domingo, 2 de septiembre de 2018

LA ROTONDA DE LOS BAOBABS

"Ayer, inmerso en el sopor de la tarde, mientras paseaba hacia ninguna parte, fijé mi atención en la rotonda de los baobabs, espléndida en su monumental muestra vegetal y pensé en escribir hoy algo sobre ella. Tal vez, poner nombres a cada uno de sus árboles, titulos y autores de libros que marcaron mis lecturas de juventud. No sé.

El árbol más robusto estaría bien nombrarlo como el Ulises, de Joyce, ese paseo por Dublín de su protagonista, cuyo nombre no recuerdo ahora, con un riñón de cerdo en el bolsillo, que se prolonga durante ochocientas páginas.

El baobab más grácil habría que dedicarlo, como no, a Saint-Exuperi, el autor de El Principito, una lectura juvenil que, sin embargo, hice más tardiamente.

En cuanto al árbol alrededor del cual se aprecian restos orgánicos de algunas defecaciones, estaría bien hacer que evocara El Rodaballo, de Günter Grass, y la cagada colectiva de la horda pre neólitica que aparece en el libro, tutelada por el haya tritetuda.

La Historia de los Hechos Económicos Contemporáneos, aunque la intención de su autor, que no es Maurice Nivó, sino  Pierre Vilar, aunque lo diga Wikipedia que solo se refiere a Nivó, cuando hay más de un libro con ese título, no fuera literaria, tuvo para mí una gran utilidad, al proporcionarme un contexto histórico de la política y la economía que me ayudó a comprender el entorno político social de otros tiempos y reconocer las circunstancias que perduran con el paso de los siglos, como el 'turnismo', ahora gobierno yo, y después tú, para que todo parezca diferente y como dijo aquel 'todo siga igual'. Este libro,  por la consistencia de su contenido, merece el segundo baobab más grande de la rotonda.

En el árbol situado en la posición más sureña de la rotonda, aunque el libro releído estas vacaciones, me hace dudar de la calificación que le dí, pieza esencial de la literatura contemporánea, el carácter sureño de su autor, John Kennedy Tool, cuya obra La Conjura de los Necios se publicó de forma póstuma, así como los paisajes urbanos de Nueva Orleáns que describe, parecen encajar en esa ubicación.

Un pájaro posado en las ramas del baobab más escondido de la rotonda, acierta a volar hacia Levante cuando paso por allí, por lo que me sugiere que nombre el árbol donde anida como Juan Salvador Gaviota, en homenaje a Richard Bach.

Son tantos los libros leídos y olvidados, que recurro al que tengo descansando cada noche en el tablero del ordenador, por las limitaciones de mi memoria respecto a otras fuentes, aunque quizás, lo de Juan Salvador Gaviota habría podido ser Los Santos Inocentes, de Delibes, por lo de 'milana bonita'.

Abro al azar la selección poética de Vicente Aleixandre, antes de decidir su ubicación:

MEMORIA (pág. 24)

Valle de ausencias claro/ frescor de nube presto/ presencia dan a un vivo/ paisaje descubierto.

La soledad en él/ húmeda, me hace, quieto,/ quedarme suspendido/ sobre el caudal del tiempo.

La tarde ha ido sesgando/ de luces el espejo,/ en que verán mis ojos/ jugarse en el silencio/ la tenue y dulce farsa/ de masas: tu reflejo.

Asir así el paisaje/ precario de tu cuerpo/ sobre la base grata,/ fluida del espejo./ Y miras en la margen/ tus manos con el gesto/ brumoso en la huída/ hurtarse a mí sediento."

Está claro, ya no quedan baobabs para Aleixandre, de modo que lo dejaré flotando, como una nube, por encima de los árboles de la rotonda.

En fin. La Rotonda de los Baobabs.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 2 09 18.

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