viernes, 13 de julio de 2007

LUCAS

Al expurgar ayer la biblioteca, apareció una carpeta roja con viejos textos, entre ellos uno fechado en 1.996, que me ha traído recuerdos muy afectivos, y que transcribo a continuación.

“Una de las mejores cosas que me han ocurrido en la vida es que Lucas decidiera adoptarme. Lucas es mi perro grifón, de tamaño medio y melenas blancas manchadas de negro, aficionado a la velocidad, la caza, el pastoreo y la música barroca. Solo tenía seis meses cuando nos encontró un domingo lluvioso de noviembre , hace ya seis años, en Las Rotas de Denia, y decidió aceptar nuestra compañía.

Entonces hablaba alemán, pero con el paso del tiempo todos nos hemos acostumbrado al lenguaje telegráfico de su cola,: --un golpe, -estoy contento, dos golpes, -muy contento, tres golpes, -contentísimo-- y a su manera elegante de ponerse de pie junto a la mesa, sin abrir la boca, con una mirada imposible de ignorar, cuando desea que le acerques con tu mano una golosina al hocico.

A Lucas le gusta la velocidad y cuando circulas con la ventanilla abierta se asoma por ella y sus melenas al viento le dan un aire de campeón de Fórmula 1. Si aceleras, notas que esa sensación le gusta y no inhibe su deseo de asomarse, pese al polvo que enrojece sus hermosos ojos oscuros. Cuando, al pasar por una carretera rural, una ardilla cruza, veloz, el asfalto, el instinto cazador de Lucas se dispara y tienes que sujetarlo firmemente para que no salte fuera del coche en pos de la presa.

Seguramente, los ancestros de Lucas se dedicaron al pastoreo en Las Landas. Esa habilidad aprendida se ha incorporado a sus genes de modo irrevocable y cuando pasa el pastor con su rebaño de ovejas por delante del porche de la casa de Estenas, Lucas se acomoda en ese grupo trashumante como si fuera de la familia.

Ayer lo llevamos al paraje del Molino Requejo y no se puede describir su contento al corretear por el arroyuelo del barranco. Expresaba una alegría sin límites. Tal vez reconoció en los olores de ese lugar agreste, los escenarios de sus correrías de cachorro cerca del Montgó, donde perseguía a los pájaros con una agresividad marcada por el hambre.

Al volver a casa, estaba tan cansado, que se echó sobre un cojín, con su pata derecha accionó el botón del compact y seleccionó en la pista siete el concierto número doce para oboe, de Antonio Vivaldi.

Lucas es un perro grifón, blanco y negro como las noches lunares en Estenas, muy activo y aficionado a los deportes naturales. Cuando descansa después de un día agotador, se relaja escuchando música barroca. Yo he sido el humano afortunado que el ha tenido a bien tomar en adopción, lo que ha contribuido a hacer de mi una persona mejor.”

Apenas cumplió los trece años, una cruel enfermedad nos hizo llevar a Lucas al veterinario, para sacrificarlo. No he olvidado, pese al paso de los años, la mirada de Lucas, tendido en la camilla. No estoy preparado para dejarme adoptar de nuevo. Quizás necesito mas tiempo, o puede que nunca lo haga.

Lohengrin. 13-07-07

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