miércoles, 27 de febrero de 2019

LA DESPEDIDA

"Mis expectativas sobre la visita a la consulta de la doctora Palop han resultado algo ingénuas. Yo esperaba que redujera a la mitad el número de pastillitas, mágicas o no, que estoy tomando desde hace un mes. La toma de carbonato de litio, desde hace décadas, un buen estabilizador del ánimo, me está jodiendo el riñón. Por eso, la doctora ha iniciado un proceso de sustitución por otro producto que se elimina por el hígado --o sea, primero me joden el riñón, y ahora el hígado-- aunque de momento, he de seguir con las dos cosas de modo simultáneo.

Sucede que la última analítica ha demostrado que el efecto de las pastillitas sustituyentes es aún bajo, y habré de seguir, al menos, durante un mes, con el tratamiento doble, antes de eliminar el litio de modo definitivo.

Juro que no pensaba iniciar la página con esta mierda medicamentosa, no he podido evitarlo. La razón de haber comenzado así esta despedida, es que no tengo claro que en la maleta pequeña quepan todas las cajas con las putas pastillas, el desinfectante para la prótesis superior y el pegamento para que no se caiga después de la chapuza que hicieron con ella en el dentista.

O sea, que nos vamos a Mojácar, en unos días, a recorrer la costa andaluza y recordar los sabores de las tortitas de camarón, los flamenquines, el rabo de toro con chocolate, esas cosas. Aunque nos vamos, en principio, el lunes, dado el estado de mi ánimo, algo bajo, he decidido despedirme ya, porque dudo que añada alguna cosa al blog antes de partir, y como no tengo portátil, es probable que no siga con esto hasta la vuelta, en la que, como siempre, publicaré la crónica del viaje. En el supuesto de que volvamos sanos y salvos de un viaje que siempre es una aventura incierta.

Las despedidas, de la familia, los amigos, en este caso, los usuarios del blog, son algo tristes, por la incertidumbre que acompaña el supuesto regreso. Un ejemplo. Ayer me vestí con el traje de rayas diplomáticas para interpretar el papel de Jan, en la obra El Malentendido, de Camus. Ustedes ya conocen la historia, pero la repetiré. Jan regresa desde la luminosa Argelia a un lugar oscuro de Francia, para reencontrarse, de incógnito, después de veinte años, con su madre y hermana a las que abondonó siendo un muchacho. Ambas mujeres, que regentan una pensión, se dedican a envenerar a sus huéspedes para quedarse con su dinero, con la ilusión de vivir un día en un lugar luminoso bañado por el mar.

No repetiré el desenlace, solo me interesa de esta trama la incertidumbre que suele acompañar cualquier plan de viaje. Lo vemos cada día en la tele, un conductor de bus borracho que se estrella, un derrumbe de tierra que cae sobre un coche y su conductor. Sin embargo, pese a lo que diga la tele, nuestra ya dilatada experiencia viajera ha sido satisfactoria y si alguna vez hemos sufrido algún contratiempo, lo hemos olvidado.

Viajar es salir de lo cotidiano, de lo repetitivo, de cierta sensación de tedio cuando tu ánimo no va bien, y si, encima viajas junto a una pareja de amigos de toda la vida, Lola y Antoni, aunque sea solo una semana, la perspectiva no puede ser mas emocionante.

Estoy emocionado, sí, aunque no por eso desconozco que todos estamos en manos del azar, solo aspiro a que ese azar nos depare solo cosas buenas, a nosotros los viajeros, y a ustedes, los que se quedan pegados al ordenador, ¡salgan, vamos!"

Un saludo cibernauta a los muchos usuarios que visitan estas páginas, ahora más escasas.

Chao, pibas y pibes.

En fin. La Despedida

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 27 02 19.

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