jueves, 23 de enero de 2020

NINOT DE FALLA

"Ayer, miércoles, 22 de Enero, se celebraron en Valencia varios actos festivo religiosos en honor de San Vicente Ferrer, a quien se le atribuyen diversos milagros, pero acabó sacudiéndose el polvo de sus alpargatas cuando abandonó la ciudad, convencido de que era el lugar con mas pecados de su época.

 Aunque soy agnóstico, acudí a esos actos, después de convencer a mi mujer, cuando ví en la prensa el programa de dos procesiones, una a las 11,30 que salía de la plaza de la Reina, otra a las 12 horas, el bautizo de un niño representando el bautismo de San Vicente.

Como le dije a un vecino que forma parte de la cofradía de otro San Vicente, mi motivación para acudir a las procesiones, era la de mi curiosidad, como si se tratara de un espectáculo teatral, musical. Llegamos a la Reina puntuales, con el bus 6, pero el acto comenzó con cuarenta y cinco minutos de retraso sobre la hora anunciada en la prensa.

Cuando por fín comenzó, pudimos ver a dos guardias montados a caballo con el uniforme de lujo, seguidos de curas vestidos de diversos colores, muchos cofrades con levita, luego la imágen del santo y detrás, las máximas autoridades eclesiásticas de la ciudad y, cerrando la comitiva, una banda de música, de Campanar, aunque también con musicos de Natzaret.

Mi mujer se enfadó conmigo cuando, al ver pasar junto a mí al arzobispo Cañizares --un facha de mucho cuidado-- le grité 'Ninot...', porque, su envejecida humanidad, dentro de unas ropas tan lujosas, tocado con un gorro casi papal, me pareció un ninot de falla.

La cosa no pasó a mayores, porque,aunque los jefes del ejército iban en la procesión, mi insulto solo fué escuchado por mi mujer, o sea que, aun queriendo, no conseguí ofender a nadie.

La comitiva siguió hasta la calle Avellanas, y hasta allí la seguimos. Luego nos fuimos por la calle del Mar, pasamos por delante del Pouet de Sant Visent, y al final, ya en la plaza de Tetuán, algo helados como estábamos por culpa de la Gloria, el temporal de invierno que nos ha estado jodiendo estos días, nos metimos dentro de una cervecería, yo tomé una cerveza Ambar sin alcohol, Encarna una manzanilla y ambos compartimos un perol con papas que no pudimos acabar.

 Eso fué todo. No habría contado este episodio, del que no me siento especialmente orgulloso, de no ser porque el recorte de prensa que me indujo a asistir a los actos ha aparecido en mi cartera sin sospecharlo."

Un saludo cibernauta, agnóstico, a todo el mundo, tirios y troyanos.

En fin. Ninot de Falla.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 23 01 20.

domingo, 19 de enero de 2020

FUENCISLA

"La mañana de hoy, domingo, hemos desoído el consejo público de adoptar todas las precauciones posibles frente a la amenaza de la borrasca Gloria, un tremendo temporal de invierno que azotará Valencia y sus alrededores desde hoy hasta el próximo martes/miércoles, y hemos salido a la calle, eso sí, provistos de ropa de abrigo y paraguas, para visitar el Centro del Carmen y conocer la exposición de Fuencisla Francés, 'Vanishing Point' (Punto de fuga), que ha resultado ser una magna obra de arte contemporáneo que llena, en particular, la mejor sala del Cármen, la conocida con el nombre de un arquitecto de por aquí, de cuyo nombre no me acuerdo, aunque lo intento.

La lluvia blanda nos ha aompañado en nuestro trayecto hasta el museo, en cuya recepción nos han facilitado sendas bolsas de plástico para depositar nuestros paraguas mojados antes de iniciar la visita.

Antes de proceder a la crónica de la exposición, comentaré que, si bien hemos vuelto a casa sanos y salvos, y hemos comido el contenido de un bote de fabada asturiana, mi mujer, al consultar los veintiséis wassats, o como se diga, que ha recibido durante esta mañana en su móvil, ha podido contemplar la nieve cayendo en la aldea de Estenas, donde tenemos una casa desde hace unos veinte años, por medio de un vídeo de autor desconocido que ha recibido de nuestro hijo Jordi. Una pasada de vídeo que se ha apresurado a remitir a familia y amigos.

A lo que iba. La exposición de Fuencisla tiene una dimensión artística y un volúmen espacial acojonantes, pues llena casi todas las paredes del museo, en especial las de su sala principal, con su peculiar estilo, basado en una proyección visual de papeles pegados en la pared, pequeños trozos fragmentados que componen distintos motivos, además de figuras geométricas de gran volúmen que componen fantásticas esculturas abstractas, toda una demostración de puro arte contemporáneo como hace tiemnpo no contemplaba en otras exposiciones visitadas en los últimos tiempos.

Tengo sobre la mesa el folleto de la exposición, pero, ay.., está en inglés, el ejemplar que he cogido en castellano en la recepción, que no me cabía en el bolsillo, lo he  perdido durante la visita y el que he traído a casa, que estaba en el interior de la sala, pues eso, que se titula Vanishing Point, pero, aparte de eso, como todo lo demás está en inglés, y no tengo ni puta idea de ese idioma, ni siquiera de algún insulto para dirigirlo en su lengua al estulto señor Trump, pues no puedo añadir nada sobre la literalidad de esta magna obra, según el comisariado que la ha preparado.

Hemos dedicado más de una hora a visitar la obra de Fuencisla, aunque, un par de veces, he interrumpido la visita para salir al claustro del Carmen, un antiguo convento, y fumar de tapadillo un par de cigarrillos, contraviniendo la norma que prohibe fumar en el museo, aunque, por suerte, no he sido descubierto por los numerosos ujieres que pululan por sus instalaciones, elegantemente vestidos de azul y amarillo.

Terminada la visita, nos hemos dirigido, bajo la lluvia no tan blanda, protegidos por nuestros paraguas, hasta la parada del bus 6 y, una vez en casa, mientras la fabada de bote se calentaba en un puchero, hemos tomado un aperitivo de queso curado de oveja, jamón serrano de Castilla la Mancha y cerveza sin alcohol que nos ha sabido a Gloria, ja, ja, el nombre de la borrasca que azota nuestras costas.

Pido disculpas a los usuarios por no ofrecerles,por mi torpeza, el texto original en castellano del folleto de la exposición, para dar una visión más profesional del arte de Fuencisla. Les recomiendo que vayan a verlo, para cubrir esta laguna, esta falta de información."

Un saludo cibernauta.

En fin. Fuencisla.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 19 01 20.

jueves, 16 de enero de 2020

ARIEL II

"Cuando Ariel comenzó a trabajar en lo que luego sería un grupo empresarial con ramificaciones diversas y una facturación anual de diez mil millones de las antiguas pesetas, lo hizo en una vieja y amortizada empresa familiar, situada en el barrio portuario, que, pese a su vetustez, exportaba vino por millones de hectólitros a los mercados consumidores, controlados por un par de monopolios desde París. la Compañia del Niger, antigua firma colonial, importaba desde Dahomey vino tinto de Uiel Requena, envasado en garrafas, cuya calidad no importaba demasiado a los consumidores finales quienes valoraban, sobre todo, del producto final, el cristal, que utilizaban para guardar el grano de la cosecha, aunque, por supuesto, el vino se lo bebían.

 El grupo empresarial se gestó, sobre todo, debido a un sistema imperante entonces --era la época del comercio intervenido, con licencias y diversas barreras-- mediante el cual cada exportador ponía en el precio de cada unidad una cantidad que se depositaba en una cuenta bloqueada por el ministerio de comercio. Ese depósito obligatorio tenía dos funciones, desanimar a los exportadores ajenos al oligopolio y constituir un fondo para reestructurar el sector con vistas a la futura entrada en el mercado comunitario europeo.

Gracias a ese mecanismo financiero, se construyó una bodega de nueva planta, que hoy es un museo de gran valor arquitectónico, con capacidad para exportar un millón de hectólitros y una capacidad de almacenamiento de sesenta millones de litros. Así como la cultura del vino es hoy la expresión de la producción limitada a la garantía de calidad, entonces primaba la cantidad, hasta el punto de que se enviaban a una bodega participada en Las Palmas, barcos enteros de tinto a granel, al que se añadían en Las Palmas los aromas y el carbónico, siguiendo luego viaje blup-blup al puerto de Bremen, donde los alemanes lo envasaban en garrafas de medio galón, invadiendo sus grandes superficies con la sangría de España. Esta compleja operación se hacía, porque en la península estaba prohibida la exportación de sangría a granel, mientras que en Canarias se permitía.

 El presidente de la firma familiar, luego lo fué del grupo constituído por una sociedad matriz, la titular de la nueva bodega, dos firmas antiguas y varias sociedades participadas, una concentradora de mosto, una explotación vitivinícola y una distribuidora de tractores rusos, eslabón necesario para que los soviéticos pagaran con el producto de la venta de sus tractores en el mercado nacional, el medio millón de hectólitros que se enviaba a la Urss cada año.

 Cuando Ariel comenzó a trabajar en ese grupo empresarial las acciones estaban en manos de exportadores locales. El presidente comenzó a comprar acciones a sus colegas para cederlas, de tapadillo, a un grupo vasco, controlado por el Banco de Bilbao. Como resultado de esta operación, el presidente de la vieja reliquia del barrio portuario, se constituyó como accionista del Banco de Bilbao y detentó la presidencia del nuevo grupo empresarial durante los siguientes veinte años, hasta que, prácticamente a la fuerza, le obligaron a meter sus bártulos en una caja de cartón y a dejar la presidencia.

 Esa etapa de renovación del comercio del vino desde el puerto de aquí, coincidió con la crisis de salud más grave que sufrió Ariel en su, a partir de entonces, recurrente historial de inestabilidad emocional. Ariel estudiaba en la Facultad, atendía un horario de trabajo de ocho horas, impartía clases de contabilidad en una escuela de formación empresarial, los veranos se trasladaba a Galicia, donde impartía unos cursos de economía social, hasta que, tanta hiperactividad se tradujo en una crisis de su sistema nervioso, que tuvo que ser atendida con fármacos en vena, durante un tratamiento psiquiátrico en su propia casa durante dos neses, al término de los cuales, su médico de confianza, Agustín, le diagnosticó bipolaridad.

Durante esa crisis, Ariel se compró una guitarra y comenzó a cantar coplillas a los directores de banco que frecuentaba por su condición de director financiero del grupo exportador. Después del tratamiento antipsicótico que recibió, recuperó la cordura, pero ya no volvió a ser el mismo. Después de seis meses en los que permaneció en una filial del grupo, mientras el presidente y el director general decidían que hacer con el --el director quería echarlo, el presidente, tal vez porque su mujer también era bipolar, decidió conservarlo en plantilla, aunque en un puesto de menor responsabilidad.-- Cuando estuvo en plena crisis, Ariel llegó a salir en la prensa local, pues por entonces se celebró un referéndum en el que había que votar, sí, o no, y Ariel se dirigió al delegado del gobierno, porque quería votar, si, pero."

 Lo dejo, mi mujer me llama, en la primera cadena empieza el programa de Maxim y nunca me lo pierdo.

 Un saludo cibernauta.

En fin. Ariel II

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 16 01 20.

viernes, 10 de enero de 2020

ARIEL

"Hoy no bajo al Maravillas, porque ayer tuve una bronca con un colega a cuenta de la inmigración en este país. Simplemente nuestro punto de vista era distinto, considerando que los inmigrantes por aquí ya suman cinco millones, yo no puedo creer que todos sean vagos y maleantes. Supongamos --que es mucho suponer-- que un millón lo son, los otros cuatro nos ayudan a pagar las pensiones, ¿no?. Pues, ya ven, esa diferencia de criterio propició una batalla dialéctica a grito pelado de la que ahora me arrepiento. Por eso, no bajo hoy al Maravillas, prefiero quedarme aquí tranquilamente, publicando una historia mía, que dormía en el montón de papeles viejos y forma parte de uno de mis libros autoeditados, "Ariel Pardal".

 "La infancia de Ariel se prolongó hasta los doce años, cuando se interrumpió de forma abrupta el día en que lo depositaron, vestido con pantalón de golf, chaleco sin mangas y gafas redondas, en el vestíbulo de una consultoría fiscal, para abrir la puerta a los clientes, introducir a las visitas y liar cigarrillos con una máquina Victoria provista de una tolva para cargar el tabaco en rama y un rodillo de loneta por el que, después de cargar el papel y una porción de tabaco, salía el cigarrillo, aceptablemente manufacturado, para el jefe.

 Frente a su mesa de meritorio, en un despacho contíguo, se sentaba la secretaria de su jefe, y la visión de sus piernas enfundadas en medias negras, ocupaba buena parte de su tiempo de trabajo. Cuando, una mañana de primavera, abrió la puerta, entró una mujer espectacular envuelta en una nube de perfume de violetas y se escuchó el percutir de los cerrojos detrás de la puerta de la sección de Asesoría Laboral, con aquella aparición dentro, la infancia de Ariel quedó definitivamente enterrada, bajo el peso de aquellos cerrojos y aquel perfume, para siempre.

En aquel lugar de trabajo permaneció Ariel hasta que entró en edad militar. Durante esa década, en la que tuvo otros pluriempleos, aprendió, de su incursión en la contabilidad de un empresario de pompas fúnebres que la gente se muere más en noviembre, de su colaboración temporal en un negocio de óptica, que sus márgenes de beneficio alcanzaban el quinientos por ciento, y que en el mundo ficticio del sistema fiscal de la época, ningún rico pagaba impuestos, empezando por los agricultores poderosos que cultivaban naranjas cuyos huertos calificaban en sus declaraciones de "plantón", todavía sin producción, aunque la tuvieran, y siguiendo por el medio centenar largo de sociedades mercantiles, de cuyos libros de contabilidad llegó a ser responsable Ariel al término de su paso por la firma de asesoría fiscal, cuyo mundo de ficción era tan irreal como las publicaciones infantiles que habían estimulado la fértil imaginación de su infancia.

Aquel invierno había sido uno de los más fríos del siglo, y las calles del centro de Valencia se encontraban inusualmente cubiertas de nieve, los cielos grises mostraban el desarrollo de unas nubes muy potentes que crecían rápidamente y los grandes conglomerados de estorninos volaban en grupo bajo la dirección de su guía y desaparecían al encontrar refugio entre las ramas de las acacias del viejo cuartel abandonado.

Uno de esos pájaros se posó sobre la bayoneta calada de Ariel, que hacía su primera guardia en la garita de la jefatura del Sector Aéreo. Había sido destinado en la segunda sección de Estado Mayor y en los pasillos de aquella dependencia había un trasiego permanente de suboficiales que acudían para adquirir, a precio de saldo, cartones de tabaco y botellas de güisqui procedentes de los aviones militares que traían la mercancia desde la base aérea de Gando y la ponían a la disposición del jefe de la sección, un militar muy feo a quien llamaban el Comandante Hermoso.

 El comandante delegaba la distribución de esos codiciados productos en Ariel, a quien confiaba la llave del almacén, lo que le confería cierto prestigio entre los suboficiales de la Jefatura que demandaban los artículos procedentes del contrabando castrense.

