miércoles, 14 de abril de 2010

EL IVAM

Esta mañana he ido a ver, en grupo, una exposición del IVAM perfectamente prescindible, pues a pesar de su título, De Gaudí a Picasso, nada de lo que allí se muestra tiene el menor interés que pueda relacionarlo con la obra importante del arquitecto modernista, ni del pintor de Málaga que frecuentó todos los ismos de su tiempo, y que está representado por un cuadro de la época en que no tenía pasta para comprar otros pigmentos y usaba uno solo de una partida que compró en las rebajas, 'La mujer muerta'.

El IVAM fue un museo con un merecido prestigio internacional mientras lo dirigió Tomás Lloréns, que se fue antes de su inauguración, pero su impulso se prolongó con sus sucesores. Lo que ha sucedido después es una lento tránsito hasta la decadencia, que hoy se materializa con un presupuesto ínfimo que impide que pueda ser considerado con seriedad un icono del arte contemporáneo, y cuyo resultado son exposiciones tan mediocres como esta.

Antes de entrar en las salas de la exposición que motiva nuestra visita, hemos visto las acuarelas de Pinazo, que son lo mejor que se puede ver ahora por aquí, en especial, una acuarela de pequeño formato, titulada 'El tropiezo', que muestra a dos hombres que portan unas parihuelas, de las que cae un cadáver al suelo, y que es una muestra representativa del tenebrismo que ha dominado la pintura española en general, en todas las épocas.

De lo que muestra la exposición de Gaudí, poco se puede decir, algunos muebles de madera, unos pocos herrajes y tiradores, unos pequeños mosaicos en la pared, que tratan de representar cómo el arquitecto modernista diseñaba absolutamente todo lo relacionado con sus encargos, no solo los edificios, sino hasta el mas mínimo objeto de sus contenidos.

En cuanto a la pintura, es un repaso, no muy afortunado, de la pintura modernista catalana de la época, Nonell, Casas, Rusiñol, que no están para nada representados con sus mejores obras. El miserabilismo, la otra cara de la moneda de la burguesía triunfante, está presente en la muestra, como una réplica a la abundancia burguesa y la prosperidad de aquellos años en los que las ciudades se expandían en grandes avenidas, y las clases burguesas exhibían en público su creciente poderío económico, hasta que el desastre de 1.898 acabó con esa burbuja, y algunos modernistas regresaron al clasicismo. Poco que ver con Picasso, como pueden suponer.

He terminado la visita con la sensación de no haber visto nada interesante, pero antes, he disfrutado la obra de un artista oriental, el chino Cai Xiao Song, una refrescante lección de arte contemporáneo que el artista vincula con la solidez del tiempo por medio de un tratamiento muy moderno de los materiales, destinado a la reflexión, a través de la visión de las rocas horadadas por la erosión, junto a la presencia de la palabra en tiras de papel caligrafíadas por el artista en la mejor tradición de la cultura china. Tradición de la escritura y modernidad del metacrilato. Una perfecta simbiosis que es la expresión certera de la dualidad en las culturas orientales.

Lo mejor de todo ha sido la compañía de tres mujeres encantadoras que formaban parte del grupo, junto a las que he pasado una mañana deliciosa. Si mi mujer se entera de que salgo con amigas, y pierdo los botones de la bragueta, no sé.

En fin. El IVAM. Fue un icono del arte contemporáneo. De momento, hasta que vengan mejores tiempos, no merece la pena ir, salvo que vayas en buena compañía.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 14-04-10.

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