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miércoles, 27 de mayo de 2020

PAISAJES URBANOS, LA POSPANDEMIA

"Un año después de la crisis del gobierno federal que no terminó su legislatura, y luego de un gran debate sobre el desastre presupuestario que había provocado la pandemia, se aprobó, mediante referendo interfederal, una enmienda a la constitución comunitaria mediante la cual, en el futuro, la dotación de los presupuestos anuales del Estado a cada servicio burocrático se haría en base al número de ciudadanos a los que atendiera, multiplicado por la edad de cada ciudadano y se fijó la retribución de cada servicio como un porcentaje residual del monto de dicho presupuesto,lo que implica que solo podrían mantener sus poderes y prebendas manteniendo con vida el mayor número posible de ciudadanos y durante el máximo de tiempo.

Desde entonces, algo muy raro está ocurriendo, ya que, si bien los servicios del Estado afinan micrométricamente en las técnicas para mejorar el bienestar físico y psíquico de sus clientes presupuestarios y proliferan como hongos los supervisores, asistentes, especialistas, gerontólogos, animadores sociales, acompañantes, cuidadores, visitadores, consejeros y demás ralea, la tasa de suicidios no deja de aumentar vertiginosamente y amenaza con dejar en la ruína a más de un servicio público por falta de financiación y vacío algún que otro distrito por falta de población.

 Es probable que la teoría que elaboré hace medio siglo explique en parte lo que está ocurriendo, aunque, eso, tendrán que decirlo los científicos sociales y yo no soy uno de ellos.

Lo que parece evidente es que la felicidad, en el supuesto de que exista, cuando es impuesta y dirigida y no buscada, querida o elegida por uno mismo, se convierte en una carga todavía más pesada que la infelicidad o la desgracia."

Y hasta aquí llego, hoy, en mis fantasías sobre la pospandemia.

 Un saludo, cordial, cibernauta.

 En fin. Paisajes Urbanos, la pospandemia.

 LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 27 05 20.

lunes, 25 de mayo de 2020

PAISAJES URBANOS (4)

 "El distrito en el que vivo, Vids, no es de los peores de la ciudad, abundan las zonas ajardinadas y son numerosos los bancos orientados al Este donde la población residente toma el sol plácidamente durante 1415 horas al año, si bien, no durante muchos años, dada la elevada longevidad media de los residentes y una tasa de suicidios que alcanza el veinte por ciento entre los mayores de ochenta años.

Los servicios personalizados de asistencia especial recomiendan no rebasar las 1400 horas de sol para las personas con piel sana, las que tienen problemas dermatológicos, un ochenta por ciento, deben acudir una vez al mes a su programador de exposición solar, quién, a la vista de su estado general, les señala su planificación obligatoria para el mes siguiente, de forma rigurosamente individual.

Cualquier residente dispone de acceso a los equipos de tratamiento de textos integrados para su utilización personal, con la sola contraprestación de la realización de trabajos periodísticos no retribuídos con destino al periódico de su distrito. El único inconveniente es que el vocabulario normalizado disponible en el banco de datos del procesador ha sido previamente seleccionado por los especialistas en gerolinguística, eliminanado aquellos vocablos que, usados de manera irresponsable o inadecuada, pudieran desencadenar en los usuarios una descarga de adrenalina no deseable para su equlibrio emocional, lo que pondría en peligro la supervivencia de la población y sería nefasto para la numerosa burocracia que depende literalmente de ella.

 Excepcionalmente, gracias a una relación de mas de veinte años con mi controlador emocional especializado en irrecuperables, en su día conseguí que me permitieran conservar entre mis enseres personales una vieja Olivetti Lettera 35, del último tercio del siglo pasado y una provisión de papel Galgo, ya desaparecido, suficiente para la escasa vida que me queda. Seguramente influyó en el ánimo de los inspectores de inventarios de objetos personales que tomaron la decisión, el hecho de que mi miopía estaba tan próxima a la ceguera que estimaron que jamás llegaría a utilizarla, pero gracias al programa 2025 de inserción de prótesis biológicas oculares aplicado de forma experimental a una minoría escogida de residentes, puedo hoy expresarme con un medio del pasado siglo y sin mas limitaciones de vocabulario que las mías propias.

 A estas alturas, si alguien me está leyendo desde cualquier tiempo y lugar, ya se habrá percatado de que la sociedad pospandémica desde la que escribo, es una sociedad con un alto grado de control social, poblada mayoritariamente por ancianos y con burocracias muy diversificadas y tecnificadas y un Estado omnipresente.

Si, por casualidad, conoce la literatura del siglo XX, le sonará haber leído algo así en libros de ciencia ficción y en cantidades ingentes de estudios y artículos pseudo científicos que trataban de extrapolar la sociedad de entonces, en general de manera desafortunada y con tintes pesimistas, como hemos podido comprobar quienes hemos sobrevivido a sus autores.

 Casi todas aquellas historias, están hoy llenas de polvo y olvidadas, excepto las del maestro Bradbury y mi admirado Asimov, 'Y cuando vuelvan los eternos fríos, ya nada será tierra, todo será glaciar, en el helado silencio, se escucharán, lejanas , Armoniosas Campanas, de Asimov'.

Espero que les haya gustado mi extrapolación al tiempo pospandémico, si no es el  caso, pueden pedirme otra versón, digamos, mas realista, vía comentarios.

Un saludo cibernauta, falsamente futurista.

·En fin. Paisajes Urbanos (4)

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 25 05 20.

domingo, 24 de mayo de 2020

PAISAJES URBANOS (3)

....."Pasamos a otra estancia que se conserva como la dispuso José Benlliure, con chimenea y muebles italianos, donde, además de diversas obras pictóricas de la familia, hay un pequeño Segrelles de 1.928 y un interesante boceto en barro cocido de Mariano Benlliure, una vitrina que contiene una edición ilustrada por J. Benlliure de 'La Vida de San Francisco de Asís', cuyos originales están en el monasterio franciscano de Santo Espíritu.

 A continuación, lo que fuera gabinete de estar de la vivienda de los Benlliure ofrece el típico ambiente burgués de principios de siglo, repleto de retratos famailiares, condecoraciones y otros objetos, de los que llama la atención, por lo curioso, una bandeja de loza de confitería, con la inscripción "devuélvase" que, evidentemente, no se devolvió.

 La luz crepuscular incide sobre el mármol del surtidor central cuando salimos al jardín. En un muro hay un retablo de azulejos con la efigie del Rey de Francia y la inscripción 'San Luís, Rey de Francia, Tercero de San Francisco'.

Pregunto al guía por el significado de esa expresión y me da una respuesta iluminadora --Eso, Tercero de San Francisco. Insisto y repite la respuesta. Al fín, caigo en la cuenta, miembro de la órden tercera de los franciscanos. Al parecer, las relaciones de J. Benlliure con los franciscanos fueron estrechas, un indicic de ello es su trabajo ilustrando la biografía de Francisco de Asís.

Por otra parte, existe en la casa el retrato de un eclesiástico, familiar suyo, a quien pintó con vestiduras de cardenal, para consolarle del hecho de que por su edad y estatus alcanzado en la jerarquía eclesiástica era muy remota la probabilidad de que alcanzara el purpurado.

En el fondo del jardín, en su ángulo izquierdo, hay una cocina paellera de estilo valenciano y los británicos que nos acompañan se sorprenden de que su finalidad sea solo guisar paellas. "

 Y esto es todo sobre paisajes, mis conversaciones en el parque con los mirlos, palomas y tórtolas, no me han dejado hueco para más.

 Un saludo cibernauta, optimista, ya estamos empezando a vencer al virus cabrón.

 En fin. Paisajes Urbanos (3)

 LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 24 05 20.

sábado, 23 de mayo de 2020

PAISAJES URBANOS (2)

....."Al abandonar el sótano los restos de varias jeringuillas usadas se esparcen por el suelo, alrededor de un grupo de yonquis que me miran sin verme, con una mirada nebulosa y vidriada, lejana y próxima, desesperada e implorante, rebelde y sumisa, circundada de sombras. Todo es desolación en las cuencas de sus ojos, quizás pronto vacías, de esos ojos que miran a un futuro improbable.

 Subo a la superficie, como el que emerge de una amaarga oscuridad y respiro con fuerza y deleite el aire que circula por los patios abiertos que enlazan las diferentes galerías comerciales. Después de comprar, apresuradamente, unas porciones de queso de Idiazabal y Chamoise D'or, salgo del recinto, cruzo el puente, y me dirijo a la calle Blanquerías.

 Después de un corto paseo junto a lo que parece un convento, se alza la fachada de la casa de los Benlliure, una mas entre las que constituían las viviendas de las familias medianamente adineradas en el siglo XIX. En el interior de la casa Museo, un conserje obsequioso y ligeramente achispado se dispone a acompañar la visita al lugar, junto a dos turistas ingleses, que el insiste en decir que son americanos.

En el vestíbulo, los ojos de una mujer oriental y las fantasías venecianas de estilo impresionista, recuerdan la fascinación por lo oriental y lo exótico de Mariá Fortuny. En el zagüan, la cerámica del XVIII y XIX, las acuarelas de Peppino y los cuadros de pequeño formato de José,  los 'americanos' comienzan a dar muestras de una cierta confusión para identificar quien es hijo de quien en la saga Benlliure, a pesar de los pintorescos esfuerzos del conserje que chapurrea una erudita incursión en el árbol genealógico de los Benlliure, sin demasiado éxito.

 La inicial confusión se convierte en desorientación declarada al entrar en el comedor, donde se acumula la relación de parentesco entre los retratados y mis colegas en la visita entran en una melopea total sobre padres, hijos/hijas, hermanos y cuñadas, que se resuelve finalmente al desplazar su atención hacia una curiosísima estufa alemana en cerámica vidriada, de color verde, el mobiliario italiano y la mesa ovalada vienesa que decoran el conjunto.

Un apunte del Zoco de Tánger remite de nuevo al pintor Fortuny. Es probable que el viaje de José Benlliure al Norte de Africa dejara una huella profunda en su sensibilidad y ejerciera una influencia duradera en parte de su obra posterior. En la sala siguiente se exponen obras, principalmente, de José y Peppino. En 'La Tartana de Pescadores' de gran formato, es evidente la influencia de Sorolla, pero está lejos de alcanzar las calidades luminosas y cromáticas del autor de 'La Pesca de los Atunes'.

 Es interesante la representación del salón columnario de la Lonja, y el apunte de Sierra Nevada, de Muñóz Degraín, es un delicioso aperitivo de los cuadros de gran formato que este genial impresionista ofrece en el museo de San Pío V."

 (Lo dejo, oigo a mi hijo Jordi, que acaba de llegar. Viene a recoger unos papeles que necesita para regularizar su situación de parado temporal)

 Un saludo cibernuta, dedicado a los amantes del arte.

En fin. Paisajes Urbanos (2)

 LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 23 05 20.

jueves, 21 de mayo de 2020

PAISAJES URBANOS (1)

"El silbido de aviso agrede mi delicado oído derecho (el izquierdo hace años que es inmune a cualquier agresión acústica) y las puertas del vagón se cierran ante mis narices con un chasquido seco. Acabo de perder el Metro, lo que me permite deambular por la flamante estación durante diez minutos, en espera del próximo servicio.

Es una estación atípica, lo reciente de su puesta en servicio hace que la superficie de sus paredes todavía sin grafitis ni desconchados parezca la piel de un bebé. Como es de rigor, las escaleras mecánicas no funcionan. Siempre me ha intrigado el hecho de que se instalen esos artilugios en los lugares públicos y que, invariablemente, no funcionen, pero ello me permite trepar por la escalera de bajada por el puro placer de la transgresión impune.

 (Continuará, lo dejo, es un poco tarde, mañana seguiré, o no)

....Desde mi atalaya observo la patética soledad de los escasos viajeros que esperan en el andén, unos pasean nerviosamente con evidente desasosiego mientras que otros muestran una actitud de espera tranquila y resignada y alguno posa su mirada, alternativamente, en un anuncio de Winston y en la estilizada figura de una bella mujer morena vestida con chaquetilla de torero y medias negras, pegada sobre el vidrio de una cabina telefónica.

El chirrido de los frenos anuncia la llegada del próximo tren que surge trepidante de la oscura boca del túnel y, después de un breve trayecto, me deja en la estación próxima a un centro comercial que no conocía anteriormente. Después de unas cuantas vueltas por el interior del Centro llego a la conclusión de que es un espacio arquitectónico maravillosamente construído para que la gente compre, pero con un efecto laberíntico perverso, que hace que uno se pierda sin remedio, ya que, al encontrarse idénticas tiendas en diferentes plantas, las referencias de orientación solo sirven para desorientar al neófito.

Mis intestinos se ponen en marcha debido al intenso ejercicio realizado subiendo y bajando escaleras y recorriendo plantas y cuando intento alcanzar los servicios compruebo con desesperación que me he perdido de nuevo.

En la búsqueda compulsiva de mi tabla circular de salvación, mi imaginación evoca los felices iempos en que los humanos defecaban en el momento y lugar que les pedía el cuerpo. Por fin, un letrero con grandes letras pintadas de amarillo sobre fondo negro me produce en el cerebro un estallido evocador de placeres inmediatos, mi vejiga se agita, alegre y esperanzada, intuyendo la inediatez de la orgía escatológica."

 (Continuará. Falta transcribir algo más de otra página, pensé hacerlo ya, pero me entra la galvana)

Un saludo cibernauta, un poco vaguete.

En fin. Paisajes Urbanos (1)

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 22 05 20.

POEMARIO (1)

"Breves gotas de tiempo/resbalan por mis ojos/Luces y sombras móviles/que vuelan sin cesar. Anuncian, implacables/ un futuro sin luz/circundado de sombras/ de borrosos perfiles.

 Quedarán los olores/ el frío en la piel/ quedarán los sabores/ el calor del verano. No habrá luces ni sombras/ huirán los colores/ solo las estaciones/ la humedad, el relente/ el frío, la caIima.

 El olor de tu piel/ y las pasiones táctiles/el sabor de tus labios/ y mi andar descuidado. Entre bastones, perros/paredes y pasillos/ esquinas y farolas, lámparas apagadas/ y libros y cuchillos.



Abre la primavera sus ventanas/ la luz se demora, tardía, en el crepúsculo. el oxígeno crece/ en la caverna plúmbea. Oscura de alquitranes.

Suena el arpa de hierba de Capote/ y un loco con capote a lo Walt Whitman/declama a voz en grito en el jardín.

Ebrio de los aromas de las flores/borracho de quimeras y de soles. El loco exclama, en tono exacerbado/yo soy la vida, dejé la noche oscura/ de la vulgar vigilia, de la mendaz cordura.

Y ahora soy inmortal/ investido de soles/Inalcanzable, para la mayoría gris/ que pasta,muy sumisa, en el jardín.

Puedo escuchar la música interior/ de las herbáceas/ puedo oler los colores de las buganvillas/ver en la noche a través del oscuro jardín/ enamorarme de la pérgola de rosas amarillas/bajo el manto protector de mi falsa cordura."

 De mis viejos papeles, sin fecha, sin cordura.

En fin. Poemario (1)

Un saludo cibernauta, en particular, a los poetas muertos.

 LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 21 05 20.

jueves, 16 de enero de 2020

ARIEL II

"Cuando Ariel comenzó a trabajar en lo que luego sería un grupo empresarial con ramificaciones diversas y una facturación anual de diez mil millones de las antiguas pesetas, lo hizo en una vieja y amortizada empresa familiar, situada en el barrio portuario, que, pese a su vetustez, exportaba vino por millones de hectólitros a los mercados consumidores, controlados por un par de monopolios desde París. la Compañia del Niger, antigua firma colonial, importaba desde Dahomey vino tinto de Uiel Requena, envasado en garrafas, cuya calidad no importaba demasiado a los consumidores finales quienes valoraban, sobre todo, del producto final, el cristal, que utilizaban para guardar el grano de la cosecha, aunque, por supuesto, el vino se lo bebían.

 El grupo empresarial se gestó, sobre todo, debido a un sistema imperante entonces --era la época del comercio intervenido, con licencias y diversas barreras-- mediante el cual cada exportador ponía en el precio de cada unidad una cantidad que se depositaba en una cuenta bloqueada por el ministerio de comercio. Ese depósito obligatorio tenía dos funciones, desanimar a los exportadores ajenos al oligopolio y constituir un fondo para reestructurar el sector con vistas a la futura entrada en el mercado comunitario europeo.

Gracias a ese mecanismo financiero, se construyó una bodega de nueva planta, que hoy es un museo de gran valor arquitectónico, con capacidad para exportar un millón de hectólitros y una capacidad de almacenamiento de sesenta millones de litros. Así como la cultura del vino es hoy la expresión de la producción limitada a la garantía de calidad, entonces primaba la cantidad, hasta el punto de que se enviaban a una bodega participada en Las Palmas, barcos enteros de tinto a granel, al que se añadían en Las Palmas los aromas y el carbónico, siguiendo luego viaje blup-blup al puerto de Bremen, donde los alemanes lo envasaban en garrafas de medio galón, invadiendo sus grandes superficies con la sangría de España. Esta compleja operación se hacía, porque en la península estaba prohibida la exportación de sangría a granel, mientras que en Canarias se permitía.

 El presidente de la firma familiar, luego lo fué del grupo constituído por una sociedad matriz, la titular de la nueva bodega, dos firmas antiguas y varias sociedades participadas, una concentradora de mosto, una explotación vitivinícola y una distribuidora de tractores rusos, eslabón necesario para que los soviéticos pagaran con el producto de la venta de sus tractores en el mercado nacional, el medio millón de hectólitros que se enviaba a la Urss cada año.

 Cuando Ariel comenzó a trabajar en ese grupo empresarial las acciones estaban en manos de exportadores locales. El presidente comenzó a comprar acciones a sus colegas para cederlas, de tapadillo, a un grupo vasco, controlado por el Banco de Bilbao. Como resultado de esta operación, el presidente de la vieja reliquia del barrio portuario, se constituyó como accionista del Banco de Bilbao y detentó la presidencia del nuevo grupo empresarial durante los siguientes veinte años, hasta que, prácticamente a la fuerza, le obligaron a meter sus bártulos en una caja de cartón y a dejar la presidencia.

 Esa etapa de renovación del comercio del vino desde el puerto de aquí, coincidió con la crisis de salud más grave que sufrió Ariel en su, a partir de entonces, recurrente historial de inestabilidad emocional. Ariel estudiaba en la Facultad, atendía un horario de trabajo de ocho horas, impartía clases de contabilidad en una escuela de formación empresarial, los veranos se trasladaba a Galicia, donde impartía unos cursos de economía social, hasta que, tanta hiperactividad se tradujo en una crisis de su sistema nervioso, que tuvo que ser atendida con fármacos en vena, durante un tratamiento psiquiátrico en su propia casa durante dos neses, al término de los cuales, su médico de confianza, Agustín, le diagnosticó bipolaridad.

Durante esa crisis, Ariel se compró una guitarra y comenzó a cantar coplillas a los directores de banco que frecuentaba por su condición de director financiero del grupo exportador. Después del tratamiento antipsicótico que recibió, recuperó la cordura, pero ya no volvió a ser el mismo. Después de seis meses en los que permaneció en una filial del grupo, mientras el presidente y el director general decidían que hacer con el --el director quería echarlo, el presidente, tal vez porque su mujer también era bipolar, decidió conservarlo en plantilla, aunque en un puesto de menor responsabilidad.-- Cuando estuvo en plena crisis, Ariel llegó a salir en la prensa local, pues por entonces se celebró un referéndum en el que había que votar, sí, o no, y Ariel se dirigió al delegado del gobierno, porque quería votar, si, pero."

 Lo dejo, mi mujer me llama, en la primera cadena empieza el programa de Maxim y nunca me lo pierdo.

 Un saludo cibernauta.

En fin. Ariel II

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 16 01 20.

viernes, 10 de enero de 2020

ARIEL

"Hoy no bajo al Maravillas, porque ayer tuve una bronca con un colega a cuenta de la inmigración en este país. Simplemente nuestro punto de vista era distinto, considerando que los inmigrantes por aquí ya suman cinco millones, yo no puedo creer que todos sean vagos y maleantes. Supongamos --que es mucho suponer-- que un millón lo son, los otros cuatro nos ayudan a pagar las pensiones, ¿no?. Pues, ya ven, esa diferencia de criterio propició una batalla dialéctica a grito pelado de la que ahora me arrepiento. Por eso, no bajo hoy al Maravillas, prefiero quedarme aquí tranquilamente, publicando una historia mía, que dormía en el montón de papeles viejos y forma parte de uno de mis libros autoeditados, "Ariel Pardal".

 "La infancia de Ariel se prolongó hasta los doce años, cuando se interrumpió de forma abrupta el día en que lo depositaron, vestido con pantalón de golf, chaleco sin mangas y gafas redondas, en el vestíbulo de una consultoría fiscal, para abrir la puerta a los clientes, introducir a las visitas y liar cigarrillos con una máquina Victoria provista de una tolva para cargar el tabaco en rama y un rodillo de loneta por el que, después de cargar el papel y una porción de tabaco, salía el cigarrillo, aceptablemente manufacturado, para el jefe.

 Frente a su mesa de meritorio, en un despacho contíguo, se sentaba la secretaria de su jefe, y la visión de sus piernas enfundadas en medias negras, ocupaba buena parte de su tiempo de trabajo. Cuando, una mañana de primavera, abrió la puerta, entró una mujer espectacular envuelta en una nube de perfume de violetas y se escuchó el percutir de los cerrojos detrás de la puerta de la sección de Asesoría Laboral, con aquella aparición dentro, la infancia de Ariel quedó definitivamente enterrada, bajo el peso de aquellos cerrojos y aquel perfume, para siempre.

En aquel lugar de trabajo permaneció Ariel hasta que entró en edad militar. Durante esa década, en la que tuvo otros pluriempleos, aprendió, de su incursión en la contabilidad de un empresario de pompas fúnebres que la gente se muere más en noviembre, de su colaboración temporal en un negocio de óptica, que sus márgenes de beneficio alcanzaban el quinientos por ciento, y que en el mundo ficticio del sistema fiscal de la época, ningún rico pagaba impuestos, empezando por los agricultores poderosos que cultivaban naranjas cuyos huertos calificaban en sus declaraciones de "plantón", todavía sin producción, aunque la tuvieran, y siguiendo por el medio centenar largo de sociedades mercantiles, de cuyos libros de contabilidad llegó a ser responsable Ariel al término de su paso por la firma de asesoría fiscal, cuyo mundo de ficción era tan irreal como las publicaciones infantiles que habían estimulado la fértil imaginación de su infancia.

Aquel invierno había sido uno de los más fríos del siglo, y las calles del centro de Valencia se encontraban inusualmente cubiertas de nieve, los cielos grises mostraban el desarrollo de unas nubes muy potentes que crecían rápidamente y los grandes conglomerados de estorninos volaban en grupo bajo la dirección de su guía y desaparecían al encontrar refugio entre las ramas de las acacias del viejo cuartel abandonado.

Uno de esos pájaros se posó sobre la bayoneta calada de Ariel, que hacía su primera guardia en la garita de la jefatura del Sector Aéreo. Había sido destinado en la segunda sección de Estado Mayor y en los pasillos de aquella dependencia había un trasiego permanente de suboficiales que acudían para adquirir, a precio de saldo, cartones de tabaco y botellas de güisqui procedentes de los aviones militares que traían la mercancia desde la base aérea de Gando y la ponían a la disposición del jefe de la sección, un militar muy feo a quien llamaban el Comandante Hermoso.

 El comandante delegaba la distribución de esos codiciados productos en Ariel, a quien confiaba la llave del almacén, lo que le confería cierto prestigio entre los suboficiales de la Jefatura que demandaban los artículos procedentes del contrabando castrense.

 El periodo inicial de su servicio militar lo pasó Ariel en otro acuartelamiento, hoy reconvertido en sede de la policía, en un régimen de aislamiento, sin periódicos, radio ni comunicación alguna con el exterior, sin salidas a las horas de paseo, lo que tuvo el raro efecto de devolverle, cuando terminó su periodo de instrucción, a un mundo distinto y ajeno, en el que habían sucedido cosas de las que los reclutas nada sabían, como el asesinato de Kennedy y el descubrimiento del virus responsable de un trastorno neurológico que hasta entonces se atribuía a una deficiencia proteínica.

 El día que Ariel salió a la calle, después de cumplido su período de instrucción militar, descubrió que algo había cambiado en el exterior. La misma sensación que tienen los huéspedes de un establecimiento carcelario cuando salen a la calle por primera vez, después de cumplida su condena.

El  día que lo licenciaron, Ariel fué al cine con un colega. Proyectaban 'La Noche de la Iguana', y las imágenes de Ava Gardner bañándose en la nocturnidad del Pacífico, asediada por dos mulatos que tenía a su personal servicio, blandiendo sus maracas en medio del sopor tropical, junto a un paisaje de palmeras, orquídeas, mosquitos y zancudos, observada por un Richard Burton inmerso en los vapores del tequila y el meztcal, se le grabaron en la memoria de modo permanente, sepultando, de paso, la mediocre experiencia de su tránsito por la vida militar obligatoria."

Lo dejo. Es hora de bajar a por tabaco al kiosco.

Un saludo cibernauta.

En fin. Ariel.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 10 01 20.

miércoles, 20 de noviembre de 2019

ESPLENDOR

"Matices ocres, bermellones, verdes atravesados de trazos amarillos, fresnos de hojas brillantes,

luminosas, antes de su caída. Las montañas azules, la lejanía gris y las mínimas gotas de lluvia

haciendo música sobre los lucernarios, ponen el contrapunto al crepitar de leños --sustancia púrpura

que levita en el aire-- dentro, en la chimenea.

Otra vez el otoño, con su viejo esplendor, que nos recuerda a todos que somos el otoño, células que

se oxidan, cabellos que se pierden y fragmentos de tiempo que escapa entre los dedos, como el agua

de lluvia. Púrpuras y dorados de sueños en color.

Siempre es otoño en nuestra frágil envoltura humana, ya desde el primer grito comienza esa estación

en nuestro breve viaje. Esa caducidad nos humaniza y educa, poco a poco, nuestro experto sentido de

la contemplación y ese pájaro mítico que renace de nuevo de la brasa escarlata, es también el otoño,

volando por encima de nuestra fragilidad.

