domingo, 18 de septiembre de 2011

LA CASA ENCANTADA

"La casa de la sierra fue una antigua vivienda de viñador que compramos hace unos quince años y sometimos a una rehabilitación necesaria porque se caía en pedazos. Después de esa intervención conserva el aire sencillo, casi espartano, de sus orígenes, aunque hemos añadido un aljibe que se alimenta de la lluvia, y la casa dispone de instalación de agua corriente, ducha, inodoro, y una instalación eléctrica de doce voltios, completada este verano.
(...)
Un detalle insignificante de esa reconstrucción consiste en un hueco acristalado en una pared de la estancia donde está la chimenea, que ofrece unos resultados menos insignificantes, pues permite contemplar desde el interior, a través de la puerta cristalera por la que se accede a la casa, el horizonte del paisaje serrano, ahora con las viñas aún en la plenitud de sus frutos, porque en este tiempo de cosecha aunque en otros lugares, debido a las altas temperaturas de septiembre, han madurado antes, en estas alturas se vendimian en octubre.

No soy cazador, pero mi relación personal y profesional con un empresario de la zona, quien me aconsejó la adquisición de la casa, ha conducido a que estén encima de la chimenea un par de enormes cornamentas de venado, de ocho puntas, que le dan un aire de refugio de cazadores al lugar, que no se corresponde, para nada, con nuestras aficiones, pero que conservamos por tratarse de una atención personal de ese empresario y amigo.

En esa casa, estamos pasando tres días en compañía de dos de nuestros mejores amigos, quienes por cierto, nos han hecho una paella radioactiva, pero de eso hablaré otro día. Al caer la tarde, dando un paseo hasta la cercana aldea, hemos visto un panel que informa de sus primeros pobladores.

Al parecer, fueron 'Caballeros de Sierra' que, en el siglo XIV, se establecieron aquí, desde donde realizaban la vigilancia de las tierras de los señores, protegían el ganado y, tal vez, desfloraban a las doncellas campesinas para que el señor ejerciera el derecho de pernada con mayor comodidad.

Cuando duermo en esta casa, si me desvelo a las tres de la mañana y me quedo un rato sentado frente a la chimenea, en el sillón tapizado de rojo y negro que está junto al botellero, oigo ruidos.

No consigo averiguar el origen de esa presencia nocturna. Tal vez sea una colonia de murciélagos que anida en la planta alta, teóricamente deshabitada, y no se deja ver durante el día, o quizás algún residuo inmaterial, sonoro, del arcaico origen de la casa.

Dudo al reconocer si los ruidos cuyo eco resuena en el hueco de la chimenea proceden de los chillidos de los murciélagos, o son quejidos antiguos de las doncellas desfloradas por los 'Caballeros de Sierra', fijados en los muros mas viejos por el paso de los siglos.

Al entrar, aún insomne, en el cuarto de aseo, he vuelto a escuchar, muy cercano, el mismo ruido, y entonces he descubierto que la casa no está encantada. Se trata del extraño quejido que emite uno de esos modernos ambientadores, provistos de un detector de presencia, cada vez que lanza por su dispensador una nube de perfume de vainilla.

Aunque, ahora que lo pienso, cuando escuché en la oscura madrugada el primer quejido, no había nadie en el cuarto de aseo. No sé."

En fin. La Casa Encantada. No diré donde está. El aforo es limitado, y no hay que tirar piedras al propio tejado.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 19-09-11.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios