Después de papearse unos calamares encebollados, unas rodajas de tomate con anchoas del Cantábrico, un toque de trigueros y champiñones a la plancha, media docena de croquetas de pechuga de ave de corral, una ensalada de lechuga autóctona con mezcla china y un plato bien colmado de arros al forn, todo acompañado con tinto de verano, en un entorno acondicionado a
veintirés grados, mi asesor ha concluído que no debo hacer el menor caso de ese mensaje, porque sin duda se trata de un error.
Sin embargo, susceptible como soy, después de escuchar su opinión, he seguido dándole vueltas al asunto, inquieto, sobre todo, por lo de la especificidad, porque podría indicar que el único impertinente que habita este lugar cibernético molestando con sus inconveniencias, sobre todo a los peces gordos, soy yo.
He vuelto a consultar el código ético del Blog, por si acaso, pero no he encontrado nada que aluda a la especificidad ni a la inconveniencia, si a la apología de la violencia y esas cosas, pero yo, la verdad, siempre me he considerado mas un iconoclasta que un apologista, por lo que no acabo de salir de la sensación de confusión que me ha producido leer esa calificación, específica apología de la inconveniencia.
¿Se deberá a mi uso de las palabras malsonantes, políticamente incorrectas, que acostumbro a usar cuando me refiero a determinadas gentes con poder político? Nuestra literatura del siglo de oro y específicamente algunos autores como Quevedo aquí, y Voltaire en el vecino país, así como Cela en la literatura contemporánea, han hecho un uso generoso del taco, de las palabras impropias o inconvenientes, sin cortarse un pelo.
Por otra parte, ¿es que las gentes de a pié, que sufrimos las inconveniencias cotidianas del ejercicio abusivo del poder no debemos contestarlas, cuando es el caso, aunque esas respuestas estén tintadas, a veces, con la vehemencia de nuestro temperamento?
El decálogo ético del Blog, en su aplicación, entiendo yo que tiene una jerarquía, y siempre que no se trate de violencia, de asuntos escabrosos relacionados con la protección del menor, y cosas así,
quienes estamos aquí confiamos en que en esa jerarquía prima la libertad de expresión, como máximo valor, por encima de cualquier otro.
Una percepción que empieza a debilitarse, a la vista de lo que está pasando con los internautas en China, con la complicidad de los grandes gigantes de la comunicación cibernauta. Aquí, en los países con sistemas democráticos, los comunicadores en cualquier forma de soporte, trabajamos con la evidencia cotidiana de la ausencia de censura previa, y creo que todos deseamos seguir haciéndolo así.
Si no resultara ser así, si alguien está utilizando la especificidad como una especie de censura encubierta, nos marcharemos a otro sitio, nos compraremos un dominio, o emigraremos al polo sur.
Espero que no sea necesario, que, como ha dicho mi asesor en materia de contratación y mantenimiento de este negocio no lucrativo, todo haya sido un error.
Lohengrin. 6-08-08.
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