miércoles, 21 de mayo de 2008

EL OTRO LONDRES

Ayer fui a ver una peli de Kent Loach que es una muestra muy realista del otro Londres, el de los trabajadores ilegales, los hacinamientos en poblados de caravanas, la explotación extrema a que se les somete, no solo por las mafias ucranianas como leemos en los periódicos, sino, como en la peli, por un par de chicas ex trabajadoras de una empresa de trabajo temporal que, hartas de dejarse tocar el culo para conservar el empleo, deciden entrar en el negocio por su cuenta.


Loach te hace tomar conciencia, con su perfecto diseño de los personajes, las situaciones, un magnífico guión y los sórdidos paisajes urbanos que acogen la inmigración ilegal, de que el Londres que has visto es un espectáculo para turistas y que la vida mas palpitante y brutal permanece oscura y desconocida para el viajero ocasional de una semana a la complejidad de la cuna del capitalismo ultraliberal.


Con un estilo exacto de disección documentalista, encarnado en una sólida ficción actoral, Loach muestra con todo su patetismo como la globalización ha transformado la vieja lucha de clases teorizada por Marx en el siglo X IX desde la biblioteca del Brithis Museum, en una pelea entre los propios trabajadores a cara de perro, por los despojos del festín solo montado para unos pocos, y lo hace enfrentando desde los personajes dos posturas éticas contrapuestas, pero sin maniqueísmos.


Mientras una de las chicas está dispuesta a todo por salir de la mediocridad y llega al extremo de denunciar la existencia de un poblado chabolista de trabajadores ilegales para, una vez vacío, realojar allí a los trabajadores de su propia contrata, su compañera es incapaz de abandonar del todo los valores éticos que su colega considera un estorbo “en el mundo libre” de ahora mismo.


La misma mujer que hace desalojar, por medio de su denuncia, el poblado ilegal, ha acogido antes generosamente en su casa a una familia iraní que no tiene casa ni papeles, y cuando su compañera le hace ver que los niños que la miran tras la valla metálica, a punto de ser desalojados por la policía, son los mismos que ella acogió en su casa, aún le queda un resto de compasión para avisarles de que se vayan de allí antes de que los arresten.


Esa contraposición de valores y actitudes está en todos los personajes y situaciones, y cuando el padre de la chica arribista le pregunta si los trabajadores intermediados por ella cobran al menos el salario mínimo, ella le contesta con un discurso en el que glosa el ejemplo del trabajo indefinido de treinta años que ha ejercido su padre, con los treinta trabajos de mierda que ella ha tenido, antes de elegir convertirse en lobo depredador en un mundo nuevo que ya no es el que su padre conoció, en ese “Mundo libre” que da título a la película.


No vi en Londres ningún poblado de caravanas reservadas a ilegales, ningún paisaje sórdido de los que escenifican la historia que nos cuenta Loach, pero el mensaje de la película se entiende perfectamente y ayuda a percibir otras realidades inmediatas, como las peleas mortales de estos días en Sudáfrica y al asesinato de refugiados zambianos por parte de otros trabajadores ligeramente mas establecidos.


También he comenzado a entender algo que me había llamado la atención. Las extensas plantillas en las barras de los pafs, el ejército numeroso de gente que trabaja lejos de las regulaciones laborales, o en nichos reservados a mano de obra barata, con la cobertura de becas, jornadas parciales, cesiones de empresas de trabajo temporal, o con pasaportes falsos comprados a un alto precio. Un mundo de picaresca extrema que, naturalmente, no se reduce a Londres, porque en Roma, me cuentan que los bares y restaurantes no dan tikquets con los precios que cobran, sino solo con el nombre del camarero que te atendió y otra información no económica, y todos hemos visto arder, en las pantallas de televisión, los campamentos de los gitanos rumanos, probablemente a manos de otros trabajadores ligeramente mas establecidos.


En fin. El otro Londres. Pueden ir a ver la peli, “En un mundo libre”, en el cine D´or, de Heliópolis, solo hasta el domingo. O pueden ir a Londres, pero no les bastará con una semana, y tendrán que buscar en barrios que no figuran en las guías turísticas.


De nada.


Lohengrin. 21-05-08.

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