lunes, 14 de octubre de 2019

OCTUBRE...

"Al parecer, quince días después de iniciado, según el calendario, el mes de Octubre, un tren de borrascas que entra por el Oeste se acercará a este enclave privilegiado en lo geográfico --ya está bien de quejarme de lo autonómico-- que es la ciudad de Valencia, aunque a mí, la verdad. no me asustan esas predicciones.

Nuestro actual clima, tan denostado por Gretha, la mascota de grupos inversores que apuestan por el cambio, mientras otros invierten en el continuísmo y unos y otros nos marean con lo que nos conviene a todos, estimo que ese cambio nos ofrece, al menos por aquí, unas ventajas económicas inmediatas, que se pueden resumir en lo que vi ayer en mi paseo por la ciudad.

Miles de guiris, vestidos con calzón corto y tocados con sombrero, paseaban con un aire feliz por las calles y plazas de la ciudad, algunos en formación militar tras sus guías turísticos, en particular por el mercado que han puesto en Serranos, haciendo que fuera prácticamente imposible acceder a una mesa libre en las terrazas de los bares.

Por suerte pillamos una frente a las Torres de Serranos y nos gratificamos con unas cervezas de grifo Estrella de Galicia y unas papas, por solo 4,50E.

No es el clima local el único factor que explica el aumento de la afluencia turística por aquí, sino, como explicaba el señor Meliá en una entrevista de ayer en 'Levante', los precios de nuestros hoteles, la mitad que en otros países europeos, aunque el señor Meliá no se extendió en explicar los salarios que paga, pero, dejemos la hostelería, el turismo y vamos al núcleo de la cuestión, Octubre...

Durante mi infancia y primera juventud los meses de Octubre eran tan torrencialmente lluviosos por aquí que los chavales nos refugiábamos en los cines de barrio, viendo pelis del Oeste, porque nuestras casas no estaban del todo acondicionadas para soportar aquel clima extremo.

La máxima expresión de aquello fué la riada del 57, que se llevó por delante las vidas de centenares de chabolistas que habían instalado sus precarios habitáculos en el mismo muro del Turia. La reparación de aquella catástrofe cambió la fisonomía de la ciudad y hoy el cauce del Turia es un jardin, pero, si te acercas al muro, aún están visibles las huellas de aquella 'riuá' que se llevó la vida de los más débiles, los mas desamparados, los más pobres, aunque, en menor medida, la de los demás.

Es cierto que la prolongación de este verano tan excepcional, aunque da beneficios al sector turístico parece la expresión de un cambio que, a medio y largo plazo, no sabemos en que va a consistir, por el ruido que meten unos y otros grupos interesados en este asunto, pero el cambio que yo observo, de momento, es el escaso impacto por aqui de las perturbaciones que entran por el Oeste, algo que me recuerda las tardes de mi infancia en los cines del barrio, viendo esas pelis de John Waine, en las que los conflictos entre Sioux y Confederados, me sugieren ahora los enfrentamientos entre centralistas y federalistas que pone cada día la tele.

Octubre, tiene, también, otros aspectos más líricos en mi memoria, como cuando estuvimos con Esther y Jose, en Calles, en un día plenamente otoñal, en el que el cromatismo de las choperas parecía un cuadro de Monet, o años más tarde, cuando Mónica nos llevó a Escaleruela y las hojas de los árboles se derramaban sobre nuestros hombros como una lluvia de confeti, y, mucho antes, en la comarca de Albarracín, en nuestros largos paseos otoñales por las riberas del Guadalaviar.

Vale, basta de lirismos, he de ir a la cocina a guisar las carrilladas para comer mañana, ya tengo la carne, la cebolla, los ajos, la carlota, el tomillo, el vino y me parece más interesante dedicarme al ahora, que seguir con las enfermizas nostalgias de Octubre, que ya sucedieron y, en alguna medida, no parece que puedan repetirse, como los efectos aquí de los trenes de borrascas que entran por el Oeste."

Un saludo cibernauta.

En fin. Octubre...

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 14 10 19.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios