domingo, 27 de julio de 2008

AVISOS Y ESPANTADAS

Para no sucumbir del todo a la licuefacción del tórrido verano económico, me voy unos días de vacaciones al tiempo pre industrial. Un lugar sin televisión, sin apenas actividad, ni siquiera agrícola, donde solo se escucha el rumor vegetativo de las hojas de la vid mientras hacen la siesta.


Antes de emprender el viaje, pasaré por el neumólogo quien, al parecer, ha leído mi Blog y se ha apresurado a citarme en su consulta para leerme la letra pequeña de mis radiografías.


Así, a la vuelta, tendré algo que contar.


Hasta la vista.


Lohengrin. 28-07-08.

DISOLUCIÓN

El País de hoy cuenta que los grandes capos de las multinacionales de casi todos los sectores que operan en España, coinciden en percibir una tendencia a la disolución de sus negocios en nuestro espacio económico. Sus cifras de ventas, sus márgenes de explotación, sus beneficios netos, adelgazan con una rapidez creciente, incluso mayor que la de mi propio cuerpo, a la que yo aludía en la página Once y medio, después de constatar que había perdido 11,5 kilos.


Eso me deja mas tranquilo. Estaba preocupado por si mi rápido adelgazamiento era el signo de alguna patología personal, pero ahora percibo que ese fenómeno físico, esa especie de licuefacción favorecida por el calor húmedo e inclemente de julio, corresponde en realidad a la ruptura de la, ahora famosa, burbuja en la que hemos vivido inmersos durante mas de un decenio.


No soporto el calor. Por eso, haber vivido durante mas de una década, aún sin saberlo, en el interior de una burbuja que me aislaba de las incomodidades del clima exterior, me produce ahora una indefinible sensación de nostalgia. En el balcón, sentado en una silla de esas de plástico ligero que antes costaban cuatro perras y ahora supongo que son mas caras y se venden menos, espero en vano alguna ráfaga de aire fresco, pero la burbuja que me envolvía ya no está, y por mis axilas resbalan las gotas de sudor que son un signo evidente de licuefacción, de disolución.


Con el periódico en las manos, reflexiono sobre las cargas pesimistas de profundidad con las que casi todos los comunicadores, desde cualquier medio o soporte, contribuímos de modo cotidiano a esa sensación de disolución de la felicidad económica, cuando tropiezo con un artículo de Antón Costas, catedrático de la UB –Universidad de Barcelona, supongo, que vicio ese de las siglas..--
que, por el seni de su contenido, su rigor, su enfoque realista y anti apocalíptico, merece ser traído aquí como un contrapunto al sonido dominante, un homenaje a quienes escriben contra la corriente, contribuyendo así a que restauremos nuestra confianza en el ser humano.


La mayoría de quienes reconocemos un cambio dramático en la calidad del entorno económico que nos cobijaba, nos quedamos en el diagnóstico, no señalamos caminos a las posibles soluciones, pero Antón se atreve, y a mi me parece que lo hace de una manera muy justa y ponderada, a señalar uno.


Ese camino pasa, según el articulista, primero, por el reconocimiento político de la realidad. Después propone (....nuevas instituciones y reglas, voluntariamente aceptadas, capaces de hacer que mientras cada uno asume sus responsabilidades y busca su propio interés, faciliten la colaboración mutua en busca del interés general).


Es de agradecer que, en medio de la selva económica en que se han convertido las sociedades modernas, desde que el capitalismo neoliberal se ha lanzado al ejercicio sin complejos de sus
preceptos, alguien proponga, de nuevo, soluciones civilizadoras a los problemas causados por esa actividad exclusivamente depredadora.


La cuestión es si esas buenas intenciones pueden materializarse, y si llegarán a tiempo para impedir la disolución, la licuefacción total de nuestro entorno que adelgaza con una velocidad creciente en medio del tórrido verano de la crisis económica. Porque, lo que Antón propone, implica, nada menos, introducir un poco de ética social en las relaciones de poder económico.


Hasta que eso suceda, si es que sucede alguna vez, yo no me atrevería a dar paseos nocturnos por las veredas de la selva, sabiendo que los leopardos aún andan sueltos por allí, deslizándose sobre las ramas de los árboles, amenazando la integridad residual de nuestros cuerpos adelgazados, mas licuados, con tendencia a la disolución, pero que todavía pueden alimentar su voraz apetito.


Sería mas recomendable, al menos en Heliópolis, una velada nocturna para acudir a los actos de
ECLÉCTIC, ese festival musical y cultural promovido por el gobierno de Camps, a quien, por una vez, hay que felicitar por mantener esa iniciativa desde hace unos años. Pasarlo bien, divertirse en medio de la caricia nocturna de julio, también puede ser una forma, que no es incompatible con las sensatas propuestas de Antón, de intentar frenar la creciente disolución de nuestros enjutos cuerpos.


Lohengrin. 27-07-08.

viernes, 25 de julio de 2008

ONCE Y MEDIO

He bajado al Maravillas y en el editorial de Levante, que en verano es mi fuente mas consultada para tener una idea de lo que pasa en Heliópolis, me ha sorprendido encontrar, por segundo día consecutivo, la misma cifra.


Si ayer el suelo industrial se estaba encogiendo en un 11,5 por ciento, hoy, el desempleo aumenta en igual porcentaje. Después de comprar el pan he pasado por la farmacia, para controlar mi peso en una de esas básculas que te dan el peso exacto y, si miras a una lucecita, la estatura aproximada, y he comprobado, ya sin ningún atisbo de sorpresa, que peso 11,5 kilos menos y me he encogido 11,5 centímetros.


Si multiplicas esa cifra, 11,5, por mil, te da la cuantía a la que ha caído hoy el índice de la bolsa, el Ibex 35, 11.500 puntos. Si la multiplicas por diez, te da ciento quince, lo que te permite inducir, con alguna chulería, que estamos inmersos en una tendencia que nos podría llevar a retroceder un siglo. Como estamos en 2008, ese retroceso nos llevaría, de forma hipotética, a 1.908, que es el año en que nació mi padre. Parece que hay algo cabalístico en ese dichoso número.


Nunca leí la Kábala, esa fuente de sabiduría arcaica hebrea, pero por lo que cuentan los periódicos, los sucesores actuales de aquel pueblo antiguo todavía la utilizan. Por cada muerto propio, once y medio ajenos, por cada metro de suelo propio, 11,5 metros confiscados.


Significa esa regresión temporal que nos estamos quedando sin futuro, que el techo del futuro se nos cae encima?. Si atendemos a la caída de un 11,5% en las ventas de libros del género de anticipación, de ciencia ficción, parece que el futuro nos abandona, pero no es así.


En primer lugar porque, según la física cuántica, --o la que sea-- el tiempo es un continuo, con lo que el futuro sería algo imposible, o el fraccionamiento temporal un mero recurso metodológico de los historiadores. Luego, porque, si convenimos en que el futuro existe, aunque esté por venir, esa tendencia actual a la regresión en las cifras económicas, no significa la desaparición del futuro, sino un cambio en su coloración, por una parte, y de otro lado, que el cumplimiento inexorable de las anticipaciones de Verne, Clark, Asimov, Orwell y los demás, está dejando su tamaño, el espacio literario en el que el tiempo futuro operaba, algo mas encogido.


Un poco mareado y aturdido por la omnipresencia de ese número, cabalístico o no, el once y medio, en mi vida cotidiana del presente, me he lanzado con cierta ansiedad sobre el blister, esa cubierta de plástico que encierra algunos medicamentos y he comprobado con espanto, al contar los agujeros, que, en lo últimos días, he tomado once pastillas y media menos de las que corresponden a la prescripción del médico que se ocupa de mi estado de salud.


Algunos escritores, tienen el hábito de ingerir pastillas para estimular su creatividad literaria. A mi me ocurre lo contrario, después de once días y medio sin ingerir la dosis habitual, me he despertado con una rara sensación de efervescencia creativa, con la consiguiente alarma, porque puede ser, o no, un indicio de riesgo de un brote psicótico, --no confundir con piscopático.


Ya he dicho en otra parte que el proceso mental de quien escribe en la soledad de su gabinete, es semejante al de quien anda por la calle hablando con alguien a quien los demás no vemos. Lo que sucede es que, en este segundo caso, esa actitud puede producir una cierta alarma social entre los vecinos, mientras que el solitario suceso literario, en ocasiones conduce a la gloria mundana de un premio editorial, –no necesariamente literario-- cuyo efecto colateral suele consistir en que el afortunado tiene que abandonar la escritura durante una larga temporada y dedicarse a hacer el payaso en las televisiones locales, autonómicas, generalistas, de cable, o de satélite.


Como siento un pánico irracional, injustificado, a que eso pudiera sucederme a mi alguna vez, he arrojado a la basura el blister empezado, para exorcizar el riesgo de un nuevo error en el cumplimiento de las prescripciones médicas, y he cogido uno nuevo de la caja, no vaya a ser que, por no tomar las pastillas, un exceso de efervescencia creativa me conduzca, sin yo desearlo, al azar de alguno de esos numerosos y variopintos premios literarios, como le ocurrió al famoso escritor colombiano, el de Macroll El Gaviero, Alvaro Mutis, que recibió una llamada telefónica inesperada y exclamó –o fue otro?-- --Nos han jodido, nos han dado el Cervantes.


En fin. Once y medio. Cuidado con ese, en apariencia, inofensivo número.


Lohengrin. 25-07-08.




miércoles, 23 de julio de 2008

EL CARRITO DE HELADOS

“Me ha escrito una amiga, emprendedora, a quien aconsejé porque ella, en su ignorancia, pensó que mi antigua dedicación a la economía le daba algún valor a mis consejos, para que se estableciera como autónoma. Yo solo le di algunas nociones, generalidades, pero la idea de establecerse con un carrito de helados en el Camino de Santiago fue enteramente suya.


En su carta, me cuenta que lo que empezó como una improvisación para pagarse las vacaciones es ahora un negocio boyante. Ha establecido una heladería industrial, aunque solo utiliza productos naturales, y su flota de carritos de helados franquiciados no da abasto para atender la demanda de una muchedumbre de antiguos gerentes inmobiliarios, constructores quebrados, subcontratistas, y, recientemente, empleados de compañías de navegación aérea y de empresas de telecomunicación, que forman una fila inacabable de peregrinos que pulula por el Camino, buscando el consuelo de la austeridad y la meditación para paliar sus tribulaciones económicas.


Añade que sus expectativas empresariales son tan buenas, que está pensando en salir a bolsa para financiar la ampliación del negocio. Esa idea no es enteramente suya, sino que ha sido fruto de una conversación ocasional con Botín, con quien coincidió en el camino, que el frecuentaba solo de paso, mientras se dirigía a comprar otro banco en el noroeste, y alguna caja de ahorros en apuros.

Al parecer fue Botín quien le explicó lo de las amenazas y oportunidades, y añadió que, en la coyuntura actual, es previsible que el número de los clientes de mi amiga esté en franca progresión, porque solo con el renglón de los bancarios de los que el va a prescindir en las entidades que ha adquirido, previsiblemente tendrá asegurado un crecimiento exponencial de la demanda.


Olvidaba decir que mi amiga me consultó por mi trayectoria profesional. Yo siempre pensé que esa trayectoria errática había sido un caos, jalonado de errores, saltos abruptos en el vacío y precariedad, pero como suele ocurrir, nuestra percepción subjetiva no coincide, a veces, con la apreciación de los demás, y ella insistió en la linealidad de mi trayectoria profesional.


Lo cierto es que pasé, directamente, del analfabetismo a la economía, de allí a la auditoría, mas tarde a la condición de auditor sancionado, luego a la de escritor, y ahora estoy en proceso de regreso al analfabetismo. Como se puede apreciar, un recorrido absolutamente marxiano, por no decir marciano, aunque no hay que olvidar que cuando Groucho aludía a su salida de la nada para llegar a la mas absoluta miseria, expresaba su sabiduría de cómico de la legua, curtido en todos los aspectos de la vida, y la concebía, como yo, como una curva parabólica en la que al final llegas al nivel de partida.


Mi amiga, en su carta, me anunciaba el envío de un paquete, en agradecimiento a mis nada valiosos consejos, que he retirado hoy. Lo estoy abriendo ahora mismo y para mi sorpresa, contiene una gama completa de embutidos de Ponferrada, cecina de León, y un lote representativo de sus helados, convenientemente aíslado en una bolsa hermética especial, que incluye, el de tortilla de patatas, salmón con membrillo, frutas del bosque, especial de queso azul con camarones pelados, coco con plátano, el clásico con seis capas de distintos chocolates, y el de mas éxito, turrón blando de Xixona con caviar de beluga.


Aprovechando que es miércoles y tengo invitados, voy a poner a su disposición esa muestra tan original de productos del Camino de Santiago, en particular los helados, que han convertido a mi amiga, gracias a su capacidad emprendedora en época de turbulencias económicas, en una persona crecientemente adinerada, optimista y satisfecha, después de comprobar, gracias a los consejos de Botín, que un entorno de amenazas también ofrece oportunidades a quien sabe buscarlas.


Por cierto, tengo que dejarles, acaban de llegar los invitados y debo preparar la ensalada, hacer la picada de la sepia, y otras menudencias con las que contribuyo al acto semanal de la comida familiar. Agur.”


Lohengrin. 23-07-08.



LA LOCOMOTORA

Algunas personas, ya en fase declinante, en los momentos de insomnio inducidos por el calor nocturno, podemos ser abducidas por la absurda idea de que la vida es una linea parabólica que transcurre entre la niñez y la decadencia. En el medio pasan cosas, pero no son, ni remotamente, tan importantes como la niñez y la decadencia.


Orson Welles debió tener la misma sensación, al poner en boca del magnate de la comunicación, su personaje de la película Ciudadano Kane, posiblemente la mejor peli de todos los tiempos, la palabra Rosebud, ese elemento enigmático que proporciona una circularidad perfecta a la trama biográfica, y que alude al nombre del trineo con el que jugaba de niño el futuro millonario, antes de ser entregado al Banco designado por su madre para ejercer de preceptor, sintetizando en esa palabra la conexión entre ambas etapas de la vida.


La característica mas destacada de la niñez es su insaciable curiosidad. Le das a un niño normal un tren de juguete y acabará por destriparlo para averiguar lo que hay dentro. Camps debió de ser un niño normal, pero la circunstancia de crecer rodeado de faldas de curas y monjas, atormentado por los crueles pellizcos que Aguirre, la marquesa consorte, su homóloga que accedió al gobierno de la comunidad madrileña por medios torticeros, también reparte generosamente a diestra y siniestra, le ha conducido, ya de adulto, a que le den un tren, y en lugar de averiguar lo que tiene dentro, ordene desguazarlo con autorización judicial y dos recursos pendientes, para que nadie se entere de lo que contenía.


Intuyo que, otra vez, la metáfora de la Locomotora se revela desafortunada, al coincidir con esa medida que, de no ser por la intervención judicial, podría haber sido calificada de destrucción de pruebas. Hablo, para quien no lo sepa, del metro que causó 43 víctimas en Heliópolis, cuyos deudos fueron rápidamente indemnizados, y a las que se echó, literalmente, con una urgencia desmedida, toda la tierra encima, por la inmediatez de la visita del Papa.


Camps podía haber esperado a la resolución de los recursos pendientes, y nos habría evitado la dolorosa molestia de volver sobre un asunto tan dramático. Al verle proceder, otra vez, con tanta precipitación en los asuntos ferroviarios, uno no puede evitar evocar la imagen de una actitud culpable, como la de quienes se sienten amenazados por que la policía llama a su puerta y ponen la destructora de papel a toda máquina, para hacer desaparecer cualquier indicio que les acuse.


No puedo afirmar que ese sea el caso, porque el asunto todavía no ha concluido, pero nada hubiera costado esperar un poco mas para tomar esa medida, evitando así cualquier atisbo de suspicacia.


El equipo responsable de comunicación que sopla al oído de Camps la metáfora de turno, se está cubriendo de gloria últimamente, primero fue la del Transatlántico, que concluyó con el hundimiento del velero CAM. Ahora la de la Locomotora, que coincide con el desguace del vagón del Metro. Cual será la próxima? No me atrevo a imaginarlo, pero, tal vez fuera oportuno sustituir a ese equipo por otro menos Brofec, porque, andar por la vida política parlamentaria con el lastre comunicacional de metáforas que se agotan en apenas una semana, es una carga añadida en los hombros de un hombre de Estado, aunque sea autonómico, que parece innecesaria.


Mi mujer discrepa de la imagen de la vida como una línea parabólica, en la que la niñez y la decadencia son los puntos radicalmente mas importantes. Como la persona positiva y altruista que es, concede mas importancia al centro que a los extremos, y me recrimina el fondo pesimista y negativo de esa construcción geométrica. No digo que no tenga razón, pero en mi descargo debo manifestar que todo ha sido una idea inducida por los momentos de insomnio del calor nocturno, y que la noción de fin y principio, o de principio y fin, aunque tenga un tufo teocrático, es algo a lo que, nos guste o no, estamos mas expuestos quienes hemos entrado ya en la vía declinante de nuestro particular trayecto ferroviario. En fin. La Locomotora.


Lohengrin. 23-07-08.





martes, 22 de julio de 2008

LA COCINA

Querido diario: Acabo de darme cuenta de que escribir en el Blog es como cocinar. Mezclas sabores dulces y ácidos, líricos y sarcásticos, y la combinación resultante, a veces, con independencia del juicio que merezca a ojos de los demás, tiene la condición intrínseca de la originalidad, porque el ser humano se caracteriza por la unicidad, y ese carácter único, aunque se intente mutilar en la cadena de montaje, donde se obliga a las personas a renunciar a su modo personal de hacer las cosas en aras de la uniformidad del producto, impide que se doblegue del todo la personalidad del individuo, que se sigue manifestando en la morfología de su letra, en su modo de sonreír o permanecer serio mientras los otros se ríen, en otros muchos detalles que le confieren, a despecho de la mecanización y la uniformidad de las costumbres, su irrenunciable condición humana.


Como los grandes chefs, quienes escribimos reproducimos, sin darnos cuenta, las preferencias innatas en el arte de combinar los elementos y presentar los platos. Hay quien prefiere la ligereza de los menús a base de platos cortos y variados. Otros por el contrario, son partidarios de largas y lentas elaboraciones, que incluyen cocciones de doce horas para obtener al final una síntesis muy concentrada que incorporarán a sus salsas.


Algunos incurrimos, desoyendo los consejos de los nutricionistas, en la elaboración de platos con una carga crítica demasiado contundente, que produce indigestión a los destinatarios de esa receta en particular. Otros prefieren la liviandad de los elementos que utilizan en la cocción, por que casa mas con la jovialidad de su carácter, con su modo de estar en el mundo, y cada una de esas preferencias, de esas opciones, a veces inconscientes, le da a cada plato literario el toque especiado que corresponde a la personalidad, y las limitaciones, de cada uno.


Hay verdaderos maestros en el arte de ligar un párrafo con otro, y lo hacen con tal sentido de la armonía gastronómica, que todo el guiso exhala un aroma unitario, sin que sus componentes pierdan un ápice de su originalidad. Otros en cambio, adolecemos de una suerte de expresionismo fuerte en la cocina, oponemos sabores a veces demasiado extraños, contrarios, y así limitamos, sin querer, el número de comensales interesados en nuestros guisos, menos numerosos, pues la mayoría prefiere la armonía de la cocina tradicional renovada, a las sorpresas, a veces demasiado agresivas, a las que su paladar está poco habituado.


En mi recetario, hay ya mas de trescientas fórmulas ensayadas, que no son todas distintas, porque en ese largo aprendizaje de cocina que se prolonga ya mas de dieciocho meses, inevitablemente hay componentes que se repiten de manera inconsciente, obsesiones de cocinero que a veces no controlas y una preferencia que se ha ido ajustando con el tiempo por un determinado estilo personal, que no es elegido, sino el resultado de las experiencias, manías, lecturas mejor o peor asimiladas, prejuicios no del todo abandonados, impulsos, reflexiones y estímulos cotidianos que genera la interacción con la realidad y la pulsión imaginativa.


No tengo vocación de gran chef, ni creo tener condiciones para serlo, pero me muevo muy a gusto en la cocina de bar, solo con los ingredientes necesarios para alimentar cada día a los usuarios del blog con el menú que esperan recibir, sin renunciar del todo a la capacidad de sorprender, porque de lo contrario, la cosa sería demasiado aburrida, y uno está aquí, a pie de cocina, para hacer reflexionar o divertir al personal, según le pide su ánimo, pero también para divertirse, porque la cocina y la escritura, digan lo que digan, son dos de los placeres creativos mas sencillos que existen, al alcance de cualquiera que tenga la curiosidad suficiente para introducirse en ellos.


Me gusta degustar los platos de otros cocineros. A veces encuentras un tono, una metáfora, una técnica culinaria que puedes incorporar a tus guisos, como hace Arguiñano en ocasiones con la sabiduría de Arzac, pero, en general, reconozco que soy demasiado parco, por demasiado viejo, en el aprendizaje de los otros. Mis manías y obsesiones están demasiado fijadas por el tiempo, así que he de reconocerme, para bien o para mal, como editor responsable de los guisos que preparo casi cada día, y también del carácter minoritario, poco extendido, pero muy apreciado por mi, de quienes se acercan a la barra del bar para probar el menú del día. Hoy, tocaba yoísmo, en homenaje a Antonio Muñóz Molina.


Lohengrin. 23-07-08.

METÁFORAS II

Desde pequeñito he confundido las metáforas con el botijo. Me decían, ---Niño, coge la metáfora, ve a la fuente pública y trae agua. Ya de mayor, a menudo las confundo con la exageración. Las metáforas y la exageración son para mi, ahora, material literario, aunque sea de esa literatura menor que se cobija en los blogs, no solo vilipendiados por el mayor productor de metáforas tontas, Zafón, sino también, con mejor estilo y menor ensañamiento por Antonio Muñóz Molina, que los metaforiza –los blogs-- con la expresión Querido diario, por el excesivo yoísmo que suele habitar esos soportes de la escritura.


Digo esto porque he bajado al Maravillas y el editorial del diario LEVANTE daba cuenta de una disminución de mas de una décima parte de la superficie ocupada en las instalaciones feriales de Heliópolis, por los stands dedicados a la promoción comercial de la industria local, que al parecer sufre una regresión semejante a la de las tierras fértiles que ceden lentamente al empuje del desierto. Dicen los editorialistas, no lo digo yo, que esa regresión lenta pero inexorable es el resultado de la política –o la falta de política-- industrial del Consell.


La metáfora del desierto me es muy cara, desde que leí la novela de Buzzati, El Desierto de los Tártaros, donde la omnipresencia del desierto, su soledad y su ausencia de vida es, sobre todo, mental, mas que física. La flora industrial de Heliópolis nunca se distinguió por la fortaleza del roble, sino por la fragilidad del arbusto. Nuestros polígonos industriales siempre fueron aglomeraciones de talleres con ínfulas de fábricas, salvo las excepciones de sectores determinados, como la cerámica y las industrias instaladas aquí por empresarios extranjeros, y la dimensión de esos remedos empresariales apenas alcanzó nunca la calificación de industrial, en el sentido de una capacidad de producción, unas inversiones materiales y unas plantillas que justificaran plenamente esa denominación. Aunque, precisamente, esa ligereza de nuestra flora industrial la dotó, en tiempos, de una flexibilidad y una capacidad de adaptación que le permitía afrontar mejor las crisis cíclicas.


En cuanto a las tendencias psicológicas de una buena parte de ese empresariado menudo, me las contó un amigo aludiendo al fenómeno del surgimiento de la industria del calzado en Elche, que, según dice el, se nutrió de unos empresarios de aluvión cuyas prioridades inversoras, en cuanto el negocio en auge les permitió invertir, se concretaron en, primero el Lamborghini, luego la mansión con verjas negras y doradas, y lo que sobraba, para putas. Con esa metáfora, o exageración, mi amigo aludía a la falta de cultura empresarial en este país cuyas raíces rurales fueron transferidas a la actividad industrial, con una actitud mas fenicia que profesional.


Si a ese sustrato empresarial, añadimos la preferencia del Consell por las servilletas de papel, las aceitunas sin hueso, y las habitaciones de hotel con fines recreativos, en detrimento de una política auténtica de desarrollo industrial de futuro, la explicación de los editorialistas de Levante que trata de desentrañar la progresiva desertización de nuestro suelo industrial, queda mas completita.


A pesar de esa realidad, Camps, el presidente autonómico con mayor habilidad para grabar su perfil de barón del partido en los eventos multitudinarios, muestra una afición tan desmedida como la mía por las metáforas. Después de publicitar la del Transatlántico, que acabó con el hundimiento del CAM, ahora se pasa a la de la Locomotora, que tiene la ventaja de ser insumergible, a pesar de su peso, porque circula por tierra, aunque cada vez menos firme.


El problema de Camps no es saber elegir el medio de transporte para viajar hacia el futuro, que también, sino su incapacidad manifiesta para marcar una ruta coherente, lo que no tendría mayor importancia si no fuera porque ese instinto, cuando falta en el mayor responsable de una comunidad, puede conducirnos a que la locomotora acelere hacia un territorio cada vez mas desértico, en plan metafórico, claro.


Las metáforas que mas me gustan son las de Millás, quien, que yo sepa, todavía no se ha metido con los blogueros con ese entusiasmo gremial del que hacen un uso inmoderado otros escritores, mas aferrados a los soportes tradicionales, pero como de niño tuve la mala fortuna de confundir las metáforas con el botijo, ahora he de servirme del desierto de Buzzati para ilustrar las tendencias del tejido industrial de Heliópolis, en las que, según los editorialistas de Levante, alguna responsabilidad tiene la política del Consell.


Como ves, Antonio, gracias a tu crítica constructiva, en la entrada de hoy he procurado huir del yoísmo, para tratar un tema de interés general, aunque, como acostumbro, no propongo ninguna solución, que no está a mi alcance, aunque si debiera estarlo, supongo, al de los patrones de yate y conductores de locomotoras públicas.