Otoño esplendoroso, de rojos y de oros, de nubes detonantes, de furtivos amantes...

Hace ya veinte años que percibo el otoño, que soy yo mismo otoño y esa asombrosa fiesta de sombras y colores

me sigue emocionando.

Su esplendor decadente se infiltra entre mi piel: los fresnos amarillos y los rojizos páramos ocultan

su esplendor en el mínimo núcleo de una gota de lluvia que resbala del tejado, iluminada por el sol,

al declinar la tarde."

(De mis papeles viejos) Octubre de 2000.

Un saludo cibernauta.

En fin. Esplendor.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 20 11 19.

viernes, 15 de noviembre de 2019

LA HISTORIA DE MONSEÑOR CONTADA POR EL MISMO

"Espero que no se enfade Félix de Azúa, --es ese su nombre?-- por la paráfrasis usada para desmentir al imbécil que me obliga a sentarme al teclado para desmontar la sarta de mentiras con que ha enredado la inverosímil farsa en la que aparezco. Se que soy yo, aunque no se menciona mi nombre, porque le ví tomando notas en aquella ocasión en que tomé una copa de Hennesy con Marcia.

Para empezar, mi acercamiento a la Obra no se produjo en la secretaría de San Juan del Hospital, sino en un colegio mayor de Heliópolis. Entonces yo era un estudiante de económicas y un compañero de la Obra infiltrado nos invitó a unos cuantos a merendar en un lugar del que no sabíamos nada.

Cuando estuvieron sobre la mesa las bandejas con los dulces, alguien puso en marcha un magnetófono y se escuchó la voz de Escrivá de Balaguer, que me sobrecogió, porque no tenía la menor idea de donde me metía. Cuando me repuse de la sorpresa, pensé, bueno, pues me como la merienda, luego me largo y ya está.

Cuando terminó el parlamento, alguien repartió unos llaveros de una firma local, propietaria de unos grandes almacenes y eso fué todo.

Ya en la calle, pillamos entre dos o tres al tipo que nos había preparado la encerrona y le partimos la cara. Veinte años después lo he visto por ahí con un inhalador del que, al parecer, no se desprende nunca, pues su tabique nasal quedó un poco averiado.

No fué mi estancia en el Colegio Mayor, ni mi asistencia a aquel acto, lo que propició mi adhesión a ese grupo elitista sino el reconocimiento, una vez lograda la licenciatura, de que nada conseguiría en mi trayectoria profesional si no me integraba en algún colectivo con influencia social, y por aquel entonces, había que optar entre los partidos politicos clandestinos y esa organización de un poder económico y religioso dominante.

Los partidos, aunque estaba próxima su legalización, estarían sometidos a los vaivenes de la coyuntura, mientras que la Obra tenía el atractivo de la permanencia en cualquier situación. Al pincipio, antes de integrarme en la Organización, estuve trabajando con algunos de sus miembros numerarios, como consultor financiero.

En aquella época pre democrática era muy común que los profesionales y técnicos, al margen de sus creencias, se aproximaran a la Obra para beneficiarse de su influencia política, y no era raro ver sobre sus mesas los símbolos que identificaban esa afinidad, a veces solo exhibidos con la prosaica intención de obtener contratos.

Después de cinco años haciendo de primo con aquellos negreros, tuve la oportunidad de intervenir en una operación que dejó pingües beneficios a la Obra, sin que nada trascendiera a la opinión pública, lo que aumentó mi prestigio y propició la visita de un alto cargo del Vaticano, quien visitó la sede de San Juan del Hospital, en Heliópolis, solo para conocerme.

Aquella entrevista marcó mi futuro en los años siguientes, pues, aquel romano que llevaba mas de sesenta años en las instituciones de la iglesia, me convenció para que dejara las ambiciones materiales que me habían motivado hasta entones, y, después de una prolongada estancia en un monasterio, una larguísima reflexión de conciencia y silencio, viajara hasta latinoamérica, me acercara a la Teología de la Liberación, y me dedicara a los pobres a los que había desplumado durante mi estancia en el Opus Dei."

(Otro relato de ficción, de mis papeles viejos,no sé de que fecha)

Un saludo cibernauta.

