..."Me pidió que imaginara a una chica que había sido apuñalada. Le pregunté con que tipo de arma la habían herido y respondió que probablemente con un cuchillo de cocina. De la marca John Lewis. No lo dijo, pero fué lo que imaginé. Enonces me pidió que supusiera que la chica había sido apuñalada tres o cuatro veces, justo debajo del esternon. Pim, pam, pim, pam. Todo muy feo, pero sin seccionar ninguna arteria.
Hablaba en voz baja y sin grandes aspavientos, porque la gente estaba comiendo y ella sabe comportarse. De repente, mientras yo imaginaba las heridas, me preguntó cuanto tardaría la chica en morir desangrada.
Por cierto, se me ha olvidado mencionar que fui enfermera durante muchos años. Sin esa información, me doy cuenta de que nada de esto tendría mucho sentido para vosotros. Elizabeth debió de enterarse de alguna manera, porque ella siempre lo sabe todo. Por eso me estaba haciendo esas preguntas. Supongo que, si no os lo hubiera dicho, no entenderías muy bien a que venían. Pero os prometo que pronto le pillaré el truco a esto de escribir sobre estas cosas.
Recuerdo que me llevé la mano a la barbilla y me di un par de golpecitos en los labios con los dedos antes de responder como hacen a veces en televisión los entrevistados. Es un gesto de persona lista. Probadlo y veréis. Entonces le pregunté cuanto pesaba la chica.
Elizabeth encontró el dato en la carpeta, lo señaló con el dedo y lo leyó en voz alta: cuarenta y seis kilos. Las dos nos quedamos igual que antes, porque no sabemos nada de kilos ni de centímetros. A nosotras, que somos británicas, nos tienen que hablar en libras y en pulgadas. Por un momento pensé que serían veintitrés libras, porque me sonaba algo de que una cosa era el doble de la otra, pero enseguida caí en la cuenta de que no podía ser. Solo una niña pesaría veintitrés libras.
Elizabeth confirmó mi impresión, porque tenía una fotografía del cadáver en la carpeta y vimos que no era el de una niña. Mientras yo miraba la carpeta, ella se volvió para dirigirse al resto de la sala..."
Y hasta aquí llego, si quieren saber más compren el libro, escrito por un tal Richard Osman, a quien no tengo el gusto..mañana, domingo, no pienso añadir nada más al blog, por eso, ahora les cuento como fué nuestra excursión de ayer con Lola y Antoni a Port Sa Playa...las bravas bien, las clóchinas mejorables aunque el caldito estaba bueno y creo que perdí el monedero ¿en el coche de Lola? no sé, Encarna, la mujer de mi vida, dice que va a poner un mensaje preguntando, si dicen que no, cuando salgamos de paseo, me compro otro...
Un saludo a quienes se acercan por aquí, hoy no sé cuántos ni de donde, porque no lo he mirado....
Chao, pibes.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 8 05 2021
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