jueves, 26 de julio de 2007

COHERENCIA

En la entrada de este Blog que dediqué a La perversión del lenguaje, hice un análisis del lenguaje de marketing político empleado por las formaciones políticas mayoritarias, en la pre campaña para las elecciones de Heliópolis. Después de un repaso somero a los lenguajes visibles en los carteles de populares y socialistas, avancé una opción personal. “Creo que votaré al Compromís, ahora que sus votos son sumables, no es una mala opción”, algo así creo que escribí.

La campaña terminó, con el resultado que todos conocemos, la victoria indiscutible en las urnas de los populares, que ahora está desencadenando toda clase de turbulencias en los partidos derrotados.

Al día siguiente de las elecciones, me llamó la atención ver en la prensa como algunos políticos se tiraban al cuello, sin contemplaciones, contra personas de su propio grupo, a las que responsabilizaban, personalmente, de la debacle.

A pesar de que esas reacciones se han repetido desde entonces y han sido recogidas por la prensa local, no esperaba ver imágenes tan patéticas como la de Gloria Marcos desplomándose en el hemiciclo. Ese espectáculo público confirma que los conflictos de poder, sobre todo los de falta de poder, desencadenan una lucha tan brutal, que rebasa todos los límites que sería razonable esperar en la conducta pública.

Sigo pensando que mi voto fue coherente con mi posicionamiento personal, pero no veo mucha coherencia en el uso que, en apariencia, hacen los políticos en general, y quienes recibieron mi voto, en particular, de la confianza de sus votantes.

En el conflicto interno de poder que culminó con el desvanecimiento de la representante de Izquierda Hundida --así la llama un amigo, cura y libertario-- me parece que la coherencia está del lado de quienes proponían una persona profesional e independiente para el sillón en el consejo de RTVV, y no puedo entender que la pelea por un sillón haya hecho estallar en pedazos un acuerdo para gobernar, salvo por el hecho, que no es menudo, de que no se han conseguido votos suficientes para acceder al poder ejecutivo.

Mi entorno de amigos se compone, mayoritariamente, de personas que han dedicado su vida a la militancia libertaria. La mayoría, no votan nunca, porque la democracia parlamentaria, aunque la prefieren al autoritarismo, les parece insuficiente si no incorpora mecanismos de participación directa. Hasta ellos han votado esta vez, a pesar de su escepticismo, y la mayoría le han dado su escéptica confianza al Compromís.

El voto de mis amigos también fue coherente, porque su desconfianza sobre lo que ellos llaman democracia formal, se acentúa cuando se trata de los partidos mayoritarios.

Quienes han votado a la derecha, opción que no comparto, también han sido, sin duda, coherentes.

Los electores solemos ejercer nuestro derecho al voto con un alto grado de coherencia, pero, a la vista de los hechos, los destinatarios de esos votos, unos mas que otros, necesitan acudir a una universidad de verano para un curso acelerado que resuelva sus carencias en esa materia.

Ahora resulta que, quienes ofrecían sumar, dividen. Aunque se pueda entender esta coyuntura como un conflicto temporal derivado del fuerte correctivo recibido en las urnas por los candidatos mas representativos, un típico conflicto de poder escaso en relación a las expectativas, lo cierto es que a los escépticos, que cíclicamente hacemos un esfuerzo para participar en un sistema que no nos creemos del todo, este espectáculo degradante nos empuja de nuevo a la contemplación crítica, y nos aleja de la participación en los sistemas de democracia parlamentaria que, en este país, están necesitados de una reforma profunda, tanto de la democracia interna de los partidos --casi inexistente-- como de la representación indirecta del voto de los ciudadanos.

Mientras esa reforma llega, si es que llega alguna vez , los electores de este país seguiremos votando, o no, con coherencia, la misma coherencia exigible a quienes reciben nuestros votos, y que ahora mismo, en este momento, por estos pagos, no es demasiado visible.

Lohengrin. 26-07-07

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