y blogers. Hasta ahora yo era del género caracol marino Le he pedido a Jordi que busque el com, o lo que sea, para mejorar el aspecto relacional de mis contenidos. A la mierda la timidez. Quiero ser famoso. Cuando tenga mi flamante dominio, ustedes serán los primeros en saberlo.

En fin.

Lohengrin. 11-06-07

LUNES

La imaginación humana no tiene límites. En ocasiones, esa energía del pensamiento se aplica al autoengaño. El tiempo es un continuo, pero la angustia que produce flotar en esa abstracción, la observación de los ciclos lunares, ligados a las prácticas ancestrales de la agricultura y la aparición de relaciones económicas de explotación, han consagrado la división en fracciones de ese flujo temporal que marca nuestras vidas.

El lunes es una de esas fracciones que nos ayuda al autoengaño, muy rica en singularidades. Es muy útil como combustible de las fantasías de renovación pues significa un nuevo comienzo. La mayoría de la humanidad retoma su destino productivista los lunes, después del paréntesis de eventos deportivos, copas, fiestas, sexo, encuentros con la naturaleza, o simplemente descanso, sin cuya catarsis semanal el mundo no sería lo que es.

Casi todos los proyectos --y fantasías-- de renovación, dejar de fumar, cambiar de trabajo, resolver un trámite burocrático, ir a cambiarte de banco, contratar un servicio de televisión por cable o romper con tu pareja, que suelen gestarse en los paréntesis de ocio, cuando se relegan al lunes siguiente, no llegan a materializarse.

Una buena parte de la población se resigna a ese nuevo comienzo a regañadientes y se comporta ese día como un motor que todavía no está a pleno rendimiento, como si le fallara una parte del mecanismo de combustión para ponerse en marcha. Quienes están en la cúspide del sistema lo saben y jamás convocan un consejo de administración o una junta general en lunes. La toma de decisiones importantes se reserva para los días centrales de la semana, cuando se ha alcanzado, tras el paréntesis del ocio, unos niveles de productividad adecuados.

Otra de las singularidades de los lunes aparece cuando bajas a tomar café, te ofrecen el periódico del día y compruebas que parece una hoja parroquial, pues apenas lleva unos pocos cuadernillos. Su volumen engañoso está dedicado sobre todo a los suplementos deportivos. El resto está marcado por la ausencia de noticias, pues la mayoría de sus fuentes permanece en silencio durante el fin de semana.

Los lunes salvan a muchísima gente del suicidio, cuyo riesgo mas extremo se sitúa en las tardes del domingo, sobre todo en los países escandinavos. Esas tendencias depresivas tan peligrosas se superan en ocasiones gracias a las fantasías de renovación, a las expectativas de nuevo comienzo que se depositan en el ciclo que empieza, en su capacidad de renovación del escaso caudal de esperanzas que se opone a esas tendencias destructivas.

No toda la población participa de esa compartimentación cíclica y artificial de la vida. Los artistas, los escritores, los agricultores a tiempo parcial, quienes tienen turnos de trabajo no vinculados a los horarios de la mayoría, entre otros muchos, no suelen ajustar sus ciclos productivos a la ficción del tiempo fragmentado que es el marco vital de la mayoría de la población.

Para este segmento de la población, el lunes, como las demás divisiones temporales, tiene un peso relativo en sus hábitos, sean laborales o creativos. Para los demás, el día de la luna es, desde tiempo inmemorial, desde los albores de la cultura latina, una ocasión para librarse de la angustia de flotar en un océano de tiempo cuya inmensidad nos excede, a cambio de formar parte de un aparato productivo que utiliza la división temporal como una eficaz herramienta de explotación, al servicio de los poderosos.

Lohengrin. 11-06-07.

viernes, 8 de junio de 2007

ELOGIO DE LA MADUREZ

Cuando yo aun era joven solía repetir que la madurez es el umbral de la putrefacción. El uso de ese aforismo, esa especie de metáfora frutal, no iba dirigido a las huellas que el paso del tiempo deja en los demás y en uno mismo, sino que era una declaración de identificación con Peter Pan, un elogio de la inmadurez en la que deseaba perpetuarme en favor de la fantasía y la ilusión sin responsabilidades que caracterizan al personaje.