Lohengrin. 22-07-08.



jueves, 17 de julio de 2008

UN EJERCICIO DE PROSPECTIVA

“Escribo desde un lugar húmedo y oscuro que no termino de reconocer. Las marcas en la pared –no las hice yo-- parecen indicar que está próxima la navidad de 2.009. Hace año y medio que espero la llamada del neumólogo, por aquello de la letra pequeña en las placas radiográficas, ¿recuerdan?, pero no es importante, porque me ha atropellado un camión al que intenté detener solo con la mirada, en un paso protegido.


La culpa fue mía. No advertí que el paso estaba en una zona de obras. Las obras del metro de mi barrio hace mucho tiempo que concluyeron, pero las terminaron con tanta premura, para llegar a tiempo a la celebración del gran premio de Fórmula 1, que menos de un año después de su inauguración empezaron a salir socavones, y de nuevo las calles están invadidas de excavadoras, máquinas de pilotaje y camiones, con uno de los cuales he tenido la mala fortuna de encontrarme, por culpa de mi temperamento distraido.


En Estados Unidos, la economía, ahora, va como un tiro, desde que Obama accedió a la presidencia.

Irak está mas tranquilo. Su petróleo fluye con regularidad hacia los mercados de occidente, aunque su precio sigue generando las mismas tensiones en las economías mas dependientes de esa energía.

La guerra de Afganistán se ha recrudecido hasta tal punto, desde que Obama quiere aparecer como un tipo tan duro como Bush, que las toneladas de bombas que ha ordenado arrojar en ese país medio deshabitado ya superan las que se lanzaron sobre Vietnam.


En España, Zapatero sigue en el gobierno, pero se ha visto obligado a cambiar dos tercios de sus ministros, en un intento de frenar la caída de la confianza en su capacidad para afrontar la crisis económica que todavía sacude con dureza el país.


En Heliópolis, el gobierno de derechas por fin ha conseguido ver atendidas sus reivindicaciones sobre financiación autonómica. Ahora tiene cinco puntos mas de participación en los impuestos recaudados, pero a pesar de ese aumento de su trozo de la tarta, como el producto nacional bruto ha caído a los niveles de hace quince años, es decir, el tamaño de la tarta es menor, sigue acudiendo al endeudamiento como antes. Ahora han lanzado un empréstito en los mercados financieros de Singapur, para financiar los eventos a celebrar en el año 2.010.


Ahora no se trata de la Copa del América, que no se ha vuelto a celebrar, ni de la Fórmula 1, que sus patrones se han llevado a otro sitio donde les pagan mas, sino del Certamen Internacional de Catxirulos -–así es como llamamos en Heliópolis a las cometas, no los Halley, sino esas construidas con papel de vivos colores, que se gobiernan desde el suelo con uno o varios bramantes-- y el Simposio Gastronómico Europeo del All i Pebre, ese guiso picante a base de anguilas en el que somos los mejores.


Por lo demás, en Europa se vuela menos que antes, porque las compañías de navegación aérea han restringido sus destinos, sus plantillas y sus vuelos baratos. En cambio, el camino de Santiago está mas concurrido que nunca, porque todo lo relacionado con la austeridad y la meditación está de moda, como suele suceder en épocas de tribulaciones económicas, de las que, a diferencia de Estados Unidos, el continente europeo está tardando mas en recuperarse.


En fin, solo pretendo dar unas pinceladas, nada exhaustivo, sobre el panorama que contemplo desde aquí, desde este lugar oscuro y húmedo que no termino de reconocer, cuando el año 2.009 está tocando a su fin. Cuando me dispongo a dar por cerrado este comunicado, suena el móvil, con la musiquita esa de Movi Star, nada de politonos de esos careros.


--Hola, soy el neumólogo. Podría venir a la consulta la semana que viene, el jueves?


--Muchas gracias, no hace falta que se moleste. Me ha atropellado un camión. Estoy muerto.”


Lohengrin. 18-07-08.

miércoles, 16 de julio de 2008

EL SENTIDO DEL HUMOR

En estos tiempos de tribulaciones económicas, uno puede darse a la austeridad y la meditación, dedicarse a la suave ironía sin sacar la navaja dialéctica, para defenderse de las aristas de la realidad temporal, sin llegar a la burla o el sarcasmo que son los rasgos mas crueles del humor, o si se siente arruínado, tirarse por una ventana de las torres Kío, lo que no es nada recomendable, porque ese procedimiento sumario suele resolver los problemas de uno, pero deja los de los demás sin la atención debida.


Mi tendencia natural al sarcasmo me exige un esfuerzo adicional para mantenerme en los límites de la ironía. Solo cuando realizo ese esfuerzo de manera consciente, a veces consigo ser, sólo, irónico, pero nunca he conseguido alcanzar la dulzura sensible y a la vez irónica de la retranca catalana.


Pere Navarro, ¿se llama así?, el director general de tráfico, quien siempre me ha parecido más un gestor que un político, hace ahora una llamada a la meditación y el sosiego de los moteros, patrocina la iniciativa de un monasterio budista catalán para el uso de cascos y otros equipos provistos de Karma, con la intención declarada de contribuir a reducir la siniestralidad de los motoristas en la carretera, y deja así en evidencia el contenido de mi página La Resaca, del 25 de Marzo de 2008, en la que reprochaba a los políticos no ir al gurú y estar demasiado enfangados en los asuntos del poder, desoyendo las enseñanzas de Buda.


En El filo de la Navaja, Larry, el taxista neoyorquino, personaje de Somerset Maugham, es el único que conserva la calma en plena crisis financiera de Wall Street, y se dedica a ayudar a los desesperados y arruínados en medio de una lluvia de cuerpos que caen desde las ventanas de los rascacielos de la Quinta Avenida, porque sus vivencias personales con los gurús en la India le han preparado para ello.


Ahora, un tal Martín hace caer la bolsa en España con la suspensión de pagos de su empresa inmobiliaria, y se come, con los cinco mil millones de su pasivo, nada menos que una sexta parte del colchón blando de treinta mil millones sobre el que dormían nuestros banqueros para no padecer insomnio a pesar de las previsibles insolvencias, para las que lo rellenaron con las plumas de avestruz de sus provisiones para riesgos futuros.


Si sumamos a esos cinco mil, los anteriores de Llanera y las demás inmobilarias levantinas y andaluzas que han cascado en los últimos tiempos, incluída esa que patrocinaba una orquesta sinfónica disuelta después de interpretar un Réquiem, el colchón de plumas está en proceso de ser reducido a una sábana astrosa, sobre un somier cuyos muelles comienzan a clavarse en los riñones bien cubiertos de los banqueros, pero Botín, como su propio nombre indica –ya no es un apellido, por la fuerza de su uso-- aprovecha para irse de rebajas y comprarse otro banco, ahora que están baratos.


Botín nunca necesitó asistir a un curso de Planificación Estratégica para aprender que un entorno de amenazas, está lleno de oportunidades. Lo lleva en su sangre filibustera.


Otra cosa es el desamparo y desconcierto en que se encuentra el gobierno socialista que creía que el poder era eso, la capacidad de hacer, controlar y dirigir acontecimientos, y ahora se encuentra con que, en época de tribulaciones, sus posibilidades de influir en los acontecimientos económicos son casi nulas.


Y los trabajadores de las empresas en crisis, donde están? Pues, a mi juicio, están donde siempre han estado, en la cuerda floja, porque por muy indefinido que sea un contrato, basta la voluntad de una de las partes contratantes para convertirlo en humo, pagando un precio, si es el caso.


En Heliópolis, sin embargo, a pesar de las dificultades y la coyuntura económica desfavorable, Rus, un payaso tan peligroso como el de Batman, disfrazado bajo la misma bonhomía que exhibían los fascistas bávaros, quien preside la diputación provincial, se permite promover, poniendo doscientos mil pavos (de momento) de nuestro bolsillo, a la cantante Madonna para que nos alegre la futura crisis de Septiembre, cuando, previsiblemente, bastantes de las empresas locales que cierran por vacaciones no volverán a abrir, con un contrato de tres millones de Euros, que se supone tendrán que apoquinar los espectadores que para entonces estarán mas escurridos que la sábana de los banqueros. Si lo tomamos como un rasgo de humor negro, realmente no merece el sarcasmo en el que, involuntariamente, he vuelto a incurrir.


En fin. Malos tiempos, buena cara. Abandonemos el sarcasmo en favor de la ironía. Si nos falla el trabajo, busquemos otro. Mientras tanto, si no podemos ajustarnos por el lado de los ingresos, hagámoslo por el lado del gasto. Todo, menos tirarse por una ventana de las Torres Kío, resolvería nuestro problema, pero dejaría sin solución el de los demás. En caso necesario, una visita a los monjes budistas catalanes, puede contribuir a que nos adaptemos a un clima de austeridad, por medio de la meditación.


Pero que no se les ocurra tocarnos la pensión, porque entonces los pasaremos a cuchillo.


Lohengrin. 16-07-08.



martes, 15 de julio de 2008

AVISOS Y ESPANTADAS

Convencido de que los últimos contenidos del Blog son quizás demasiado serios para los tiempos
que corren, me permito recomendar mi página LA CONFERENCIA, que ha quedado injustamente
olvidada en su nicho temporal del 10 de Julio de 2.007. No os defraudará su lectura.


De nada.


Lohengrin. 15-07-08.

ELOGIO DE LA SANIDAD (PÚBLICA)

He bajado al ambulatorio, un magnífico centro de salud puesto en servicio en la época en que Ernest Lluch era ministro de sanidad, --desde entonces no se ha construído nada parecido en los barrios colindantes-- amplio, luminoso, y con muchos y variados servicios, médicos de familia, atención a la salud mental, radiología, pediatría, prevención mamográfica, laboratorio, en fin, todo un modelo de atención sanitaria pública, porque en los últimos tiempos me han salido tres o cuatro teclas y necesitaba la atención del afinador.


Ayer pedí hora y me la han dado para hoy a las 8,30h. Después de dos horas de visita ambulatoria, incluyendo tres visitas sucesivas al médico y dos placas radiográficas, al parecer han encontrado que hay algo de letra pequeña en mis pulmones, que tiene que leer el especialista en neumología, para lo cual me llamará previamente por teléfono en una fecha todavía por determinar.


Por cierto, el centro de salud no estaba colapsado por los inmigrantes como algunos dicen, sino que la población usuaria era, casi en su totalidad, autóctona, y abundaba la gente mayor, a pesar de que, en mi barrio, la población inmigrante debe alcanzar, al menos, un quince por ciento del total, lo que cualquiera que use el transporte público puede evaluar.


Es un alivio para los que padecemos alguna forma de malestar, trastorno o deterioro de la salud, no tener que añadir a esa fragilidad, la ansiedad de esperar una factura seguramente muy voluminosa por los servicios sanitarios recibidos, pues aunque nuestra seguridad social nos cuesta dinero, puesto que la sufragamos todos con un porcentaje de nuestro salario o ingreso durante toda la vida laboral activa, es cierto que la prestación a los usuarios es totalmente gratuita, salvo el copago de determinados medicamentos para quienes aún están en activo.


Parece casi milagroso que, en un mundo arrasado por los afilados cascos de los caballos del mercado, que hacen enormes destrozos a nivel mundial en beneficio de unos pocos, hayamos conservado un sistema de atención pública y universal, cuya organización solidaria permite, mediante un pago bastante igualitario, la prestación de unos servicios a veces carísimos, sin cargo para el usuario, poniendo al alcance de muchísimas personas con rentas muy bajas, complejos y onerosos tratamientos sanitarios a los que no podrían acceder, de ningún modo, en ausencia de un sistema de salud pública como el que disfrutamos en España.


Recientemente, hemos podido ver, en las imagenes de la televisión, como moría una mujer como un perro en un centro de atención sanitaria, sin que nadie le hiciera el menor caso. Eso ocurría en Estados Unidos, la supuesta primera potencia mundial que aún se está planteando implantar el Medicare, un sistema de salud pública, cuya cobertura universal para toda la población no ha pasado de proyecto.


Los que tenemos la pulsión de criticar cuanto nos parece susceptible de crítica, estamos en la obligación de elogiar lo que también sea digno de elogio. Mi experiencia personal con la seguridad social pública, en general, me dice que gozamos de uno de los mejores sistemas europeos, y eso debemos agradecerselo a los médicos, a los enfermeros, a todo el personal sanitario en general, y tambien a quienes, recién culminada la transición democrática, dieron alcance universal a un sistema preexistente, y lo dotaron con las inversiones y los modos de organización necesarios que elevaron sus niveles de calidad y el ámbito de su actuación hasta alcanzar unos estándares que son la envidia de otros países, pese a los fallos funcionales inherentes a los sistemas de gran tamaño.


Hasta aquí los elogios. Ahora, una llamada de alerta. Los gobiernos conservadores de la comunidad de Madrid y de Heliópolis, han dado pruebas repetidas de su hostilidad al sistema de sanidad pública, los unos, mediante el intento de desprestigio de sus médicos en cuestiones tan delicadas como los cuidados paliativos y la reducción en el nivel de inversiones necesarias para mantener la calidad en la atención sanitaria –las listas de espera-- y el aumento de inversión en hospitales con su gestión privatizada.


Lo que yo tengo mas cerca, la asistencia primaria en Heliópolis, está ayuna de las necesarias inversiones nuevas y ninguno, o muy pocos, nuevos centros han sido construidos para que la medicina de familia se practique en condiciones suficientemente dignas. Desde luego, puedo certificar que nada se ha puesto en marcha, en los barrios próximos al mío, que se parezca, ni de lejos, al centro sanitario donde me atienden.


Mas bien, lo que he visto, en mi deambular por las calles de otros barrios, son bajos insuficientes e inadecuados, o centros de especialidades que ya existían hace cuarenta años y se caen de viejos, donde especialistas mas viejos aún que el edificio, toman notas en pequeñas tarjetas de un tamaño inverosímil de las incidencias de sus pacientes, porque a ellos aun no les ha llegado la gestión informatizada.


En fin. Sanidad pública. Con todas sus deficiencias, no sabemos lo que tenemos. Nuestro sistema de trasplantes de órganos, que aquí no son objeto de mercado económico, contrasta con las salvajadas que escuchamos referidas a otros lugares donde los órganos a trasplantar tienen un precio dinerario y un origen mas que dudoso.


Por todas estas razones, y algunas mas que cada uno encontrará si se para a reflexionar, es importante que tengamos conciencia de nuestra obligación moral de defender la existencia de un sistema público organizado sobre los principios de solidaridad y universalidad, y que seamos beligerantes contra las fuerzas de la derecha que lo atacan con hostilidad, cuando nos llamen a depositar el voto.


P.S. Cuando el neumólogo haya leído la letra pequeña de las radiografías de mis pulmones, trataré de hacer gala de mi máximo sentido del humor para contarlo. Ahora, estoy demasiado acojonado.


Lohengrin. 15-07-08.



lunes, 14 de julio de 2008

EL HUNDIMIENTO

He bajado al Maravillas, con las gafas de sol puestas, y al desplegar el periódico me ha sobrecogido una noticia alarmante. Se hunde la CAM. Para quien no lo sepa, la Cam es una entidad financiera de ahorro con sede en Alacant, cuya calificación de solvencia financiera fue rebajada hace unos días por una de esas firmas que cobran por dar su opinión profesional, noticia que comenté en mi página Estalvis.

Incrédulo, me he quitado las gafas oscuras y el titular se me ha aparecido de nuevo con la noticia verdadera. Lo que se ha hundido es el CAM, un velero patrocinado por esa corporación que se ha ido a pique en cuestión de minutos, a causa de un agujero en su casco.


Acostumbro a tratar la realidad con un toque de ficción porque si, porque me place, pero el peso de la realidad aliado con el tiempo se impone sobre la levedad de la ficción en las páginas de este Blog y poco a poco va convirtiendo en realidad cotidiana lo que en su origen no eran mas que fabulaciones. He dedicado al menos tres páginas del blog al tema de la salud financiera tanto de las entidades de ahorro, como de la Tesorería del gobierno de Heliópolis, --Estalvis, El Transatlántico y El Agujero-- y cada día que pasa aparecen signos que confirman mis intuiciones.


Uno de ellos ha sido la salida a bolsa de la Cam, en un intento de captar recursos para fortalecer sus equilibrios internos, al parecer algo desmejorados. Ahora se hunde su barco, con un agujero en el casco. No quisiera dejarme llevar por pesimismos infundados, pero esta imagen del barco que se hunde recuerda la del Titánic, que se fue a pique mientras su orquesta –semejante a la que ha debido disolver un grupo inmobiliario que la financiaba, a causa de su crisis-- interpretaba, imperturbable, un vals de alguno de los muchos vástagos de la familia Strauss.


En el mismo periódico que da cuenta de ese naufragio, al parecer ocurrido en aguas de El Saler, al dar la quilla de el CAM con una roca sumergida, Cruz Sierra se extiende en un artículo sobre la dudosa fiabilidad de las agencias de calificación, que al parecer no han sido del todo oportunas ni rigurosas al repartir sus certificados de nobleza de sangre financiera, pues al parecer los colocaban un poco mas a la ligera de lo que exigen las autoridades reguladoras de esas actividades y han tardado mas de la cuenta en reconocer la necesidad de modificar a la baja sus evaluaciones de solvencia.


