"He bajado al Maravillas, mientras caminaba por las aceras mojadas pensaba, han baldeado el barrio, pero no, al salir a fumar en el Maravillas, después de tomar café, me han informado, ha llovido, sí, a las seis y media.
De regreso a casa, sin intención de comprar 'Levante', para qué, estoy ya saturado de corrupción política, he visto el sol, potente, dominador, asomar por encima de la aglomeración urbana que se extiende hacia el mar.
Su luz me ha hecho evocar la superficie del viejo mar iluminada por los reflejos solares, tal como la veo cada tarde de martes o jueves cuando, antes de entrar al aula de teatro doy un paseo hasta la playa, una luz reflejada que tengo presente cada día en el grabado de 1 por cincuenta que cuelga en la pared, junto al ordenador. 'La Pesca de los Atunes', de Sorolla.
La misma luz, de alguna manera, que la de las marinas de Antoni Llop que expondrá el próximo miércoles en la sala de la calle del Micalet, a cuya inauguración acudiremos como siempre, con el mismo placer estético de siempre, con el mismo sentimiento entrañable de siempre hacia nuestro amigo pintor, tan aficionado a los motivos marineros.
El sol y la mar. Dos motivos presentes en la pintura de Llop.
'La mar, la mar, siempre recomenzada...y las muchachas verdes, amarillas, azules, en sus breves ropajes que las visten/desnudan...'
El sol y la mar, siempre presentes, incluso aquí, dentro del cuarto donde escribo, al que ahora no entra el sol, porque da al norte, no importa, el mar, la luz, son sensaciones del espíritu tan presentes, en ocasiones, que no es necesario que las confirmen los sentidos, para percibirlas con toda su fuerza, con toda su verdad.
Uno imagina alcanzar la luz en la playa, después de un naufragio, el encuentro con la continuidad de la vida después de haberla visto en riesgo, y la luz del sol, la superficie del mar, alcanzan cotas heróicas que exceden de su potencial estético, para convertirse en metáfora de la vida.
El sol en el mar, la luz y el agua, los reflejos en su superficie que dibujan un mar desconocido para aquellos que no acostumbran aventurarse en sus orillas.
Me sorprende que la simple imágen del sol por encima de la aglomeración urbana del barrio, me haya sugerido todas estas imágenes, lo que parece indicar que no son los fenómenos naturales en sí mismos los que estimulan nuestra imaginación, si no hay en nuestra sensibilidad una disposición previa para ver en ellos algo más que lo evidente.
A las seis y media, al parecer, ha llovido en el barrio. Las aceras permanecen mojadas con el agua de esa lluvia, sin embargo, ahora, unas cuatro horas mas tarde, la luz solar lo invade todo y elimina hasta el último resto de esa lluvia.
Este cambio tan radical, tan rápido, en las condiciones del clima, parece indicar que no debemos enmerdarnos en nuestras propias cuitas, nuestras propias limitaciones, pues, si todo cambia, nosotros también podemos cambiar."
En fin. El Sol en el Mar.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 27 03 17.
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