La biología se encarga de poner en su sitio los errores de juventud, pero esa tendencia a la ensoñación y a la fantasía aún persisten en mi y han encontrado un vehículo de expresión en la escritura. Cada cual escribe por razones singulares. Las mías las reconozco todavía vinculadas al impulso de evasión de la realidad, que nunca me ha abandonado.

Ese sentimiento de inmadurez permanente podía haberme convertido en un viejo verde, a la caza de jovencitas de menor edad. No ha sido así. Me ha convertido en un viejo verde, a la caza de mujeres maduras de mi misma edad.

Ahora, la madurez de las mujeres me parece algo esplendoroso. Diría que la madurez es el umbral de la perfección. La rotundidad de las formas femeninas maceradas por el tiempo tiene esa belleza cálida, plástica, que cautivó a artistas de la pintura de todas las épocas, bien fueran figurativos o cubistas, clásicos o renacentistas, porque todos ellos admiraron en su primera juventud, en las academias de bellas artes, en los talleres de sus maestros, la rotundidad plástica del cuerpo de la mujer madura.

Hay una conspiración para hacer desaparecer esa belleza. Las grandes corporaciones, que han convertido en un negocio que se cotiza en bolsa la cirugía plástica, arrasan con los signos del tiempo que embellecen a tantas mujeres, y polucionan con falsa juventud y pechos artificiales las calles de nuestras ciudades. A veces, el resultado es grotesco, sobre todo en el rostro, por la insistencia en infiltrar los labios convirtiendo la expresión personal en una máscara irreconocible.

Los cuerpos, las curvas, o la falta de ellas, los ojos y sus aledaños, los labios y los demás atributos físicos de una persona, --me refiero a los auténticos-- son una cartografía muy valiosa elaborada minuciosa y pacientemente a lo largo de toda una vida y es una pérdida irreparable destruir esa información, sustituyéndola por soluciones quirúrgicas impersonales, que nada nos pueden comunicar sobre los secretos de la personalidad de los otros.

Este punto de vista es interesado, claro. Me considero un buen observador de los rasgos físicos y la conducta humana. Esa facultad puede ser muy interesante para practicar la fantasía de la caza entre la población de mujeres maduras, que es mi afición mas querida. En ocasiones, he podido detectar evidencias de insatisfacción sexual en algunas mujeres, al escuchar el tono de su voz y la modulación de su habla. Otras veces me ha sido dado percibir el conflicto entre deseo y temor en el ligero temblor en la voz de una mujer que hubiera deseado mi compañía, pero no se ha atrevido a aceptarla.

Reconozco en algunos rasgos de mujer, en ciertas actrices, los datos inequívocos de su ferocidad sexual, seguramente acentuados por ellas mismas, sabedoras de ese atractivo. Y eso no tiene nada que ver con la modelación de su figura, ni con la eliminación de ciertas huellas en su rostro, sino mas bien al contrario, son esas aparentes imperfecciones las que facilitan la información, convirtiendo lo que a los ojos del cirujano plástico son zonas devastadas por el tiempo que se deben eliminar, en un tesoro de comunicación para quien, desde la fantasía o la realidad, practica el juego de la seducción.

¿Se imaginan que vamos a hacer quienes, como yo, mantienen, a despecho de los años, una preferencia por la autenticidad y la rotundidad física de las mujeres maduras, cuando sus rasgos y caracteres físicos auténticos hayan sido borrados, en favor de un aspecto clónico, impersonal, de la mayoría de ellas?

¿Como vivir en ese desierto anatómico, sin mujeres maduras, del que habrá desaparecido toda posibilidad de reconocimiento de la personalidad de la mujer mediante la lectura de la cartografía de su vida que lleva inscrita en el rostro?

No se puede. Los tipos como yo, llegado ese momento nos extinguiremos. Es una ley ecológica. Cuando en la cadena del amor, desaparece la subespecie en la que centras tu interés, la vida ya no vale la pena.

Lohengrin. 08/06/07

CANINOS

Hay algo de canino en nosotros, que nos impulsa a salivar cuando el jefe, el patrón, nos da palmaditas en la espalda. Quienes utilizan con habitualidad la zanahoria y guardan el palo para las grandes ocasiones, añadiendo a esa habilidad el trato exquisito y educado con sus subordinados, producto de una buena educación burguesa, nos hacen correr un serio peligro de subordinación, que raya a veces en la sumisión pura y dura. El ser humano, en su fragilidad, es sobre todo sensible al halago y a las demostraciones de cariño fraternal, sobre todo si no tiene bien asumido cual es su sitio en un entorno empresarial en el que lo que manda es el beneficio de unos, a costa de extraer todas las capacidades de los otros.

Pero la naturaleza canina que nos habita también nos permite, llegado el caso, dar un sonoro ladrido para ganarnos el respeto del otro y marcar nuestro territorio para defender ese espacio propio. El respeto puede ser mas congruente que el cariño, en una relación que siempre implica, se oculte o no, un conflicto de intereses.

Es la parte humana de nuestra naturaleza la que determina que optemos por una opción o por otra, pero a veces las situaciones están forzadas por un grado de maquiavelismo tal que es difícil advertir lo que está ocurriendo en realidad y actuar en consecuencia.

Esto que digo, está magistralmente contado en la película de Von Trier, “El jefe de todo esto”. En este relato fílmico, el jefe llega al extremo de exhibir siempre la zanahoria, y hacer creer a sus subordinados que son prácticamente sus socios. El palo lo reserva a un jefe inventado, invisible y lejano, supuestamente residente en otro país, que actúa como catalizador del odio que generan las decisiones impopulares, preservando el clima de relaciones paterno filiales que el villano de la farsa necesita para su propia autoestima.

Esta interesante farsa teatral filmada de Von Trier, no tiene desperdicio. Por un lado, aborda el eterno tema del doble. Por otro, hace gala de una total ausencia de maniqueísmo, que se confirma en el desenlace. Además de hacer una inteligente sátira del mundo del trabajo en las empresas transnacionales.

Cuando el supuesto villano decide vender su empresa, recurre a un supuestamente honesto actor para que interprete el papel del director hasta entonces ausente y le libre a el de afrontar el sucio papel de liquidador del negocio, pues a pesar de su villanía y su doblez, necesita el cariño de la gente como el que mas.

El actor aparece como bueno al expresar sus escrúpulos por los despidos, a la hora de culminar el trabajo sucio para el que ha sido contratado. Es fascinante como Von Trier, sin abandonar el tono de farsa del relato, hace derivar sutilmente al villano hacia una actitud honesta, haciendo emerger el hombre bueno que también lleva dentro, y emplaza al honesto actor, ante una situación muy típica de su profesión, para que haga una elección personal y decante la situación en un sentido o en otro. El actor honesto, termina vendiendo la empresa --se le han dado poderes decisorios-- y enviando a la calle a todos aquellos de quienes, supuestamente, se había apiadado, con tal de conseguir el dudoso instante de gloria de ser escuchado por los compradores de la empresa, mientras recita un monólogo teatral de su autor fetiche. Trier usa aquí el repetido tópico de que un actor es capaz de vender a su madre por conseguir el papel de su vida, pero lo hace para afirmar su ausencia de maniqueísmo en la caracterización de los personajes. Aquí no hay buenos ni malos, solo seres humanos cargados de flaquezas, que responden de manera diferente, con independencia de la opinión que ellos y los demás tengan de si mismos, según la situación.

Trasladados al tajo de cada día, estos comentarios intrascendentes seguro que les suenan a quienes han intervenido en alguna negociación sindical, o han sufrido sus consecuencias. Entre esos protagonistas, seguro que hay algunos que se dejan acariciar el lomo, otros que saben dar un ladrido en el momento oportuno, y hasta algún actor frustrado que vendería a su madre por interpretar un papel.

Lohengrin. 07-06-07

jueves, 7 de junio de 2007

ETA SÍ, ETA NO.

Parece increíble que una organización armada cuyo brazo político no reúne mas allá de los doscientos mil votos se siga oponiendo, después de cuarenta años, por la fuerza de la violencia, a un país con mas de cuarenta y cuatro millones de habitantes. Si lo piensas, es una locura carente de lógica racional. Lo irracional, no lo olvidemos, forma parte de la naturaleza y el comportamiento humanos. Por otra parte, las actitudes, los objetivos y el comportamiento de los etarras no carecen de lógica. No es una lógica racional, de acuerdo, es una lógica interna, de contenido endogámico, que no está construida desde la realidad, sino desde sus necesidades psicológicas de interpretación de esa realidad.

Por debajo del discurso patriótico que siempre cubre las miserias de las organizaciones cerradas, casi autistas, como lo es Eta, podemos identificar algunos rasgos comunes a otras situaciones y grupos sociales. Uno de los posibles enfoques para tratar de entender el problema desde otro punto de vista, mas sociológico que político, es considerar lo que supondría para la militancia y la dirección de Eta la transición a la paz. Ese proceso sería tan traumático para ellos, como lo es para la plantilla de Delphi el cierre de la factoría en la bahía de Cádiz, --recordemos que esos trabajadores han reaccionado con violencia al anuncio de esa eventualidad-- pero además, supondría el reconocimiento de que todos sus esfuerzos, sus discursos, sus ideas, no solo eran una equivocación monstruosa, sino que les han llevado al fracaso personal mas absoluto.

Recordemos, además, que Eta, como cualquier organización empresarial, detenta un poder económico y financiero importante, que controla su dirección. El caso reciente de Endesa puede ser ilustrativo de como los directivos se oponen con uñas y dientes a la pérdida de ese control, cuando hay alguna operación hostil que lo amenaza. En cuanto a los militantes, algunos de ellos, cuando realizan alguna operación importante para la casa, reciben una retribución comparable a la de un alto ejecutivo y se van de vacaciones a un exilio dorado durante la mayor parte del año. Muchos de los directivos de empresas transnacionales que se dejan el lomo durante todo el año, envidiarían esas condiciones de trabajo, que no difieren demasiado de las que están vigentes en la profesión de sicario.

Cualquier intento de los gobiernos, del signo que sean, para concertar un proceso de paz con una organización de estas características, debería estudiar en profundidad estas consideraciones . Eta es, entre otras cosas,.un caso de libro de gran empresa con una plantilla numerosa, renuente a perder sus privilegios, que debe ser reestructurada.

Debe ser muy difícil atravesar las capas sucesivas de retórica guerrera, ideológica y territorial, solidificadas por el paso de las décadas, para alcanzar el núcleo oculto de la negociación, pues nadie lo ha logrado hasta ahora.

Si no hay negociación, solo queda la infiltración. Los aparatos de seguridad de los estados han acabado en Europa con los grupos violentos, infiltrando a sus agentes en sus organizaciones. Aquí no. Se han desmontado algunos aparatos, que luego han sido reconstruidos. Tal vez habrá que pensar, en lugar de infiltrar a expertos antiterroristas, en conseguir la presencia en el seno de Eta de un equipo de especialistas en psiquiatría, psicología, reorganización empresarial y asistencia social, para cubrir todos sus niveles jerárquicos con gentes que conozcan, muy en profundidad, el lado irracional del ser humano.

Eta sí (200.000), Eta no (44 millones). Sería interesante que los sucesivos gobiernos, de distinto signo, que han ejercido su poder desde la instauración de la democracia, emitieran un comunicado conjunto para explicarnos a los de a pie, porqué han perdido ese cruento partido, disfrutando de tamaña ventaja.

Lohengrin. 6/06/07

miércoles, 6 de junio de 2007

LA PALABRA

En el principio fue el grito, luego la palabra, finalmente, el silencio. Tres estadios de la civilización. Los primeros humanos no eran todavía una especie predominante y vivían en un mundo donde el rugido amenazante de los depredadores ponía sonido al terror de sus noches. Los colmillos del sable emitían destellos bajo la luz lunar, cerca de los abrigos rupestres y cuando se eclipsaba la luna, ese suceso no era todavía objeto de curiosidad científica, sino el signo de la indefensión de quienes contemplaban los fenómenos naturales como una amenaza que eran incapaces de comprender. Una manifestación mas del estado de terror permanente en el que vivían, y al que solo era posible responder con el grito.

Cuando se inventó la palabra, todo cambió. La palabra, al principio, solo fue el sustituto del grito. Expresaba emociones, terror y afinidad. Su principal utilidad debió ser avisar del peligro. Así como el grito no podía describir la naturaleza de la amenaza, la palabra ya era capaz de precisar de donde venía la agresión, la identificación del agresor y el plan para afrontarla. Huir o hacerle frente eran las dos alternativas que todavía siguen vigentes en la sociedad moderna, y la palabra debió servir en aquellos tiempos oscuros para articular el primer debate en situaciones de supervivencia precaria.

La gente de una asociación de vecinos de un pueblo cercano a Heliópolis me ha invitado a dar una charla. Me he visto obligado a aclararles que yo no doy charlas. Yo asisto a debates. La charla me parece una degradación banal, una reducción a lo trivial de la palabra. El debate, en el que suelo intervenir solo para plantear una lista de preguntas, estimular la discusión y tratar de que las intervenciones se orienten a lo esencial, es mas enriquecedor. El debate no establece una forma bilateral de comunicación entre el hablante y los escuchadores, sino que es una puesta en común multilateral, con un alto grado de participación, sin la que el debate no es posible. El debate también tiene limitaciones, las mismas que la palabra. Porque la palabra, que también sirve para la acción, cuando se limita a una actividad solamente discursiva, pierde su eficacia.

Hay dos clases de comunicadores. Los objetivos, que cuentan hechos, y los subjetivos que tratan de trasladar sus ideas --dar la brasa, que se dice ahora. Para bien o para mal yo estoy mas cerca de los segundos que de los primeros. Tal vez sea la influencia remota de un cardenal que dicen que fue uno de mis ancestros, --en casa se conservó hasta no hace mucho un retrato en mosaico rematado por las llaves de Pedro en su parte superior-- o quizá he visto a demasiados predicadores televisivos en el cine americano. Para frenar esa tendencia a la predicación, cuando me piden intervenir en algún acto lo primero que hago es redactar una lista de preguntas.

En este caso, me han pedido que intervenga para que tratemos de clarificar lo que sucede alrededor de “la derechización de la política europea”. La primera pregunta es, ¿existe tal cosa?. Si existe, ¿es una tendencia o una constante histórica? Esas dos preguntas, nos llevan enseguida a plantear otras. Es la modesta ventaja de las preguntas, casi nunca te llevan a las respuestas, sino a plantear nuevas preguntas. La derecha representa intereses, la izquierda ideas. ¿Que sentido tiene esta frase ante la tremenda ofensiva ideológica ultraliberal?; ¿La consolidación de la Unión europea, ha supuesto una política económica supranacional y el inmovilismo social? ¿La estabilidad financiera derivada de la política europea, supone el fin de la economía de ciclos cortos? ¿Existe relación entre la estabilidad económica y financiera y la derechización de la intención de voto?¿ La oleada conservadora conducirá a nuevos gobiernos de ese signo, por ejemplo, en Gran Bretaña y en España?; ¿Que consecuencias puede tener en la política europea y en España en particular? ¿Que análisis es mas acertado sobre el resultado de las elecciones en la comunidad valenciana? ¿Que papel ha jugado la estrategia del Compromís? ¿El debate político, dado el deterioro de ciertos discursos y actitudes de algunos partidos, debería formularse en términos de Ëtica y Pragmatismo.?

Pero la pregunta clave, la que a mi me parece mas enjundiosa, es.

¿Para que sirve este debate?

Hoy, como en el neolítico, la palabra todavía sirve para advertir de un peligro, identificar las fuerzas hostiles, y debatir si huimos o le hacemos frente, y cómo, pero antes de sugerir algo al respecto, hay que decir algo sobre el silencio.

En el proceso de maduración de las civilizaciones humanas, primero apareció el grito, luego la palabra, pero en las culturas orientales se produjo una tendencia a considerar la meditación --es decir, el silencio-- como el camino hacia la perfección. La contemplación y el silencio serían un estadio superior, abandonada la palabra por las limitaciones y tergiversaciones de su uso entre los humanos, que impiden alcanzar la sabiduría, la serenidad y el nirvana.

Ahora podemos plantear de nuevo la pregunta,

¿Para que sirve este debate?

Que cada uno responda lo que quiera. A mi me parece que a cada uno le servirá mas o menos, según la preferencia que adopte respecto a la acción o la meditación para orientar su vida. Para los pragmáticos, puede servir para ayudar a definir una estrategia para la acción. Para los contemplativos, como yo, nos ayudará a enriquecer nuestra reflexión. Es poco?. En la medida en que me considero un comunicador subjetivo, alguien que trata de trasladar ideas, someterlas a la prueba del debate ayuda a desechar las débiles y a potenciar las mas sólidas, lo que, decididamente, no es poco.

Ahora, la sugerencia analítica. Para definir una estrategia para la acción, ¿resistir o huir? no basta con reconocer la naturaleza de la amenaza, también hay que analizar el entorno y saber lo que piensa la mayoría de la tribu ¿Perciben ese acontecimiento como una amenaza o no? Saberlo es fundamental, porque si solo lo perciben los ojeadores no es suficiente, sobre todo, si es en el seno de la tribu donde han de reclutarse quienes se opongan a ella.

La tribu que reside actualmente en el espacio social y económico europeo, es mayoritariamente huidiza? O no lo es? Esta es una cuestión central que hay que analizar, antes de definir una estrategia para la acción.-

Conviene precisar el término huidiza. Esa palabra trata de expresar, en este contexto, la actitud con la que uno se enfrenta a los problemas, cuando el reconocimiento de la existencia de un problema implica la necesidad de cambios en las rutinas mentales, en el modo de vida, en las actitudes frente a la convivencia. En este caso, la resistencia psicológica a reconocer el problema, en la sociedad hedonista de hoy, es manifiesta, según afirman la mayoría de los profesionales que estudian el comportamiento social. El hedonismo es hoy la expresión de la huída, un modo de ignorar o eludir las responsabilidades individuales cuando los ojeadores llaman a la tribu a decidir entre la resistencia y la huída, ante la eventualidad de una amenaza.

En esta situación, la elocuencia y capacidad de persuasión, o la falta de ellas, de los ojeadores, para convencer al resto de la tribu de que adopten una actitud beligerante en la defensa de sus auténticos intereses no es ajena, en el plano de lo real, a las mayorías conservadoras que conforman el universo político en las democracias actuales. En mi opinión, la explicación centrada en el carácter hedonista de la sociedad actual, como justificación de la falta de impulso de cambio que se observa, es incompleta. Aún a riesgo de simplificar, pues la realidad suele ser multifactorial, yo diría que el par de elementos que mejor explican la situación es, de un lado, el hedonismo social, y del otro la falta de capacidad de la izquierda actual para formular propuestas creíbles, sugestivas y diferenciadas y hacerlas llegar de un modo eficaz y persuasivo a los electores, de tal modo que se traduzcan en mayorías políticas que permitan su aplicación.

No es fácil, en los tiempos actuales, desde la izquierda, elaborar una combinación de fórmulas éticas y acciones pragmáticas que consigan imponerse en una realidad social cada vez mas hostil a esos presupuestos históricos. Tal vez la ética misma de esos planteamientos sea el mensaje. Un mensaje fuerte en ética, consolidado por una práctica que no lo `pierda de vista, desde una perspectiva claramente de izquierdas, sin paños calientes de terceras vías, puede oponerse con éxito al pragmatismo cínico que domina, por debajo de su retórica de orden, la práctica política de la derecha.

