miércoles, 28 de marzo de 2018

EL CACHIRULO

"Cachirulo, cometa, milocha, milotxa, es el nombre, según los gustos lingüisticos de cada uno, que se le da por aquí a ese artilugio construído con papel, que vuela suspendido de un hilo, impulsado por el viento.

Lo traigo hoy aquí porque he pasado por el Maravillas, después de someterme en el ambulatorio a la extracción de una muestra de sangre con éxito a la segunda, y me ha sorprendido leer en un página de 'Levante', sobre la barra del bar, una noticia algo extravagante sobre cachirulos.

Estamos en plena temporada para ver volar estos artilugios, algunos de forma exagonal, otros triangular, tanta es la afición que hay aquí a volarlos que una vez al año se celebra un concurso de vuelo, al que acuden verdaderos maestros del ramo, exhibiendo cometas de formas y tamaños poco habituales.

Un acto que se celebra en la playa de la Malva Rosa, con gran afluencia de público. Ahora no son fechas para eso, por lo que me ha sorprendido leer en 'Levante' que tres o más aviones comerciales han quedado varados dando vueltas en el cielo del aeropuerto, porque la presencia de cachirulos en el cielo les ha impedido aterrizar a su hora.

El cachirulo es un objeto vinculado a mi memoria infantil, por eso, cuando ayer, en el Aula de Teatro, el profesor nos pidió improvisar en escena sobre nuestros recuerdos infantiles, como me tocó el último, y ese asunto ya había sido rememorado, cambié de concepto y de escenario.

Volví a algo que últimamente se repite en mi memoria, la sentencia de Heráclito, no te puedes bañar dos veces en el mismo río, o lo que viene a ser, ningún acontecimiento se repite exactamente igual, porque, en el intervalo, algo ha cambiado.

Para ilustrar esa sentencia, recurrí a mi memoria viajera.

Hace unas décadas, repetí, dos años seguidos, un viaje a la Coruña, con una estancia veraniega de quince días cada vez, lo hice en el mismo medio de transporte, por la misma ruta, en ambas experiencias degusté la merluza de Alfredín, los percebes de Malpica, y comprobé que, por entonces, ningún hostelero coruñés ofrecía marisco a la plancha, todo era cocido en la misma barca que lo pescaba.

Si no el mismo río, visité las mismas rías, las mismas playas, los mismos paisajes. Sin embargo, en uno de los dos viajes, sucedió algo que confirma la sentencia de Heráclito.

Aquellos dos viajes, idénticos, los hicimos en un medio ferroviario que ya no existe, el Auto Tren, consistente en un convoy con un vagón especial en cuyo altillo estacionábamos el coche que luego usaríamos en nuestro destino.

En uno de esos dos viajes, ya cerca de la Coruña, unos chavales se divertían tirando piedras al tren desde una pasarela elevada sobre las vías. Cuando llegamos a destino, los cristales del coche aparecieron destrozados a pedradas, no solo el nuestro sufrió daños, también el Mercedes situado a su lado en el vagón.

La cosa no tuvo mayores consecuencias, el chófer del Mercedes nos acompañó a un taller donde repusieron las lunas por cuenta del seguro de Renfe."

Entonces no fuí consciente de lo que había pasado, fué años después cuando lo entendí: 'No te puedes bañar dos veces en el mismo río..".No vueles el cachirulo en el cielo del aeropuerto, tampoco tires piedras a las coches desde una pasarela elevada.

En fin. El cachirulo.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 28 03 18.

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