lunes, 2 de enero de 2017

TENER O NO TENER

"Confórmate con lo que tienes y no alimentes fantasías o deseos de algo que nunca podrás tener." Este consejo conservador, en estos tiempos de emprendedores, de grandes grupos empresariales que fomentan el acceso a la condición de empresario, Lanzaderas y dos docenas más de inciativas que aparecen solo en una de las páginas de Wikipedia referidas a la actividad emprendedora en Heliópolis, puede considerarse definitivamente muerto, en este tiempo en el que, dada la caída espectacular del empleo por cuenta ejena a causa de la revolución tecnólogica, esa misma fuerza imparable parece ser un caudal de oportunidades para que uno se organice por su propia cuenta, y prescinda de un patrón ajeno para buscarse la vida.

Este nuevo panorama, venido de la mano de la crisis de empleo, una crisis bastante estable, que se resiste a desaparecer en un horizonte a corto plazo, permite alguna que otra reflexión, que se me ocurre centrar en 'lo que tenemos', y 'lo que no tenemos', pero con una óptica mas general, alejada del asunto del empleo, de la emprendeduría, y más centrada en el lado de los afectos.

Parece que puestos a soñar, en contra del consejo conservador, tal vez conviene hacer un inventario de lo que tenemos, y una lista de lo que no tenemos y desearíamos tener, como un primer paso para esa experiencia onírica, soñar.

Hay un primer problema, semántico, creo yo, y es que 'tenemos' indica posesión, patrimonialización de las relaciones personales, así, 'tengo a mi mujer', o 'mi mujer me tiene', son expresiones que para un empleo, o una empresa que comienza un nuevo proyecto, están bien, pero, sobre todo para quienes ya vivimos en el júbilo de hacer lo que nos dá la gana, sin obligaciones laborales, esa expresión patrimonial de los afectos no cuadra.

La vida puede que sea tener, sí, sobre todo para algunos, pero las relaciones personales se distinguen sobre todo, porque son compartidas, compartimos lo que la vida nos depara, alegrías, tristezas, experiencias, rutinas, pero, sobre todo, afectos.

Disfruto la inmensa fortuna de compartir la vida con una mujer a la que conocí en un guateque, cuando ámbos contábamos unos quince años. Ahora tengo una foto de gran formato en un mueble del comedor que recoge la celebración familiar de nuestros primeros cincuenta años de matrimonio, y me parece increíble todo lo que hemos vivido juntos, y todavía más increíble, que no nos arrepintamos de esa experiencia, a pesar de los acontecimientos no siempre favorables a nuestra navegación en común por los mares procelosos de la convivencia marital.

¿Tener o no tener?. No. Compartir, o no compartir. No hay nada patrimonial en compartir una experiencia de vida en común, se trata en realidad de una increíble capacidad de adaptación del ser humano para responder, en cada momento, en cada experiencia, en cada crisis, con un impulso de renovación permanente, a la edificación de una vida en común, reconstruída después de cada conflicto, para darle la solidez de un edificio renacentista, esos que se construyeron en el siglo no sé cuantos y que, tras las sucesivas restauraciones, presentan una solidez permanente.

Naturalmente, esto es cosa de dos, cada uno está hecho de materiales distintos, y solo si uno de los dos presenta esa calidad en los materiales que garantiza que todo no se venga abajo, esa vida de relación compartida se muestra invulnerable a la erosión de los tiempos.

Me siento afortunado por compartir con una persona de esa calidad humana una vida ya larga, productiva, y no soy capaz de imaginar como sería mi vida sin ese soporte emocional, solo espero ser yo quien se vaya antes, para no tener que soportar esa tremenda sensación de pérdida.

¿Tener o no tener? En un horizonte planetario en el que tener un empleo es algo casi inalcanzable, y cada vez lo será  más, a causa de la automatización de los procesos de producción, multitud de inciativas, de instituciones, estimulan a los jóvenes a tener una empresa, aunque sea pequeña, propia, bien, no niego que sea una posibilidad de vida profesional, ojalá que funcione, pero, tener una compañera de vida con la que compartir los avatares que nos depare la incertidumbre, la verdad, a mí, que ya vivo en el júbilo de hacer lo que me dá la gana, me parece mucho mejor, sí.

En fin. Tener o no tener.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 2 01 17.

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