Pero eso nunca será suficiente, si los ojeadores que avisan de los peligros del dominio del conservadurismo a largo plazo, carecen de la elocuencia, habilidad y capacidad de persuasión suficientes para trasladar ese mensaje de tal modo que movilice a todos los miembros de la tribu. Es una opinión.

¿Cual es la suya?. No se corte. Dígala.

Lohengrin. 06/06/07

lunes, 4 de junio de 2007

EL BOCADILLO

La historia de las religiones es un relato de fracasos sucesivos, aunque algunos han durado milenios. Cristo echó a los mercaderes del templo, en lugar de dejarlos allí recluidos y ahora andan por todas partes amargándonos la existencia y destruyendo el planeta, aunque el nombre políticamente correcto de esa molesta actividad destructiva es globalización.

Confucio reforzó con sus doctrinas el inmovilismo, la autoridad de unos y la sumisión de otros a las castas dominantes, condenando a la mitad de la civilización de su tiempo al servilismo a los déspotas.

Buda intentó que los hombres no sufrieran y dedicó su vida a comprender el origen, las raíces del sufrimiento humano y a trazar el camino para superarlo. Cuando Lao-Tsé hizo la síntesis del pensamiento chino tradicional, dejó de lado a Confucio, se inspiró en Buda y concluyó que la existencia del universo es un absoluto, pero no anticipó que ese absoluto estaría en manos de una tribu de desaprensivos.

Marx, quien sin duda conoció las doctrinas de Cristo, Confucio, Buda y Lao-Tse, fundó una nueva religión, cuya Biblia fue el Manifiesto comunista, que centra su análisis en las relaciones de trabajo derivadas de la revolución industrial y concluye que el trabajo es alienante. La alienación del trabajo, en el sentido que le da Marx a este concepto, influido por la realidad de su tiempo, no es nada comparada con la alienación del tiempo que es algo que solo nosotros, contemporáneos, podemos entender, porque afecta en un sentido absoluto (Lao-Tse) a nuestra existencia.

La actual tribu de desaprensivos que trata de dominar el mundo se inspira, sin duda, en Lao-tse, en su concepto de universalidad, pero en lugar de dar un contenido abstracto a ese concepto, lo ven como un bocadillo que se quieren papear de un solo bocado y dentro de ese bollo de corteza dorada salpicado de semillas, tan apetitoso, estamos nosotros, los que no pertenecemos ni deseamos pertenecer a esa tribu.

Si se redactara ahora el Manifiesto, tal vez debería comenzar, mas o menos, así:

“Una tribu de desaprensivos recorre el mundo, intentando zampárselo de un bocado y nosotros estamos dentro....”

Para explicar la alienación del tiempo, que es la versión actual de la alienación del trabajo, hay que partir de ese supuesto, porque los que tratan de despojarnos completamente ya no se conforman con las plusvalías de nuestro trabajo, sino que quieren todas las mínimas fracciones de nuestro tiempo a su servicio, en el trabajo y en el ocio, en casa o en la calle, de los viajeros y los sedentarios, de los niños, adultos y ancianos, rurales y urbanos, despiertos o dormidos, pasivos o activos. Eso y no otra cosa es lo que hemos dado en llamar la sociedad de consumo, que incluye, trabajo, ocio y consumo. Ese es el objetivo de la tribu depredadora, la apropiación absoluta de nuestras vidas, y por tanto, de nuestro tiempo. Y parece que lo están consiguiendo.

Volvemos, en otro contexto. a los tiempos de servidumbre, cuando los siervos que habitaban en el dominio o señorío, solo podían cocer el pan en el horno del señor y todos los actos de su vida iban dirigidos a enriquecer a su dueño. Pero, a diferencia de los impulsos revolucionarios que cambiaron el mundo feudal, ahora no se vislumbran signos de rebeldía, sino de resignación. ¿Confucio está de moda?

Tal vez lo que nos pueda movilizar es la conciencia de nuestra libertad personal. Solo la suma de las libertades individuales, la capacidad de ejercerlas, puede oponerse a la alienación del tiempo. Esa puede ser una línea de defensa.

Lohengrin. 3/06/07

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