lunes, 13 de junio de 2016

RESURRECCIÓN

He bajado a la terraza de La Fuente a tomar un café del tiempo, mientras sacaba tabaco de la máquina le he preguntado al camarero, ¿sabes algo de chino?, porque me consta que ahora la propiedad del local es de una familia china. --No, nunca he estado en China. --Yo tampoco, pero he aprendido a decir Ni hao, por si he de ir a trabajar a China para que me sigan pagando la pensión.

--Hombre, las pensiones aquí son sagradas. --Si, eso nos cuentan ahora en campaña electoral, pero, al parecer se han llevado entre cuarenta y cincuenta mil millones de euros, en otra página exageré, dije sesenta mil, del fondo de pènsiones, para dárselos a los Bancos, que, por otra parte, también tendrán sus pensionistas, pero no creo que sean tantos.

El camarero, quien a pesar de su condición, parece que se siente cómodo con los argumentos de la derecha, dijo, 'Es que la deuda del país que dejaron los socialistas era de tal envergadura, que hubo que recurrir a eso, pero ya nos estamos recuperando'.

Pero hoy no quiero escribir de política, sino relatar un hecho cotidiano que me parece extraordinario.

Mi mujer y yo solemos dar un paseo por el barrio por las mañanas. Si no es lunes nos acercamos al mercado y compramos algo de pescado fresco. Unos filetes de raya, algunos boquerones. Los boquerones, los suelo pedir al pescadero decapitados, para que no haya dudas, porque una vez mi mujer le dijo, --Me quitas la cabeza....y el pescadero se le quedó mirando con sorna, haciendo ver que no sabía a que cabeza se refería.

Lo cierto es que durante años hemos coincidido en esos paseos con una vecina con un aire muy flaco y de desgracia en el rostro, que ultimamente se desplazaba con un andador, que tuvo la mala fortuna de casarse con un poeta, en el peor sentido de la palabra poeta, es decir el sentido bohemio e irresponsable, mas que creativo, la dejó hace muchos años y desde entonces vive en soledad que, aunque parezca algo triste es infinitamente mejor que vivir con aquel payo.

De pronto, después de décadas de ver a esta mujer en la vecindad, un día desapareció, y algún otro vecino nos dijo, cuando nos interesamos por ella, que se la había llevado una ambulancia, después de sufrir una caida.

Pasaron semanas, meses, y la ausencia de la vecina en las calles del barrio nos llevó a pensar que tal vez su estancia hospitalaria había concluído con un final fatal. Ayer domingo, mientras fumaba un cigarrillo junto al portal, vi de nuevo a la vecina.

Parecía la misma, pero algo había cambiado conviertiéndola en otra persona. Su voz recrecida, no apagada como antes, su discurso amable, ocurrente, hasta divertido, su actitud amistosa y positiva, que extendía a los demás vecinos con los que se encontraba por la calle, me impresionaron profundamdente.

Esa mujer, a la que dábamos por liquidada había tenido la fortaleza de afrontar con éxito sus limitaciones físicas, y la energía moral para superar, para siempre, la lacra que dejó en su espíritu el poeta maldito.

Me pareció, francamente, una resurreción.

Hasta tal punto me ha impresionado el reconocimiento de la capacidad humana para reinventarse, para sobrevivir a la adversidad, que no puedo evitar reflexionar sobre esa condición, el renacimiento personal, el resurgir de una situación penosa y envolvente, la energía humana para alcanzar nuevas metas y superar, definitivamente, las viejas, y trasladar esta idea individual al escenario de la campaña electoral.

Tratan de convencernos de que son ellos, los candidatos, los capaces de resolver nuestros problemas, cuando somos nosotros, fijándonos en nuestros vecinos --todos tenemos alguno como la ex mujer del poeta-- y en la lección moral anónima que nos dan cada día, los que tenemos la capacidad de cambiar el país a mejor, de luchar por un puesto de trabajo, de conducir al exito una empresa modesta, porque no podemos olvidar una verdad de pero grullo, los políticos no crean puestos de trabajo, todo lo que dicen en ese sentido es una pura mentira. Los puestos de trabajo los crean personas ajenas al aparato político. Así ha sido siempre, y ahora también.

En fin. Resurrección.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 13 06 16.

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