sábado, 11 de julio de 2009

LOS MÚSICOS DE NUEVA ORLÉANS

Hace tiempo escribí una página, que publiqué en el Blog, con el título, ¿QUE HABRÁ SIDO DE LOS MÚSICOS DE NUEVA ORLÉANS? , después de que el desastre del Katrina y Bush se cebaran en aquella ciudad. La noche del 7 de Julio asistí a la sesión inaugural del Festival de Jazz, en los Jardines del Palau de la Música, en Heliópolis, y, con algo de retraso, estoy en condiciones de contestar esa pregunta.

El local emblemático de N. Orleáns donde actuaba la Big Band que nos ofreció anoche su actuación fue barrido por las aguas que empujó el huracán dejando un rastro de muerte y destrucción, y los músicos que la componen fueron llevados a una diáspora por todo el mundo que no ha cesado desde entonces.

Ese nomadismo tal vez ha añadido mas elementos a su música, enriqueciendo su localismo con elementos foráneos, aunque ellos tratan de mantener la fidelidad a sus orígenes.

Presentó el espectáculo un maestro de ceremonias, que no me pareció un hortera, aunque iba vestido como si lo fuese, sino algo pedante, pues se empeñó todo el rato en decir Niu Orlins, en lugar de la forma castellanizada que todo el mundo entiende.

La banda era muy potente, especialmente el viento, con dos trompetas, uno de ellos, llevó el peso del show, además de hacer sonar otros instrumentos, o tocar dos a la vez, cantar y animar al público para que bailara de pie. Dos saxos, uno sonando con auténtico virtuosismo, un trombón y un batería terminaban de completar esa potente máquina de hacer música que, expulsada de su paraíso, ahora vaga por el mundo haciendo del nomadismo otra forma de supervivencia.

Dirty Dozen Brass Band. El espíritu de Amstrong estuvo presente en toda la velada, pues los músicos que componen esta banda, una parte de ellos, tienen un claro vínculo generacional con su música, y lo que escuchamos nos pareció muy familiar a aquellos espectadores que, aunque ya con muchas canas, no podíamos quedarnos quietos en la silla, siguiendo el compás de las propuestas musicales.

Con criterio ecléctico, la organización del festival programó para la segunda parte, algo para los mas jóvenes. The Funk On Me, un grupo de chavales muy jóvenes, que le dieron al Funky y al Blues, aunque con un sonido mas emparentado con la música disco, que hizo las delicias de alguna joven desmelenada que no paraba de bailar hasta la provocación, haciendo intervenir al de seguridad, no por nada, sino porque el era el directamente provocado, aunque algunas señoras de mayor edad se solidarizaron enseguida con la joven, y nada se salió del tono festivo que impregnó la noche.

Me pregunto que diferencia hay entre lo que les sucedió a los de Dirty, tener que abandonar la ciudad donde vivían, por una catástrofe anunciada, cuyos daños ni se previeron, ni se paliaron adecuadamente, y la situación de millones de refugiados que han pasado por ese mismo exilio trágico. La diferencia, quizás, es la música.

La música es para muchos, para los de Dirty, también, un modo de vida. El músico es nómada por naturaleza. Viaja a los lugares mas lejanos. Allí donde cree que habrá alguien deseoso de escucharle, porque, aunque no entiendan sus letras, ellos se hacen entender con su música.

La nota trágica que acompaña a los de Dirty, como a otros de sus colegas, es que, así como otros músicos regresan a sus lugares de origen cuando acaban las giras, tienen un sitio donde ubicarse
para gozar el reposo del guerrero, los músicos, algunos músicos de Nueva Orleáns, han perdido sus raíces, sus locales, sus casas, y están condenados, como el Holandés Errante, a vagar por el mundo
sin encontrar el reposo, porque ya no tienen adonde volver.

Esto es lo que ha sido de los músicos de Nueva Orléans, después del Katrina. Después de Bush.

LOHENGRIN. (CIBERLOHENGRIN.COM) 11-07-09.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios