martes, 4 de marzo de 2008

ELECCIONES

Si usted dirige un proyecto empresarial, el lanzamiento de un nuevo modelo de automóvil, pongamos por caso, y la cosa acaba en fiasco, porque el de marketing ha diseñado una campaña desastrosa, los ingenieros de diseño han colocado el centro de gravedad del prototipo donde no debían y el experto en costes le dice, cuando ya las primeras unidades están en la calle, que hay que subir el precio, lo razonable, lo que los usos y costumbres empresariales aconsejan, es defenestrar a los miembros de ese equipo y ponerse a trabajar enseguida en un nuevo proyecto mas consistente, libre de los errores del anterior.


Los partidos políticos son semejantes a las empresas, aunque el objeto de su actividad no es fabricar coches sino alcanzar el poder político y mantenerlo el mayor tiempo posible. Hace cuatro años, los electores dictaminaron, con la fuerza inapelable de los votos, que el proyecto político de los populares había devenido en un fiasco y había que echarlos.


El máximo responsable de esa empresa no reconvertida no echó a nadie. Aceves, Zaplana, Astarloa, Elorriaga y los demás todavía siguen interpretando la misma canción, el proyecto no ha sido renovado y a ese equipo responsable de un fracaso político no asumido, se han añadido los fichajes de Rouco, el tipo mas siniestro que pulula por la vida pública española, Alcaraz, el mas patético, y Pizarro, el mas torpe e inexperto.


A los votantes de izquierda con un sentido patriótico poco desarrollado, les encanta esa torpeza gestora, porque todo indica que los populares seguiran en la oposición por un tiempo indefinido, gracias, sobre todo, a ellos mismos. A su falta de sentido empresarial y a su incapacidad casi patológica para el reconocimiento de la realidad.


Otros de la misma cuerda, mas amantes de su país que del partido, mostrarán su decepción por una derecha que no se decide a evolucionar, o como dijo alguien comentando el debate de anoche, que no ha concluido aún su viaje desde el franquismo a la modernidad. Estas gentes, respetuosas con la numerosa clientela del partido popular, desearían que la representaran con un estilo y un contenido homologables a los de la derecha alemana, por ejemplo, en lugar de parecer, cada vez mas, una reminiscencia del nacional catolicismo mas rancio, porque, conscientes de la realidad sociológica del país y respetuosos con las ideas de los otros, desearían un sistema político equilibrado que reflejara esa realidad, y no los riesgos de involución que afloran ahora, por la ausencia de madurez polìtica y social de la derecha no reconvertida.


En lugar de ponerse a trabajar al día siguiente del fiasco para poner en marcha un nuevo proyecto, después de depurar las responsabilidades personales en el fracaso del anterior, el partido popular ha perdido, lamentablemente para todos, cuatro preciosos años, enrocándose en sus viejas posiciones y sin renovar absolutamente nada en sus planteamientos y sus equipos y ahora seguimos con una atmósfera política viciada por la división y el sectarismo creciente de los ciudadanos que, a muchos votantes socialistas, les disgusta profundamente.


Un error estratégico de esa envergadura pasará factura, muy probablemente, el próximo día 9, al partido popular y quizás, esta vez, la derrota sirva para abrir una dinámica renovadora, que genere los necesarios cambios en los planteamientos y en las personas, y en la siguiente legislatura tengamos enfrente una derecha mas madura, mas civilizada, menos proclive al sectarismo, capaz de hacer una oposición sólida y constructiva, porque muchos deseamos que gobierne la izquierda, pero no nos sentimos cómodos en un país permanentemente expuesto al sobresalto, el grito y la división, sino que preferimos el aburrimiento de una democracia moderna y consolidada, donde ningún partido exhiba tics autoritarios, xenófobos y desestabilizadores, mas propios del parlamentarismo del siglo XIX que del país avanzado que decimos ser.


Es una opinión. Esta vez, menos colérica.


Lohengrin. 4-03-08.

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