lunes, 16 de enero de 2017

REPETIRSE

"Estoy releyendo el magazine de 'Levante' y encuentro una interesante entrevista a Ian Rankin. escritor del género megro en su prestigiosa variante escocesa. Este hombre dice tener un mapa de Edimburgo y cada una de sus nuevas novelas la sitúa en un paisaje urbano o suburbano que no ha empleado antes como sustrato narrativo.

Una frase suya de la entrevista es el origen de la entrada de hoy: "El mayor pecado es repetirse", doy un vistazo de pájaro a mis últimas cuatro entradas del blog y observo que si bien no me parece un pecado, si he caído en el vicio de la repetición, por mi recurrente aversión a la política, aunque no a toda la política, por eso dedico la entrada de hoy a otra cosa, ¿a cual?, no sé.

Salgo al balcón y el fuerte viento de poniente  agita las palmeras del seto central de la calle por donde circulan los viandantes algo agitados por ese aspecto del tiempo meteorológico que, en mi opinión, es el mas desagradable entre los demás meteoros con que nos obsequia el invierno.

En nuestro paseo marítimo hay una fuente con los nombres característicos de los diversos vientos, tal como los nombramos aquí, Ponent, Gregal, Llevant, pero a mi hay un tipo de viento que me llama la atención, porque escapa a esas denominaciones relacionadas con sus orígenes geográficos, se trata del viento urbano.

Es muy curioso pasear por el centro histórico de Heliópolis observando a la vez los movimientos, las corrientes, las presencias y las ausencias del viento urbano, ya desligado de su origen geográfico, inmerso en una trayectoria peculiar que depende, sobre todo, de la configuración de la geografía urbana, de modo que entras en una calle sombría y estrecha, y está absolutamente en calma, no hay nada de viento allí, sales a un plaza abierta y el vendaval de viento se apodera de las terrazas soleadas dispuestas por las cafeterías, haciendo que abrevies allí tu estancia, para buscar otros lugares más en calma.

¿Como llamar a estos vientos urbanos, tan desprendidos de sus origenes geográficos que ya no les cuadran los nombres tradicionales? No sé. Sospecho que algún meteorólogo local, aunque no lo haya dado a conocer, debe disponer de un mapa de Heliópolis, como el novelista de Edimburgo, en el que habrá dibujado las complejas trayectorias de los vientos urbanos, que no serán igual en las estrechas calles cercanas al mercado central, que en las grandes avenidas del ensanche.

Es posible que, incluso, les haya puesto un nombre, el viento de la Plata, la calma de Velluters, no sé.

Hubo un músico italiano de los sesenta que, fascinado por el viento, como yo hoy, se puso a escribir, y a cantar, inspirado por ese accidente meteorológico. 'Io sono il vento.....' comenzaba aquella canción y es que el viento, que a veces causa muchas desgracias, cuando nos empuja, nos arrastra, o nos lanza contra un barranco, es algo tan potente que tuvo su representación en el mundo mítico por medio de Eolo.

Quizás la condición esencial del viento es su potencia, algo que asusta y determina avisos ciudadanos para protegerse de su furia, pero el viento, también, cuando se convierte en brisa es como un beso dado en nuestra piel para suavizar los rigores del verano.

No sé que más puedo añadir.

Solo que me gustaría conocer si algún meteorólogo curioso ha dejado escrito en algún mapa de Heliópolis, las trayectorias, las frecuencias, las potencias, de los singulares vientos urbanos que pululan por nuestros barrios, y si les ha puesto nombre."

Lo he conseguido. Hoy, he huído de la repetición. Gracias, Rankin.

En fin. Repetirse.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 16 01 17.

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