viernes, 8 de noviembre de 2019

EL RETABLO DEL HOLANDÉS (3)

"Sigo con el relato del holandés para evadirme del ruído mediático que insiste en que vayamos a votar, el domingo, y que votemos a este o aquel, olvidando la condición esencial del ser humano, su libre albedrío, eso no significa que no vote el domingo, solo que si lo hago, lo haré en función de lo que pienso, no en función de lo que oigo.

"El retablo del holandés" (3)

....el otro proyecto, muy querido por el aragonés, había requerido la presencia en la corte de un visionario de origen italiano, que había presentado en Holanda soluciones ingeniosas para dominar el agua, muy avanzadas para la época.

Avisado por sus informadores en la corte holandesa de las propuestas que había presentado Leonardo, el aragonés elucubraba, en la soledad de su estancia, con el inmenso poder que representaría para la corona, someter el agua del Ebro a los caprichos de sus católicas majestades, y la subordinación de los territorios potencialmente díscolos por medio de ese poder. Despreciaba a Narboni, el confesor de la reina y no le gustaba nada que se metiera, amparado en sus faldas, en los asuntos del reino, pero, pragmático como era, el rey lo llamó a consultas sabedor de que estaba bien informado de lo que pasaba en Holanda, de la figura de Leonardo, aquel precursor de la ciencia y el arte de su tiempo, con la intención de aprovechar para sí los conocimientos de hidráulica del italiano. El rey y Narboni, aunque no hay constancia documental que lo acredite, al parecer se reunieron en la corte y juntos discutieron la posible viabilidad de los proyectos de Leonardo para aplicarlos en el reino y el rey decidió hace venir a Leonardo con ese fin, pues aunque el asunto parecía el sueño de un loco, de un visionario, era demasiado importante, en términos de poder, para desestimarlo sin una minuciosa observación de sus posibilidades de ejecución.

La presencia de Leonardo en la corte no está documentada, al parecer nunca se produjo, sin embargo se conserva una carta de Narboni al rey, fechada en los Países Bajos, que parece sugerir que los compromisos del italiano en Holanda le impidieron viajar a Castilla, pero solicitó recibir a un emisario real para informarle de sus progresos en la ciencia del agua y sus deseos de ponerlos al servicio de sus reales majestades, una vez desligado de las obligaciones que entonces le ocupaban. Al parecer, fué Narboni el enviado real, y su encuentro con Leonerdo tuvo lugar en Utrech.

 "Mi señor, cumplo los deseos de vuestra majestad y he sido recibido por el italiano, quien me ha mostrado los documentos que acreditan los progresos en los ingenios para conducir y domeñar el agua y, después de mucho porfiar ha consentido en entregarme una copia de los dibujos que explican la naturaleza de esos ingenios y las obras necesarias para conseguir sus fines, así como un cálculo, necesariamente aproximado, de los recursos necesarios para la redacción, y en su caso, realización del proyecto, junto a un protocolo inicial que ayuda a desvelar la posibilidad de su realización, aunque a mi, señor, con todo respeto, todo esto me parece una locura, una falta de respeto hacia Dios y hacia los hombres, un ataque a la naturaleza, que no sabemos donde podría acabar."

 "En lo tocante a la filosofía en que descansan sus esfuerzos actuales por domeñar la naturaleza de por sí salvaje del agua, os repito las propias palabras escuchadas de boca de Leonardo, este hombre tan singular.

 "La naturaleza del agua es como la de una mujer de carácter fuerte y decidido. Si os ponéis frente a ella cuando sufre un acceso de furor, podéis acabar con una daga clavada en el corazón. Por el contrario, si abrís camino a la violencia de su temperamento y sabéis canalizar su ira dando lugar a que circule por cauces más tranquilos, en dirección adecuada, podéis conducirla hasta que se detenga en un remanso tranquilo, donde sus verdaderas cualidades de fertilizadora de la vida se manifiesten en todo su esplendor"

 "Soy portador de los dibujos que he mencionado y espero estar en la corte después de veinte jornadas de buen cabalgar. Suplico a vuestra majestad que provea la presencia, para entonces, del Intendente, el Arquitecto real, y el Ecónomo de vuestra majestad, con la intención de que puedan ofreceros, entre todos, una cumplida observación de los planos y proyectos de estos complicados y ambiciosos ingenios. Vuestro fiel siervo, Narboni, confesor de la reina."

 (Este es un relato de ficción. Cualquier parecido con un relato histórico, documentado,investigado, es pura coincidencia)

Lo dejo. Antoni y Lola vienen a cenar a casa, y traen las vituallas. En próximas entradas volvere a mi estilo habtual, cotidiano,quiero decir, intrascendente.

Un saludo cibernauta.

En fin. El retablo del holandés (3)

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 9 11 19.

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