martes, 20 de abril de 2010

EUROPA

La situación sobrevenida en las aerolíneas, derivada de la gestión por las autoridades europeas de la crisis por la nube volcánica, ha puesto de manifiesto, con independencia de lo que cada cual opine sobre si se han exagerado, o no, las medidas de seguridad, que los procedimientos de toma de decisiones en la Unión Europea están muy alejados de lo que cabría esperar de una organización política continental.

A la vista de los hechos -- no hay una autoridad de aviación civil europea, sino 27, dice El País de hoy, en su página 3-- la Unión Europea no está constituida como una auténtica Unión Política, sino que se parece mas a un intrincado laberinto burocrático por el que solo pueden transitar los especialistas, superpuesto, como un apéndice postizo, a las soberanías nacionales que son las que cortan el bacalao en materia política en el ámbito de la Unión, lo que explica que las competencias sobre la navegación aérea, como tantas otras, dependan de los Estados miembros.

En su origen, la Unión Europea, antigua C.E.E., tuvo dos patas fundacionales, la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, (C.E.C.A.) que fue su vertiente económica originaria y el Tratado de Roma de 1.957, firmado entonces por una generación de políticos de altura ya desaparecida, que fueron los impulsores de una nueva Europa que se quería política, no burocrática, y que ahora está en manos de una mesocracia extendida para la que la cesión de competencias en favor de un gobierno europeo auténtico no entra en su mezquina agenda de política nacional.

Al mismo tiempo, el entramado de Bruselas, perdido su impulso político originario, parece reducido, a ojos de los ciudadanos de a pie, a una inmensa oficina productora de reglamentos con un detalle germánico que tratan de regular el mundo del consumo, con los etiquetados y todas esas cosas, y un mecanismo recaudador que se nutre del IVA, y reparte subvenciones a ciertos Estados nacionales, --en España se recibió mucho dinero por esa vía- con un efecto de corrección en las rentas de cada país que sin duda ha minorado las desigualdades extremas, además de intervenir en las políticas agrícolas nacionales, con primas a la transformación o el abandono de ciertos cultivos.

Quien no recordará, en España, la abundancia de carteles de obras financiadas por el FEDER, cuando fuimos los principales beneficiados de esas ayudas, como lo fue después Portugal, y las continuas quejas de Alemania que, por el tamaño de su renta, era el principal contribuyente neto de esa financiación, hasta que la unificación de su propio país demandó un cambio de orientación en las ayudas.

En ese sentido, la existencia de la Unión europea ha producido beneficios indudables, sobre todo en los Estados del Sur, pero el impulso político de su fundación ha ido languideciendo en sucesivos fracasos, cada vez que se ha intentado dar mayor entidad política al gobierno de Europa, y lo que ha quedado es una maraña burocrática sin ambiciones de constituirse en un verdadero ente federal, con competencias semejantes a las de países que funcionan con esa fórmula, ante la complacencia de las clases políticas nacionales que no parecen dispuestas a la cesión de sus competencias.

El resultado de esta mezquindad, como ahora se ha visto, es la existencia de veintisiete responsables para un solo problema que, según IATA, 'se han tomado cinco días para organizar una teleconferencia' Ya sabemos que los foros empresariales, sea IATA, o cualquier otro, cuando hacen declaraciones miran, sobre todo, a sus cuentas de resultados, y que la seguridad de millones de pasajeros no hay que tomarla a la ligera, pero es un hecho que veintisiete responsables para un solo problema no parece la mejor manera de organizar un sistema de toma de decisiones políticas.

En todo este asunto, lo que mas importa no es el suceso puntual que acapara estos días la atención mediática, sino el mensaje que parece deducirse de todo esto, que Europa no es una entidad política acabada, coherente, sino un proceso en curso, a muy baja velocidad, cuando no en retroceso, y que, en su estado actual, es imposible que sea tomada en serio en cuestiones de política internacional tan sensibles como Oriente Medio, Cuba, la relación con Estados Unidos y los demás países que empiezan a contar en el mundo, la regulación del sistema financiero, la salida de la crisis económica, el diseño de un nuevo sistema productivo mas sostenible, o los esfuerzos comunes en la dirección de atender a las alteraciones del clima, por citar solo algunas cuestiones que seguirán presentes, cuando la nube volcánica se haya disipado.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 20-04-10.

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