El CAM, aún siendo lamentable su pérdida, es solo un velero, pero la CAM es el buque insignia de la Generalitat. En su momento acudió a financiar los sueños zaplanistas de Terra Mítica, que ahora andan por los despachos judiciales por no se que cuestiones de facturas falsas y fraudes fiscales, y siempre ha sido una entidad dócil a la hora de financiar los proyectos políticos de la derecha en Heliópolis, entre otros llenos de agujeros, La Ciudad de la Luz, en Alacant.


No puedo dejar de percibir este hundimiento como un hecho simbólico, con un alto contenido premonitorio, que confirma los auspicios de los augures y oráculos que consulto de vez en cuando.


Todo suena a agujero, hundimiento y naufragio en la égida política de la derecha en Heliópolis.
Cada día, los titulares de los periódicos confirman esta tendencia, convirtiendo mi tratamiento cotidiano de la realidad, trufado de ficción, en algo prosaico, desprovisto de cualquier signo de fabulación inventada, todo resulta ser, por el inexorable paso del tiempo que conduce a la decadencia, de un realismo evidente, reconocible en las noticias que, gota a gota, desde hace mucho tiempo, llenan la vasija de despropósitos financieros que las huestes de Camps han perpetrado con una insistencia inusitada, al amparo de una coyuntura económica favorable, inusualmente prolongada, con la inestimable colaboración de la CAM, que ahora ve naufragar su barco, ante su incapacidad para mantenerlo a flote.


En fin. Seguramente está próximo el momento de lanzar un S.O.S. y abandonar el barco. A nosotros, los ciudadanos que hemos contribuido con nuestros impuestos, --todos-- y a los que han votado a favor de contratar la tripulación que lo está hundiendo, nos tocará asumir los costes de reflotarlo. De eso, no hay duda alguna.


Lohengrin. 14-07-08.

En el mismo per

sábado, 12 de julio de 2008

EL AGUJERO

Suelo pasar con frecuencia junto al circuito de Cheste, en mis viajes terapéuticos a la tranquilidad silenciosa del campo, pero hoy, después de leer en Levante que el Consell que gobierna Heliópolis por ahora, aunque le queda poco,-- me lo ha dicho el oráculo-- ha enterrado algo así como sesenta millones de Euros en ese circuito, me he detenido allí para comprobar si es cierto.


Armado con una pala mejorada con un artificio neumático añadido, he renunciado a mi ocio sabatino para buscar esos 60 millones --nuestros sesenta millones-- que dicen están allí enterrados, no por motivos egoístas, no pensaba quedármelos, sino para devolvérselos al Consell para que los gaste en algo mas productivo, por ejemplo en atemperar los fallos del mercado, mediante ayudas directas a la inversión de aquellos empresarios que realmente lo merezcan, y a la formación de los trabajadores que realmente la necesiten, contribuyendo así a que el final de la que será, previsiblemente, la última legislatura de gobierno de la derecha en nuestra comunidad tenga algo mas de seni, y la herencia que dejen a quienes les han de sustituir, sea menos gravosa, en alguna medida.


No lo van a creer. Después de dejar las pistas del circuito de Cheste hechas un queso de gruyere con mi pala neumática, prácticamente inservibles para las competiciones deportivas a motor, no he encontrado, --lo juro-- absolutamente nada. Quizás he tomado demasiado al pie de la letra la literalidad del titular y allí no hay nada enterrado, sino que los 60 millones han sido, directamente, dilapidados, sin que quede nada material de esa suma que pueda ser recuperado.


La metáfora del agujero, que me ha dado el título de esta entrada, está expresada en singular, porque aunque yo he practicado centenares de agujeros buscando esa suma falsamente enterrada sin encontrarla, se refiere a un solo renglón contable, el de las pérdidas en los dos últimos años en la mala gestión del circuito de Cheste, que es solo uno de los innumerables agujeros, seguramente tantos como los que yo he dejado a la intemperie en mi búsqueda infructuosa, que salpican los mapas de ejecución presupuestaria y nivel de deuda, de los distintos gobiernos liberal conservadores que se han sucedido en el poder político en Heliópolis.


Parece incongruente que un gobierno que se identifica como liberal conservador, sea tan fanático de la política Keynesiana, que consiste en aumentar el gasto público, para que los beneficios de ese gasto en las economías privadas, compensen los agujeros de las cuentas públicas.


Pero así como Lord Keynes, en su época, defendía destinar los fondos públicos a grandes operaciones de inversión pública con un alcance universal de sus efectos en la población, y no hay constancia de que recomendara contratar esas grandes operaciones financieras de inversión con sus amiguetes, aquí, el Campskeynesianismo, --vaya palabro-- ha descubierto una marca propia de fábrica para aplicar el gasto público, consistente en el oscurantismo en las contrataciones, la falacia de que sus caprichos y ocurrencias inversoras benefician a todo el mundo, una falta absoluta de transparencia, en general, en la información de sus resultados y una palmaria ausencia de criterios de análisis de coste beneficio rigurosos como soporte de las inversiones a la carta, casi siempre improvisadas con cualquier sinvergüenza que se dejara caer por aquí.


El resultado de esa peculiar política seudo keynesiana es que el agujero de Cheste solo es uno, de los muchos y muy importantes que jalonan el estado financiero de nuestra institución política mas digna de respeto, la Generalitat, secuestrada gracias a la indiferencia de la voluntad popular, por un ejército armado con palas neumáticas que no ha dejado un metro cuadrado sin masacrar.


Si miramos a la vez todos esos agujeros dispersos aquí y allá, los que han aparecido, y los que seguirán apareciendo en las finanzas públicas de Heliópolis, el conjunto tiene toda la apariencia de un gran agujero negro, de esos que devoran toda la materia estelar –se trate de aerolitos o de Euros- que se aproxima a sus límites.


Nosotros, los electores, tendremos la posibilidad, el derecho, la obligación, de contestar con nuestra voto esa política de clientelismo desaforado, favores oscuros inconfesables, y dilapidación de caudales públicos para inversiones a la carta de quien presenta cualquier ocurrencia, y ellos, los políticos de la derecha en Heliópolis, --me lo ha dicho el oráculo-- tendrán que marcharse, aunque nos dejarán un paisaje yermo, arrasado, trufado de agujeros, que aumentaran si no hacemos, cuando toque, algo para frenarlos.


Lohengrin. 12-07-08.

jueves, 10 de julio de 2008

EL CÉSAR

Acabo de regresar a Heliópolis, después de seis días de estancia en una naturaleza aislada, silenciosa, bucólica y acogedora, prácticamente deshabitada de hijos de puta, y lo primero que he visto al conectar el televisor son las imagenes de un gorila del ministro de cultura dando empeñones a una periodista armada únicamente con un micrófono, que no parecía un peligro para la integridad física del ministro.


Escribo, prácticamente deshabitada de hijos de puta, la naturaleza, porque no lo estaba del todo. En Villar de Tejas, el dueño del bar de la plaza nos ha echado, literalmente, a ladridos, porque aunque aquello es un establecimiento público, no le petaba en ese momento atender a unos forasteros sedientos. Un latifundista de la zona quien, al parecer, ha recibido una cuantiosa herencia, se la ha gastado toda en vallas. Media sierra ha vallado, el tío, con la connivencia del muy ilustre ayuntamiento de Requena y la de algún agente de medio ambiente, supongo. Por último, un aldeano vecino pone cepos en el monte para cazar animales en pleno período de veda, y pasa con su camioneta a toda velocidad, en horario nocturno, por delante de mi puerta, para contar sus víctimas.


Tres hijos de puta, en un entorno de medio millón de metros cuadrados, parece una tasa irrelevante, es cierto. Pero, no es menos cierto, que no he buscado de manera prolija, no iba a eso, estaba de vacaciones.


Pero hoy no quiero hablar de hijos de puta, sino del ministro de cultura. Parece una incongruencia política crear un ministerio de igualdad, poner al frente a una mujer joven y al mismo tiempo consentir que otro ministro del mismo gobierno permita el maltrato físico en su presencia a una mujer, por parte de su personal de seguridad.


La mujer maltratada ante las cámaras es una periodista que practica ese nuevo género agresivo y provocador, una show-whoman que está obligada a ser impertinente por contrato, pero todos los demás ministros/as, mal que bien, aceptan con naturalidad esa nueva molestia derivada de su actividad pública, y llevan esa cruz con mayor o menor fortuna, pero sin violencia.


Los ministros de cultura aparecieron hace unas décadas en los gobiernos europeos, con la misión, como su propio nombre indica, de controlar la cultura, paro a la cultura le sienta fatal ser controlada, por eso, ahora, después de ese largo patrocinio político, la cultura está peor que nunca. Hay mas museos, pero las gentes pasan en tropel frente a las obras de arte, como si se tratara de una revista militar. Una cosa es que Duchamp, al entronizar el urinario como artefacto cultural, pretendiera sacudir y remover las anquilosadas estructuras culturales de su tiempo y otra que, ahora, en los grandes eventos de arte moderno, un artista haga desembalar los elementos de su instalación y cuando el personal de la muestra le pregunta, ¿como lo ponemos?, les diga, -- como quieran.


Una cosa es que exista un mercado del arte, siempre existió, y otra cosa son los grandes eventos que, casi para lo único que sirven, es para que Calvo Serraller se haga preguntas muy pertinentes sobre la naturaleza del arte y la cultura actuales, y su grado de morbilidad.


Pero yo no quiero hablar hoy de arte y cultura, sino del ministro de cultura, ese tipo tan estirado, engolado, elitista, soberbio, autoritario, que permite que su personal de seguridad maltrate a una periodista en público. Si permitimos eso, sin pedir su cabeza política, después vendrá, en Heliópolis ya ocurrió, el mangoneo con la publicidad institucional como premio o castigo para la prensa escrita, y quizás, luego, los intentos de cierre de las páginas más críticas que se expresan libremente en Internet.


Señor Zapatero, para ser congruente políticamente con sus políticas de igualdad, debe usted cesar inmediatamente al CÉSAR a quien, en una decisión sin duda poco meditada, puso al frente del ministerio de cultura. Una vez vuelto a su condición de civil no ministro, debe ofrecerle una oportunidad, si lo desea, para que pase un tiempo en Atapuerca, trabajando de peón, limpiando fémures con una brocha en las excavaciones, acompañado de un tutor con criterio para decidir cuando dar por terminado su aprendizaje de humildad, aunque tengo dudas de que en el estadio de su vida pública al que ha llegado, tenga capacidad para ese aprendizaje. Todos los reos gozan del beneficio de la duda y de la oportunidad del arrepentimiento, no vamos a negar ese derecho al CÉSAR, aunque él permita atropellar, desde su distancia de CÉSAR IMPERATOR, el derecho a la integridad física de una periodista.


Echo en falta en la prensa diaria una protesta firme y colectiva de todos los medios, para que echen a este tipo del ministerio y no lo sustituyan. Como tenemos museos y bibliotecas, además de otras muchas actividades con contenidos culturales, hace falta un coordinador, pero no es necesario que tenga rango de ministro, ni cuenta para cócteles con canapés y otros saraos, bastará con que se ocupe de poner de acuerdo a las distintas direcciones generales, para que mantengan nuestras infraestructuras culturales en estado de decencia, sin intervenir, para nada, en las creaciones culturales.


Zerolo, Whyoming, o una chica del Raval con experiencia en la vida, podrían asumir esa función, y tengo plena confianza en que la llevarían a buen puerto sin agredir a periodistas, aunque me temo que Whyoming, si no se levanta la limitación de cócteles y saraos, no aceptaría.


Lohengrin. 10-07-08.

jueves, 3 de julio de 2008

AVISOS Y ESPANTADAS

Me voy una semana de vacaciones, lejos del mundanal ruido, aprovechando que Google
recomienda los contenidos de este Blog, accediendo con la palabra mágica Ciberlohengrin.


Hasta la vuelta.


Lohengrin. 3-07-08.

EL EFECTO PERVERSO

Los seres humanos somos tan paradójicos que nuestras acciones, o las medidas tomadas para un determinado fin, producen, en ocasiones, efectos totalmente contrarios a los esperados. Cuando se declara la intención de proteger un territorio, y esa protección efectiva queda diferida en el tiempo, los depredaderos del territorio aprovechan ese agujero temporal para multiplicar su avidez, y suelen dejar el espacio a proteger hecho unos zorros. Si unas leyes urbanísticas han sido cuestionadas porque lesionan intereses legítimos que no han sido contemplados y se anuncia su cambio para adecuarlas al derecho de todos, una oleada de planes urbanísticos aparece de pronto para aprovechar los beneficios que procuraba la ley antigua.


Si el presidente de un gobierno socialista, anuncia, sin meditarla, una medida de ayuda a los ciudadanos para paliar el efecto en sus bolsillos de la crisis económica, y su ministro de economía transforma esa promesa en una devolución de impuestos, el efecto de esa medida es que ocho millones y medio de españoles, cuyas mínimas rentas no están sujetas a retención fiscal, no recibirán un céntimo de esa ayuda, además de que cada euro de sus escasos ingresos, por el efecto de la inflación, solo les dará para comprar bienes de primera necesidad por valor de noventa y cinco céntimos.


Por cierto, acabo de comprobar en mi banco que, en mi caso particular, como me retenían a cuenta del impuesto, he cobrado en junio doscientos euros más, pero mi mujer, que tiene una pensión no contributiva, no ha recibido un solo euro mas del estado para atender su particular coyuntura crítica.


Una cosa es el efecto perverso, expresión empleada para describir los efectos no previstos, o no deseados, de una campaña de opinión o de una medida legislativa, y otra los laberintos perversos por los que circulan algunas mentes políticas. Me explicaré.


Muchos comunicadores, periodistas, blogueros, algunos políticos de la oposición y representantes de asociaciones en Heliópolis, hemos denunciado con insistencia el hecho de que, mientras en otras comunidades autónomas el número de ciudadanos calificados de dependientes, que estaban recibiendo las ayudas efectivas previstas en la ley de dependencia se contaban por millares, aquí, en Heliópolis, era de menos de una decena. (Ver página Solo siete) Esa denuncia reiterada era contestada por el gobierno de derechas de aquí echándole la pelota al gobierno central, como acostumbra. Ahora, sin embargo, han cambiado de estrategia.


Como las voces críticas han insistido tanto en la cantidad de ciudadanos, mas que en la calidad de las ayudas, ahora estos tipos impresentables coaccionan a los solicitantes para que se conformen con la mitad de lo solicitado, (Leído en el Levante de hoy) con lo que esperan doblar así el número de personas atendidas en su solicitud, con el claro objetivo de demostrar, al final de la gestión de este asunto, que el número de dependientes atendido en el territorio de su competencia supera al de otras comunidades.


Hay aquí dos cuestiones a destacar. Por un lado, el efecto perverso de las críticas bienintencionadas, que parece que lo que han conseguido es que se rebaje a la mitad la ayuda individual a estas personas. Por el otro, la perversión, pura y dura, de las mentes de los políticos de la derecha que gobiernan, capaces de retorcer y dar la vuelta a las medidas políticas que se les imponen desde otras instancias legislativas, prescindiendo de su finalidad para acercarlas a los fines de propaganda que persiguen.


Es evidente que, a partir de ahora, quienes criticábamos el escaso número de personas atendidas en aplicación de la ley de dependencia en Heliópolis, vamos a mirar con lupa las cantidades que está recibiendo cada uno de los solicitantes. Una simple división entre los fondos aplicados y el número de beneficiarios atendidos, comparada por comunidades, volverá a dejar en evidencia la política perversa, rastrera, cicatera, que practica la Consellería de Malestar Social en Heliópolis, dirigida por Cotino, aunque no hay que descartar que también en eso hagan trampas, con lo que esta denuncia volvería a pecar de su efecto perverso.


Lohengrin. 3-07-08.



martes, 1 de julio de 2008

1.943

Aquel otoño, todos los actos cotidianos de la vida de la gente estuvieron marcados por la lluvia. Llovió durante semanas, sin interrupción, con una insistencia tenaz y en los rostros de los muertos, de los derrotados, de los supervivientes, secos de lágrimas después de cuatro años de la mas dura pos guerra, resbalaban las gotas de lluvia sobre los párpados hinchados y resecos, mientras en el barro de las calles sin asfaltar se depositaba un suave colchón de bruma, construido con la melancolía de quienes hacían largas colas para todo, para cualquier cosa, debajo de sus paraguas negros, retorcidos, con sus varillas rotas por el viento de la desolación.


La vida, pugnaz, seguía su curso y en alguna de aquellas casas reconvertidas en granjas urbanas en cuyo corral el agua de la lluvia arrastraba hasta los desagües las deposiciones de las aves que se criaban como un recurso de supervivencia, se oyó el llanto de un recién nacido que ignoraba haber venido al mundo en un momento inoportuno. El 31 de octubre de 1.943, a efectos alimentarios, de bienestar, no era lo mismo que, pongamos por caso, nacer en el 2.003, pero uno no elige el momento y el lugar, a uno le hacen nacer donde y cuando lo consideran oportuno, y punto.


Apenas transcurridos unos meses, aquel recién nacido que no paraba de llorar por lo escaso de su alimentación, fue testigo de un acontecimiento insólito por su violencia, pero frecuente en aquellos días, que aun no tenía raciocinio para entender, pero que luego le contaron. Al parecer, un numeroso grupo de policías armados con metralletas allanaron la casa donde vivía y detuvieron al hermano de su madre, cuya presencia en la casa había sido denunciada por un familiar muerto de miedo que, a la primera bofetada, se apresuró a colaborar con los agentes que buscaban al clandestino.


Aquel hombre que se llevaron con tanto alboroto, era un dirigente de la CNT, la organización anarco sindicalista, quien, aunque no había matado ni a una mosca, fue calificado de peligroso social, y condenado a muerte, sentencia que luego fue conmutada por cadena perpetua, y que en la práctica se tradujo en once años de reclusión. Si las cuentas no me fallan, su puesta en libertad precedió el pacto del franquismo con Estados Unidos y los primeros tímidos intentos de apertura al mundo del régimen autárquico nacional católico.


Cuentan las crónicas familiares que la actitud de aquel hombre frente al tribunal militar, tuvo que ver con la severidad de la sentencia, pues les negó su legitimidad para juzgarlo por su condición de militares rebeldes a la legalidad republicana, pero nunca escuché calificar esa actitud de heroica o épica, sino de normal y ordinaria. Por otra parte, aquel gesto, tuvo la consecuencia inmediata de que otros miembros de la familia se movieran activamente buscando influencias entre los vencedores para conseguir la conmutación de la pena.


Pero cuando eso sucedió, el bebé recién nacido apenas contaba unos meses, y su conciencia del mundo se reducía a intentar extraer del pecho de su madre su ración de leche materna, demasiado aguada por el peso excesivo de las acelgas en el régimen alimenticio de la época, y a expresar su protesta, de modo permanente, con un llanto persistente que rompía los nervios de todo aquel que lo escuchaba.


Mientras, en las calles, se sucedían las procesiones religiosas por cualquier motivo, incluso sin motivo alguno, y en medio de la lluvia, los curas castrenses paseaban sus negras y torvas figuras, con las sotanas marcadas con un cordón rojo, por las aceras mojadas, con la mano extendida y el anillo presto a ser besado por cualquiera que sufriera el azar de cruzarse con ellos.


En aquel otoño obstinadamente húmedo y lluvioso, las gentes del barrio solo podían escapar de la melancolía entregándose a la atmósfera viciada de los cines de reestreno, tan numerosos entonces. Después del visionado de tres o cuatro películas, las madres acudían a recoger a sus chavales que habían pasado allí la tarde para escapar de la insistencia de la lluvia, los arropaban con la bufanda, los cubrían con el paraguas y regresaban a sus casas con la conciencia de ser, únicamente, supervivientes.


Cuento todo esto porque la lectura de Los Girasoles Ciegos, de Alberto Méndez, un testimonio narrativo del holocausto español, ha inducido la búsqueda en mi memoria de ese recuerdo, a través de la potencia evocadora de unas pequeñas tarjetitas, llamadas emblemas, que había que comprar en las taquillas de los cines en los años cuarenta, sin cuyo donativo obligado a la causa nacional, los espectadores de la época no podían acceder a las salas cinematográficas, para curarse de la melancolía de aquellos otoños oscuros y lluviosos, cuando todos los actos de la vida de la gente estaban marcados por la lluvia, llovía durante semanas, sin interrupción, y el único consuelo para zafarse de esa desolación era ir al cine. Y todavía hay gente que defiende el franquismo. Se ve que no tienen memoria.


Lohengrin. 1-07-08.

JULIO

Doyle, Kerouac, Lowry, Dylan Thomas, y hasta Umbral, entre otros, escribieron alguna vez bajo los efectos de diversas mixturas y potingues. Conan Doyle, el creador de Sherlok Holmes, se inventó un detective con zapatillas adicto a la cocaína y, con muy buen criterio, un ayudante que era médico para que cuidara de su salud. Kerouac, el padre de la generación Beat, concibió la vida y la literatura como un fogonazo iluminado por toda clase de sustancias estimulantes, mas o menos tóxicas. Lowry se especializó en el metzcal como un modo de autodestrucción con efectos literarios colaterales y alcanzó su mayor intensidad expresiva en Bajo el Volcán. Dylan Thomas, uno de los mayores poetas contemporáneos, se metió a novelista, pero el alcohol de garrafa que era su combustible creativo solo le permitió dejar alguna inacabada. De Umbral solo puedo decir que todavía recuerdo una columna barroca memorable que esculpió allá por la transición, cuando todavía escribía en El País, que tituló El cosechón, y tenía un inconfundible aroma lisérgico.


Modestamente, yo solo puedo hablar de los efectos de la jalea real vitaminada, que ha producido el milagro de que acabe el mes de junio con veintitrés entradas, –la mayoría prescindibles, hay que decirlo-- cinco mas de las que aporté al Blog en el mes de Mayo.


En curso de superar la debilidad de ánimo que suelen producirme los cambios estacionales, siento que hoy es un día de celebración. La selección española ha ganado la Eurocopa, Rajoy, por fin, aparece por delante en las encuestas de valoración de los ciudadanos, –estas cosas se publican con algo de retraso, cuando ya los vientos efímeros de la opinión han cambiado-- junio por fin ha llegado a su última día, lo que significa que el Tesoro Público habrá transferido a mi cuenta una mensualidad doble de mi paga de jubilado activo


Siento una curiosidad morbosa por conocer en que se ha concretado, en mi caso particular, la ayuda detraída del superávit presupuestario para paliar los efectos de la crisis económica en el bolsillo de una parte de los ciudadanos. Esta medida, de la que aun no conozco su aplicación efectiva, ha estado rodeada de ambigüedad, sobre todo después de que pasara de promesa electoral a compromiso firme. Al principio, parecía una promesa de alcance universal, un cheque que llegaría a las manos de todos los ciudadanos. Después, la ambigüedad pareció haber terminado cuando se concretó en una devolución de impuestos. Luego se dijo que no era un impuesto negativo, sino una reducción de los pagos a cuenta del impuesto, mas tarde se aclaró como se iba a instrumentar, se restarían doscientos euros de las retenciones del mes de junio, y el resto se rebajaría de las siguientes retenciones en un plazo que acabaría con el año fiscal.


Que significa todo este embrollo? Aun no lo se. De cuanto he oído y leído, creo entender que, aquellos contribuyentes a quienes se les descuenten por el pago a cuenta de sus impuestos, mas de doscientos euros en junio, veran aumentados sus ingresos netos en doscientos euros. Es el caso de todos los consejeros de las entidades bancarias, de las grandes empresas públicas y privadas. En este caso no hay ninguna duda. Ahora bien, que ocurre si te retienen menos de doscientos euros al mes? Parece lógico que en este caso, los ingresos netos aumenten solo hasta el límite de la cuantía de esa retención. Si te retienen ochenta, pues tus ingresos aumentaran en esa cuantía.


¿Y si no te retienen nada, si eres una viuda de esas que tienen pensiones inferiores a los quinientos euros, o alguien que solo recibe una pensión no contributiva? Pues, parece lógico suponer que tus ingresos aumentaran en cero euros.


Que extraña medida, parece que no considera las necesidades individuales, sino sus efectos en el mercado, es decir, que va destinada a aquellos que por su capacidad de compra, por sus hábitos cotidianos, están en mejores condiciones para que ese superávit presupuestario produzca un efecto visible en la demanda de los consumidores mas activos. Se trataría, entonces, de una medida estrictamente económica, sin vocación de justicia social, puesto que premia a quienes disponen de mayores recursos y castiga a quienes menos reciben.


Pero se trata realmente de un premio.? Aquí surge otra duda razonable, que la ambigüedad del lenguaje oficial no ha aclarado suficientemente. Si no es un impuesto negativo, sino una rebaja de las retenciones, que va a ocurrir cuando los contribuyentes formulen su declaración anual?


En el estado actual de la cuestión, si no se legisla nada nuevo que lo aclare, es lógico suponer que, en ausencia de una modificación de las normas o tarifas del impuesto, si los contribuyentes han pagado menos a cuenta, tendrán que pagar mas cuando formulen su autoliquidación.


Parece una tomadura de pelo, pero es coherente con la naturaleza meramente económica y coyuntural de esa medida no demasiado bien explicada. Si fuera así, la famosa medida de los cuatrocientos euros se concretaría en un préstamo o moratoria fiscal, es decir, un simple aplazamiento en el pago de los impuestos, una medida aplicada en el pasado a sectores económicos en dificultades coyunturales, que no supone una merma de los ingresos del Estado, sino únicamente una demora en su cobro final.


En todo este asunto ha habido y hay demasiada ambigüedad, que solo el paso del tiempo, al parecer, aclarará. Tal parece que quienes han prometido, enunciado, medio precisado esta medida, sin clarificarla nunca del todo, estaban bajo los efectos de una pócima que parece la síntesis de las que tomaban Doyle, Kerouac, Lowry, Thomas, y no se si Umbral. Es hora de que se pasen a la jalea real vitaminada y nos lo expliquen con claridad, sin ambigüedades.


Por lo demás, Julio tiene toda la pinta de ser un mes maravilloso. Que lo disfruten.


Lohengrin. 01-07-08.

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