domingo, 8 de enero de 2017

PAELLA DE PATO, GAZPACHO DE LIEBRE, CENA INFORMAL.

"Quique pasó a recogernos con su Ford Mondeo y nos llevó a la Pedanía de El Saler, donde sabíamos que Mónica estaba preparando una paella para nueve comensales, que ibamos a pasar juntos unas horas del día de Reyes en franca armonía, pero lo que ignorábamos es que Mónica, después de algunas otras tentativas con el método de la prueba y el error, nos iba a gratificar con una sensacional paella de pato, con el arroz en un punto de cocción y sabor próximo a la perfección y la porción de pato que probé con una textura suave y delicada que me hizo evocar nuestra reciente visita al Museo de la Seda, pues encontré que la elaboración culinaria de aquella ave de carne grasa y suculenta estuvo a la altura de las creaciones artesanales que contemplamos, bien acompañados por una experta guía, en el Colegio Mayor de la Seda de la calle del Hospital, dicho sea esto con el permiso de Vergara, nuestro primer cronista corrupto gastronómico, que debe ser, sin duda, quien más sabe de patos en el universo de la paella de por aquí.

Antes de la paella, tomamos una excelente sepia con ajos tiernos, y picotemos de una ensalada y otros entretenimientos y luego, tomamos el preceptivo roscón de reyes, no nos importó que nos saliera el haba, pues ya habíamos pagado previamente su importe al comprarlo en Dulzematic, 21 euros el de tamaño mediano.

Fueron unas horas muy agradables compartidas con nuestros hijos, nietos, y añadidos.

Al día siguiente, un poco antes de la hora fijada para nuestra partida, Chimo Requena me esperaba en su flamante Mercedes azul cobalto, en el que nos desplazamos, primero, a recoger a Jordi, luego a casa de Eutiquio, lugar de encuentro de los siete asistentes a la comida en la casa de la sierra, donde Bartual iba a guisar un gazpacho manchego de liebre, con su acento personal en el picante, como luego se comprobó y, una vez acudieron todos nos fuimos en el coche de Chimo, y en el otro Mercedes de Bartual, en dirección a la A3, donde iniciamos un recorrido casi siempre envueltos en una niebla espesa, hasta que al llegar a Estenas, cerca de las once, nos esperaba un día claro, frío y soleado, en el que pudimos admirar, antes de llegar a la casa, cuando paramos a coger agua en las garrafas al efecto, la cascada que descargaba su agua tumultosa, no tanto como hace diez días, junto a la piscina de la aldea.


Una vez descargada la enorme gazpachera, un caldero de tamaño más que natural, el resto del material para la comida, y encendida la estufa para caldear la casa, instalé la mesa grande en la terraza y nos dipusimos a almorzar una cazuela de riñones de cordero, que había guisado un colega, con profusión de acompañamiento de buenos vinos y luego, terminado el pre ágape, encendimos la chimenea que, por suerte, tiraba estupendamente, y preparamos la hoguera de leña donde, con ayuda del trévelez, el enorme caldero permanecería durante horas dirigido por las expertas manos de Bartual para guisar el tremendo gazpacho con que nos íbamos a gratificar en ese magnífico día, soleado, sí, pero con las tejas cubiertas por una fina capa de hielo, como hielo fué lo que encontramos en muchos tramos de la carretera, al ir, pero sobre todo al volver por la carretera de la sierra que pasa por Las Nogueras, antes de desembocar en la que comunica Chera con Requena.

Entre el almuerzo y la comida, creo que fueron nueve las botellas de vino que cayeron, sin que notara en ningún momento que nadie cayera víctima del exceso, pues fueron muy repartidas entre todos, pero, sobre todo, a lo largo de las varias horas que permanecimos en la casa, con lo que, al ser la dosis muy repartida, como me pasa ahora con el litio, no hubo efectos secundarios visibles.

El gazpacho estuvo sensacional, aunque con la personal preferencia de Bartual por el picante, lo que le dió un toque muy personal. Yo había llevado en un taper una ensalada de ahumados, que aliñé allí mismo, no sobró nada de lo que se puso en la mesa, a pesar de lo copioso del almuerzo de unas horas antes y es que mis 'amigos ingobernables' estan acostumbrados a las comidas copiosas, y lo llevan muy bien.

Por la tarde, bajamos hasta Requena por la carretera de la sierra y allí, en un café dimos cuenta del Roscón que había traído Jordi, se tomaron unos carajillos, y de vuelta a Valencia, con la sensación de haber pasado un día francamente agradable, por la belleza de los paisajes serranos, por el clima, aunque frío, anticiclónico, por la calidad de las viandas servidas, pero, sobre todo, por el buen ánimo con que las compartimos. Quedamos en emular la experiencia la próxima primavera.

Llegado de vuelta a Valencia, pasadas las seis de la tarde, encontré a Encarna en la cocina, ocupada con los preparativos de la cena informal que íbamos a compartir en casa, con Lola y Antoni, una quedada organizada, más que nada, para estrenar Rummy Classic, el juego de mesa que nos hemos auto regalado estas navidades, así que la cena es solo un pretexto, lo principal es el juego, pero, como hay que cenar, preparamos cuatro cosas para picar.

Yo he preparado una ensalada de ahumados, con salmón, bacalao, atún, anchoas, sobre un lecho de rúcula y canónigos con tomates cherry y huevo cocido rayado, Encarna unos pimientos del piquillo, rellenos de tomate frito con atún, y pintados con salsa rosa, una jugosa tortilla de patatas y unos montaditos calientes con queso de cabra y semillas de sesamo, todo ello regado no con Amstel, por supuesto, con Amstel nunca, sino con cervezas Alhambra de esas que no llevan etiqueta, y una botella de vino que, finalmente, no se abrió.

Nuestra nula experiencia con el Rummy determinó que, de las tres partidas jugadas, cada partida se compone de cuatro fases distintas, que yo seguí con dificultad por mi daltonismo que me hacía confundir los colores de las fichas verdes o azules, fueran Lola o Antoni los vencedores, aunque en una de ellas Encarna solo quedó a cuatro puntos de Lola, ella no confunde los colores.

Una velada, la cena informal con Lola y Antoni, que ha dado un final feliz a esta serie de acontecimientos amistoso gastronómicos que, este año, excepcionalmente, se han sucedido uno tras otro, dándome el título de esta entrada."

Pues nada, feliz año a todos menos a Amstel.

En fin. Paella de Pato, Gazpacho de Liebre, Cena Informal.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN 8 01 17.

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