viernes, 31 de agosto de 2012

MADRID CIRCULAR (III)

BLAKE /... Después de ver lo de Blake y Piranesi, nos acercamos a Chueca, para visitar el Mercado de San Antón, que está allí al lado, porque sabíamos que había actuaciones musicales. El mercado estaba petado. Subimos a la terraza, ni un asiento libre, bajo, alrededor de los músicos, una muchedumbre. Dimos una vuelta y acordamos bajar a la plaza de Chueca, para tomar algo.

Tuvimos la suerte de pillar una de las dos mesas que quedaban libres y, como ya eran las ocho, pedimos unas tostas, de las muchas que había en la carta, para que nos sirvieran de cena. Yo una de salmón, Antoni una de anchoas, las mujeres otras, en fin, eso que pasa, que cada uno pide una cosa. Pues no, solo quedaban de tortilla de patatas, el camata lo fue informando poco a poco, se iba, volvía, de salmón no me queda, otro viaje, no queda de anchoas, al final confesó, solo de tortilla de patatas. Bueno, vale.

Total, lo de la tosta en Chueca solo era un pretexto, porque luego queríamos ir a tomar una copa a la plaza de Santa Ana, ver el fútbol televisado en algún tugurio y luego recalar en Huertas para una noche de Jazz.
[...]
A mi me sentó bien, la tosta de tortilla, pero Antoni dijo que le daba gastritis, la tosta tenía demasiado aceite, no de los buenos, en fin. Después de hacer un poco de tiempo en Chueca, nos fuimos a Santa Ana, pero aquello estaba mas petado aún que el mercado de San Antón. Ni una puta mesa libre. Nos dimos un paseo para que Antoni terminara de digerir la tosta, y, cuando faltaba poco para que empezará el Madrid-Barça, en Huertas, vimos un cartel en 'Capacho', que anunciaba mojitos y fútbol.

Fue tomarse el primer mojito, y a Antoni se le pasó la gastritis. Un milagro, dijo. El partido, ustedes ya lo habrán visto. Nos llamó la atención como salió el Madrid en tromba, y el Barça fui incapaz de hacer frente al arreón. No somos fans del Madrid, ni de casi nada. Madrid 2-Barça 1. Como diría un periodista deportivo, que es lo mas estúpido que conozco, 'así es el fútbol'. Eso.

Luego fuimos, como es costumbre cada verano cuando viajamos a Madrid, al Café Populart, para participar de la sesión de Jazz. Soul, en este caso, según puntualizó Antoni, que es el entendido. Un buen grupo, guitarras, armónica, percusión, piezas clásicas, bien conocidas, menos público que otras veces, aún así, el local lleno, pero sin overbooking.

HOPPER /... La mañana del tercer día la teníamos libre, porque la reserva en el Thyssen era por la tarde, así que aprovechamos para movernos por el centro de Madrid, algo que no habíamos hecho de modo deliberado, solo en tránsito hacia algún sitio, incidentalmente. Nos había llamado la atención la noche anterior cuando pasamos por Montera la gran cantidad de señoritas que deambulaban por allí, aparentemente sin nada que hacer.

Ahora estamos en Sol y el gentío que llena la plaza --ya es jueves-- parece indicar que la proximidad del fin de semana tiende a aumentar la población flotante que pulula por el cogollo del centro urbano madrileño. Damos un paseo bajo los soportales de la plaza mayor, huyendo del solazo que cae en el centro de la plaza, habitada por mimos, turistas y terrazas de bares bajo cuyos sombrajos se cuela inmisericorde el fin del verano, que me produce la misma sensación de desasosiego de siempre.

El sol de la tarde declinará cada vez a una hora mas temprana, y con el desaparecerán los muslos rotundos, los escotes generosos, los pies desnudos de las guapas mujeres que habitan esta estación dionisíaca, placentera, de la que no paramos de quejarnos, que calor, que agobio, sin darnos cuenta de todo lo maravilloso que encierra, que se perderá rápidamente con el predominio del otoño, aunque, eso si, espero, solo por un año.

Lo bueno del otoño es que comienza de nuevo el curso escolar, y tal vez me encuentre de nuevo con mis compañeras de clase, a las que añoro, desde que acabó el curso pasado, demasiado pronto.

Antes de ir a comer a un mesón cerca de Mayor, visitamos el Mercado de San Miguel, que estaba tan estupendo como siempre, con un género sensacional en su pescaderia, lo mismo en el puesto del carnicero, y con un montón de variadas ofertas en sus puestos de pinchos, de ostras, de vinos, pero sin una puta mesa libre, ni siquiera para comer de pie.

Tomé la consabida sopa de tomate y unos huevos rotos con patatas, con los que me recuperé del cansancio acumulado de tres días. Con eso, y con un dolo-voltarén, todo hay que decirlo.

