sábado, 17 de abril de 2010

ÁFRICA

Siddhärttha practicó una variante del budismo, en busca del Nirvana, que consistía en sentarse bajo una higuera hasta alcanzar un estado próximo a la perfección. Es obvio que mientras permaneció en esa inmovilidad, no hizo daño a nadie. No defiendo el inmovilismo, solo la inacción, les dije ayer a mis amigos libertarios, porque si te abstienes de cualquier acción, es seguro que no dañas a nadie, mientras que si pasas a la ayuda activa, aún con la mejor de las intenciones, puede suceder lo contrario.

--Pero, hay mucha gente muy jodida, necesitada de ayuda, argumentó uno de los asistentes a la reunión de viejos amigos y simpatizantes libertarios.

--Date cuenta de que, si nadie hubiera hecho nada para intervenir en su vida, nunca, probablemente los africanos no estarían jodidos. Lo que los ha jodido es la intervención de los otros, en sus diversas modalidades, en su vida.

Africa es un continente entero cuyas gentes están jodidas por las sucesivas intervenciones del hombre blanco. Primero llegaron los misioneros, a la vez que los colonizadores, y ahora está lleno de ONG' S que siguen interviniendo, con la mejor de las intenciones, en la vida de sus gentes. Yo lo que digo es que si nos hubiéramos quedado en casa, si no hubiéramos aparecido por allí, tal vez los africanos serían mas felices.

--Pero eso es una ucronía, y no sirve para nada.

Sirve para entender lo sucedido. En los sesenta había libros de africanos cultivados, como Julius Nierere y otros, que describían el modelo de socialismo comunitario que se practicaba en Africa desde antes de Marx. El comunitarismo era la forma natural en la que se practicaba la solidaridad allí, porque la casa comunal, compartida, nunca dejaba en la estacada a ningún miembro del grupo y la miseria individual era algo desconocido.

Algunos pensadores europeos, entre ellos José Luis Sampedro, inspirados en la idea de convergencia, alentaron el propósito de llegar a un sistema de organización social ecléctico, que reuniera lo mejor de cada casa, pero esa utopía nunca salió de los libros y cuando se produjo la descolonización de Africa, unos cuantos chupatintas trazaron un mapa político del continente lleno de retículos absurdos, que respondía a los intereses bastardos de las metrópólis, sin considerar los contenidos étnicos de esas cuadrículas burocráticas.

Mi amigo, que reside tres meses al año en Ruanda, me cuenta que aquellos sistemas de convivencia comunal solidaria han sido destruidos por la influencia europea, y ahora lo que prima es un nuevo individualismo, que combinado con la miseria de los nuevos alojamientos de hojalata que proliferan alrededor de los centros económicos importantes, ofrece un paisaje en el que la posesión de una radio, de un televisor, o cualquier otro signo de consumo material, ha sustituido la antigua dignidad de las personas que integraban las comunidades africanas.

Cuando uno está solo, sin vínculos con su comunidad, puede caer en el aislamiento y la tristeza. Tal vez eso explique los grandes negocios de las compañías coloniales. Tengo referencias directas de dos de ellas, La Cíe. du Niger Francaise, y la Metropolitaine des Vins que, todavía en los años ochenta, enviaban desde el puerto de Heliópolis cantidades ingentes de vino a unos destinos africanos donde, antes de la colonización, no había tradición de ese consumo.

Del mismo modo, los conflictos étnicos afrontados a machetazos que sacudieron Ruanda y otros países africanos, se enmarcan en las absurdas divisiones territoriales que son la herencia del reciente pasado colonial, y me cuenta mi amigo que en Ruanda hay una decena de empresas mineras, pero no hay minas. Al parecer esas industrias mineras se nutren de los minerales de importancia estratégica del vecino Congo, que fue la finca de Leopoldo de Bélgica no hace tanto tiempo.¿Se imaginan un territorio extenso alrededor del río Congo, lleno de gente, propiedad, no ya de otro país, sino de un señorito europeo? Pues eso.

Entiendo que personas como mi amigo intenten paliar esa situación, mediante la construcción de escuelas, la asistencia a los enfermos, y otras actividades altruistas, que requieren de su presencia en esos lugares arrasados por los europeos, solo quiero llamar la atención sobre el hecho de que si quienes los arrasaron hubieran permanecido debajo de una higuera, tratando de acercarse a la perfección, en lugar de dedicarse a la activa tarea de la rapiña, la situación actual de ese continente sacrificado a la voracidad europea sería otra. O sea, estoy hablando de Budismo, del Nirvana de Siddhärttha, en contraposición con los valores de conquista y apropiación que predominaron hasta bien avanzado el siglo veinte en la mentalidad europea.

Mis amigos, con los que he compartido hoy la comida en un bar de Nazaret, un arroz de pescado acompañado de algunas otras cosillas, no se reconocen en ese adjetivo cuando les llamo libertarios. Ellos dicen que ser libertario implica una ideología, y que cualquier iglesia o ideología no es de su agrado. Que ellos se sienten personas libres, no militantes de ninguna ideología. Tampoco yo soy Budista, aunque si soy partidario de la inacción, como la única actitud no lesiva para los demás. Queda dicho.

El próximo día veintiuno de Mayo se celebra en el poblado de Nazaret el Día de Africa. La edición del año pasado tuvo una gran acogida del público a las muchas actividades que se celebraron. Este año pienso acudir, de nuevo, y recomiendo a todo aquel que tenga curiosidad por estas cosas que lo haga.

De nada.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 17-04-10.

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