miércoles, 9 de diciembre de 2015

AMOR EPISCOPAL

He bajado al Maravillas, un poco tarde, porque hoy he remoloneado antes de levantarme, no voy a decir porqué, y el único periódico disponible en la barra era el de ayer. He intentado leerlo, pero no conseguía distinguir bien la letra pequeña, hasta que me he quitado las gafas y he comprobado que, sin gafas, leo mejor. No entiendo porqué.

Esa experiencia me sugiere que, para leer la realidad, conviene quitarse las gafas del sectarismo, es sorprendente como cambia el punto de vista y la visión de lo real se convierte en mas amable, menos condicionada por las pasiones sectarias del entorno.

Mientras hacía esta reflexión, Toni contaba chistes de pajaritos, y me ha invitado a un cigarrillo rubio que, al presionar sobre un punto del filtro, libera un perfume de menta.

En eso ha llegado un cliente con el periódico de hoy, le he echado un vistazo, pero no ha cambiado mi intención de dedicar hoy la entrada al tema del título, Amor Episcopal, que procede, no del periódico de hoy, sino del de ayer.

Al parecer, un obispo valenciano, que ejerce su función en la diócesis mallorquina, ha sido objeto de seguimiento por detectives privados, y los mandantes de esa vigilancia han hecho llegar un voluminoso dossier al Vaticano, donde el obispo ha debido comparecer durante cuatro días, para responder de los términos de la denuncia, que al parecer se basa en las relaciones del obispo con una dama mallorquina de su entorno, casada, no con el obispo, naturalmente.

El sustrato social implicado en esta denuncia es, al parecer, la aristocacia mallorquina, lo que tiene su sentido, pues, de ser la dama en cuestión la esposa de un conductor de autobús, por decir algo, no se concibe que hubiera dispuesto de tantos recursos como se han destinado a que el obispo compareciera en Roma.

Otro aspecto curioso del asunto, según mi parecer, es su tono nacionalista. Véase que el obispo es valenciano y los posibles perjudicados ú ofendidos son mallorquines. Aunque en este asunto la máxima autoridad es Matías Vallés, me atrevo a sugerir que algo tendrán que ver las diferencias culturales, que los mallorquines le pongan a todo el perfijo Sa' y nosotros no, para elucubrar que si el obispo hubiera sido mallorquin, en lugar de valenciano, nada de esto habría llegado a los periódicos, todo se habría arreglado con un silencio payés convenientemente negociado. O no.

Un aspecto que quiero destacar de este asunto, es que ya va siendo hora de que la iglesia católica acabe con el celibato de los sacerdotes, que permita ordenar a las mujeres en el sacerdocio y que cambie su constitución episcopal, o lo que sea, para aceptar que las mujeres, laicas, novicias, o investidas de mas altas funciones, se acuesten con quien les de la gana.

Así se acabará con el oprobio de los seguimientos detectivescos, y los pliegos de cargo contra lo que tiene todas las trazas de ser un amor romántico entre una dama aristocrática y un príncipe de la iglesia.

Algo que merece ser plasmado en una obra teatral, una ópera, un drama romántico, en lugar de ser convertido en asunto detectivesco o jurídico papal, sobre todo, ahora que nos revientan los tímpanos con el ruido electoral, nos vendría muy bien.

En fin. Amor Episcopal.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 9 12 15.

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