sábado, 9 de agosto de 2008

JUEGOS OLÍMPICOS

Todavía no he visto ninguna prueba deportiva olímpica, pero formo parte de esos cuatro mil millones de espectadores pasivos de la televisión –supongo que contados a ojo-- que contemplaron ayer el espectáculo operístico wagneriano organizado por el gobierno totalitario de Pekin con motivo de la apertura de los Juegos. Como los espectadores de televisión, en general, tendemos a la puerilización, como diría Fernán Gómez, o somos, en palabras de Eça de Queirós, mas impresionables que críticos, conviene analizar los contenidos de ese espectáculo y dar una opinión personal, subjetiva, no vaya a ser que nos quedemos con el color deslumbrante de la envoltura del caramelo que nos han ofrecido, y olvidemos la sustancia de lo que había dentro.


Primero, el marco de referencia. China es un país con un gobierno totalitario, que no permite la celebración de elecciones generales, libres y directas, sino que designa a sus líderes por un procedimiento típico de nomenclatura. No existe allí libertad de expresión, tal como la conocemos en los países con sistemas democráticos, y sigue en vigor, y se aplica, la pena de muerte. Al mismo tiempo, su autoridad política ha divulgado una encuesta reciente, según la cual siete de cada diez de sus mil trescientos millones de habitantes se sienten cómodos en ese sistema.


Por otro lado, el propio Comité Olímpico no discrimina entre países autoritarios y democráticos para acogerlos en el seno de su organización. No voy a ser yo mas papista que el papa. Pero nada de eso, ni la manga ancha del Comité, ni las estadísticas de opinión, altera el hecho objetivo de que China es un país con un sistema político totalitario.


Dicho esto, entremos en los aspectos operístico artísticos de la ceremonia de apertura de los juegos.

Soy un admirador incondicional de Zhang Yimou, el responsable artístico de la puesta en escena, desde que vi “La casa de las dagas voladoras”, y creo que aporta al cine universal la sensibilidad de un pueblo de cultura milenaria y un sentido de la imagen, del color, del movimiento, que ha puesto el cine oriental a un nivel artístico extraordinario.

Lo mejor del espectáculo hay que acreditarlo, pues, en la cuenta de Yimou, pues su puesta en escena ha estado a la altura de sus mejores películas. La música y la danza fueron la otra baza fuerte de la ceremonia. En cuanto a los fuegos de artificio, su espectacularidad ya fue comentada por todos los periodistas televisivos, pero como es algo a lo que en Heliópolis ya estamos acostumbrados, aunque en menor escala, me causó menor impresión que a los anonadados comentaristas.


Hay algo, sin embargo, que percibí apenas comenzados los actos, y de lo que no he oído el menor comentario. La extraordinaria semejanza del núcleo de la puesta en escena, con otros eventos organizados en otros tiempos y lugares por otros gobiernos que tenían una cosa en común con el que ha organizado los Juegos de 2008, su carácter totalitario.


El espectáculo de masas de figurantes moviéndose con una disciplina militar en el interior de un estadio, es algo característico de los regímenes dictatoriales. En España, todos los que tengan alguna edad que les permita el recuerdo histórico, habrán visto, en directo, o televisadas, las demostraciones sindicales –en tiempos del sindicato único-- que el franquismo organizaba el primero de mayo, como una réplica a esa misma celebración en los países llamados socialistas.


Lo mismo sucedió, con los gobiernos fascistas italianos y los movimientos nacional socialistas en la Alemania pre hitleriana. Recuérdense las olimpiadas de Berlín en 1.936.


Por si hubiera alguna duda del carácter para militar de esas exhibiciones, ayer vimos a unos cuantos soldados de uniforme, marcando el paso de la oca, mientras custodiaban la bandera de los juegos olímpicos.

Ha sido una lástima que, mientras los chinos lanzaban su polvora festiva y su máximo responsable político invocaba la paz mundial, Putin, otro totalitario, la emprendiera a cañonazos con la República de Georgia, al parecer como respuesta a una acción militar previa de los georgianos en Osetia, que ha sido recibida como una agresión a los intereses de la república rusa.


En fin, si bien la sustancia del caramelo tiene un regusto un tanto amargo, he de reconocer que su brillante envoltura tenía el atractivo suficiente para gustar a todo el mundo. Como dijo alguien, los juegos son de los atletas y a ellos les corresponde disfrutarlos. Les deseo las mejores marcas. Nosotros, podemos verlos por televisión, por Internet, o a través del teléfono móvil, por primera vez, o no verlos.


Lohengrin. 9-08-08.

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