En fin. La Historia de Monseñor, contada por el mismo.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 15 11 19.

lunes, 21 de octubre de 2019

EPITAFIO

"No la queméis aún
que está muy guapa

no la queméis aún
esperad tres, cuatro días

traédle flores, frutos,
perfumes que disipen el olor de la muerte

traédle a su gato
enterrado hace años bajo el pino de Estenas

No la queméis aún
no es mi mujer
no comparto esa expresión posesiva
es la mujer de mi vida

No la queméis aún
que está muy guapa

La serenidad de su rostro
de su voz
han crecido con los años
como raíces de un ficus centenario

No la queméis aún
que está muy guapa

esperad tres, cuatro días
que me acostumbre al olor de la muerte
después de haber compartido tanta vida

Tantas cosas hermosas
tanto sol, tanta naturaleza
en tantos lugares
descubiertos en común

No la queméis aún
que está muy guapa

Esperad tres, cuatro días
quemádme a mí con ella
después de tanta vida juntos
no sabría que hacer con su ausencia

Sí, no la queméis aún
hasta que este epitafio
figure en nuestras cenizas
juntas, inseparables, para siempre."

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN)  21 10 19.

domingo, 9 de febrero de 2014

VAMPIROS

"Enriqueta separó sus muslos, yo hundí mi cabeza entre ellos y mi lengua húmeda comenzó a descubrir el desconocido paisaje de su vulva con una minuciosidad demorada".

 "Todo comenzó con una llave. Los vecinos de Enriqueta, que guardaban una segunda llave de su piso, abandonaron el inmueble, y ella sugirió que la custodiara yo, por si extraviaba la suya y se veía en la necesidaad de utilizarla para entrar a su casa. Yo le dije una ocurrencia, sin pensar, ¿y si irrumpo en tu lecho a las tres de la madrugada?. Ella no contestó.

Enriqueta no se llamaba así. Se cambió de nombre cuando vino de Transilvania, en un cajón de madera con la tapa asegurada con clavos de oro. Hizo que lo cerraran así, porque, conocedora como era de la codicia de los hombres, después de siglos de convivir con ellos en su vida de muerta, sabía que al llegar a destino alguien robaría ese oro, quedando ella liberada de su encierro, como así sucedió.
(...)
A su llegada de Centroeuropa, Enriqueta alquiló un ático luminoso en un barrio periférico de Heliópolis, dispuesta a pasar en un ambiente tranquilo los últimos siglos de su viudez inconsolable, pues hace ya trescientos años que perdió a su mejor amante y no ha conseguido encontrar otro, ni en el mundo vampírico, ni en el otro, que alcance ni siquiera la décima parte de hombre que fue su príncipe. 

Lo de la fotofobia que se atribuye a quienes habitan el mundo vampírico es un puro tópico, apenas es una molestia que se puede soportar con unas buenas gafas de sol. La prueba de lo que digo, la obtuve, noche tras noche, cuando, a causa de la contaminación de mi saliva con la esencia de esa mujer cuando yacimos juntos, me desperté de madrugada con la necesidad imperiosa de salir volando por la ventana. 

Ni se imaginan el tráfico aéreo que hay a esas horas en los cielos de Heliópolis, y casi todos son centroeuropeos, si. Les he preguntado si no les molesta la luz mediterránea, como es que no se han radicado en lugares mas al norte, y casi todos han coincidido en las respuestas. 

Como de día descansan en sus lechos, la luz no les molesta para nada y, ¿donde iban a encontrar poblaciones mas fogosas, mas dispuestas para el amor que en los países sureños?. Han venido con una misión, dicen, ganar para su causa a los ciudadanos anónimos que a su juicio merezcan ser elegidos entre los que ahora parecen algo entristecidos, yacer con ellos y mostrarles las ventajas de la inmortalidad, para que dejen de preocuparse por las cosas terrenales que, según ellos, son minucias, al lado de una vida eterna enriquecida por la sabiduría que da la experiencia de los siglos.

Con la llegada del alba, ese ejército volador desaparece, todo vuelve a la normalidad y nadie tiene constancia de que exista esa población nocturna, que ejerce un modo de vida alternativo, la nocturnidad, como en el París de los años locos, salvo los pocos afortunados, o no, a quienes ellos seleccionan cuidadosamente....." 

(Encontré este texto en un libro en rústica al que faltaban las hojas del principio y el final, encima de un contenedor. No se el nombre del autor, el título, el editor, ni la fecha de publicación. Se trata, pues, al menos para mí, de un autor anónimo, como otros de obras de las que se desconoce la autoría, o se discute por los expertos quien lo escribió realmente. Si alguien tiene alguna idea del origen de este texto inacabado, por favor, que lo aclare vía comentarios, de modo anónimo, por supuesto).

En fin. Vampiros.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 9-02-14.

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