domingo, 27 de julio de 2008

DISOLUCIÓN

El País de hoy cuenta que los grandes capos de las multinacionales de casi todos los sectores que operan en España, coinciden en percibir una tendencia a la disolución de sus negocios en nuestro espacio económico. Sus cifras de ventas, sus márgenes de explotación, sus beneficios netos, adelgazan con una rapidez creciente, incluso mayor que la de mi propio cuerpo, a la que yo aludía en la página Once y medio, después de constatar que había perdido 11,5 kilos.


Eso me deja mas tranquilo. Estaba preocupado por si mi rápido adelgazamiento era el signo de alguna patología personal, pero ahora percibo que ese fenómeno físico, esa especie de licuefacción favorecida por el calor húmedo e inclemente de julio, corresponde en realidad a la ruptura de la, ahora famosa, burbuja en la que hemos vivido inmersos durante mas de un decenio.


No soporto el calor. Por eso, haber vivido durante mas de una década, aún sin saberlo, en el interior de una burbuja que me aislaba de las incomodidades del clima exterior, me produce ahora una indefinible sensación de nostalgia. En el balcón, sentado en una silla de esas de plástico ligero que antes costaban cuatro perras y ahora supongo que son mas caras y se venden menos, espero en vano alguna ráfaga de aire fresco, pero la burbuja que me envolvía ya no está, y por mis axilas resbalan las gotas de sudor que son un signo evidente de licuefacción, de disolución.


Con el periódico en las manos, reflexiono sobre las cargas pesimistas de profundidad con las que casi todos los comunicadores, desde cualquier medio o soporte, contribuímos de modo cotidiano a esa sensación de disolución de la felicidad económica, cuando tropiezo con un artículo de Antón Costas, catedrático de la UB –Universidad de Barcelona, supongo, que vicio ese de las siglas..--
que, por el seni de su contenido, su rigor, su enfoque realista y anti apocalíptico, merece ser traído aquí como un contrapunto al sonido dominante, un homenaje a quienes escriben contra la corriente, contribuyendo así a que restauremos nuestra confianza en el ser humano.


La mayoría de quienes reconocemos un cambio dramático en la calidad del entorno económico que nos cobijaba, nos quedamos en el diagnóstico, no señalamos caminos a las posibles soluciones, pero Antón se atreve, y a mi me parece que lo hace de una manera muy justa y ponderada, a señalar uno.


Ese camino pasa, según el articulista, primero, por el reconocimiento político de la realidad. Después propone (....nuevas instituciones y reglas, voluntariamente aceptadas, capaces de hacer que mientras cada uno asume sus responsabilidades y busca su propio interés, faciliten la colaboración mutua en busca del interés general).


Es de agradecer que, en medio de la selva económica en que se han convertido las sociedades modernas, desde que el capitalismo neoliberal se ha lanzado al ejercicio sin complejos de sus
preceptos, alguien proponga, de nuevo, soluciones civilizadoras a los problemas causados por esa actividad exclusivamente depredadora.


La cuestión es si esas buenas intenciones pueden materializarse, y si llegarán a tiempo para impedir la disolución, la licuefacción total de nuestro entorno que adelgaza con una velocidad creciente en medio del tórrido verano de la crisis económica. Porque, lo que Antón propone, implica, nada menos, introducir un poco de ética social en las relaciones de poder económico.


Hasta que eso suceda, si es que sucede alguna vez, yo no me atrevería a dar paseos nocturnos por las veredas de la selva, sabiendo que los leopardos aún andan sueltos por allí, deslizándose sobre las ramas de los árboles, amenazando la integridad residual de nuestros cuerpos adelgazados, mas licuados, con tendencia a la disolución, pero que todavía pueden alimentar su voraz apetito.


Sería mas recomendable, al menos en Heliópolis, una velada nocturna para acudir a los actos de
ECLÉCTIC, ese festival musical y cultural promovido por el gobierno de Camps, a quien, por una vez, hay que felicitar por mantener esa iniciativa desde hace unos años. Pasarlo bien, divertirse en medio de la caricia nocturna de julio, también puede ser una forma, que no es incompatible con las sensatas propuestas de Antón, de intentar frenar la creciente disolución de nuestros enjutos cuerpos.


Lohengrin. 27-07-08.

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