Hoy me he despertado con la inequívoca sensación de haber vencido al virus que me ha tenido apartado de le actividad bloguera un par de días. Un virus amable, pero cabrón, con molestias gastrointestinales, espasmos de frío, sensación de debilidad, insomnio, pero sin fiebre.
No he tomado un puto ibuprofeno, paracetamol, ni esas mierdas que enriquecen a las farmacéuticas, solo he hecho un poco de régimen, tostadas con aceite de oliva, yogures, manzana asada, eaas cosas, y en un par de días me he levantado, sorprendido, con mas energías que antes del ataque vírico.
Total, que he retomado mis costumbres, he bajado a La Fuente a tomar un cortado, le he dado una moneda de dos euros al camarero, y le he dicho,
no me devuelvas, considéralo un donativo para contribuir a que pongáis una puta estufa en la terraza, porque hace un frío de cojones.
Al regresar de La Fuente, me he encontrado con un vecino al que conozco desde los tiempos en que el trabajaba para Botín, y yo para un Grupo
exportador, ni se sabe cuánto hace de aquello, iba acompañado de un perrito, y hemos pegado la hebra sobre ese tema: perros.
¿Que edad tiene el perro?
--Trece años.
--Vaya, los mismos que vivió Lucas, pilló un tumor y cuando salimos del veterinario, que lo sacrificó,
lo hicimos llorando, mi mujer, uno de mis hijos y yo. Cómo se llega a querer a los perros, no?, pero, sobre todo, como expresan ellos su apego a las personas.
Dicen que no son inteligentes, pero yo sospecho que su inteligencia emocional canina, supera la de algunos humanos.
--Tener un perro es gratificante, pero genera no pocas molestias. Hay que bajarlo tres veces al día, llueva o truene, y salir de viaje con ellos es complicado, te limita mucho.
A Lucas, un grifón belga, con quien compartimos trece años de nuestra vida, lo encontramos abandonado en las Rotas de Denia, un uno de noviembre lluvioso. Mi hijo Jordi insistió en traerlo a casa y quedarse con el, con la promesa de que él se ocuparía...ya saben, esas promesas
que se hacen para no cumplirlas, pero nunca nos arrepentimos de haberlo acogido.
Durante el tiempo que estuvo con nosotros, el máximo difrute de Lucas fué acompañarnos a la casa de la sierra de Utiel. Al aproximarnos a la aldea y bajar la ventanilla, Lucas, al olfatear los olores del lugar, pugnaba por salir disparado por la ventanilla, sin esperar a que detuviéramos la marcha.
Cuando lo hacíamos, se tiraba fuera del coche con intención de largarse enseguida, lo llamabas, y el se largaba.
Aparecía a las tres de la mañana, rascando en la puerta para que le abriéramos. Luego nos enteramos por Victor, el pastor, que se había echado una novia, la perra del ermitaño de El Remedio,
Entre sus aventuras galantes, Lucas descansaba en la sala de la chimenea, se colocaba sobre el poyo cubierto con un colchón forrado con manta morellana y se quedaba inmóvil, durante horas, escuchando a Brams, Tchaikovsky o Verdi, con atención de melómano y una definida preferencia
por unos autores, mas que por otros, como un oyente más de Radio Clásica.
Lucas fue, sin duda, un perro aventurero y melómano, yo diría que
la encarnación canina de Wolfang A. Mozart. No pudo vencer el tumor que acabó con el, pero seguro que las defensas de su cuerpo lo intentaron.
Llámenme primario, pero soy de los que piensan que el cuerpo humano, como el de los demás animales, contiene, en si mismo, los elementos de autodefensa para defenderse de los ataques víricos, tumorales, o de cualquier índole. Solo hay que dejarlos que actúen, sin interferir con potingues químicos, si acaso utilizando un régimen alimenticio, o el ayuno, según los casos, adecuados para atacar los síntomas gastrointestinales, y utilizar un poco mas de ropa, en la cama o fuera de ella, para combatir el frío.
Claro, esto solo vale para los trastornos leves, para los mas graves lo mejor es acudir a la sanidad pública, que doy fé de que está muy bien, mejor que la privada, donde va a parar.
Hablando de hospitales, el otro día en la puerta de un hospital público, mientras esperaba a mi mujer que había ido a retirar unos fármacos, un desconocido me increpó, por fumar, en el exterior! del recinto hospitalario. Está prohibido, señaló, yo argumenté, --dentro, no fuera, el insistió y yo no tuve reflejos para señalarle la cantidad de enfermeros que se encontraban allí, fumando, como yo.
Observo un cierto fanatismo agresivo en los ex fumadores respecto a los aún adscritos a esa religión, el tipo que me recriminó debía ser uno de esos
En fin. El Virus.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 13 12 15.
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