sábado, 18 de julio de 2009

EL RUSO

La cultura política rusa reciente parece ser el reino de la arbitrariedad, lo que no es de extrañar si consideramos que su jefe lo fue antes del KGB, y cuando le llegó la hora de abandonar el poder ejecutivo se trincó otro sillón institucional, aunque su verdadera jerarquía es la de zar del gas natural y, cuando le conviene, cierra la espita para que todos tomen nota de su verdadero poder.

Esa cultura ha generado desde genocidios en Chechenia hasta incidentes internacionales con el uso del Polonio 210 en suelo ajeno y asesinatos de periodistas, aunque, al parecer, en otros aspectos ha mejorado los desastres de la época de Yeltsin, el zar del vodka.

Los magnates rusos no se quedan atrás, y se compran clubes ingleses de fútbol, fincas en Marbella, y participaciones significativas en los negocios de las multinacionales del sexo. Todos ellos comparten un mismo paradigma, la arbitrariedad en el uso del poder, herencia genética del absolutismo de los zares que, pasado por el filtro histórico del totalitario comunismo de Estado, impide el ejercicio de los usos democráticos propios de nuestro tiempo, aunque no de todos los lugares.

En Heliópolis tenemos un primo de esos oligarcas rusos que, a escala mas modesta, muestra su afición por ejercer su poder local, con la misma arbitrariedad. El Presidente de la Diputación, organismo que no sé que cojones hace todavía vivo, teniendo los tres niveles de la administración pública perfectamente cubiertos, Ayuntamientos, gobiernos autonómicos y administración central.

Este señor, cuyo apellido tiene claras resonancias eslavas, ha hecho de su parcela de poder político el reino de la arbitrariedad, con la mayor impunidad. No solo hace desfilar a los becarios en su presencia para entregarles, magnánimo, el título de nobleza que acredita su acceso a los presupuestos que el ejecuta a su antojo. También se dedica a organizar saraos, conciertos, cosas de DJ, concursos de paellas, --pronto veremos alguno de bellezas regionales-- a repartir a su antojo las concesiones y obras de los cosos taurinos, y a otras actividades lúdicas de indudable efecto populista, pero el diario 'Levante' nos dice hoy que la ejecución de las inversiones señaladas en los presupuestos que malgobierna solo alcanza el 9,5% de la cifra que el mismo organismo que el preside había aprobado. O sea, carreteras y esas cosas.

Ese perfil, no parece el de un administrador responsable de la cosa pública, sino el de un golfo que dilapida sus recursos en juergas nocturnas y cuando llega el recibo de la luz no puede pagarlo. Si, además, parece estar emparentado, por las resonancias de su apellido, con los oligarcas rusos, entonces se asemeja mas a una amenaza que a un servidor de la ciudadanía.

Es una lástima que el partido conservador, que gobierna aquí desde hace mas de un decenio, tenga entre sus filas a individuos como Rus, Fabra, y alguno mas, y no se decida a desprenderse de ellos, pero es todavía mas lastimoso que la oposición, a pesar de esas flagrantes debilidades del partido que gobierna, sea incapaz de convencer a nadie de que ellos lo harían mejor.

La vida política es así, en determinados lugares y tiempos, los oligarcas que se sienten cómodos en el reino de la arbitrariedad, hacen de su capa un sayo, y no parece haber nadie capaz de ponerlos en su sitio, se trate de la república rusa o de una joven democracia como la nuestra, en la que Heliópolis parece ser un enclave de Putin.

En fin. El ruso.

LOHENGRIN. (CIBERLOHENGRIN.COM) 18-07-09.

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