viernes, 24 de julio de 2009

MADRID 21-23

Íbamos de Atocha a Huertas, por León, a las seis de la tarde del día mas caluroso del siglo en Madrid, cuando vi a dos parejas de edad indefinida paseando junto a nosotros. Uno de ellos, el mas alto, creo, dijo --¿Así que esto es la sombra?, pues yo no noto nada. Era el mismo gracioso que luego nos encontramos en el Claustro del Prado haciendo un análisis exhaustivo de la estatua del emperador Carlos V. --Carlos V, haciéndole una paja a su escudero, afirmaba muy serio. --Pues yo no veo al escudero, dijo el otro –las mujeres permanecían discretamente apartadas de aquel par de gilipollas. --Yo tampoco, insistió el gracioso, pero mira el gesto de majestad de su mano izquierda, en cambio la derecha se muestra así, descuidada, y fíjate, tiene una polla en la mano.

Lo cierto es que subimos al Alaris, a las 6,50 de ese día, y nos pareció lujoso y confortable, la distancia entre asientos era muy superior a la de los cacharros de los vuelos baratos y la temperatura en su interior era perfecta. Veintidós grados. En cambio, cuando regresamos anoche, en el de las 20,18, apreciamos que el coche dos era mas cutre, no podías entrar cómodamente en los asientos, estaba algo sucio y olía a tigre. Encima llegó con retraso. Es lo que pasa cuando te tiras tres días pateando una ciudad como Madrid, el agotamiento te vuelve negativo.

Salimos de Atocha cargados con las maletas y todavía no hacía calor. Fuimos al Hotel Tryp de Atocha 83, pero como era pronto, y tenían un grupo de esos que se pueden quedar hasta las cuatro impunemente en la habitación, pues nos fuimos a dar una vuelta por ahí. Ese día, fueron siete horas, las conté, en tres tandas sucesivas, de pateos por la ciudad. La primera vuelta fue de reconocimiento de los lugares ya conocidos, una especie de saludo de cortesía a las calles mas entrañables del barrio literario, ese en el que vas pisando por el suelo urbano las palabras de los escritores mas universales y donde se aprecian algunas bolsas de basura en las calles porque, Gallardón, a diferencia de los ediles de Vitoria, no ha descubierto aún los contenedores enterrados.

Gallardón tiene todo el suelo de Madrid levantado, Sol, Serrano, Jorge Juan, en fin todo, pero no se le ha ocurrido enterrar allí las bolsas de basura. Pero nosotros no íbamos de inspectores de la limpieza así que, en el fondo, nos daba igual. Huertas, León, Echegaray, Magdalena, Lope de Vega, Santa María, Moratín, Tirso de Molina. Todavía hacía fresquito. Nos acercamos hasta Chueca y la plaza Mayor, y acabamos comiendo en Casa Dávila, cerca de la plaza de Lope de Vega. Unos huevos rotos con jamón fastuosos y un corderito horneado que tenía un punto de caramelo acojonante. Todo por el precio de un menú corriente. Tres horas de pateo.

Todavía no habíamos pisado la Plaza de Santa Ana, que sería uno de nuestros escenarios nocturnos, junto con el Café Populart, en Huertas, mas visitados. Después de comer volvimos a descansar al hotel. Por la tarde, dos horas mas de pateo, fue entonces cuando nos encontramos con el gracioso, en la calle León. Luego estuvimos en Latina y Lavapiés. Ribera de Curtidores y eso. Cenamos en la Cervecería El Diario, al lado de Huertas. Dos ensaladas sensacionales y una tabla de ibéricos, para compartir. Cerveza a mogollón. Mas caro que Dávila, pero bien. Después de cenar, que si entramos aquí, que si no entramos, al final dejamos la sesión de jazz para la noche siguiente y nos fuimos a Santa Ana.

La plaza de Santa Ana, por las noches, es uno de esos lugares emblemáticos, lleno de guiris, que ofrece, como se decía antes, 'un marco incomparable' con la fachada del hotel iluminada de violeta, la interminable limusina intentado dar la vuelta por las estrechas calles, el teatro al otro lado, y tu tomándote un daiquiri junto a una mesa, como si fueras un ricachón, cuando en realidad te estas gastando tu paga extra de jubilado del mes de junio.

Nuestro primer día en Madrid concluyó tomando un mojito en un local de Huertas que, en nuestra anterior visita, había que alcanzar a empujones, porque fue en fin de semana, pero hoy es martes y somos los únicos clientes. Después, volvimos a ver al gracioso que señalaba una calle que cruzaba Huertas y decía, --Vámonos a casa, por Amor de Dios. Suscribimos esa imagen metafórica y nos fuimos al Hotel, reventados, porque, saqué el cuentapasos, y habíamos andado siete horas. Al llegar al Hotel, pusimos la tele y vimos que media España se estaba quemando. Teruel, Cuenca, Burgos, Collado Villalba, Tarragona –han suspendido el Ave Madrid-Barcelona. Que jodíos, teníamos que andar siete horas, en Madrid, justo el día mas caluroso del siglo

El Prado a las diez de la mañana, con las entradas reservadas, sin hacer apenas cola, está muy bien.Conocíamos la obra americana de Sorolla, porque un mecenas financiero de Heliópolis la puso allí primero, pero el alcance de la exposición que se le dedica aquí es, ciertamente, histórico. Nunca, en ningún lugar, ha estado Sorolla tan representado con una obra tan amplia. Los abundantes comentarios admirativos que escuché indican que, en el fondo, era un pintor poco conocido aquí, pero estoy seguro que este hito expositivo marca una etapa nueva en el conocimiento público de este artista, al que El Prado ha dado, por primera vez, un tratamiento de pìntor universal, a la altura de Velázquez, Goya y Murillo, la tríada mas asociada con la pintura española.