A las cuatro y media de la tarde, en punto, estamos en el vestíbulo del Thyssen para ver la obra de Hopper, que es el motivo central de nuestro viaje. Después de haber estado en el Prado, donde, además de la pintura religiosa dimos un repaso a Goya,(las pinturas negras) Velázquez, (Las Hilanderas, Las Meninas), Vicente López, y otros autores cuya perfecta ejecución artística Antoni, el pintor, contraponía a la de los discípulos de Rafael; luego de descubrir lo de William Blake en el Caixa Fórum, se me hace mas difícil considerar que Hopper merezca la exclusividad de este viaje.

Lo consideraré complementario. De Hopper me han gustado mas sus ilustraciones de páginas de revistas --me han parecido geniales--, sus grabados, que algunas de sus pinturas. No obstante, destacaré alguna de ellas. Ese edificio solitario que sirvió a Hitchcock para Psicosis, en cuyo film el motel de Norman es una reproducción exacta del cuadro de Hopper, es una de ellas.

Hopper es, evidentemente, el pintor de la soledad, sus figuras y sus rostros están, en general, tan deshumanizados, como sus paisajes vacíos de presencia humana, y esa forma de arte parece expresar un terrible desasosiego interior, algo que está muy ausente de sus ilustraciones para las revistas, donde todo  está vivo, y el rojo, solo presente alguna vez en sus figuras y paisajes, es un color omnipresente.

Tal vez eso explica que sus cuadros no fueran apreciados hasta una, al parecer, tardía exposición cuando Hopper tenía cuarenta y tres años. El seco realismo que practicaba, no debió ser muy del agrado del público, hasta que los expertos lo pusieron de moda.

He visto tanta pintura en Madrid estos días, que ya no recuerdo de quien es el cuadro en el que dos payasos, un hombre y una mujer, salen a escena para saludar al público, el, un pintor, y su mujer, ejercen la suprema elegancia de despedirse de ese modo, cuando ya les faltaba poco para abandonar este mundo.

Es Hopper? Si no es Hopper, quien es?. Por favor, quien lo sepa, que me lo confirme vía comentarios. Gracias.

Hay un par de cosas que se me ha olvidado comentar. Al releer la página me he dado cuenta. La visita al antiguo edificio de correos, en Cibeles, un lugar que vale la pena conocer. Desde que vendieron Correos al Deustch Bank, este palacio es ahora un centro cultural municipal, y se puede visitar, de momento gratis, aunque Ana Botella ya ha dicho que piensa cobrar pronto por la visita, aún puedes subir a la terraza, disfrutar de las esculturas barrocas que adornan su azotea, asomarte a la baranda y otear desde allí las maravillosas esculturas neoclásicas de algunos edificios emblemáticos, compañías de seguros y cosas así,tan sobradas de pasta cuando hicieron sus sedes, que llenaron sus alturas con cúpulas y ángeles exterminadores, adelantándose en el tiempo a la representación mas simbólica del capitalismo financiero destructivo que se puede encontrar en parte alguna.

Luego, puedes bajar por la escalera antigua, un prodigio de cerámica decorativa y escalones modernistas, con cuidado de no romperte la crisma, porque la seguridad en la pisada no está a la altura del diseño estético de los peldaños.

Ya que menciono la seguridad arquitectónica, relataré un mínimo incidente de seguridad en el hotel que hemos habitado estos días. Los tíos han puesto sobre la bañera una estantería metálica tan rotundamente rectangular en su diseño, que me he clavado uno de sus ángulos en el coco al salir de la bañera, con profusión de sangre y eso, aunque el papel higiénico es el mejor cicatrizante, lo comprobé enseguida.

Se lo dije al recepcionista, por acojonar, cuando liquidamos la cuenta. ¿No hacéis firmar a los huéspedes un papel en el que ponga que no tienen nada que reclamar?. Se lo dije señalándome a la vez el visible corte que llevaba en la cabeza. El hombre prometió que tomaba nota para evitar una repetición tan enojosa del daño físico sufrido por la clientela. Por lo demás, el Hotel Mora nos gusta porque está frente al Museo del Prado, su cafetería está muy bien, y cuando volvamos a Madrid --el año que viene, no, nos vamos a Berlín-- pensamos repetir.

Estoy un poco agotado para extenderme con el viaje de vuelta. El AVE paró en Cuenca y en Utiel. Viajamos junto a tres cerdos que grababan con el móvil, con disimulo, a una pasajera. Parecían directivos de alguna compañía. Puercos, si.

A la llegada tomamos un taxi, que compartimos con Antoni y Lola hasta llegar a casa. Ellos siguieron hasta la suya. Supongo que llegarían.

En fin. Madrid circular (III)

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 31-08-12. 17 horas.

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