miércoles, 28 de mayo de 2008

BIENESTAR SOCIAL

Bienestar. Vida abastecida de las cosas necesarias para vivir bien y con tranquilidad. Sociedad. Agrupación natural o pactada de personas que constituyen una unidad, asociación o confederación, con el fin de alcanzar, mediante la mutua cooperación, todos o algunos de los fines de la vida.

Estado de bienestar. Noción que surgió en las socialdemocracias escandinavas, después de la última guerra mundial, y que llevaron a la práctica mediante el sencillo y eficaz procedimiento de dotarse de presupuestos públicos suficientes durante varias décadas, hasta conseguir sus objetivos.


€n otros países, como el nuestro, los gobiernos democráticos comenzaron a incorporar ese lenguaje, el concepto de Estado del bienestar, hace tres décadas, pero entre nosotros siempre ha funcionado como un deseo, apuntalado en actuaciones parciales y precarias, sin llegar a ser nunca una realidad extendida.


En las últimas legislaturas, cuando han aparecido aquí medidas novedosas dotadas con los oportunos presupuestos, la mayoría de los países europeos están retrocediendo en su política de contenidos sociales, y la aplicación de esos tímidos intentos de implantar aquí esas políticas solidarias, tropiezan con los obstáculos que oponen algunos gobiernos de la derecha obligados a llevarlas a la práctica, mientras los destinatarios de esas medidas observan con decepción las rácanas actitudes de sus representantes políticos.


En Heliópolis, una solución a este problema, que afecta a tantos grupos sociales necesitados de atención presupuestaria, sería dar competencias al defensor del pueblo para disolver nuestra Consellería de Bienestar Social, despedir a Cotino y a sus directores y directoras generales, de paso a Felip y su dirección de la ciudadanía, porque la ciudadanía no precisa ser dirigida, en cambio demanda urgentemente ser atendida.


El defensor podría ocuparse, simplemente, de que el Consell cumpla en Heliópolis la Constitución y las leyes orientadas al bienestar social, lo que no sería difícil con los recursos obtenidos de los salarios de todos esos tipos que, en lugar de ocuparse de lo que deben, un día le quitan la subvención a una asociación de mujeres porque afilia hombres, otro día archivan el papeleo, sine die, de los solicitantes de ayuda a la dependencia, y cosas así.


Una vez libres de tipos como Cotino, tan banales como Felip, y tan innecesarios como los que pastan en los órganos funcionariales dependientes de esos jerifaltes, tal vez comenzaremos a sentirnos bien, a estar bien, en ausencia de los supuestos responsables digitalizados por el Consell para esa finalidad.


Aunque estar bien, sentirse bien, depende, además de las políticas sociales, de como nos situamos, individualmente y como grupo, en el contexto social y económico que nos rodea, la sociedad productivista, consumista y desigual. Las desigualdades que se intentan parchear con el pomposo y falaz nombre de Estado del Bienestar, tienen su origen en el modo en que se sitúa la sociedad, o un número mayoritario de sus individuos, en un contexto dado.


Si los valores que predominan en las relaciones sociales son la competitividad y el logro, entendidos como algo que hay que ejercer contra los otros, empujando para ocupar un sitio propio, en detrimento de los demás, en lugar de entender que uno puede competir consigo mismo, para mejorar sus capacidades, utilizando su creatividad, su curiosidad y conseguir así el logro de reconstruirse como un individuo mejor, personal y socialmente, es un puro ejercicio de maquillaje ofrecer una imagen de estado compasivo preocupado por las minorías que se quedan colgadas en el camino productivista y consumista, y nuestra consellería de Bienestar Social, en Heliópolis, sería una pura fachada de esa imagen maquillada, y por tanto, prescindible.


El único modo de resolver, o minimizar, las desigualdades sociales propias del productivismo consumista es que, tanto los individuos, como las sociedades constituidas por su agregación y relaciones intergrupales, se resitúen y cohesionen alrededor de una interpretación nueva del darwinismo, porque se ha puesto el énfasis en la selección natural y la supervivencia del mas fuerte, trasladando esta verdad incompleta a los valores sociales, y olvidando que son incontables las especies que sobreviven gracias a la cooperación, no al quítate tu para ponerme yo.


He de reconocer, sin embargo, que una cosa es enunciar una solución, y otra ponerla en práctica, porque mucho antes de que Darwin formulara sus teorías tan mal interpretadas, en el siglo XVII, en Heliópolis, cuando el poder real mandaba realizar un censo, ya decía por escrito que a los pobres de las parroquias no los contaran, --porque no tenían capacidad de pago-- lo que se puede comprobar fácilmente con una visita al Archivo del Reino.


Estamos en el siglo XXI, y los miserables, los disminuidos, los dependientes, los excluidos, como generalmente no votan, están, aproximadamente, en la misma situación de desigualdad, abandono y exclusión que se desprende del documento de 1.646 que he consultado. Quienes cuentan a los pobres de este supuesto Eldorado que es España, Cáritas y otras instituciones, coinciden en que, desde los tiempos de Marcelino Camacho, --ocho millones de pobres, repetía-- el censo de pobres ha crecido en medio millón mas.


Si este problema tiene solución, ¿para que queremos a la Consellería de Bienestar Social, que no la pone?. Y si no tiene solución, ¿para que la queremos?. Que chapen, a ver lo que pasa.


Lohengrin. 28-05-08.






No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios