"Releyendo la última página publicada en este blog ha venido a mi memoria no muy cercana otro viaje con Encarna la mujer de mi vida y un par de amigos con motivo de otro despido de un trabajo temporal aquella vez la finalización de un contrato de cuatro años.
Como se puede ver, el primer párrafo de esta historia verdadera ha sido escrito al estilo del Ulisses de James Joyce, sin puntos, comas, ni otro añadido gramatical, en mi caso, ha sido sin querer, es que me acabo de levantar y aún no me he espabilado....
Como iba diciendo, hace unas décadas yo trabajé como economista en una empresa local del polígono Vara de Quart, dedicada a instalaciones semafóricas, con siete físicos en plantilla. Al ser participada por otra empresa madrileña, Sice, creo recordar, a su vez participada por algo de Florentino, el del Real Madrid y teniendo entre su gente a un ex ministro socialista que salía mucho por la tele, lo cierto es que los de Madrid echaron a los físicos a la calle, pero me conservaron a mi en la plantilla...
Decía que, al cabo de cuatro años, cuando venció mi contrato, me despedí, y les dí muchas prisas para que vinieran a echarme, ellos, extrañados de mis prisas, mandaron a un propio porque pensaron que yo me había quedado con pasta de la empresa y cuando comprobaron que todo estaba en orden, me indemnizaron y a la puta calle, que era lo que yo estaba deseando pues tenía planificado el viaje a Lisboa...
Ese viaje lo hicimos en un cochazo, un haiga, como se decía antes, que aportaron Jóse y Esther, porque se lo había prestado su yerno, y allá que nos fuímos, parando en Extremadura, antes de entrar en el atasco del puente no sé cuantos de abril, petado porque había una competición deportiva en Lisboa de nivel internacional...
Aún recuerdo las ruínas de la catedral, no recuperada del todo de aquel terrible seísmo que sufrió la ciudad, y casi todos los edificios de Lisboa con carteles que anunciaban fondos de la Uníon Europea para su reconstrucción...
También recuerdo las recurrentes discusiones con José Luís, el quería subir al tranvía, yo prefería ir al panteón, o subir en ascensor, en lugar de pasear por Alfama....como también recuerdo las cagaleras que me dió el bacalao dourado, una brandada que me sentó mal...me tuvo una mañana entera sin poder salir del baño en el hotel...
Todavía conservo en casa alguna hermosa cerámica comprada por allí y en mi cabeza el recuerdo de las mujeres portuguesas, vestidas de negro, arrodilladas en las plazas de otras ciudades, arreglando el pavimento, y la cerveza que tomamos en la Plaza del Rossío, en el mismo lugar desde el que un famoso escritor portugués culminó una gran obra literaria, y no es el que luego emigró a España...
Lo dejo, veo entrar el sol por la ventana, le voy a proponer a Encarna que bajemos a dar el paseíto matinal y, quien sabe, hasta una cerveza en el chino..."
Chao, pibes.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 31 03 2021