martes, 17 de enero de 2017

OBJETOS PERDIDOS

"Una urna funeraria, conteniendo las cenizas de una mujer, en fase de transporte hacia el Columbario, es desviada por error y acaba en el departamento de Objetos Perdidos. Esta noticia, leída en una página de 'Levante' cuyo número no recuerdo, mientras tomo café en el Maravillas, porque la Fuente ya no pone la terraza por estar en obras, me viene al pelo para abrir la página de hoy, un poco tarde, después de ir al mercado a por carrilladas, verduras y el avío para el arroz al horno del viernes, con la sana intención de no repetir del todo los temas de páginas anteriores.

Objetos perdidos es una expresión que estimula mi memoria pues seguro que hay muchas cosas que han desaparecido de mi vida, que son o fueron objetos perdidos, aunque no fueran a parar a ninguna dependencia municipal.

Pienso en el anillo de plata, regalo de mi mujer, que llevé durante años en el meñique de la mano izquierda y que, finalmente, perdí en el mar. En el caballito de cartón, un objeto infantil que estuvo en la casa de la sierra, hasta que lo condenamos al destierro por su alto contenido en bichos que se alimentan del cartón. O en la cartera que no perdí, exactamente, sino que me robaron en una escalera mecánica de Atocha, al regreso de un crucero por el Rin.

En la imágen apenas definida ya por el efecto del olvido de la primera vez que me asomé al corral del bajo donde vivía, habitado por multitud de animales destinados al consumo doméstico, pero tal vez la pérdida mas valiosa es haber olvidado el nombre de una chica de la que pude estar enamorado a los quince años, cuando compartíamos unas clases particulares en la calle Historiador Diago, y que ahora forma parte de los recuerdos perdidos en el océano de tiempo transcurrido hasta llegar a hoy.

Un día en el que, con la exageración habitual, la prensa presenta un titular que dice, 'La C. Valenciana, bajo cero', sin matizar que esa afirmación solo es cierta para una parte del territorio, con lo que se cae en una generalización casi indecente, algo a lo que se están acostumbrando todos los medios escritos o televisivos. Vaya, ya me estoy repìtiendo, les aseguro que no quería repetirme, en fin.

Para evitar que me suceda con mi urna funeraria lo que a la mujer cuyas cenizas han dormido en el departamento de objetos perdidos, hasta que, al parecer, un responsable ha corregido ese error y las ha devuelto a su familia, dejaré escrito que quiero que sea mi sudario mi viejo coche Skoda Octavia, que dejen allí mis restos cenicientos, con o sin urna, y que me lleven al desguace con el magnífico automóvil que me ha prestado un excelente servicio durante casi veinte años.

No se si he cumplido con mi deseo de no repetirme en la entrada de hoy, pero quiero despedirla con otra noticia que da mucho de sí.

La macroeconomía, esa disciplina que siempre nos da datos sumados, indicadores genéricos de crecimiento, de inflación y cosas así, tiene la limitación de que no informa de los sumandos que integran esos números, de las personas, vaya.

Hoy capto una noticia, no recuerdo otra vez en que página de 'Levante', que llama mi atención. 'Tres empresarios son tan ricos como un tercio de los expuestos a la pobreza'.

En mi afán por no repetirme, trataré de hacer una interpretación personal de este dato, en lugar de ocuparme de los pobres, de lamentar su desigualdad, daré mi opinión de lo que está pasando con los ricos en nuestro entorno comunitario.

¿Solo tres megamillonarios por un tercio de pobres?. Vaya desastre, deberían ser trescientos por lo menos, la riqueza cuando es suficiente y extendida suele alcanzar más a los pobres, no puede ser que la concentración de riqueza se limite a unos cuantos, eso es un desastre, indica que nuestra clase empresarial esta formada sobre todo por conformistas, empresarios mediocres incapaces de crear corporaciones gigantes, gentes que se conforman solo con lo que pueden controlar personalmente y no quieren alcanzar dimensiones que pongan en peligro su marchita de empresas mas o menos familiares, sin ambiciones de alcanzar dimensiones globales.

Así, con esta interpretación, nuestras desigualdades vendrían dadas por la falta de impulso generador de amplia riqueza, por un colectivo de empresarios que se caracteriza por su falta de ambición, por su mediocridad, por un criterio conservador en lugar de ambicioso, innovador, adecuado a los tiempos que vivimos, algo que queda de manifiesto en la cifra que nos da la prensa hoy, solo tres megamillonarios por un tercio de pobres.

En cuanto a esos pobres, son, básicamente, un dato estadístico, con ese criterio, seguramente yo soy pobre, pero nada más lejos de mi ánimo que considerarme pobre, parte de esa minoría sujeta a desigualdades económicas, la economía, no ha de confundirse con la vida, la vida es más que la macroeconomía, son sensaciones, emociones, sentimientos, a la mierda la macroeconomía, y los empresarios valencianos, a ver si espabilan y dejan de ser un rebaño de mediocres, solo así, mejorarán nuestras estadísticas, en particular, las que miden las diferencias de rentas sociales."

En fin. Objetos Perdidos.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 17 01 17.

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