martes, 3 de julio de 2007

TREKKING

"Esta mañana me ha recogido Louise con el Bentley azul de tres mil quinientos quilos, que lleva un radiador que parece el Partenón. Ha puesto proa hacia El Bulli y llegados allí, aunque solo dan cenas, nos han acomodado en sendos sillones de barbero y nos han puesto en la boca dos medios tomates de Pinedo, sin sal, recién llegados de la subasta de Sotheby´s, aderezados con una gota helada de Chartrés amarillo.

Antes de que hincáramos el diente a los tomates , el maitre los ha retirado, reservándolos para los siguientes usuarios, nos ha acompañado con una amabilidad exquisita y, después de cotizar seiscientos pavos por chupar los tomates, nos ha puesto de patitas en la calle.

Allí, Louise ha sacado del maletero del Bentley su traje de piloto, un casco de cuero con gafas de volar, un mono amarillo con cinturón de Chanel y un pañuelo de seda blanco para el cuello, regalo del gobierno chino en mi última misión diplomático comercial en Pekín. Así vestida, se ha calzado unas botas antideslizantes de Manolo Blahnik, se ha puesto a los mandos del avión anfibio que ha traído los tomates desde la city londinense y ha puesto rumbo a Eivissa.

A mitad de camino, hemos descendido para practicar el esquí acuático entre el intenso tráfico marítimo de yates que se dirigen a Menorca, porque Eivissa, en esta época, es verdad, está un poco cutre.

No para nosotros. Al llegar, un grupo de teatro ha escenificado la bajada desde las escalinatas de D´Alt Vila, de un remedo de los personajes místicos que la poblaron en los sesenta, a modo de bienvenida. Después, envueltos en esa troupe de artistas y danzarines, para no mezclarnos con la plebe, nos han acompañado hasta KU, que ha abierto sus puertas solo para nuestro pase privado.

Louise, mi chica para todo, ha competido con ventaja, con sus tetas de doce mil euros y su vientre plano, con una danzarina del vientre, llegada para la ocasión, que conocí en Marrakech, en una reciente cena de negocios.

Después, Louise me ha llevado en helicóptero hasta el Hilton de París, donde he firmado un protocolo con mis socios franceses para la construcción de la mayor planta de Etanol de Europa. Fizty-Fizty. Yo pongo las materias primas de mis fincas en Extremadura. Ellos financian la inversión y ponen la tecnología.

Concluido el negocio, hemos tomado un tentempié de caviar de Belluga y una copa de Krug en la barra del Hilton y hemos bajado hasta el Sena, con la intención de ver algunos pobres auténticos, pero solo hemos visto turistas que miraban, encandilados, los cubiertas iluminadas de los paquebotes reconvertidos que se deslizan, con lentitud meridional, sobre sus aguas.

Le he pedido a Louise que me lleve a la finca de un amigo cordobés, que me espera para cenar rabo de toro con chocolate, de dos ejemplares de su ganadería, y le he dado el resto de la noche libre, porque el Bentley, conducido por mi segundo chofer, ya está estacionado en las cuadras de la finca.

Al llegar, muy avanzada la madrugada, al ático de la torre de la Castellana donde vivo, algo cansado por la rutina del día, me he sentado frente al ordenador para relajarme un rato. Buscando en Mozilla Firefox, he visto el Blog de un tipo que afirma en una de sus páginas, --Aristócratas-- algo así,....”La revolución francesa acabó con los privilegios de la aristocracia y desde entonces es una clase social decadente, venida a menos....”

-Ja-ja-ja...lo siento... perdonen...es que... me parto de la risa. En Fin. Buenas noches."

Y ustedes se preguntarán, ¿Que tiene que ver el Trekking con todo esto?

Nada, naturalmente. ¿O si?

Pueden dejar sus soluciones al acertijo en los comentarios.

Lohengrin. 3-07-07

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