viernes, 28 de marzo de 2008

NECROFILIA

He bajado al Maravillas en el primer día de la primavera climatológica en Heliópolis, y mientras esperaba mi turno para leer el periódico, después del café con leche, me he entretenido con una bebida isotónica. Red Bull, no. Ese producto debería venderse en farmacias. Me entretuve el otro día leyendo la relación de sus ingredientes y es alucinante. Vitaminas B6 y B12, mogollón de componentes farmacéuticos en su fórmula. No entiendo como la dirección general de salud pública, o quien sea, autoriza la venta de ese cóctel explosivo en los mostradores de los bares, en lugar de exigir que se dispense con receta médica.


El caso es que el periódico no acaba de llegar a mis manos. Un tipo lo tiene apalancado, cuando llega a la última, vuelve a empezar por la primera, me intriga su actitud, hasta que descubro que lo está reservando para un colega que acaba de llegar y lo trinca. Hoy necesito el periódico, así que me voy y lo compro en el quiosco.


La letra de los periódicos, debido a lo efímero de su existencia, es casi letra muerta desde que nace, pues solo unas horas después de salir de las rotativas, su destino es la basura. Algunos, yo, por ejemplo, que estoy con el síndrome pos vacacional y un amago de astenia primaveral, nos nutrimos a veces de esa carroña, cuando nuestro motor imaginativo baja de revoluciones.


En otro tiempo, la letra de los periódicos tenía una vida más prolongada. Después de su lectura sus hojas sueltas servían para envolver el bocadillo o para otros menesteres higiénico intestinales. Como ahora llegan con la tinta demasiado fresca, sobre todo algunos, y la gente no sale con el bocadillo de casa, sino que lo compra por ahí, la evolución de las costumbres acorta todavía mas su vida efímera.


El caso es que, desde hace unos días, lo que escribo en el blog tiene su origen en la letra impresa de los periódicos, --véanse las páginas PRIMAVERA y TÉ PARA DOS-- circunstancia que espero que varíe después de chutarme una caja de jalea real vitaminada que ya he reservado en la farmacia, que es lo suyo, no en el supermercado o el bar. Mientras hace su efecto el cóctel vitaminado, seguiré con el procedimiento necrófago de comentar noticias de prensa en el blog.


La de hoy no tiene desperdicio. En la página Té para dos, me preguntaba para que sirve el cargo de Director General de la Ciudadanía, del gobierno de los populares en Heliópolis, y cómo se iba a ejercer esa dirección. La primera página de "Levante", aclara hoy algo el asunto con un titular en tipos del treinta y seis que dice así,


EL DEFENSOR DEL PUEBLO LLEVA AL CONSTITUCIONAL LA GESTIÓN DEL CONSELL SOBRE DEPENDENCIA”


O sea, que ahora ya sabemos a que se dedica el Consell, y por extensión la dirección de la Ciudadanía, a recortar los derechos de los ciudadanos, votando incluso medidas legislativas para conseguir tan digno objetivo. Supongo que es la consellería de bienestar social la más implicada en este asunto, pero puesto que el defensor lo es del pueblo, es decir de los ciudadanos, esa dirección general que trasladaba el mensaje escrito sobre asuntos tan celestiales como la calidad y excelencia de la democracia, el diálogo intercultural y la ciudadanía activa, con esta noticia se queda, literalmente, con el culo al aire, sobre todo cuando, en páginas interiores, se habla de “ensañamiento del Consell con los mas desfavorecidos”. Precisamente a eso me refería yo al señalar la incongruencia entre el discurso de Felip, y la política salvaje de la derecha popular en el día a día de Heliópolis en relación a la educación, la sanidad, y las políticas sociales.


Hablamos de la aplicación que hace el Consell de la Ley de Dependencia, pero también de que Felip, una vez expuestas sus partes pudendas por esa política que revela la verdadera naturaleza de quienes le han nombrado director general de la Ciudadanía, y que concepto tienen del bienestar ciudadano, si tuviera algo de vergüenza, cerraría el chiringuito y se marcharía.


Eso no ocurrirá, hasta que el tribunal constitucional se pronuncie, y ni siquiera después, porque vergüenza, lo que se dice vergüenza torera, la gentuza que nos gobierna con los votos de la mayoría, --eso es un juego democrático inapelable-- es que no tiene, oiga.


Lohengrin. 28-03-08.



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