jueves, 3 de julio de 2008

EL EFECTO PERVERSO

Los seres humanos somos tan paradójicos que nuestras acciones, o las medidas tomadas para un determinado fin, producen, en ocasiones, efectos totalmente contrarios a los esperados. Cuando se declara la intención de proteger un territorio, y esa protección efectiva queda diferida en el tiempo, los depredaderos del territorio aprovechan ese agujero temporal para multiplicar su avidez, y suelen dejar el espacio a proteger hecho unos zorros. Si unas leyes urbanísticas han sido cuestionadas porque lesionan intereses legítimos que no han sido contemplados y se anuncia su cambio para adecuarlas al derecho de todos, una oleada de planes urbanísticos aparece de pronto para aprovechar los beneficios que procuraba la ley antigua.


Si el presidente de un gobierno socialista, anuncia, sin meditarla, una medida de ayuda a los ciudadanos para paliar el efecto en sus bolsillos de la crisis económica, y su ministro de economía transforma esa promesa en una devolución de impuestos, el efecto de esa medida es que ocho millones y medio de españoles, cuyas mínimas rentas no están sujetas a retención fiscal, no recibirán un céntimo de esa ayuda, además de que cada euro de sus escasos ingresos, por el efecto de la inflación, solo les dará para comprar bienes de primera necesidad por valor de noventa y cinco céntimos.


Por cierto, acabo de comprobar en mi banco que, en mi caso particular, como me retenían a cuenta del impuesto, he cobrado en junio doscientos euros más, pero mi mujer, que tiene una pensión no contributiva, no ha recibido un solo euro mas del estado para atender su particular coyuntura crítica.


Una cosa es el efecto perverso, expresión empleada para describir los efectos no previstos, o no deseados, de una campaña de opinión o de una medida legislativa, y otra los laberintos perversos por los que circulan algunas mentes políticas. Me explicaré.


Muchos comunicadores, periodistas, blogueros, algunos políticos de la oposición y representantes de asociaciones en Heliópolis, hemos denunciado con insistencia el hecho de que, mientras en otras comunidades autónomas el número de ciudadanos calificados de dependientes, que estaban recibiendo las ayudas efectivas previstas en la ley de dependencia se contaban por millares, aquí, en Heliópolis, era de menos de una decena. (Ver página Solo siete) Esa denuncia reiterada era contestada por el gobierno de derechas de aquí echándole la pelota al gobierno central, como acostumbra. Ahora, sin embargo, han cambiado de estrategia.


Como las voces críticas han insistido tanto en la cantidad de ciudadanos, mas que en la calidad de las ayudas, ahora estos tipos impresentables coaccionan a los solicitantes para que se conformen con la mitad de lo solicitado, (Leído en el Levante de hoy) con lo que esperan doblar así el número de personas atendidas en su solicitud, con el claro objetivo de demostrar, al final de la gestión de este asunto, que el número de dependientes atendido en el territorio de su competencia supera al de otras comunidades.


Hay aquí dos cuestiones a destacar. Por un lado, el efecto perverso de las críticas bienintencionadas, que parece que lo que han conseguido es que se rebaje a la mitad la ayuda individual a estas personas. Por el otro, la perversión, pura y dura, de las mentes de los políticos de la derecha que gobiernan, capaces de retorcer y dar la vuelta a las medidas políticas que se les imponen desde otras instancias legislativas, prescindiendo de su finalidad para acercarlas a los fines de propaganda que persiguen.


Es evidente que, a partir de ahora, quienes criticábamos el escaso número de personas atendidas en aplicación de la ley de dependencia en Heliópolis, vamos a mirar con lupa las cantidades que está recibiendo cada uno de los solicitantes. Una simple división entre los fondos aplicados y el número de beneficiarios atendidos, comparada por comunidades, volverá a dejar en evidencia la política perversa, rastrera, cicatera, que practica la Consellería de Malestar Social en Heliópolis, dirigida por Cotino, aunque no hay que descartar que también en eso hagan trampas, con lo que esta denuncia volvería a pecar de su efecto perverso.


Lohengrin. 3-07-08.



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