sábado, 9 de diciembre de 2017

LA ALCARRIA (GUADALAJARA)

"El segundo día de nuestra estancia en la Alcarria, cuando le comentamos a la hotelera de Prastana que nos íbamos de visita a Guadalajara, ella afirmó: Huy...allí no hay nada. Al llegar a Guadalajara, lo primero que nos llamó la atención, además del lujoso panteón que se divisaba a lo lejos, pasados los hermosos parques que enriquecen el tejido urbano de esa estupenda ciudad, fue el comentario de la hotelera, 'Huy..allí no hay nada'.

Fue entrar a visitar el panteón de la Condesa de la Vega del Pozo, pisar el suelo de mosaico y vidrio que cuando bajas a la planta inferior descubres que es una bóveda plana, con toda la complejidad arquitectónica de una estructura así, verificar que este panteón de estilo bizantino que la Condesa comenzó a mandar construir después de obtener en 1887, la preceptiva autorización del Estado para levantarlo fué una obra que duró catorce años, tomar conciencia de que estábamos ante una maravilla arquitectónica sin parangón en Europa, y entonces entendimos el sentido del 'Huy...allí no hay nada', de la hotelera.

Es evidente, o al menos así me lo parece a mí, que los hosteleros y comerciantes alcarreños sostienen una brutal pelea para conservar, cada uno en su feudo, la presencia de turistas y visitantes, para que se dejen la pela allí, y no en otro sitio.

Lo asombroso de este panteón de arquitectura espectacular, que incluye una estancia circular de acceso, desde la que se contemplan las hermosas bóvedas que rematan sus techos, y un grupo escultórico bellísimo donde está la cripta en la que está enterrada (a ras de tierra, no bajo tierra) la condesa, uno de ellos tres figuras esculpìdas en un solo bloque de mármol blanco de Carrara, parecido al que uso Miguel Angel para su David, el resto son estatuas individuales, ángeles que acompañan los restos de la condesa, no es eso, lo asombroso es la finalidad que llevó a la condesa, rica heredera de toda la fortuna familiar, y sin herederos a su vez, a meter toda su fortuna en esta obra.

Porque cuando entras en ese lugar, da la sensación de ostentación de riqueza, pero cuando te cuentan que el verdadero motivo que impulsó a esa mujer a realizar tamaña obra fué dar trabajo a los numerosos alcarreños que se morían de hambre por una crisis económico financiera como las de ahora, y que concedió descansos dominicales retribuidos durante más de una década a quienes intervenian en los trabajos de la obra, además de buscar a uno de los arquitectos más afamados de Europa para el diseño y la realización del proyecto, lamentas, del todo, que alguien como la condesa no haya dirigido España, Europa, en nuestra última crisis, porque la condesa, probablemente por motivos humanitarios, éticos, religiosos, aplicó una política anticrisis en la Guadalajara de su época, como si fuera el mismísimo Keynes, y activó la demanda interna de su comarca, en lugar de dedicarse a hacer recortes en el salario de su servidumbre.

Viva la Condesa de la Vega del Pozo, yo, ahora, la votaría, en vez de a los zánganos que nos han tocado en suerte en este siglo.

En Guadalajara, como en Pastrana, hay castillos, palacios, iglesias, para aburrir, pero nosotros visitamos el Palacio de la Cotilla, para admirar allí (además es una escuela de Música, Danza y Artes Plásticas) unos murales de papel de arroz, atribuidos a artistas chinos, que, otra vez, son casi únicos en Europa, aunque para obra de arte, la gastronomía de Guadalajara, su calle llena de restaurantes, entramos en uno de ellos al azar, y no pudo resultar mejor.

El primero, no lo recuerdo exactamente, estupendo, pero a estas alturas, ya no sé si fué la sopa de fideos, el revuelto de setas, o no sé, pero el rabo de toro que le siguió, fué algo que no soy capaz de describir. He cocinado yo mismo rabo de toro muchas veces, pero nada comparado con el que me dieron en Guadalajara.

El postre, cuajada con miel, además de café y chupitos, todo por 10E por barba, además de la gratuita amabilidad del hostelero y lo más extraordinario, me llevé una servilleta de papel --no de cualquier papel- la guardé en el bolsillo, y llevo tres días limpiándome los mocos con ella, sin dejar huella. !Que papel!, se come los mocos, y no se nota nada en su textura."

Al regresar a Pastrana, por la tarde, entramos en un mercadillo instalado en un bajo del palacio, a beneficio de un niño del pueblo con una rara enfermedad que le obliga a tratarse dos veces al año en USA, y cargamos con todas ls mermeladas, mieles y otros dulces que pudimos, para hacerselos llegar a nuestros nietos a nuestro regreso a Valencia.

Pero aún falta para eso, nos queda visitar Brihuega, pero esa es otra historia.

En fin. La Alcarria (Guadalajara)

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 9 12 17.

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