Cosiendo la Vela, Desnudo de Mujer y Sol de la tarde son los cuadros que destaca el tríptico que informa de la exposición, junto con la Bata Rosa, que se considera la culminación de su arte, pero yo tengo mis preferencias personales. La Pesca del Atún, con esos marineros vestidos de blanco sin que aparezca en la composición un átomo de blanco, y los dos niños medio sumergidos en las aguas de Xábia, que es, en mi opinión, el lienzo mas impresionista de Sorolla, y el que va mas allá de su realismo costumbrista, me han parecido los mejores. Es lo que pasa con el arte, te gusta o no te gusta, unas cuadros te gustan mas que otros, y ya está. No hay que darle mas vueltas.

Por la tarde fuimos al barrio de Salamanca. Tiendas y esas cosas. Pero no cualquier tienda. Visitamos una en la callé Castelló que tenía, entre otras muchas chorradas, fundas para el casco de la moto. Tu te pones el casco por la mañana y te dices –A ver, que funda textil le pongo, la de primavera verano, la otoñal, algo mas elegante, o la mas agresiva? Oye, mola.

El segundo día fue mas llevadero, la verdad, porque no es lo mismo andar por el interior de un museo, con su aire acondicionado, que por el duro asfalto, cuando el termómetro de la farmacia marca cuarenta y un grados a la sombra. Además, que de vez en cuando te sientas en un banco del museo y pones cara de interesante, como si captaras lo mas excelso del arte, cuando en realidad ese éxtasis proviene del placer del dolor que te está causando la llaga que tienes en la planta del pie.
Cuando vuelves en ti, después de esa experiencia mística, miras el cuadro que tienes delante y alucinas en colores. Nada menos que un tío, vestido de época, con su gorguera y eso, bebiendo del chorrito que sale de la ubre de una virgen, describe una parábola perfecta, y va a caer en la boca del lactómano. Acojonante. Está claro que majaras, los ha habido en todas las épocas, tanto entre los pintores, como entre quienes no lo somos -pintores.

Esa noche cenamos en la plaza de Santa Ana. Dos buenas tajadas de melón y un plato lleno de jamón, que me han dicho que es húngaro. Tu le miras la pata al jamón –lo que es casi imposible porque en casi todos los sitios las ocultan al exponerlo-- y pone que es de Hungría. Luego nos fuimos al Café Populart y por una copa de mil pelas nos tiramos una hora oyendo jazz en directo.
El del trombón de varas era muy gracioso. Recomendable.

En los descansos en el hotel, por las tardes, cuando mas calor hacía, yo exploraba mi vena masoquista saliendo a la calle y tomando un cortado caliente en una cafetería de Atocha, sin aire acondicionado, regida por una mujer rubia, de pelo corto, que celebraba lo cortitas que van las nenas ahora, en verano, con gran regocijo.

Por fin llegó el tercer día, que habíamos planeado para descansar, pues teníamos previsto tomar el bus turístico, en vez de ir a pata. Primero desayunamos en el Brillante, ese bar junto al museo Reina Sofía, que da a dos calles, café con leche, zumo de naranja y tostadas con aceite. Guay. Nuestros socios en el viaje decidieron hacer primero la ruta completa del centro histórico, sin bajar, y luego la de Castellana.
Así lo hicimos y puedo afirmar que es una buena experiencia panorámica de Madrid. Bajamos del autobús, cerca de Príncipe Pío y nos fuimos a ver el centro comercial instalado en la antigua estación, que es una pasada. Fuimos a comer a VIP´S. Una buena ensalada y un tocho de merluza rebozada estupendo. Muy bien. Luego un capuchino en Café y Té, venga a recorrer tiendas y al final acabamos poniendo los pies a remojar en el estanque del Templo de Debó.

Tomamos de nuevo el bus turístico, –todo el día 8,5 E. los mayores-- fuimos a recoger las dos docenas de donuts surtidos que habíamos encargado por la mañana en Atocha y llevando las cajas como si fuéramos camareros antiguos con sus bandejas, entramos en la estación y recogimos las maletas que habíamos dejado en consigna, después de liquidar la cuenta del hotel, Tryp Atocha, Setenta y cinco pavos por noche. Buenas camas.

Cuando nos sentamos en la estación, junto al jardín tropical, caí en la cuenta de que sufría una obstrucción intestinal desde antes de viajar a Madrid. No voy a dar detalles escatológicos, pero lo he pasado mal, francamente mal. Es lo que tiene viajar, te salen llagas en los pies, se te estropea el intestino, haces mas horas que un reloj, jornadas interminables, que nadie te paga, sin dejar de andar, pero viajar, créanme, es lo mejor que se ha inventado para sentirse vivo.

P.S. Entre otras cosas, se me ha olvidado mencionar la iglesia de San Manuel y San Benito,
una joya única, de estilo bizantino, con todos sus muros decorados con mosaico, a diferencia de la de Heliópolis, en la Beneficencia, que también es bizantina, pero está pintada.

En fin. Madrid 21-23.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 24-07-09.

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