martes, 1 de julio de 2008

JULIO

Doyle, Kerouac, Lowry, Dylan Thomas, y hasta Umbral, entre otros, escribieron alguna vez bajo los efectos de diversas mixturas y potingues. Conan Doyle, el creador de Sherlok Holmes, se inventó un detective con zapatillas adicto a la cocaína y, con muy buen criterio, un ayudante que era médico para que cuidara de su salud. Kerouac, el padre de la generación Beat, concibió la vida y la literatura como un fogonazo iluminado por toda clase de sustancias estimulantes, mas o menos tóxicas. Lowry se especializó en el metzcal como un modo de autodestrucción con efectos literarios colaterales y alcanzó su mayor intensidad expresiva en Bajo el Volcán. Dylan Thomas, uno de los mayores poetas contemporáneos, se metió a novelista, pero el alcohol de garrafa que era su combustible creativo solo le permitió dejar alguna inacabada. De Umbral solo puedo decir que todavía recuerdo una columna barroca memorable que esculpió allá por la transición, cuando todavía escribía en El País, que tituló El cosechón, y tenía un inconfundible aroma lisérgico.


Modestamente, yo solo puedo hablar de los efectos de la jalea real vitaminada, que ha producido el milagro de que acabe el mes de junio con veintitrés entradas, –la mayoría prescindibles, hay que decirlo-- cinco mas de las que aporté al Blog en el mes de Mayo.


En curso de superar la debilidad de ánimo que suelen producirme los cambios estacionales, siento que hoy es un día de celebración. La selección española ha ganado la Eurocopa, Rajoy, por fin, aparece por delante en las encuestas de valoración de los ciudadanos, –estas cosas se publican con algo de retraso, cuando ya los vientos efímeros de la opinión han cambiado-- junio por fin ha llegado a su última día, lo que significa que el Tesoro Público habrá transferido a mi cuenta una mensualidad doble de mi paga de jubilado activo


Siento una curiosidad morbosa por conocer en que se ha concretado, en mi caso particular, la ayuda detraída del superávit presupuestario para paliar los efectos de la crisis económica en el bolsillo de una parte de los ciudadanos. Esta medida, de la que aun no conozco su aplicación efectiva, ha estado rodeada de ambigüedad, sobre todo después de que pasara de promesa electoral a compromiso firme. Al principio, parecía una promesa de alcance universal, un cheque que llegaría a las manos de todos los ciudadanos. Después, la ambigüedad pareció haber terminado cuando se concretó en una devolución de impuestos. Luego se dijo que no era un impuesto negativo, sino una reducción de los pagos a cuenta del impuesto, mas tarde se aclaró como se iba a instrumentar, se restarían doscientos euros de las retenciones del mes de junio, y el resto se rebajaría de las siguientes retenciones en un plazo que acabaría con el año fiscal.


Que significa todo este embrollo? Aun no lo se. De cuanto he oído y leído, creo entender que, aquellos contribuyentes a quienes se les descuenten por el pago a cuenta de sus impuestos, mas de doscientos euros en junio, veran aumentados sus ingresos netos en doscientos euros. Es el caso de todos los consejeros de las entidades bancarias, de las grandes empresas públicas y privadas. En este caso no hay ninguna duda. Ahora bien, que ocurre si te retienen menos de doscientos euros al mes? Parece lógico que en este caso, los ingresos netos aumenten solo hasta el límite de la cuantía de esa retención. Si te retienen ochenta, pues tus ingresos aumentaran en esa cuantía.


¿Y si no te retienen nada, si eres una viuda de esas que tienen pensiones inferiores a los quinientos euros, o alguien que solo recibe una pensión no contributiva? Pues, parece lógico suponer que tus ingresos aumentaran en cero euros.


Que extraña medida, parece que no considera las necesidades individuales, sino sus efectos en el mercado, es decir, que va destinada a aquellos que por su capacidad de compra, por sus hábitos cotidianos, están en mejores condiciones para que ese superávit presupuestario produzca un efecto visible en la demanda de los consumidores mas activos. Se trataría, entonces, de una medida estrictamente económica, sin vocación de justicia social, puesto que premia a quienes disponen de mayores recursos y castiga a quienes menos reciben.


Pero se trata realmente de un premio.? Aquí surge otra duda razonable, que la ambigüedad del lenguaje oficial no ha aclarado suficientemente. Si no es un impuesto negativo, sino una rebaja de las retenciones, que va a ocurrir cuando los contribuyentes formulen su declaración anual?


En el estado actual de la cuestión, si no se legisla nada nuevo que lo aclare, es lógico suponer que, en ausencia de una modificación de las normas o tarifas del impuesto, si los contribuyentes han pagado menos a cuenta, tendrán que pagar mas cuando formulen su autoliquidación.


Parece una tomadura de pelo, pero es coherente con la naturaleza meramente económica y coyuntural de esa medida no demasiado bien explicada. Si fuera así, la famosa medida de los cuatrocientos euros se concretaría en un préstamo o moratoria fiscal, es decir, un simple aplazamiento en el pago de los impuestos, una medida aplicada en el pasado a sectores económicos en dificultades coyunturales, que no supone una merma de los ingresos del Estado, sino únicamente una demora en su cobro final.


En todo este asunto ha habido y hay demasiada ambigüedad, que solo el paso del tiempo, al parecer, aclarará. Tal parece que quienes han prometido, enunciado, medio precisado esta medida, sin clarificarla nunca del todo, estaban bajo los efectos de una pócima que parece la síntesis de las que tomaban Doyle, Kerouac, Lowry, Thomas, y no se si Umbral. Es hora de que se pasen a la jalea real vitaminada y nos lo expliquen con claridad, sin ambigüedades.


Por lo demás, Julio tiene toda la pinta de ser un mes maravilloso. Que lo disfruten.


Lohengrin. 01-07-08.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios