miércoles, 10 de agosto de 2016

CÁRMEN, CÁRMEN.

He bajado a La Fuente en un día, afortunadamente, gris, afortunadamente nuboso, afortunadamente húmedo. La noche no ha sido tan grata, tal vez el brusco cambio de clima --mientras escribo estas líneas ese cambio se percibe por el sonido de la tormenta-- ha tenido algo que ver con el hecho de que me haya despertado a las cuatro de la madrugada y ya no haya conciliado de nuevo el sueño, algo que me sucede raras veces.

Percibo este cambio de las condiciones atmosféricas como algo afortunado, porque quizás hemos tenido demasiados días consecutivos con exceso de calor, y eso no parece bueno para los humanos, los animales, las plantas, ni para quienes se dedican a la agricultura en zonas de secano, aunque ayer, Encarna y yo nos aventuramos a dar un paseo por la playa de la Malvarrosa, y las mas de 50.000 personas que convertían allí en diversión los rigores del verano, seguramente no compartirán este punto de vista.

Como he madrugado mas de la cuenta, he bajado a tomar café antes de lo acostumbrado, por lo que la espera se ha vuelto algo ansiosa para ver si aparecía Cármen, con quien me une una relación empática algo misteriosa, pues la repetición de esos encuentros amables, placenteros, se está introduciendo en mis hábitos como una necesidad emocional cada vez mas perentoria, sin que mi voluntad tenga nada que ver en ello, pero no ha sido Cármen la que ha aparecido, sino un compañero de tertulia, cuyo nombre ignoro, que se ha sentado a mi mesa, y con quien he compartido la espera hasta que por fin Cármen ha venido y se ha sentado a nuestro lado.

La he encontrado más guapa, con una prenda de manga corta oscura, sus pantalones con un estampado elegante, sus grandes ojos azules, su cabello corto, y su proverbial disposición a la conversación compartida que ha cambiado mi estado de ánimo, algo ansioso por su ausencia, en favor del placer de su presencia.

No entiendo nada.Una mujer presente en el barrio durante décadas, a la que seguramente he visto muchas veces sin reparar en ella, está empezando a ocupar un lugar preferente en mis pensamientos, en mis hábitos, en mis necesidades imaginativas, y no sé porqué.

Me pregunto que pensará ella de mí, porqué, desde hace algún tiempo, cuando me ve sentado en soledad en la terraza de La Fuente, se sienta junto a mí, un extraño de quien ni siquiera conocía el nombre, hasta que huy se lo he dicho.

Pienso que se trata de una persona con mucha empatía, pues conoce a todo el mundo, todo el mundo la saluda, y yo solo significo en ese extenso mapa de cordialidad y conversación, un elemento más de su amplio universo.

Cármen, Cármen. es para mi algo más, una mujer que ha despertado en mi una necesidad emocional de estar con ella, todos los días, al margen de mi voluntad consciente. Escucho el sonido de la tormenta, cada vez mas cerca, oigo el suave golpeteo de la lluvia, y percibo que ambas cosas, los truenos y la lluvia, son también ella, Cármen, Cármen.

Hoy hemos hablado de todo un poco, de la memoria en los negocios, en los juegos de cartas, en la lectura, en la escritura, y me he atrevido a contar la anécdota del Puente Lecquio, que incluí en la entrada Una Noche en la Feria, que ha resultado ser la más visitada del mes, sospecho que precisamente por incluir esa anécdota, y Cármen ha demostrado ser una profunda conocedora de las revistas y los programas del corazón, pues ha hecho una relación detallada de todas las parejas que ha tenido el tal Lecquio, a cuantas ha embarazado y a cuantas no, y de cuantas ha negado ser el autor del embarazo.

Ambos contertulios, Cármen y el otro acompañante cuyo nombe ignoro, se han sorprendido por la interpretación popular del nombre de un puente cercano, no sabían que le llamaran el puente Lecquio, ni porqué.

La tormenta arrecia, el golpe de los truenos ya está aquí. Al dejar La Fuente he comprado un ejemplar de 'Levante', pero, a pesar de lo interesante de algunos titulares, no he resistido el impulso de dedicar la entrada de hoy a Cármen, Cármen, su nombre, su imágen, se imponen a cualquier otra cosa, no sé porqué.

En fin. Cármen, Cármen.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 10 08 16.

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