 El periodo inicial de su servicio militar lo pasó Ariel en otro acuartelamiento, hoy reconvertido en sede de la policía, en un régimen de aislamiento, sin periódicos, radio ni comunicación alguna con el exterior, sin salidas a las horas de paseo, lo que tuvo el raro efecto de devolverle, cuando terminó su periodo de instrucción, a un mundo distinto y ajeno, en el que habían sucedido cosas de las que los reclutas nada sabían, como el asesinato de Kennedy y el descubrimiento del virus responsable de un trastorno neurológico que hasta entonces se atribuía a una deficiencia proteínica.

 El día que Ariel salió a la calle, después de cumplido su período de instrucción militar, descubrió que algo había cambiado en el exterior. La misma sensación que tienen los huéspedes de un establecimiento carcelario cuando salen a la calle por primera vez, después de cumplida su condena.

El  día que lo licenciaron, Ariel fué al cine con un colega. Proyectaban 'La Noche de la Iguana', y las imágenes de Ava Gardner bañándose en la nocturnidad del Pacífico, asediada por dos mulatos que tenía a su personal servicio, blandiendo sus maracas en medio del sopor tropical, junto a un paisaje de palmeras, orquídeas, mosquitos y zancudos, observada por un Richard Burton inmerso en los vapores del tequila y el meztcal, se le grabaron en la memoria de modo permanente, sepultando, de paso, la mediocre experiencia de su tránsito por la vida militar obligatoria."

Lo dejo. Es hora de bajar a por tabaco al kiosco.

Un saludo cibernauta.

En fin. Ariel.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 10 01 20.

lunes, 6 de enero de 2020

EL TAMAYAZO

"He bajado al Carmen Carmen, uno de los pocos bares que quedan en el barrio de propiedad local, porque hoy día de Reyes, el Maravas no abre. He tomado una infusión de manzanilla, un cortado descafeínado de máquina en taza, con el asa a la derecha, un 'cremaet' y un 'such de taronja' hecho con naranjas cultivadas por la dueña del bar.

Un 'cremaet', llamamos por aquí a un combinado de ron y cognac, desprovisto de alcohol. Se vé que el de hoy no estaba totalmente libre de alcohol, porque me ha inspirado el cuento navideño que sigue a continuación:

 "De regreso a casa he entrado en el kiosco, he comprado 'Levante', he sacado tabaco de la máquina y he comprado unos caramelos Halls de miel y limón. Además he sostenido una amable discusión con el kiosquero, que se declara de derechas y yo, que me declaro antisistema, muy sosegada, sin insultarnos, vamos, no como en nuestro parlamento.

Voy con el cuento navideño. Hace unos años, un diputado del Psoe, apellidado Tamayo, traicionó a su partido dándole el voto al bloque de las derechas para que gobernara la comunidad de Madrid. Ahora, después de unos años, el titular de 'Levante', advierte: 'Los socios de Gobierno denuncian presiones para frustrar la investidura'.

 El chulo Sánchez solo cuenta con dos votos más que el bloque de las derechas. ¿El eterno retorno? Tal vez debería titular así esta página. No, porque si bien la situación de la política nacional es semejante a la de entonces, salvando lo del pluripartidismo, la situación internacional, global, si ustedes quieren, es más novedosa, con el estulto Trump mandando asesinar a un general de los insurgentes musulmanes con un dron, con lo que la seguridad de toda Europa está en grave peligro.

Menos mal que, ahora, la Unión Europea está presidida por una mujer, que sabrá lo que hay que hacer en una situación como esta,en la que todos los yihadistas camuflados por ahí estarán muy excitados y con ganas de revancha.

Yo confío más en ella que en Sánchez, un chulo prepotente, no hay más que ver como se mira a si mismo mientras anda, con una chulerría insoportable, como mira de reojo a sus adversarios y como se siente ya presidente de un gobierno de verdad, no interino, en funciones, a pesar de que solo cuenta con dos votos, dos, para acceder a la investidura, y todo el bloque de las derechas está llamando a la puerta de los barones del Psoe ofendidos por la chulería de Sánchez, para que le retiren su apoyo.

O sea, otro Tamayazo. Parece el eterno retorno, pero no lo es, las cosas, aunque lo parezcan, no son de la misma manera. No hay más que ver la evolución de la tecnología digital, la realidad virtual, en fin, esas cosas, dssde la época de aquel tamayazo a la de ahora.

Esto quiere decir, que hay más peligro de un ataque digital al Psoe, que la correlación en los votos a mano alzada. Que sea lo que Deu vullga, si es que hay algún ser más poderoso que el estulto Trump por ahí arriba.

Yo, lo dejo, el día siete nos enteraremos del desenlace de este cuento navideño, si antes, algún yihadista cabreado, no vuela nuestro parlamento."

Fin de la historia. Mi mujer me llama para desayunar, las sopas con leche de cada día.

Chao. Un saludo cibernauta, que los Reyes les traigan muchos regalos, sobre todo, paz y tranquilidad.

En fin. El Tamayazo.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 6 01 20.

jueves, 2 de enero de 2020

TIEMPOS CONVULSOS

"He bajado al Maravillas alrededor de las siete y media. Después de tomar una infusión de manzanilla doble, un ron quemado y un cortado descafeínado de máquina, corto de café, me he despedido de la clientela y me he dirigido al Bar Toribio, a reservar mesa para cuatro para la cena de mañana viernes, pues Lola y Antoni vendrán a cenar con nosotros y luego a jugar unas partidas al Rummy, que ganará Antoni, como siempre.

Antes de continuar quiero aclarar que el titulo de la página de hoy no alude a las manifestaciones de Hongkong, un millón de personas defendiendo sus libertades en las calles, a los bombardeos con víctimas civiles en Siria y por ahí, a los muertos de las pateras que surcan el Mediterráneo, a los conflictos en América latina, con las fuezas del orden disparando contra la población con fuego real, a la decepción de la conferencia sobre el cambio climático de Madrid, y demás tragedias, como los asesinatos domésticos de por aquí, de eso ya se ocupan los medios de comunicación, con mayor o menor rigor, sino que va a ir de arte, concretamente, de la muestra que se exhibe en el Ivam, con el título 'Tiempos Convulsos: Historias y microhistorias en la colección del Ivam'.

Como se desprende de ese subtítulo, se trata de obras que pertenecen a los fondos permanentes del museo y, por tanto, ya las conocíamos en nuestra visita del domingo, pero el modo en que están expuestas permite que las tome como pretexto para esta página:

Según el folleto que tengo sobre la mesa, Jacques Lipchitz y Julio González utilizaron los mitos procedentes del mundo clásico y la tradición judeocristiana como alegorías que explicasen las imposiciones ideológicas y los conflictos armados surgidos durante las primeras décadas del siglo XX (Violencia y Poder).

A esa etapa histórica pertenecen las obras del Equipo Crónica que se pueden visitar en otras salas del museo.
 
Tamién está pesente en el folleto Duchamp y el mundo de los objetos, aunque no aparece la foto del urinario que expuso en París y le granjeó la enemistad de sus contemporáneos. Por cierto, instalé un urinario, como el de Duchamp, en el baño pequeño de casa, pero he dejado de usarlo, porque me meaba fuera, ahora me siento en la taza del wc, es mas seguro que dejar mi orín en manos del azar.

El pasado domingo, aunque solo dedicamos media hora a visitar esta exposición de la que les hablo, en la que habían paredes enteras de algunas salas llenas de fotografías, proyecciones y grabados en otras salas, me traje el folleto para poder hacer esta mini crónica, que voy a dar por terminada, porque mi mujer me llama para ir a Mercadona. La nevera, despué de los excesos navideños, está vacía, y hay que ir a reponer las faltas."

Un saludo cibernauta.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN 2 01 20.

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