"He pasado por el Maravas, a la vuelta del Hospital Peset, donde me he sometido a una extracción de sangre
para una analítica, la labor de las enfermeras ha sido perfecta, pero el frío que he pasado a las siete y media esperando el autobús ha sido más intenso que en cualquier otro día del pasado invierno?.
Mientras tomaba un cortado largo de café para reconfortarme porque estaba en ayunas, he dado un vistazo a 'Levante', buscando, inutilmente, el tema para la entrada de hoy. Como no lo he encontrado, me lo invento.
Elegir un objeto de bisutería para regalar a alguien querido, no es difícil, sea algo de malaquita, que garantiza un
verde extraordinario, o algo de color púrpura, lo haces con la sensación de que el objeto elegido conservará su forma y su color, prácticamente durante toda su vida útil.
Algo más complicado es elegir a quienes te han de representar en la vida pública durante una legislatura. Ellos suelen cambiar de color según las circunstancias a lo largo de su mandato y, en general, no son conscientes de que están ahí
para servirte, sino que se sirven de los votos recibidos, según la conveniencia de solo un segmento de los votantes, normalmente, los más ricos y poderosos, de ahí la dificultad de obtener de ellos al final los beneficios que han ofrecido a quienes les han votado.
En particular, son las nuevas generaciones de políticos los más afectos a estafar a su electorado. No solo Aznar nos metió en el berengenal de una guerra ajena, para hacerse la foto con los pies en la mesa de Bush, en mi opinión, Cameron lo superó metiendo a Gran Bretaña en el jaque mate del Brexit, y saliendo el de rositas, por citar solo dos ejemplos contemporáneos.
No comparto, para nada, la idea de que cualquier tiempo pasado fué mejor, pero si que observo, con una mirada histórica,
que los políticos, en particular los de las democracias europeas, excluida España, que ejercieron su influencia después
de la segunda guerra mundial, Adenauer, Miterrand, entre otros, dieron ejemplo de como la política se puede convertir
en un impulso de regeneración capaz de transformar una situación decadente en un tren de progreso.
Nada de esto se vislumbra ahora en España, con una campaña que transcurre en una batalla dialéctica donde la demagogia
es lo que domina, junto con el insulto o la descalificación, con una pandilla de candidatos cuyo único objetivo parece ser claramente personalista, peleando en batallas internas que poco tienen que ver con el interés de los electores, con las dificultades de su vida cotidiana, y en la que el color de cada candidato cambia según el sol que más calienta.
No pretendo que esto sea una descripción objetiva de los hechos, solo es una opinión, pero una opinión avalada por la experiencia, por el recuerdo de otras situaciones y personalidades, aunque también, porqué no decirlo, por un poquito de asco que me producen la mayoría de los candidatos, si no todos.
Lo comentaba en el Maravas con el Economista en excedencia, pero, al decirle que no sabía si ir a votar o no, el me ha dicho, tienes que ir a votar, hombre, para que no salgan los peores."
La verdad, no sé que hacer. Cuando llegue el día, ya veré lo que hago.
Un saludo cibernauta.
En fin. Elecciones.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 28 03 19.
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