jueves, 16 de enero de 2020

ARIEL II

"Cuando Ariel comenzó a trabajar en lo que luego sería un grupo empresarial con ramificaciones diversas y una facturación anual de diez mil millones de las antiguas pesetas, lo hizo en una vieja y amortizada empresa familiar, situada en el barrio portuario, que, pese a su vetustez, exportaba vino por millones de hectólitros a los mercados consumidores, controlados por un par de monopolios desde París. la Compañia del Niger, antigua firma colonial, importaba desde Dahomey vino tinto de Uiel Requena, envasado en garrafas, cuya calidad no importaba demasiado a los consumidores finales quienes valoraban, sobre todo, del producto final, el cristal, que utilizaban para guardar el grano de la cosecha, aunque, por supuesto, el vino se lo bebían.

 El grupo empresarial se gestó, sobre todo, debido a un sistema imperante entonces --era la época del comercio intervenido, con licencias y diversas barreras-- mediante el cual cada exportador ponía en el precio de cada unidad una cantidad que se depositaba en una cuenta bloqueada por el ministerio de comercio. Ese depósito obligatorio tenía dos funciones, desanimar a los exportadores ajenos al oligopolio y constituir un fondo para reestructurar el sector con vistas a la futura entrada en el mercado comunitario europeo.

Gracias a ese mecanismo financiero, se construyó una bodega de nueva planta, que hoy es un museo de gran valor arquitectónico, con capacidad para exportar un millón de hectólitros y una capacidad de almacenamiento de sesenta millones de litros. Así como la cultura del vino es hoy la expresión de la producción limitada a la garantía de calidad, entonces primaba la cantidad, hasta el punto de que se enviaban a una bodega participada en Las Palmas, barcos enteros de tinto a granel, al que se añadían en Las Palmas los aromas y el carbónico, siguiendo luego viaje blup-blup al puerto de Bremen, donde los alemanes lo envasaban en garrafas de medio galón, invadiendo sus grandes superficies con la sangría de España. Esta compleja operación se hacía, porque en la península estaba prohibida la exportación de sangría a granel, mientras que en Canarias se permitía.

 El presidente de la firma familiar, luego lo fué del grupo constituído por una sociedad matriz, la titular de la nueva bodega, dos firmas antiguas y varias sociedades participadas, una concentradora de mosto, una explotación vitivinícola y una distribuidora de tractores rusos, eslabón necesario para que los soviéticos pagaran con el producto de la venta de sus tractores en el mercado nacional, el medio millón de hectólitros que se enviaba a la Urss cada año.

 Cuando Ariel comenzó a trabajar en ese grupo empresarial las acciones estaban en manos de exportadores locales. El presidente comenzó a comprar acciones a sus colegas para cederlas, de tapadillo, a un grupo vasco, controlado por el Banco de Bilbao. Como resultado de esta operación, el presidente de la vieja reliquia del barrio portuario, se constituyó como accionista del Banco de Bilbao y detentó la presidencia del nuevo grupo empresarial durante los siguientes veinte años, hasta que, prácticamente a la fuerza, le obligaron a meter sus bártulos en una caja de cartón y a dejar la presidencia.

 Esa etapa de renovación del comercio del vino desde el puerto de aquí, coincidió con la crisis de salud más grave que sufrió Ariel en su, a partir de entonces, recurrente historial de inestabilidad emocional. Ariel estudiaba en la Facultad, atendía un horario de trabajo de ocho horas, impartía clases de contabilidad en una escuela de formación empresarial, los veranos se trasladaba a Galicia, donde impartía unos cursos de economía social, hasta que, tanta hiperactividad se tradujo en una crisis de su sistema nervioso, que tuvo que ser atendida con fármacos en vena, durante un tratamiento psiquiátrico en su propia casa durante dos neses, al término de los cuales, su médico de confianza, Agustín, le diagnosticó bipolaridad.

Durante esa crisis, Ariel se compró una guitarra y comenzó a cantar coplillas a los directores de banco que frecuentaba por su condición de director financiero del grupo exportador. Después del tratamiento antipsicótico que recibió, recuperó la cordura, pero ya no volvió a ser el mismo. Después de seis meses en los que permaneció en una filial del grupo, mientras el presidente y el director general decidían que hacer con el --el director quería echarlo, el presidente, tal vez porque su mujer también era bipolar, decidió conservarlo en plantilla, aunque en un puesto de menor responsabilidad.-- Cuando estuvo en plena crisis, Ariel llegó a salir en la prensa local, pues por entonces se celebró un referéndum en el que había que votar, sí, o no, y Ariel se dirigió al delegado del gobierno, porque quería votar, si, pero."

 Lo dejo, mi mujer me llama, en la primera cadena empieza el programa de Maxim y nunca me lo pierdo.

 Un saludo cibernauta.

En fin. Ariel II

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 16 01 20.

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