viernes, 27 de enero de 2017

POBREZA ENERGÉTICA

"Después de un ciclo que ya dura más de una semana dedicado por todos los medios de in? comunicación a una explotación monotemática de la realidad a costa dal precio de la factura de la luz, me veo obligado, constreñido, inducido, empujado, sin posibilidad de resistencia, a decir algo, ¿original?, sobre el concepto de 'Pobreza Energética'.

No es mi intención infravalorar la tragedia doméstica que supone para millones de personas hacer frente al incremento del gasto energético, que los más informados atribuyen al incremento en el precio del petróleo, los aficionados a la meteorología a la ausencia de viento, y los educados en la cultura del western americano, a nuestra poca gracia para invocar a la lluvia, como el aburrido Rajoy, por medio de una danza ritual, pero quiero recordar que la falta de capacidad monetaria para afrontar el recibo de la luz, suele ir acompañada de otras tremendas insuficiencias que parecen haberse olvidado, y que no voy a nombrar, porque el motivo central de esta entrada es otro, enfocar el concepto de 'pobreza energética' con otra mirada, más neurobiológica que economicista o ecológica, sí.

Algún sabio, no sé si fué aquel a quien echaron de la escuela por torpe y luego cambió, el solito, la concepción de la ciencia universal, y nos dejó algunas perlas, 'la materia (y la energía) no sé destruye, solo se transforma', o, la curiosidad es la virtud humana que nos permite tratar de entender el mundo, (algo bastante complicado, por otra parte), nos dejó muchas lecciones inspiradoras, cómo aprender a mirar, a ver, las cosas, desde diferentes ángulos, para mejor percibir su compleja naturaleza, por eso, mi mirada hoy a la pobreza energética no se dirije a Iberdrola, a las centrales nucleares, a la eólica y la solar, y su vil tratamiento penalizador por el inefable Rajoy y sus muchachos, sino a la ausencia de reacción social adecuada a una agresión de esa naturaleza, aparte de manifestar unas inocentes protestas en las entrevistas callejeras o en los mercados (de frutas y verduras).

De modo, afirmo, que no hay solo una pobreza energética, la que se deriva de la incapacidad para afrontar el recibo de la luz, sino otra mucho más preocupante, la ausencia total de energía de las fuerzas sociales, de las gentes que habitamos de modo pasivo y resignado las sociedades que han surgido con el siglo, y que hemos perdido nuestra capacidad de influir en las medidas de los gobiernos por medio de la protesta, nuestra energía social más valiosa, como quedó demostrado en otros hitos históricos, sin esa fuerza, sin esa energía colectiva, a veces manipulada por individualidades que la aprovechaban en su favor, sí, no se habría materializado la Revolución Francesa que, pese a su ciclo del Terror y todo lo que quieran está en la base de la cultura democrática europea que estuvo viva hasta finales del siglo pasado.

No soy, para nada, un nostálgico de las revoluciones, que a veces concluyen en involuciones, pero sí un fiel defensor de la energía social, esa capacidad de protesta incruenta, pero todo lo insistente, lo permanente que haga falta, único modo de poner freno a los abusos de poder que vemos cada día, amparados en nuestros efímeros votos, y en el poder permanente de los grupos, de los oligopolios, que pululan a la sombra de nuestros representantes electos, y tienen la desfachatez de ofrecerles sus sillones cuando han perdido su carisma, como premio a los servicios prestados.

Tal sistema solo puede prevalecer si se sustenta, más que en esos poderes fácticos, en la ausencia de  energía social suficiente para oponerse, pacífica, pero frontalmente, a sus abusos.

En conclusión, es la pobreza energética social de nuestras sociedades, acentuada desde que el capital monopolista ya no tiene oposición en el mundo, la falta de reflejos ciudadanos para salir a la calle el tiempo que haga falta, sin armas, con argumentos, lo que favorece la perpetuación y aceleración de un sistema de explotación una de cuyas consecuencias más visibles, si atendemos a estadísticas no manipuladas, es el creciente peso de las rentas de los millonarios, en relación con las de los grupos sociales más desfavorecidos, pero no solo eso, hay otros signos de ese aumento de poder desaforado, el cuasi monopolio de los medios de comunicación, la manipulación permanente de la información, que consigue, entre otras cosas que, cuando se habla de pobreza energética, se piense en el recibo de la luz, no en la pérdida de energía democrática de las sociedades hijas del cambio de siglo.

Nunca supe solucionar problemas, ni cuando estaba en la escuela, ni luego, ni ahora, como mucho, solo supe enunciarlos, por eso, seguramente, me dediqué a la economía de empresa.

Pienso que los directores de cine hacen más por estimular la energía social que los economistas. Una prueba, algo estrafalaria,de lo que afirmo, la tuve ayer al visionar en televisión la peli de Carles Mira, 'Con el Culo al Aire', con la impagable participación de Ovidi Montllor, Eva León y Joan Monleón, entre otros, que cuenta, de un modo cómicamente extravagante, la rebelión de un colectivo humano, los internos de un psiquiátrico duramente gestionado por una comunidad de monjas de las de antes.

Me hizo evocar, esa película tan loca, la de Nicholson, 'Alguien voló sobre el nido del Cu-Cú'.

Y digo yo, ¿es que solo los locos tienen la capacidad de rebelarse contra las injusticias? Que nos está pasando?."

Hace falta estar loco para soportar, sin protestar de modo permanente y eficaz, no efímero, el ejercicio acumulado del poder global en lo que va de siglo, orientado a convertirnos en sujetos inanes, conformistas, asistentes a las rebajas de los centros comerciales en masa, pero incapaces de reconocernos como sujetos colectivos de derechos inalienables y obrar en consecuencia.

En fin. Pobreza Energética.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 27 01 17.

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