miércoles, 26 de marzo de 2008

TÉ PARA DOS

Josep María Felip firma hoy un artículo a cuatro columnas, en el diario “Levante”, a propósito del lema de la Comunidad Europea para el Año Europeo del Diálogo Intercultural. En las tres primeras columnas se extiende sobre los conceptos, contenidos y objetivos de esa proclamación, para luego referirlos a la realidad social de la Comunidad Valenciana, de Heliópolis, como acostumbro a llamarla.


Felip, Director general de Ciudadanía de la Generalitat Valenciana constituye, junto a Gauden Villa, Director general de Relaciones Externas del mismo ente, el par mas surrealista y onírico de cargos públicos del organigrama del gobierno autonómico, pero así como Villas se mueve en el ámbito de la trivialidad y lo banal en los escritos que publica de modo intermitente, Felip me da la impresión de que viene de otro planeta, de que es un alienígena cuyo lenguaje, conceptos y afirmaciones sobre la ciudadanía de Heliópolis, están inspirados en las mejores novelas de ciencia ficción, las de Issac Asimov, H.G. Wells, Arthur C .Clarke, Stephen King, o Edgar R. Burrough, y de que la comunidad de ciudadanos cuyos asuntos le han encargado dirigir, solo existe en su imaginación.


La belleza floral de los conceptos que maneja Felip, tales como Kulturland, ciudadanía europea activa, diálogo intercultural, calidad y excelencia democrática, entre otros, suena tanto a música celestial, que parece provenir de alguna galaxía lejana en la que su mente habita, y no se sostienen al contrastarlos con la dura y prágmatica realidad de la política de quienes gobiernan, cada día, en Heliópolis.


No obstante, no debemos hacer un juicio de intenciones, antes de ver los resultados de la política de esta Dirección General de Ciudadanía, aunque, para empezar, la sola enunciación de ese título hace que emergan algunas dudas metódicas.


Que significa dirigir? De entre las diversas acepciones de esa expresión, eligo la que me parece mas adecuada, Gobernar, regir, dar reglas para el manejo de una dependencia, empresa o pretensión. Tiendo a asociar la política con la empresa, porque ambas actividades tienen cosas en común, y eso me permite plantear la cuestión de los estilos de dirección. Está el estilo autoritario, el del ordeno y mando, que no requiere grandes explicaciones. El participativo, que se carateriza por el protagonsimo de muchos comités y procedimientos de toma de decisiones en los que, antes de tomarlas, se escucha a mucha gente. Los incentivos suelen estar presentes en la dirección por objetivos, en la que se premia materialmente a quienes los alcanzan. Luego, está el viejo truco del palo y la zanahoria, con sus diversas variantes, palo pocas veces, solo cuando hace falta, y más zanahoria, cuando lo utilizan los listos, y la versión mas represiva de esta especialidad, cuyos paradigmas han establecido firmas tan consolidadas como El Corte Inglés y Mc Donalds.


Finalmente, está la variante mas maquiavélica de dirección, que Von Trier expuso en el film El Jefe de todo esto. La dirección en la sombra, sirviéndose de un títere que reparte el palo y la zanahoria sin que los dirigidos conozcan al verdadero responsable de las decisiones que les afectan.


¿Cual de estas modalidades se va a ejercer desde la Dirección general de la Ciudadanía? No lo sabemos todavía, pero la preposición de, en lugar de para , ya es un indicio de la mentalidad de quienes la han enunciado. No es una minucia semántica. Una dirección para la ciudadanía suena a recibirla, escuchar sus demandas y necesidades y tratar de poner los medios para resolver sus problemas. La dirección de la ciudadanía evoca, en cambio, que cuando te levantas por la mañana hay un director al que debes dar cuentas, tienes que fichar y llevar a su oficina el certificado del padrón para que te lo selle, sin cuyo requisito nadie en ese ámbito reconocerá tu existencia.


Está la cuestión del ámbito de competencias. Los enfermeros del Peset, los conductores del Metro, los de la EMT, son ciudadanos –siempre que estén empadronados. Estos ciudadanos, que últimamente muestran una actitud reivindicativa permanente, son parte de la ciudadanía que dice dirigir Felip?. Sí o no. Es el trabajo una normal actividad ciudadana, si o no? Si ambas respuestas resultan ser negativas desde el punto de vista de la dirección general, a que ciudadanía se refiere su ámbito de actuación?. El concepto de diálogo intercultural, núcleo de la decisión de la Comunidad Europea de dedicar el año 2008 a ese objetivo, nos da una pista. Parece claro que la intención es fomentar el diálogo entre culturas diversas que coexisten.


Después de despiezar el artículo de Felip, encuentro que su aportación a este asunto en lo que se refiere a Heliópolis es la definición de ciudadanía valenciana. Son valencianos los que están en el padrón. Vale. Y a los otros que les den por el culo. Es una actitud excluyente, no dialogante. Como siempre que alguna institución política ajena lanza un desafío que, al final, se puede traducir en cifras presupuestarias, el interés de este gobierno está, básicamente, en escaquearse, y toda esa música celestial con la que Felip ha adornado su artículo, lo del diálogo intercultural, la Kulturland y la ciudadanía europea activa, no es mas que humo, un discurso de juegos florales, propaganda hueca y retórica a la que nos tiene acostumbrados, desde hace un decenio, el partido popular en Heliópolis, que ha construido un espacio ficticio, que le da buenos dividendos, con la habilidad de los mejores novelistas de ciencia ficción.


La ciudadanía, los ciudadanos, estamos obligados a desenmascarar esa ficción, aunque no le guste a nuestro director.


En fin. Olvidaba decir que el lema de la Comunidad Europea para el año del diálogo intercultural es Té para dos, como titula Felip en su artículo, Tea for two.


Lohengrin. 26-03-08.


No hay comentarios:

Publicar un comentario