lunes, 29 de enero de 2007

FERLOSIO

Leo en El País una síntesis del discurso escrito por Ferlosio, en ocasión del premio Cervantes que le ha sido concedido, en el que profundiza sobre los conceptos de Carácter y Destino. Como es un tema que me interesa, hago la síntesis de la síntesis, antes de introducir mi opinión.

“De un lado, el carácter(...) no necesita explicarse (...) Y, de otro lado, el destino es (...) la acción con sentido, la proyección de intenciones y designios, los trabajos racionalmente dirigidos al logro de los fines.” O sea, el proyecto, que dirían algunos.

“El que tiene carácter tiene también una experiencia que siempre vuelve” (Benjamin/Nietzsche), de donde se sigue que “quien tiene carácter no tiene destino”.

“Las cosas huelgan sueltas, desligadas las unas de las otras, yacen desperdigadas sin que nadie las tenga sometidas a control”, a la manera en que aparecen las cosas en el “orden del carácter”..(...) En el orden del destino, en cambio, las cosas no huelgan sueltas porque rige el principio burocrático de “un sitio para cada cosa y cada cosa en su sitio”. En el orden del destino la felicidad no tiene sitio (Hegel).

Hasta aquí las citas, ahora las opiniones. Leí El Jarama --la novela de Ferlosio---hace muchos años y mi memoria solo me devuelve unos vagos paseos en bicicleta por sus riberas. En cuanto a los ensayos, Ferlosio se ha prodigado en ellos en la prensa. Confieso que me resultaba muy difícil seguirle. El problema de quienes piensan mucho y escriben para formularse continuamente preguntas, es que escriben como piensan, con la misma complejidad, y las limitaciones de quienes les leemos hacen muy difícil alcanzar su pensamiento. En esta ocasión, me pilla mas viejo y menos ignorante --espero-- y eso me permite identificar la noción de carácter con la de temperamento, y la de destino --que tiene otras connotaciones-- con la de proyecto.

Desde muy joven me ha intrigado la cuestión de la plasticidad del ser humano --su capacidad de cambiarse a si mismo, de superar sus limitaciones mas permanentes--porque yo deseaba saber que parte de la naturaleza humana es inmodificable, por pertenecer al dominio de lo permanente, es decir, al carácter, al temperamento, y cual podía ser susceptible de modificar. Si se puede decir así, cuales eran los factores dinámicos de la personalidad, de algún modo implicados en la noción de proyecto o destino.

Ahora veo que otros mas sabios observan una dicotomía excluyente entre carácter y proyecto. “quien tiene carácter no tiene destino”, lo que equivale a decir que el valor matemático de la variable de plasticidad que yo tan intensamente he deseado conocer, es cero.

A estas alturas, ya he aprendido a no tomar al pie de la letra lo que leo, sin una reflexión propia. También a apreciar el valor del contexto y los condicionantes metodológicos de ciertas afirmaciones. Eso me permite elaborar interpretaciones más matizadas que la cruda repetición de los argumentos leídos.

Entiendo que una interpretación razonable del argumento “quien tiene carácter no tiene destino” puede ser que cuando se nace con unos caracteres temperamentales fuertes, esa energía permanente tenderá a prevalecer sobre los avatares que acompañan toda experiencia vital, y aparecerá, de modo recurrente, marcando con su presencia activa las consecuencias para el sujeto de los sucesos derivados del entorno, que influirán relativamente menos en la deriva del sujeto.

Conviene precisar que yo empleo el término plasticidad en un sentido positivo, es decir, la capacidad del ser humano para mejorar sus condiciones de partida, lo que implica una noción de carácter, o de falta de carácter, si bien permanente, interpretada como una limitación a superar.

La afirmación de Nietzsche sobre el destino puede interpretarse en el sentido de que quien tiene un carácter marcado, fuerte, puede liberarse de la fatalidad (el destino), pero si asociamos el concepto de destino al de proyecto, entonces los fuertes de carácter parecen ser incompatibles con la realización de un proyecto vital que se aleje de sus propias condiciones caracterológicas permanentes. Su plasticidad podría no ser cero, pero se acercaría a esa magnitud.

Una vez me preguntó un médico amigo por mi proyecto vital, por mi particular concepción de mi destino personal. Contesté, ¿proyecto?, ¿qué proyecto?

No había leído a Ferlosio pero ya entonces tenía claro, sin saberlo, que, en el orden del destino, la felicidad no tiene sitio.

Sin ser consciente de ello, yo era ya entonces un ferviente partidario de la teoría del carácter que, a poco que busquemos en viejos papeles, encontraremos que tiene una antigua vinculación con el Carpe diem. Disfruta el día.

Lohengrin. 04/2005

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios