En Heliópolis, llevamos varios días quejándonos del viento cálido africano –lo que yo llamo la venganza de Africa-- que ha sido el meteoro dominante en la primera decena de Agosto, pero hoy lo que domina, lo que hace imposible la vida, es el temido viento de Poniente, un meteoro abrasador que te fulmina al cruzar la corta distancia que separa una acera de otra.
Al lado de este tremendo fenómeno meteorológico, el viento africano que venía del sur es una suave brisa que no impide el normal desarrollo de la vida. Comparados con este suceso meteorólogico de hoy, los acontecimientos económicos, si los ministros se reúnen hoy o no para hacer ver que se ocupan de la crisis, el signo ideólogico de los gobiernos autonómicos, y otras cuestiones que, normalmente, ocupan sábanas enteras en los periódicos de mayor tirada, y los acontecimientos deportivos que divulga la televisión con una insistencia tenaz, quedan convertidos en cuestiones menores, porque hoy, en Heliópolis, sopla de Poniente.
Si será importante el origen de los vientos, que la historia del arte sería otra sin la Tramontana que introdujo en la cabeza de Salvador Dalí el elemento singular, diferencial, que marcó el período surrealista de la plástica daliniana. Del mismo modo, los grandes escritores sureños italianos, Lampedusa entre otros, es improbable que hubieran alcanzado la gloria literaria sin la influencia del Siroco, que los confinaba en las salas de sus palacios, porque la vida era imposible en el exterior.
Pero hay mas. Sin la existencia de los Alisios, de esas corrientes naturales de viento, esas circulaciones aéreas que recorren el planeta de un hemisferio a otro, la mitad de los imperios establecidos en la antigüedad no habrían sido posibles. Adiós a las flotas imperiales que recorrían, con el impulso del viento, y de la ambición de los emperadores, aguas desconocidas en busca de la gloria.
En un entorno de calma chicha, ninguna de esas flotas habría llegado a parte alguna, y el mundo no sería lo que es hoy. Supongo que los numerosos asesores de los gobiernos, especialmente los del gobierno de Heliópolis, tomaran nota de esta evidencia, y en las próximas elecciones, su plan de campaña incluirá, además de las consabidas promesas habituales de contenido económico, festivo y demás, un calendario exacto, elaborado por los mas cualificados meteorólogos mundiales, en el que se fijen, sin margen para el error, los días de la legislatura en los que el viento de Poniente soplará en Heliópolis.
Si así lo hicieran, tienen asegurado mi voto. Porque no hay nada que yo aprecie mas que saber, con antelación suficiente, cuando debo pirarme de aquí, marcharme a Bilbao, a San Sebastián, yo que se, a tierras mas frescas, con tal de poder escapar a tiempo de la tortura del viento de Poniente.
No es la Economía, estúpido. No es la Política ni la Ideología. Es la meteorología, el factor decisivo
en la vida de las gentes. Y si hacemos caso al consenso científico sobre los riesgos para los humanos del cambio climático, cada vez lo será mas.
Lohengrin. 12-08-08.
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