He bajado a La Fuente, porque hoy el Maravillas está cerrado, y el único diario que había disponible era el Marca. Lo he ojeado distraidamente y me ha sorprendido la cantidad de anuncios de la industria del motor, a doble página, que abundaban en sus contenidos, teniendo en cuenta que la tirada del Marca es la mayor de todos los diarios deportivos, concluyo que el fútbol y el motor son presencias preferentes en los hábitos de la cultura española.
Nada que ver con lo que nos mostró el film 'Memorias de una Geisha', que visionamos ayer en la Asociación Lo+Baix, cuya duración de más de dos horas limitó a unos breves comentarios el coloquio que suele suceder a la película.
La historia se puede ver, si la partimos en dos mitades, como un testimonio de los cambios culturales sucedidos en Japón entre la época de pre guerra, mucho mas tradicional, y el vuelco que supone la invasión del ejército de Estados Unidos después de la rendición nipona, vistos con la mirada de una mujer, una Geisha famosa antes de la conflagración, a quien sus protectores retiran al campo, lejos de los peligros físicos de la guerra y a la que, muchos años después, recurren de nuevo, para que se prostituya con un coronel americano, con el que se asocian para recuperar su industria perdida durante la guerra.
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La historia comienza con el abandono de dos niñas por el señor Tanaka, que las confía a un prostíbulo y desaparece. La muerte del señor Tanaka poco tiempo después, permite interpretar ese abandono como una decisión humanitaria, si suponemos que, conocedor de que va a morir pronto, lo que hace es confiar a sus hijas a un orfanato, donde expertas en educación social, las convertiran en profesionales destacadas de un oficio de gran prestigio en esa época.
El prestigio social de esa profesión queda de manifiesto cuando sus mas destacadas figuras, concurren a una subasta pública de sus virgos, después de haber sido aleccionadas durante años por expertas maestras, y su cotización alcanza sumas que permiten devolver la elevadísima deuda
que han contraído con las casas que las acogen, desde su infancia, hasta que llegan al cénit de su atractivo físico y cultural.
En ese tiempo que narra la película, previo a la guerra, las Geishas no son prostitutas, sino delicadas criaturas entrenadas para la danza, la ceremonia del té y la conversación inteligente, y sus clientes son hombres notables de la industria y la política.
En la tremendamente
jerarquizada sociedad tradicional, ellas tienen un protector y en su formación en las casas que las acogen, también hay jerarquías bien definidas entre las amas y las novicias.
Después de la invasión del ejército USA, la película muestra un ambiente bien distinto, la música al gusto americano suena en los lugares de diversión, y un batallón de mujeres ahora se visten y se comportan de otra manera, para satisfacer los gustos de la tropa invasora, muy numerosa, mientras los antiguos empresarios nipones buscan la complicidad con los altos mandos del ejército invasor para reflotar sus empresas destruidas.
La peripecia de la Geisha que narra la historia, tiene un final feliz, después de haberse dejado forzar por el coronal americano, para facilitar los negocios de su protector, es reclamada a su lado por el presidente de la empresa, de quien está enamorada, desde que, a sus quince años, la vio en una escalera y le reqaló un cucurucho de helado.
Su felicidad no parece ser completa pues, en un momento de la película,
la chica reconoce que una Geisha solo podrá retener a un hombre a su lado, la mitad de su tiempo.
Yo no sé que les parecerá a ustedes esta historia. Solo diré que, concluida la proyección, el coloquio fue muy breve, porque teníamos que ir a comprar a Mercadona.
Yo dije, no entiendo la cultura japonesa, me parece incomprensible. David, añadió, es que es una cultura muy sutil.
Mercadona estaba petao de gente, se ve que todos van a última hora, para beneficiarse de los bajos precios en frutas y verduras y otros productos frescos. Nosotros llenamos el carro, que habíamos llevado a la sala de proyección, con agua de Bronchales, leche, y Aquarius, hay que ver que calor hace, cómo apetece beber, y dimos la cosa por terminada.
En fin. Cultura japonesa.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 5 07 15.
La verdad es que la cultura japonesa no es fácil de entender para nuestras mentes occidentales. Seguramente porque nuestra escala de valores es distinta de la japonesa y también nuestras creencias religiosas, sociales y políticas. Vamos que no nos parecemos en nada, ni siquiera en el aspecto exterior. Para mi, personalmente, la cultura oriental (no sólo la japonesa) siempre me ha parecido interesantísima y misteriosa. ¡Que le vamos a hacer!
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