jueves, 2 de enero de 2020

TIEMPOS CONVULSOS

"He bajado al Maravillas alrededor de las siete y media. Después de tomar una infusión de manzanilla doble, un ron quemado y un cortado descafeínado de máquina, corto de café, me he despedido de la clientela y me he dirigido al Bar Toribio, a reservar mesa para cuatro para la cena de mañana viernes, pues Lola y Antoni vendrán a cenar con nosotros y luego a jugar unas partidas al Rummy, que ganará Antoni, como siempre.

Antes de continuar quiero aclarar que el titulo de la página de hoy no alude a las manifestaciones de Hongkong, un millón de personas defendiendo sus libertades en las calles, a los bombardeos con víctimas civiles en Siria y por ahí, a los muertos de las pateras que surcan el Mediterráneo, a los conflictos en América latina, con las fuezas del orden disparando contra la población con fuego real, a la decepción de la conferencia sobre el cambio climático de Madrid, y demás tragedias, como los asesinatos domésticos de por aquí, de eso ya se ocupan los medios de comunicación, con mayor o menor rigor, sino que va a ir de arte, concretamente, de la muestra que se exhibe en el Ivam, con el título 'Tiempos Convulsos: Historias y microhistorias en la colección del Ivam'.

Como se desprende de ese subtítulo, se trata de obras que pertenecen a los fondos permanentes del museo y, por tanto, ya las conocíamos en nuestra visita del domingo, pero el modo en que están expuestas permite que las tome como pretexto para esta página:

Según el folleto que tengo sobre la mesa, Jacques Lipchitz y Julio González utilizaron los mitos procedentes del mundo clásico y la tradición judeocristiana como alegorías que explicasen las imposiciones ideológicas y los conflictos armados surgidos durante las primeras décadas del siglo XX (Violencia y Poder).

A esa etapa histórica pertenecen las obras del Equipo Crónica que se pueden visitar en otras salas del museo.
 
Tamién está pesente en el folleto Duchamp y el mundo de los objetos, aunque no aparece la foto del urinario que expuso en París y le granjeó la enemistad de sus contemporáneos. Por cierto, instalé un urinario, como el de Duchamp, en el baño pequeño de casa, pero he dejado de usarlo, porque me meaba fuera, ahora me siento en la taza del wc, es mas seguro que dejar mi orín en manos del azar.

El pasado domingo, aunque solo dedicamos media hora a visitar esta exposición de la que les hablo, en la que habían paredes enteras de algunas salas llenas de fotografías, proyecciones y grabados en otras salas, me traje el folleto para poder hacer esta mini crónica, que voy a dar por terminada, porque mi mujer me llama para ir a Mercadona. La nevera, despué de los excesos navideños, está vacía, y hay que ir a reponer las faltas."

Un saludo cibernauta.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN 2 01 20.

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