domingo, 1 de abril de 2007

CAZORLA

Jaén me pareció una geometría puntillista de olivos bajo un cielo azul cobalto, grávido de las lluvias de marzo. En los cinco días que anduvimos por sus comarcas, todas las aguas, de todos los mares, de todos los tiempos, nos cayeron encima en forma de lluvia dificultando algunas de nuestras actividades al aire libre, pero eso no nos impidió la contemplación de la grandeza agreste de sus sierras, sólidas y proyectadas en altura como catedrales góticas.

En las cumbres mas altas se apreciaban algunas máculas de nieve reciente y cuando visitamos la cueva del agua, cerca de Quesadas, un corto túnel excavado en la montaña nos condujo a un lugar oculto tras un muro vertical, aparentemente macizo, en cuyo interior se escondía un laberinto de pequeñas cascadas, sonoras, caprichosas. como si estuviéramos en un jardín palaciego de la dinastía de los Omeya.

En las comarcas serranas, la naturaleza exhala un rotundo aire de autenticidad, como las sopas de ajo y los guisos autóctonos con los que reponíamos fuerzas en el hotel que nos acogió. La monumentalidad de la zona, sin embargo, ofrecía algunos rasgos singulares. Junto a un castillo templario, vimos un anfiteatro romano, construido enteramente hace solo treinta años. Los muros y las bóvedas de una iglesia de Úbeda están enteramente cubiertos de falsos Grecos, pintados en 1.960; las ruinas de Santa María, del siglo XVI según nos dijeron, estaban fechadas en el muro en el XVII. Los castillos ofrecían la impresión de haber sido sometidos a una reconstrucción masiva, bastante alejada de los criterios rigurosos de restauración actuales, que tienden a diferenciar las partes restauradas de las originales. En general, la impresión que ofrecía el patrimonio monumental que pudimos visitar era la de un decorado cinematográfico destinado a ofrecer una falsa impresión a los visitantes poco informados.

Cuando vi, hace años, la película de Berlanga “Bienvenido Mister Marshall”, no capté en toda su intensidad el tono satírico de esa metáfora de España convertida en falso escaparate para los turistas, pero ahora puedo calcular el enorme esfuerzo financiero, realizado sobre todo con los recursos procedentes de nuestros vecinos europeos, que se ha dedicado a la escenografía monumental que he podido visitar estos días, solo comparable a la falta de rigor con que se han efectuado las intervenciones en los edificios históricos.

El día que visitamos Arroyofrío, en pleno parque natural de Cazorla, hasta los ciervos parecían contagiados de ese sentido del espectáculo que falsea el patrimonio monumental de la zona, pues se acercaban para ser vistos a pocos metros de la carretera. Uno los imaginaba ocultos, en la espesura del bosque, pero sin duda les han instalado comederos cerca de la vista del visitante, los han convertido en protagonistas del show, por exigencias del turismo, en lugar de comportarse como seres esquivos e invisibles, que es lo que corresponde a su naturaleza.

La vida animal, como el patrimonio monumental, son aquí tratados como elementos manipulables al servicio de un omnipresente director de escena que ha convertido la región entera en un decorado operístico, financiado con dinero ajeno, a la mayor gloria de las hordas turísticas, entre las que me cuento, que lo visitamos.

Nada de eso disminuye, sin embargo, el enorme patrimonio natural que constituyen los paisajes serranos, la belleza sólida y agreste de sus cumbres, la variedad de su vida vegetal. Esa riqueza paisajística, sobre todo en lugares que rebasan los mil metros de altitud, se conserva en su estado natural, sin edificaciones impropias que la alteren.

No hay que perderse Iznatorat, antiguo pueblo árabe, lleno de cuestas y calles estrechas, con un aire de medina que conserva toda su autenticidad, incluido el pozo donde se depositaba la nieve para almacenar los alimentos en buen estado de conservación. También La Iruela, el lugar donde nos alojamos, tiene su encanto. A pesar de su proximidad con Cazorla, no percibí desmanes urbanísticos.

El Guadalquivir nos acompañó de forma permanente en nuestras escapadas serranas. Aquí su caudal es escaso, ya que nace en esta sierra, pero las lluvias de estos días lo han aumentado, lo han hecho vivo y alegre, y su sonoridad acompaña al caminante como un instrumento clásico, como las cuerdas de una guitarra que trataran de evocarlo.

Llueve sobre las tierras de Jaén. Sobre esa geometría puntillista de olivos, bajo un cielo que se ha abierto sobre nosotros, generoso, después de tres meses de sequía. Si no conocen Cazorla, vayan a visitarla. Mejor en otoño. Es la época de la berrea.

Lohengrin. 04/07

1 comentario:

  1. Como veo que te gusta Cazorla te mando la dirección de un blog que estoy haciendo sobre mi pueblo.
    Espero que te guste y lo disfrutes

    http://panoramicacazorlense.blogspot.com/

    Un saludo
    Abraham

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